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xvi. ataque al castillo


capítulo dieciséis:
ataque al castillo.


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Los soldados de la tropa cabalgaron hasta el castillo abandonado, donde los caballos podrían descansar, Leyna se encontraba sentada abrazando sus rodillas sentada en medio de Connie e Ymir.


—Oye Connie, lamento lo de tu aldea, espero que tu familia esté bien—dijo la pelirroja.

—Gracias, es bueno saber que no llegaron a la tuya, o al menos no a tiempo—Springer levantó su vista hacia ella—. Por cierto, vi como hablaste con la madre de Marco, escuchamos lo que dijiste, no creí que fueran tan amigos...

Leyna sonrió ladeando la cabeza—Lo éramos, nos conocíamos desde niños.

—Ya entiendo ¿Por qué no lo mencionaste antes? Hablabas muy poco con el resto de nosotros —Connie devolvió la sonrisa—. Como sea, me alegra saber que al menos ahora su familia está en paz.

—Así que eran amigos de la infancia—añadió Braun.

—Sí—respondió ella—. Supongo que entiendes, tú y Bertholdt estuvieron en la misma aldea.

—Sí, prácticamente crecimos juntos—dijo Bertholdt—. Pero hace mucho ya no somos los mismos.

Leyna cambió su expresión—¿Qué quieres decir?

—¿Cómo estaba tu aldea?—interrumpió Ymir.

—Intacta, por suerte—dijo Leyna—. Tuve la suerte de que los cazadores de Dauper encontraran a mis padres.

—¿Y qué hacían tus padres fuera del pueblo?

—Repartían el pan, son panaderos.

Ymir levantó la ceja—¿Tú sabes hacer pan?

—¿Eso importa?

—Para nada, solo es gracioso imaginarte a ti preparando hogazas cubierta de harina como si fueras una dulce muchachita de pueblo.

—¿Qué quieres decir?

—Digo que eres demasiado torpe para ese rol de panadera.

—¡Oye!—soltó Leyna, comenzaba a molestarse.

—Tranquila cerillo no te enciendas, en secreto te admiro, renunciar a una vida simple de panadera para arriesgar tu vida todos los días en la legión, eres muy apasionada o simplemente estúpida—Ymir miró a Connie—. ¿Y tú aldea?

—Devastada, los titanes la destrozaron.

—Comprendo, que horrible.

—Pero no devoraron a nadie—añadió Springer—. No había rastros de sangre o cuerpos, ni siquiera partes, la única opción es que todos escaparon antes, pero hay una cosa que me preocupa, había un titán raro en casa... tenía los ojos de mi madre.

Ymir estalló en risas—¿Oye en serio piensas que tu mamá es un titán? ¿Entonces por qué saliste tan enano? ¡Ya sabía que eras tan idiota pero esto es genial!

Leyna los miró con molestia, esa no era la forma de hablar del tema.

—Espera si tu mamá es un titán yo creo que tu padre también—continuó—. Entonces como tuvieron se-

—¡Cállate asquerosa!

Un tiempo después de aquella charla todos cayeron dormidos, el sonido de alguien moviéndose hizo que Leyna se levantara de golpe.

—Lo lamento Leyna—dijo Bertholdt—. Quería buscar a Reiner.

—Ymir tampoco está—se frotó los ojos e hizo una mueca ante la idea que apareció en su cabeza—. ¿Crees que ellos dos...?

Bertholdt se exaltó de igual forma—No no no, para nada.

Leyna suspiró—Lo imaginé, Ymir solo tiene ojos para Christa, por otro lado Reiner no parece sentirse atraído hacia las chicas.

—¿Eh?—Hoover abrió los ojos sorprendido—. ¿Eso parece?

—Sí ¿Tu sabes algo?

El chico apartó la mirada confundido, ahora la curiosidad le picaba—No realmente... y a ti ¿Te gustan los chicos o las chicas?

—¿Eh?—Leyna levantó la vista.

Hoover se sonrojó—No quise ofender.

—Solo me da gracia que todas nuestras charlas siempre sean tan extrañas—admitió Leyna, luego de mostrar una sonrisa divertida.

—Y fortuitas—Bertholdt se apoyó contra la pared aún sentado.

Leyna imitó su acción—Oye ¿Puedo preguntarte algo?

—Adelante.

—Dijiste que tú y Reiner no eran los mismos que eran de niños, y es obvio, pero creo que te referías a algo más ¿Verdad?

—Lo cierto es que, desde que ocurrió el ataque de Shiganshina, Reiner no ha sido el mismo, a veces siento que desvaría, quizás busca imitar a Marcel.

—¿Marcel?

—Oh—Bertholdt ni siquiera se había percatado de que mencionó aquél nombre—. Era un amigo nuestro, tampoco sobrevivió al ataque.

—Comprendo.

—Aún así, él es quién mantiene la esperanza de volver a casa, no más invasiones o compañeros muertos—Bertholdt había cambiado su tono a uno un poco más suave.

—Me agrada que tengas un propósito, unirte a la legión para recuperar tu hogar.

—¿Y durante todo este tiempo, no extrañaste tu casa?—Bertholdt calló por un instante—. Pudiste haber tenido una vida simple.

Leyna negó con una sonrisa—¿Una vida provincial?

El chico asintió, la pelirroja solamente soltó un suspiro.

