Capítulo Final.
El aire salado del mar llenaba los pulmones de Haerin mientras caminaba hacia el muelle. Era un lugar al que había evitado ir durante las últimas semanas, desde que había decidido alejarse de Danielle para aclarar sus pensamientos. Sin embargo, en el fondo, sabía que este era el lugar donde la encontraría.
Desde que Danielle la llevó a ese muelle, el lugar se había convertido su refugio compartido, un espacio donde la brisa y el vaivén de las olas hacían las conversaciones más honestas que en cualquier otro lugar.
Al levantar la vista su mirada se encontró con la figura de Danielle. La joven estaba de pie, sola, al borde del muelle, con la mirada perdida en el horizonte. La brisa jugaba con su cabello y, por un momento, Danielle parecía formar parte del mismo paisaje melancólico que la rodeaba.
Para Haerin, Danielle no solo era parte de ese escenario: ella lo era todo. La luz del atardecer resaltaba su figura con un resplandor suave, haciendo que cada detalle de su rostro, su piel y su postura pareciera sacado de un sueño. En los ojos de Haerin, Danielle era la mujer más hermosa que había visto. Y no era solo su físico lo que la hacía tan cautivadora, sino la combinación de fuerza y vulnerabilidad que Danielle llevaba con tanta naturalidad.
Aquella que en otras ocasiones había mostrado una sonrisa radiante y una risa contagiosa, ahora estaba envuelta en una tristeza silenciosa, pero igual de magnífica.
Cada línea de su silueta, cada movimiento leve que hacía, emanaba algo que le quitaba el aliento a Haerin. No podía apartar los ojos de ella, sintiendo una mezcla de admiración, deseo y culpa. Verla allí, sola y aparentemente tan frágil, la llenaba de una necesidad incontrolable por estar cerca, por tocarla, por reconfortarla de alguna manera.
Sin pensarlo dos veces, Haerin acortó la distancia entre ambas. Los pasos finales los dio sin hacer ruido, como si no quisiera romper el hechizo que envolvía a Danielle. Cuando finalmente estuvo a su lado, la observó por un segundo más desde la cercanía, antes de actuar por puro instinto.
Con suavidad Haerin rodeó a Danielle con sus brazos desde atrás. Sintió cómo su cuerpo encajaba perfectamente contra el suyo, y cómo el calor de su piel era lo único que importaba en ese momento. Danielle se sobresaltó levemente, pero no se apartó. En cambio, relajó los hombros al sentir el abrazo de Haerin, permitiendo que el peso de sus emociones descansara en los brazos que ahora la sostenían.
— Lo siento, Dani — susurró Haerin, apoyando su frente en el hombro de Danielle, mientras la abrazaba con más fuerza — No sabes cuánto lo siento...
Danielle no dijo nada al principio, pero sus manos lentamente buscaron las de Haerin, entrelazando sus dedos con los suyos. El silencio entre ambas era pesado, pero no incómodo; había algo reconfortante en simplemente estar allí, abrazadas, compartiendo el momento sin necesidad de palabras. Haerin deseaba poder quedarse así para siempre.
— Pensé que ya no ibas a venir —, dijo Danielle en voz baja, con un tono que a Haerin le desgarró el alma. No era un reproche, sino una confesión vulnerable que mostraba cuánto había esperado este momento.
— Yo... necesitaba tiempo —, respondió Haerin, aún con su frente apoyada en el hombro de Danielle, sin soltarla. — Tenía que aclarar mis pensamientos, entender qué era lo que realmente quiero.
Danielle se quedó callada por un momento, y luego se giró lentamente entre los brazos de Haerin para quedar frente a frente. La intensidad de sus ojos oscuros, ahora brillando bajo la luz del atardecer, hizo que a Haerin le temblaran las piernas. Esa mirada estaba llena de preguntas sin responder, de heridas abiertas que pedían una explicación.
Sin embargo, también había en esos ojos algo más: la esperanza de que, a pesar de todo, tal vez aún quedaba algo por lo que luchar.
— ¿Y lo sabes ahora? — Danielle preguntó con una leve duda en su voz, aunque sus manos seguían firmes sobre las de Haerin, como si temiera soltarla.
Haerin asintió, con los ojos fijos en los de Danielle.
