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Capítulo II

La suave melodía de un piano melancólico hacía eco en la habitación; sus grandes manos, tan níveas como la nieve pero fuertes como el roble acariciaban las teclas. El rostro del hombre no reflejaba nada, en cambio, se encargaba de decirlo todo a través de su música.

Con cada nota que era tocada se describían millones de sentimientos encontrados: resignación, ira, confusión. Un alma herida que añoraba ser liberada de una cruz que se le fue colocada en su espalda.

Detuvo sus movimientos al escuchar unas fuertes pisadas detrás de la puerta y retuvo un suspiro en cuanto esta fue abierta, dejando a la vista la figura estoica de su padre.

—¿Sigues tonteando con ese piano? —exclamó Park Eunwoo con el ceño fruncido, el hombre lucía un traje azul perfectamente planchado y acorde a la ocasión—. Creo haber ordenado que dejaras eso y te vistieras adecuadamente. Tu madre acaba de llegar, no querrás hacerla enfadar.

Su hijo no respondió, decidiendo asentir suavemente con la cabeza mientras se alejaba de aquel viejo piano de cola. Al pasar a un lado de Eunwoo, este le tomó por el brazo con la fuerza suficiente para hacerlo retroceder, manteniéndolo quieto a solo unos cuantos centímetros lejos de él.

—Lo diré solo una vez: no quiero problemas. Hoy no.

Yoongi simplemente asintió, saliendo de aquel triste salón cuyas paredes resguardaban una historia repleta de secretos.

Mientras caminaba por los largos pasillos de la mansión, le fue imposible no notar a las criadas junto a los mayordomos moverse de un lado a otro; todos encontrándose con las manos llenas de decoraciones, comida, arreglos florales, etc. Todos atareados por el evento del año.

Desviándose un poco de su destino original, Yoongi se dirigió hacia un pasadizo secreto que conectaba con un lado poco conocido del jardín de la mansión. Recuerda haberlo encontrado cuando tenía (al menos) unos diez años, mientras huía de su padre. Larga historia.

Al llegar hasta el final de aquel lugar el panorama que le esperaba era uno repleto de rosales, hierva sin podar y algunas hojas secas esparcidas por todo el suelo. Lucía descuidado, pero era lógico: nadie mas que él conocía la existencia de ese escondite.

Con lentitud, llenó sus pulmones de aquel aire aparentemente libre de contaminación, el aroma que desprendía era fresco y la brisa acariciaba suavemente sus mejillas. Realmente se sentía en paz, de alguna forma.

Sin embargo, la calma no duró mucho tiempo.

Cuando prestó la suficiente atención a su entorno, pudo percibir los suaves cuchicheos de una voz (malamente) conocida que se extendían a la lejanía.

Yoongi caminó un poco y con cautela, resguardándose detrás de un árbol frondoso.

Pronto, se dio cuenta de a quien espiaría: su hermano menor, Jimin.

—Es un honor estar aquí frente a todos ustedes...

Arqueó ambas cejas, el chiquillo parecía estar practicando aquel aburrido discurso que llevaba años recitando. Vaya, realmente estaba nervioso. Por supuesto, eso no era de su interés pero era (un poco) divertido siquiera pensarlo.

Dio media vuelta, decidido a continuar con su camino hacia su cuarto. Pero una irritante voz lo detuvo.

—¿Qué tenemos aquí?

La figura de Taehyung se abrió paso mientras observaba con una sonrisa sardónica al menor de los Bae. El pelirrojo se aproximaba a Jimin con pasos delicados, pero asegurándose de mostrarse —de alguna forma—, altanero.

—Taehyung... —logró apenas decir Jimin, quien estaba confundido y sorprendido al mismo tiempo—. ¡Estás aquí! ¿Cuándo volviste de Daegu?

El aludido tarareó, ladeando suavemente la cabeza mientras su sonrisa se borraba lentamente.

—Mi vuelo se atrasó, por lo que llegué hace apenas unas cuantas horas —alzó los hombros, volviendo a sonreír—. ¿Qué se supone que estabas haciendo?

Las mejillas de Jimin se ruborizaron en señal de vergüenza.

