xvii. los guerreros
capítulo diecisiete:
los guerreros.
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—Ella tambien es un titán—murmuró Leyna, estupefacta ante lo que había presenciado.
Tanta era la impresión, que apenas pudo notar a Reiner y Bertholdt, quienes parecían estar aterrados.
—Ese titán es... el de aquella vez.
Christa miró sin poder creerlo, pero un temblor de la torre causó que la rubia estuviera a punto de caer de no haber sido por el agarre de Reiner.
—Gracias—agradeció Lenz, antes de soltar un pequeño grito—. ¡Reiner, me lastimas!
Reiner no se movía, había entrado en un trance mental otra vez, tras varios llamados por parte de sus compañeros finalmente reaccionó.
—Perdona.
—Christa ¿Ya lo sabías?—preguntó Becker.
—No, ¿cómo es posible?
—Significa que esta mujer conoce los secretos de nuestro mundo, y nunca nos dimos cuenta—agregó Reiner.
Por más que la forma titán de Ymir protegiera la torre se tambaleaba demasiado, Bertholdt estuvo a punto de caer, pero Leyna lo sujetó de la chaqueta tratando de evitar que cayera al vacío.
—¡Leyna!—exclamó Hoover.
—¡Sujétate de mis hombros!
Dicho esto, Bertholdt tomó fuerza para enredar los brazos en Leyna, quién usando todas sus fuerzas lo jaló devuelta, poniendo a ambos a salvo.
—¡Gracias!—dijo Bertholdt quitándose de encima de la pelirroja.
—Espero al menos haberte dado cinco minutos más de vida—dijo Leyna.
Christa miraba como Ymir peleaba arduamente—Está cuidando la torre, podría haberse ido, es por nosotros, nos esta protegiendo ¿¡Por qué lo haces Ymir!? ¡Oye no te mueras, no finjas que eres buena idiota, ahora eres tú la que ser mártir! ¡No seas estúpida! ¡SI VAS A MORIR CUIDANDO ESTA TORRE, ENTONCES DERRÍBALA!
La joven rubia se había parado en el borde, siendo nuevamente sujetada por Connie.
—¡Se volvió loca!
Ymir rugió, obedeciendo lo que Christa dijo, la muchacha en forma titán comenzó a destruir la torre golpeando a los titanes con las rocas. Poco después, subió nuevamente.
—Si quieren vivir, sosténganse—todos se sujetaron del cabello de Ymir, quién los llevó hasta el suelo a salvo.
—¡Oye fea! ¡Ve y mata a ese titán!—exclamó Connie al ver que aún quedaban de esas bestias.
Ymir peleó contra el resto, más de un momento a otro fue rodeada, los titanes comenzaron a devorarla.
—¡No! ¡Espera!—Christa corrió hacia ella.
—¡Christa, no!—Leyna la siguió para detenerla.
—¡Ymir, todavía no te he dicho mi verdadero nombre!
Leyna logró sujetarla, pero detrás de una roca un titán las había encontrado, iban a ser devoradas.
Un rápido movimiento en el aire mató al titán que se comería a Leyna, la pelirroja levantó la vista llena de sorpresa.
—¡Mikasa!
—Leyna, Christa—dijo la chica Ackerman—. ¡Todos retrocedan!
Poco después, Giselle se hizo presente acompañada de una tropa de soldados, la teniente acabó con varios titanes en cuestión de minutos.
—Déjennos el resto, reúnanse con Hange —ordenó la azabache mayor.
El grupo de cadetes se dirigió hacia la líder de escuadrón, quién los esperaba con un montón de soldados que los atenderían.
Leyna no soltó a Christa hasta poder reunirse con el grupo, el esfuerzo por parte de Giselle y Mikasa fue suficiente para dejar la zona despejada de titanes en cuestión de minutos.
Giselle caminó por los escombros, el único rastro que encontró de su escuadrón fue una chaqueta rota, con delicadeza la tomó entre sus manos.
—¿Todos ellos?—preguntó Giselle, Leyna se acercó apenada.
—Gelgar, Nanaba y Lynne pelearon hasta el final, lo lamento, teniente—dijo Leyna—. Pero el subteniente Mike se separó del grupo.
—¿Y no ha regresado?
La pelirroja agachó la vista—No...
Giselle mantuvo la chaqueta entre sus manos, pensando en todo lo ocurrido. Principalmente, su pensamiento estaba en Mike, sí su gran amigo no había regresado a proteger al escuadrón como lo prometió, era un hecho que algo le había ocurrido.
—Comprendo, entonces todos.
Hange acompañaba a Ymir y Christa, la chica de las pecas estaba muy mal, había perdido las extremidades, sus órganos internos estaban destrozados.
—¡Leyna!—Armin corrió hacia ella, la pelirroja suspiró aliviada por verlo, ya que no tenía noticias de él ni de Mikasa desde Stohess—. ¿Están todos bien?
—Sí, Ymir nos salvó, pero ella...
La morena abrió sus ojos lentamente, encontrándose con los de Christa, la rubia la miraba con una suave sonrisa.
—Mi verdadero nombre... es Historia, querida Ymir.
Hange y Giselle cruzaron miradas con algo de curiosidad, ya que no era la primera vez que la teniente escuchaba ese nombre.
Los soldados rescatados fueron llevados a la muralla más cercana, pronto se les asignaría el uniforme y su equipo de maniobras.
Christa, quién ahora era reconocida como Historia Reiss, trataba de hablar con Hange y Giselle para evitar que hicieran algo en contra de Ymir.
—Por favor deben creerme, Ymir se transformó para protegernos, es leal a sus amigos, ocultó su secreto pero creo que lo hizo por que temía por su vida, es una aliada, la conozco mejor que nadie.