— Sí, ahora lo sé — Haerin respiró hondo y dio un paso más cerca. Sus dedos temblaban ligeramente, pero no por el frío —Danielle Marsh —comenzó, intentando controlar sus emociones —, hay tantas cosas que necesito decirte, y no sé por dónde debería empezar. Durante estos días no he hecho otra cosa que pensar en todo lo que ha pasado entre nosotras, en lo que Minji dijo, en lo que significamos la una para la otra. Y cuanto más lo pienso, más me doy cuenta de que te he fallado. — Haerin apretó los labios, sintiendo un nudo formarse en su garganta —. Te fallé cuando no fui honesta desde el principio. Te fallé cuando dejé que las cosas se complicaran tanto. Y... te fallé cuando me alejé sin explicarte lo que estaba sintiendo.
— Haerin... — Danielle comenzó, pero Haerin levantó la mano, pidiendo silenciosamente que la dejara continuar.
— Por favor, déjame terminar — susurró Haerin, su voz temblando—. Lo que Minji me dijo aquel día me dolió más de lo que puedo expresar. No porque no lo supiera ya, sino porque... me obligó a enfrentar la realidad de mis acciones. Ella tenía razón en muchas cosas. Siempre supe, en lo más profundo de mí, que había algo entre nosotras que no podía ignorar. Que te amaba de una manera que no era justa para ella ni para ti. Pero no supe cómo lidiar con eso y solo me escondí detrás del miedo a enfrentar lo que realmente sentía.
Danielle se acercó un poco más, aunque su postura seguía siendo cautelosa.
— Siempre he sido una persona que necesita entender las cosas, que necesita tener todo bajo control. Pero contigo... nada ha sido sencillo ni claro. Lo que sentía por ti era tan fuerte, tan abrumador, que me asustó. Y en lugar de afrontarlo, lo evité. Me escondí detrás de excusas, detrás de la culpa por lo que estaba pasando con Minji. Y lo peor de todo... te alejé cuando más necesitaba estar cerca de ti.
Las lágrimas empezaron a deslizarse por las mejillas de Haerin, pero no hizo ningún esfuerzo por detenerlas. Sabía que este era el momento de ser completamente honesta, de mostrarle a Danielle todas las partes rotas de sí misma.
— Te amo, Danielle — dijo finalmente, con la voz quebrada —. Te he amado desde antes de que siquiera supiera lo que eso significaba. Y si te alejé fue porque tenía miedo. Miedo de no ser suficiente para ti, miedo de que lo nuestro estuviera condenado desde el principio. Pero ahora sé que, aunque no soy perfecta, aunque he cometido errores... no quiero vivir sin ti. No quiero seguir huyendo de lo que realmente siento.
Danielle se quedó quieta, mirando a Haerin con lágrimas en sus propios ojos.
— Haerin... nunca te he pedido que seas perfecta. Lo único que he querido es que fueras honesta conmigo, y sobre todo, contigo misma. Yo también cometí errores. Nunca debí dejar que las cosas llegaran tan lejos con Minji cuando sabía en mi corazón que siempre fuiste tú. Y por eso... también me siento culpable.
Haerin negó con la cabeza, sin poder soportar ver a Danielle cargando con esa culpa.
— No, no es tu culpa. Si alguien ha fallado aquí, soy yo. Pero ya no quiero seguir fallando. Quiero ser mejor, por ti, por nosotras.
Danielle dio un paso adelante, acortando la distancia entre ellas hasta que estuvieron frente a frente. Sus manos se entrelazaron y sus cuerpos acortaron casi toda la distancia entre ellos.
— Haerin, yo también te amo. Siempre lo he hecho. Y si esto significa empezar de nuevo, desde cero, entonces estoy dispuesta a hacerlo. Porque no quiero a nadie más. Solo a ti.
— Yo tampoco quiero seguir perdiendo el tiempo. No quiero seguir dudando o escondiéndome. Estoy cansada de tener miedo de lo que pueda pasar — Danielle la miraba en silencio, sus ojos brillando — Te amo, — continuó Haerin—. Y quiero que sepas que, a partir de este momento, voy a luchar por lo que quiero, por lo que realmente me importa. Y eso... eres tú. — Hizo una pausa, su corazón latiendo con fuerza —. No quiero que esto sea solo un nuevo comienzo sin dirección. Quiero que sea real, quiero que sea nuestro.
Haerin dio un paso más cerca, acortando la distancia entre ellas hasta que sus rostros quedaron a solo centímetros de distancia. Respiró hondo, reuniendo todo el valor que tenía.
—Danielle Marsh, ¿te gustaría ser mi novia? — dijo Haerin con una sonrisa tímida, sus ojos brillando con sinceridad —. Me sentiría la persona más afortunada del mundo si aceptaras, sin secretos, sin miedos, solo... nosotras.