—Estaba practicando mi discurso para esta noche —respondió, breve y conciso—. Padre me recordó lo importante que es este evento para nuestra familia y-

—¿"Nuestra familia"? —la expresión de su hermano mayor se volvió confundida, de forma irónica—. Querrás decir tu familia.

Yoongi rodó los ojos ante esa corrección, pero aunque odiara admitirlo, no podía estar más de acuerdo con su molesto hermano en esa ocasión. 

—Taehyung...

—¿Qué? ¿te ofendí? —alzó ambas cejas, incrédulo—. Es divertido como después de tantos años sigues en esa fantasía de que somos una familia, ¿cuándo será el día en el que abras los ojos a tu realidad?

Jimin frunció el entrecejo, algo en su expresión había cambiado.

«Lo hirió» afirmó Yoongi con el rostro completamente estoico. Simplemente presenciando la escena, quedándose como un espectador.

—Madre dice que lo somos —Jimin musitó, siendo apenas audible—. Yo realmente espero que podamos llevarnos mejor, Taehyung.

Una amarga carcajada escapó del pelirrojo. Pese a sus acciones, su semblante parecía extremadamente jocoso rayando en la irritación.

—Antes muerto —respondió, su sonrisa pareció ensancharse al máximo—. ¿Sabes por qué jamás podríamos tener una relación normal de hermanos?

Jimin comenzó a retroceder, Taehyung caminaba lentamente hacia su persona con el único afán de intimidarlo. Cometido que logró cuando el menor chocó contra una fuente, acorralado entre la piedra y el gran cuerpo del mayor.

—Porque esta "familia" está jodida —continuó, su semblante había cambiado a uno hostil, sombrío—. Mira a tu alrededor, niño, ¿realmente crees que alguien de aquí podría amarte? Todos te odian, yo te odio. No hay día en el que no desee que estés muerto, pero no podemos obtener todo lo que anhelamos, ¿verdad?

Los ojos avellanas de Jimin se inundaron en lágrimas.

Yoongi finalmente decidió intervenir.

—Déjalo en paz, Taehyung.

El cuerpo del aludido se tensó durante unos segundos, relajándose mientras se giraba lentamente para encarar a su otro hermano menor.

—Miren quien apareció, el erudito musical.

Yoongi quiso fruncir el entrecejo, por supuesto, no lo hizo. En cambio optó por permanecer ajeno a cualquier provocación del imbécil frente a él.

—¿No piensas saludar a tu hermano mayor quien acaba de regresar a Seúl? —dijo mientras le dedicaba una de sus mejores sonrisas altaneras.

—Tu presencia no es de mi agrado, lo sabes —respondió de forma cortante—. El que estés aquí es solamente por protocolo. Hazte un favor y no causes problemas, suficiente tenemos con soportar el que respires cerca de todos nosotros.

Taehyung borró su sonrisa mientras que Jimin observaba la escena completamente sorprendido.

¿Yoongi lo estaba defendiendo?

—Claro, porque no deseamos que cierta mujer indeseable enfurezca, ¿verdad?

Taehyung volvió su mirada a Jimin, regalándole una de sus mejores miradas socarronas para después marcharse en silencio, llevándose consigo la tensión latente que comenzaba a formarse.

Entretanto, la mirada de Jimin se encontró con la de Yoongi, quien simplemente se mantuvo en silencio.

—Gracias —le dijo a su hermano mayor, haciendo una pequeña reverencia—. Por defenderme...

Pero Yoongi no respondió, simplemente se giró para tratar de olvidar lo que acababa de suceder.

Una mano sobre su muñeca le detuvo.

—E-espera.

Los ojos de ambos se detuvieron en aquel extraño agarre: los dedos de Jimin apenas rodeaban aquella muñeca pálida. Yoongi enarcó una ceja, pero no hizo mayor esfuerzo para apartarse.

Ante el silencio que su hermano mayor parecía no querer romper, Jimin continuó:

—Podrías... ya sabes, ¿escuchar mi discurso?

El diminuto cuerpo de Jimin se estremeció en cuanto su mirada y la de Yoongi se encontraron.

Entre todos sus hermanos Yoongi era, por mucho, el más misterioso para él. Desde que tiene memoria, no recuerda un solo momento en donde ambos intercambiaran alguna especie de palabra o mirada, siquiera en las entrevistas o eventos públicos donde ambos asistían.