—Entiendo, por supuesto que está de nuestro lado—dijo Hange—. Debemos tratarla bien, sin embargo la situación es cada vez más complicada.
Las tres mujeres comenzaron a caminar en silencio, inevitablemente, Giselle daba una mirada a la joven rubia por el rabillo del ojo, ya que su secreto también había salido a la luz.
—Entonces... tu nombre es Historia—dijo—. Historia Reiss ¿Cómo los nobles?
—Así es—dijo la rubia apenada, antes de sentir la mano de Hange sobre su hombro.
—Bien, es un placer Historia.
—Igualmente, líder del escuadrón—dicho esto, Hange dejó a la chica con la teniente.
Giselle miró a Historia con una sonrisa—Es muy valiente que hayas reconocido tu identidad, por ahora descansa, Ymir será llevada a Trost inmediatamente para ser atendida.
—Se lo agradezco—dijo la rubia aliviada.
Por otro lado, Mikasa vendaba el brazo de Leyna, tenía un rasguño algo grande por el agarre del titán en la torre.
—Puedo hacerlo, ya no te preocupes—dijo la pelirroja—. Me salvaste allá, gracias Mikasa.
—Me alivia haber podido ayudar—se limitó a responder, Ackerman era de pocas palabras.
—Que suerte ninguno salió herido gravemente—agregó Armin—. Sin equipo, ni municiones.
—Perdimos a todo el escuadrón de la teniente—dijo la pelirroja—, Reiner peleó únicamente con sus manos, e Ymir...
—Fui un incompetente, es la segunda vez—dijo Braun—. La primera fue por la titán hembra, estuve cerca de morir.
—Nos salvaste a todos allá afuera, es lo único que te debería importar—interrumpió Becker.
—Reiner, deberías escucharlos al menos ahora—añadió Bertholdt.
El chico Braun suspiró—Tienes razón, no hay tiempo de quejarse, falta muy poco para que vayamos a casa.
Leyna sonrió suavemente, a pesar de todo lo que habían vivido sus esperanzas no cedían. Secretamente, podía decirse que Reiner Braun era el modelo de soldado que todos aspiraban imitar.
Pero que tonta se sintió después.
—Prepárense—Giselle se acercó al grupo—. Tenemos informes confiables, no hay ninguna abertura en los muros, por ahora no podemos hacer más que volver a Trost, así que andando.
La teniente levantó su vista hacia Eren, Reiner y Bertholdt, para luego caminar junto a Hange.
—¿Sin abertura? ¿Que está ocurriendo?—dijo Leyna tocándose la frente agotada mientras caminaba a la par de Sasha y Armin.
—Supongo que este mundo esta cada vez más loco—dijo Blouse.
Bertholdt, Reiner y Eren se quedaron hablando.
—¡Chicos, hay que irnos!
—¡Sí, enseguida!—dijo Hoover.
Más adelante Giselle, Moblit y Hange caminaban a la par, disimulando su charla en un tono bajo.
—Teniente, recorrimos la muralla entera, las bases en los distritos no reportan ningún avistamiento de Mike—Moblit tenía una expresión de pena—. Pero encontraron su caballo, bastante herido, como si hubiera caído de un lugar alto, no muy lejos de la base en donde se lo vio por última vez.
Giselle se mantuvo en silencio por un instante caminando con la vista al frente, Hange la miraba de reojo, la conocía lo suficiente para decir que obviamente no estaba bien.
—Entonces el caballo fue arrojado—Giselle analizó bien lo dicho—. De ser así, su desaparición también es obra de aquél titán bestia.
Moblit asintió.
—Lo tomaré en cuenta Moblit, te lo agradezco, pero por ahora me preocupa que nuestras sospechas sean ciertas.
—Tendremos problemas si existe un titán que pueda cavar por debajo de la muralla—dijo Hange.
—Cavando o por encima, hubiéramos encontrado algún indicio—añadió Giselle, Moblit suspiró preocupado—. Ya no pensemos en eso, ahora solo queda esperar.
Al ver que ni Eren, o Bertholdt y Reiner avanzaban, Armin paró.
—¿Qué les ocurre?—preguntó Leyna.
—Leyna, corre, ve con Christa—dijo Sasha.
—¿¡Qué!? ¿Qué está ocurriendo?
A lo lejos vio como Reiner quitaba la venda de su brazo, estaba echando humo cómo un titán.
Leyna abrió los ojos llena de sorpresa, retrocediendo un par de pasos.
—Lo que me queda es afrontar las consecuencias de mis acciones—dijo Reiner—. ¡Y como guerrero debo cumplir misión hasta el final!
—¡Reiner, terminemos esto, aquí y ahora!—exclamó Bertholdt.
—¡Enfréntame si quieres Eren, pero estoy decidido a llevarte!
De un momento a otro, Giselle empujó a Reiner para luego cortar sus piernas, Mikasa apareció para enfrentar a Bertholdt.
Los rayos comenzaron a aparecer alrededor de Bertholdt y Reiner, Leyna no podía moverse de la impresión.
Armin corrió nuevamente hacía Leyna para protegerla de la transformación, abrazándola fuertemente, sacó su equipo de maniobras para engancharse a la muralla.
El rayo cayó, revelando al titán acorazado junto al colosal.
Bertholdt y Reiner.
El viento había aumentado fuertemente, Lo único que mantenía a Leyna a salvo eran los brazos de Armin, la impresión no la dejaba moverse.
El titán colosal extendió su brazo hasta la camilla en la que tenían a Ymir, secuestrándola junto a otro soldado.
—¡SON UNOS MALDITOS TRAIDORES!—Eren Jaeger se transformó inmediatamente para enfrentar a Braun.
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