Danielle pareció contener la respiración durante un segundo, sus ojos agrandándose por la sorpresa, pero pronto una sonrisa suave, sincera, iluminó su rostro
— ¿Lo dices enserio? — preguntó Danielle, su voz quebrándose ligeramente.
Haerin asintió con seguridad, sintiendo cómo el nudo en su pecho finalmente comenzaba a deshacerse.
— Muy enserio. Te elijo a ti, Danielle. Siempre te he elegido, solo que hasta ahora no había sido lo suficientemente valiente para admitirlo.
Danielle rió suavemente, una risa llena de alivio y amor.
— Nada me haría más feliz que ser tu novia, Kang Haerin.
Sus palabras hicieron que el corazón de Haerin latiera con más fuerza, llenándola de una calidez que nunca había sentido antes. Danielle se separó lo justo para mirarla a los ojos, dejando que la intensidad de su mirada hablara por ella.
— No te preocupes, bonita. Vamos a estar bien —añadió Danielle con una sonrisa dulce, sus dedos acariciando suavemente el rostro de Haerin —. Nos tenemos la una a la otra, eso es lo que importa.
Haerin no pudo contener más sus emociones. Se inclinó hacia Danielle y, con un suspiro, cerró la distancia entre sus labios. Lo que comenzó como un beso suave, casi tímido, pronto se transformó en algo más profundo. Las manos de Haerin se aferraron con delicadeza a la cintura de Danielle, mientras la mayor la envolvía en un abrazo, intensificando el beso, transmitiendo con cada movimiento el amor que habían guardado en silencio durante meses.
El beso era una declaración, una promesa sin palabras de que no habría más secretos ni miedos.
Cuando se separaron, ambas respiraban agitadas, pero con sonrisas brillando en sus rostros. Danielle acarició el rostro de Haerin, sus ojos reflejando amor y ternura.
— No puedo creer que finalmente soy tu novia — susurró Danielle, con una risa suave —. Después de todo lo que hemos pasado...
Haerin la miró, sintiendo el tiempo detenerse sobre ellas dos. El sonido del mar, el viento suave acariciando sus mejillas y el calor del cuerpo de Danielle entre sus brazos lo hacía todo más real, más íntimo. Cada pequeño detalle era perfecto. Su mano tembló ligeramente cuando la llevó al cabello de Danielle, acomodando un mechón detrás de su oreja.
— Y me siento tan afortunada por ello, Dani. — dijo —. Prometo que te voy a cuidar, que no voy a dejar que el miedo vuelva a separarnos. No voy a defraudarte.
Danielle sonrió y volvió a mirarla, más segura que nunca, con una expresión que lo decía todo.
— No podría haber tomado una mejor decisión —murmuró Danielle, dejando que sus manos se posaran suavemente sobre los hombros de Haerin, su toque lleno de dulzura.
Haerin inclinó su frente contra la de Danielle, disfrutando del calor que compartían, de la cercanía que ahora sentía tan natural y, al mismo tiempo, tan nueva. Cerró los ojos, dejándose llevar por el momento.
— Te amo, Dani — susurró, sin dudar ni por un segundo. Danielle sonrió, esa sonrisa que siempre lograba hacer que el corazón de Haerin diera un vuelco.
— Y yo a ti, Haerin. Más de lo que alguna vez imaginé.
Mientras se abrazaban Haerin supo que todo lo que habían pasado las había llevado hasta allí, hasta ese momento perfecto. El camino había estado lleno de tropiezos, dudas y silencios, lleno de errores y lamentos, pero también de aprendizaje, de perdón y de un amor que nunca dejó de crecer, incluso cuando parecía enterrado.
Danielle no se había convertido solo en su pareja, se había convertido su refugio, la persona con quien podía ser completamente ella misma.
A su lado, Haerin sentía que el mundo era más sencillo, que el futuro ya no daba tanto miedo.
La menor cerró los ojos, respirando profundamente. No había más dudas, ni secretos, ni remordimientos. Solo el presente, cálido y real, donde por fin estaban en paz.
En ese abrazo, en ese beso, en ese preciso momento entendió lo que realmente significaba amar. Con Danielle a su lado, supo que había encontrado su verdadero hogar.
¿Y cómo termina su historia? Pues... No termina. Porque el amor que compartían no podía tener fin; apenas estaba comenzando.
Fin.
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