No conocía mucho sobre él.

Al ser un músico famoso con una agenda súper apretada, solo podía escuchar de él a través de los diversos programas donde le invitaban o de las anécdotas que escuchaba de la boca de sus padres.

Yoongi realmente era un hombre ocupado, o eso creía Jimin.

—¿Por qué quieres que lo haga precisamente yo? —cuestionó, sacando al menor de sus pensamientos.

Jimin tragó saliva con dificultad. Grave, la voz de su hermano era perfectamente grave y rasposa.

—Creo que serías un buen público —respondió con una sonrisa tímida que el mayor no le correspondió—. P-por supuesto que es solo si tú quieres...

Yoongi simplemente se liberó del agarre de Jimin, el cual se había vuelto flojo. El menor pensó que eso significaba un rotundo "no", pero estaba equivocado.

Su hermano tomó asiento en una de las bancas que se encontraba cerca, Jimin no pudo disimular su entusiasmo.

«¡Lo hará! ¡Eso significa que hay esperanza para nuestra relación de hermanos!» pensó de forma ilusa.

Aún con esa sonrisa bobalicona dibujada en su rostro angelical, Jimin carraspeó la garganta.

—Es un honor estar aquí frente a todos ustedes...


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El sonido de unos tacones resonaba por todo el salón.

La mujer escudriñaba el lugar mientras que el personal encargado de la decoración se encontraba formado continuamente, luchando por no verse afectados ante aquella figura imponente.

—Quiero que alguien cambie de posición esas dos mesas —su voz, tan gélida como el hielo, hizo temblar a más de uno—. Deben estar distribuidas correctamente, no quiero que se encuentren muy juntas. Así se ven horribles.

El chasquido de unos dedos puso en marcha a dos mayordomos, quienes se encargaron de acatar el mandato de forma inmediata e impecable. Joohyun asintió, un poco satisfecha por la eficacia de su servidumbre.

—Recuerden, a las siete comenzaremos a recibir a los invitados. No quiero que nadie me de alguna queja de ustedes —advirtió, caminando frente a cada uno de los presentes—. Todo debe salir perfecto.

—Sí, señora Bae —exclamaron al unísono.

—Bien, si ya han terminado aquí, continúen con sus tareas.

—Sí, señora Bae.

Poco a poco la servidumbre abandonó el lugar, quedando solo unos pocos quienes se estaban encargando de algunas decoraciones. Joohyun volvió a darle un vistazo rápido al salón, la decoración realmente era muy buena.

¿Y cómo no? Si ella la había escogido.

La entrada principal fue abierta, Joohyun miró por encima del hombro la figura de su esposo, el cual se acercaba a ella con una enorme sonrisa pintada en el rostro.

—Estás exquisita —le halagó, no teniendo reparos en escanearla de pies a cabeza.

La matriarca lucía un vestido rojo elegante y seductor; de tela satinada que realzaba su figura, destacando sus curvas. Portaba unos tacones a juego y joyería brillante. Su cabello era recogido en un moño con una horquilla de diamantes.

Definitivamente su atuendo irradiaba sofisticación y glamour.

—Quisiera poder decir lo mismo de ti —respondió, sin siquiera tomarse la molestia de esconder su desagrado por el atuendo de Eunwoo—. ¿Todos están listos?

Eunwoo se carcajeó, negando suavemente con la cabeza.

—Amo lo sincera que puedes llegar a ser —dijo, limpiándose una lágrima producto de sus carcajadas—. Namjoon lo está, Taehyung llegó hace una media hora pero igualmente está listo, Yoongi apenas va a vestirse adecuadamente y Jimin sigue practicando su discurso.

Joohyun asintió.

—¿Hablaste con Jimin?

—Lo hice. Parece confiado.

"Confiado".

Eso no era suficiente para Joohyun.

—Quisiera hablar con él antes de que la ceremonia comience.

—No lo hagas, mujer —Eunwoo alzó ambas cejas—. Solo harás que se ponga más nervioso, el chico sabe lo que se estará jugando esta noche. No deberías presionarlo demasiado, lo hará bien.

—Espero que sea cierto, Eunwoo —amenazó la mujer, mirando fijamente a su esposo—. Porque si me decepciona, no sé de lo que sería capaz.


━━━━━•◦ ◦•━━━━━


El gran salón era iluminado por candelabros de cristal que colgaban del techo alto. Las paredes estaban decoradas con paneles de madera tallada y tapices antiguos; las mesas redondas fueron cubiertas con manteles de seda y elegantes arreglos florales de rosas con lirios blancos. En un rincón se podía observar que músicos en trajes de gala tocaban música clásica.

Los invitados eran mujeres y hombres de las familias más influyentes en el medio; todos vestían trajes y vestidos elegantes, mezclándose mientras disfrutaban del champán y los aperitivos gourmet.

La atmósfera era sofisticada, lujosa en cada detalle. Desde la iluminación suave hasta las obras de arte valiosas que adornan las paredes.

Jimin observaba el panorama detrás del telón, boquiabierto. Su madre realmente había puesto demasiado empeño para que todo fuese perfecto, cuidando hasta el más mínimo detalle.

Sus ojos se detuvieron en la mesa principal, aquella que se encontraba solo un poco más cerca del escenario que las demás. Esa en donde se encontraban sus tres hermanos.

Namjoon lucía aterradoramente imponente, su postura completamente recta con ambas manos cruzadas sobre la mesa. Como si estuviera al acecho por algo.

Taehyung estaba completamente recargado en la silla, colocando un brazo sobre el respaldo de esta, adoptando una pose demasiado "vulgar" (como diría Namjoon). La cual no le duró mucho pues el mayor lo regañó por ello, obligándose a sentarse "correctamente".

Y Yoongi... él lucía perdido en sus pensamientos, pese a que su posición era completamente recta, algo estaba... diferente.

Pero antes de que pudiera indagar más, una mano sobre su hombro le hizo sobresaltarse.

—Madre...

—Jimin, en unos minutos se abrirá el telón, ¿sabes lo que significa, verdad?

El menor tragó saliva, nervioso.

—Lo sé.

Joohyun asintió, quitando su mano.

—Hemos pasado años entrenándote para este momento —le recordó, mirándole fijamente a los ojos—. Vas a salir y lo harás excelente, ¿verdad? Porque no quieres decepcionarme.

—S-sí —su madre enarcó una ceja ante ese tiemble, Jimin carraspeó la garganta—. Sí —se corrigió, sonando ahora con más seguridad.

—Bien.

Con ustedes, la anfitriona principal de esta noche: Bae Joohyun.

La voz del presentador provocó una ovación estruendosa. La mujer miró a su hijo por última vez, diciéndole a través de sus ojos que, a partir de ese momento, no habría marcha atrás.

El telón se abrió, permitiéndole a la mujer dirigirse hacia el podio.

Jimin escuchaba cada palabra que recitaba su madre, lo hacía con una fluidez digna de admirar.

Definitivamente nació para eso.

Repasó nuevamente su discurso, por supuesto que habría una hoja de apoyo con el texto que podría ayudarle a recordar, pero como dijo su madre: no bajes la mirada de las cámaras a menos que sea estrictamente necesario. Gánatelos con la mirada, no con tus palabras.

Dios, era mucha presión.

Y, después de muchos años, finalmente escuchó aquellas palabras que pondrían su mundo de cabeza:

—Con ustedes, mi hijo menor, el heredero universal: Bae Jimin.

El telón comenzó a abrirse y la imagen de cientos de personas aplaudiendo llenó sus ojos. Todos parecían expectantes a lo que vendría una vez que Jimin llegase al podio, resultando ser algo preocupante para él.

Su madre le cedió el lugar, dándole una última advertencia con la mirada.

Jimin descansó sus manos sobre el borde del podio, reteniendo un suspiro.

—Es un honor estar aquí frente a todos ustedes. Quiero expresar mi profunda gratitud a mi madre, Bae Joohyun, por confiarme la oportunidad de representar a nuestra familia como su único heredero.

Las palabras salían de su boca como vómito verbal. Una tras otra y sin complicaciones.

Los ojos de Jimin se pasearon por todo el lugar, asegurándose de mirar a las cámaras cada cierto tiempo. Una vez detuvo su atención en la mesa de sus hermanos, se pudo percatar de cómo cada uno de ellos reaccionaba de forma diferente a sus palabras.

Namjoon lucía irritado.

Taehyung parecía estarse divirtiendo.

Yoongi... no mostraba nada.

Su mirada, fría y hostil, había estado escaneando a Jimin prácticamente desde que inició su discurso. Pese a llevar varios minutos, Yoongi no había apartado su mirada de él.

Pronto, hicieron contacto visual.

Y entonces todo salió mal.

Olvidó lo que debía decir.

E-estoy... decidido a honrar su legado, trabajar incansablemente para mantener la tradición y l-la excelencia que nuestra familia representa.

Tuvo que improvisar, como se esperaba, falló.

Porque aquellas palabras ya habían sido dichas aunque de diferente manera.

Y cuando supo que no podía más, decidió cortar con todo.

—Agradezco su atención, p-pronto sabrán de los cambios que se m-manejarán.

Alejó sus labios del micrófono, ganándose aplausos.

—Lo echó a perder —exclamó Taehyung con una sonrisa.

—Podrías al menos fingir que no te diste cuenta, guarda silencio si no quieres que alguien te escuche —dijo Namjoon, aplaudiendo a duras penas.

—¿Cómo puedes pedirme eso cuando el rostro de esa mujer luce furioso?

Yoongi enarcó una ceja mientras escuchaba la conversación de sus hermanos. Centró su atención en su madre, Joohyun miraba fijamente a Jimin de forma intensa; ella no solía mostrar sus emociones en público, pero parece que el pequeño desliz de Jimin sobrepasó sus límites.

Casi podía sentir pena por el muchacho.

Casi.


━━━━━•◦ ◦•━━━━━


Joohyun arrastró a Jimin por toda la mansión, cuidándose de no ser vistos. El menor estaba en pánico, su brazo dolía debido a que las uñas de su madre se encajaron con fuerza, ejerciendo la presión necesaria para lastimarle.

Y cuando bajaron por unas escaleras bien conocidas que llevaban a un sótano, supo que todo estaba jodido para él.

Los pasos de su madre se detuvieron, provocando pánico en el menor.

—Madre...

Antes de que pudiera excusarse, el sonido de un golpe resonó en el lugar: su madre le había propiciado una cachetada, haciendo que su rostro se volteara en dirección de esta.

—¡¿Te parece gracioso habernos dejado en ridículo?! —bramó, completamente furiosa—. Solo un trabajo debías hacer, Jimin, ¡uno solo! ¿Y así pretendes ser el heredero? ¡¿Echando todo a perder?!

—¡P-perdóname! M-madre yo no quise... —comenzó a hipar, limpiándose las lágrimas.

—¿Cuál es tu excusa, eh? ¡¿Cuál fue el motivo de tu estupidez?!

No respondió.

En realidad, ni él sabía qué ocurrió.

Joohyun rió, con amargura.

—Debes ser castigado.

Y antes de que Jimin pudiera oponerse, su madre lo arrastró hacia una máquina en forma de ropero.

—¡No! ¡No! ¡Todo menos eso!

Jimin comenzó a hiperventilar, odiaba esa cosa, odiaba lo que tenía adentro.

—Silencio, Jimin, no lo empeores.

Joohyun sacó una llave, abriendo las cerraduras. Con esfuerzo logró meter a Jimin, quien seguía suplicando con misericordia.

—Te quedarás aquí hasta que la reunión termine. Así aprenderás a que no debes dejarme en vergüenza nunca más.

—¡Mamá, por favor no!

—No te muevas mucho, hijo. Recuerda que hay clavos ocultos.

—¡Por favor...!

Joohyun cerró el artefacto, ignorando los berridos desesperados de Jimin. Cerró con llave cada candado y salió del sótano. Como si nada hubiera ocurrido para ella.

Jimin sollozó, uno de los clavos logró rasguñar uno de sus brazos y ambas rodillas. Entre lágrimas logró sentarse, maldiciéndose por haber sido tan estúpido.

«Odio estar en este lugar» pensó.

Odiaba la oscuridad que le rodeaba.

La oscuridad era aterradora.

Comenzaba a sofocarse.

Y antes de poder siquiera suspirar, se desmayó.

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