—Yo nunca anhelé algo así—contó ella—. Desde niños, Marco y yo nos llenamos la cabeza con ideas como ser soldados, él quería estar al servicio del rey, pero desde aquel extraño sueño que tuve... quería probar que el mundo exterior no era tan terrible como la gente de mi pueblo lo hacía ver, y que incluso yo tenía un lugar.

Bertholdt asintió agachando la vista ante las palabras de la pelirroja que lo acompañaba.

—Eres más de lo que aparentas, Leyna—dijo él —. Es decir, siempre te veía concentrada en tu objetivo, a pesar de tener una actitud ruda, un poco parecida a Annie.

Leyna giró sorprendida, jamás esperaría una comparación así, de todas las personas posibles por mencionar.

—Eso no cierto, no era para tanto, no vuelvas a compararnos.

—No parece tan mala.

—¿Eso crees?—Leyna notó la expresión del chico, lo que hizo que cambiara la perspectiva de la situación.

Bertholdt había agachado la vista al recordarla, pero sus ojos mostraban algo completamente distinto, era como si anhelara volver a verla.

—Ya— lo empujó juguetona, Bertholdt sonrió casi soltando una risa—. Creo que ella te gusta ¿No es así?

Bertholdt la miró con las mejillas rojas, antes de apartar nuevamente la vista.

—Imaginaciones tuyas, Leyna—la pelirroja soltó una pequeña risa—. Pero, ajeno al tema ¿Cómo estás segura cuándo alguien te gusta?

La chica borró su sonrisa de inmediato, tratando de ocultar su absoluta ignorancia en el tema. Nunca tuvo tiempo de pensarlo, además, no sabría diferenciarlo a pesar de tener a esa persona justo frente a ella.

Su madre solía decir que enamorarse era como sentirse enfermo, su padre siempre le decía que era como sentir mariposas en el estomago, a lo que Erika Becker siempre interrumpía molesta.

Pero Leyna no tenía una percepción propia, y no estaba segura de tenerla pronto.

El par de adolescentes saltaron tras escuchar como el escuadrón de Giselle bajaba las gradas, cada uno de ellos completamente alarmados.

—¡Todos despierten, vayan a la cima de la torre!

Al estar arriba, la tropa comprendió la gravedad de la situación, una horda de titanes atacaba el castillo que los refugiaba.

Voltearon la mirada encontrándose con algo mucho peor, un titán de casi veinte metros, tenía una forma peculiar y estaba cubierto de pelo.

—¿¡Qué es esa cosa!?—exclamó Leyna.

—Parece una bestia—dijo Connie—. ¡Y va a la muralla!

Nababa desplegó sus cuchillas—¡Andando!

El escuadrón de Giselle usaba su equipo hábilmente para terminar con varios titanes, Gelgar y Nanaba se apoyaron en la torre, Lynne no tardó en regresar con el grupo de adolescentes, quienes no sabían como reaccionar.

—Novatos, formen una barricada en la puerta, no puedo prometerles que los mantendremos a salvo, tal vez nadie salga vivo, aún así ¡Den lo mejor!

Los soldados bajaron corriendo hasta la segunda puerta, Reiner se adelantó encontrándose cara a cara con un titán, inmediatamente cerró la puerta nuevamente. El brazo rompió la puerta, de no ser por un rápido movimiento del chico Braun hubiera sido atrapado y devorado.

Bertholdt clavó una estaca en el ojo de la bestia, después de eso Leyna, Christa e Ymir empujaron un viejo cañón que lanzaría al titán hasta abajo.

—¿Funcionó?—preguntó Ymir.

—Eso parece...

—¿Ahora le cortamos la nuca?—dijo Connie.

—No te arriesgues, vamos arriba—Ymir y Christa comenzaron a subir nuevamente.

Antes de poder avanzar, todos notaron como un nuevo titán iba a morder a Connie.

Reiner empujó al chico, haciendo que el titán mordiera su brazo, espantados, vieron como Braun alzaba a la bestia hasta la ventana donde se supone saldría.

El titán volteó una vez más hacia el grupo de soldados, antes de poder intentar algo Leyna lo empujó con todas sus fuerzas casi saliendo disparada junto con la bestia, de no haber sido por Ymir jalándola de vuelta.

—Me debes una, pelirroja—dijo la chica de las pecas.

Christa se encargaba de curar la mordedura de Reiner echándole alcohol, rompió su falda para cubrir la herida, por otro Reiner miraba atentamente.

—Perdóname, solo tengo este trapo inútil, lo siento—dijo Christa apenada.

—No es inútil, sí ayuda—dijo Braun, pensando otra vez lo mucho que quería casarse con ella.

—Por cierto Christa, yo también me lastimé la mano—dijo Ymir.

Connie se acercó a ver—Eso se cura con saliva.

Leyna reprimió su risa ante los celos de Ymir, el grupo fue hasta la cima una vez más, encontrándose con la horrible escena de Gelgar dejando el cuerpo sin vida de Lynne.

La situación no podía ser peor, eso pensaron hasta que una enorme roca se estrelló contra el establo de los caballos, matándolos de inmediato.

—¿¡Qué está pasando!?

Leyna giró su vista hacia las murallas, el titán bestia arrojaba rocas hacia el castillo—¡Es esa bestia!

—Señor, se acercan el doble de titanes—dijo Connie mirando la siguiente horda.

Nuevamente Nanaba y Gelgar salieron a pelear, pero esto no duró mucho, al igual que Lynne se habían quedado sin gas o cuchillas, los gritos de desesperación aterrorizaban a los soldados.

Christa se asomaba lo más que podía para tratar de llamar la atención de los titanes y así sus superiores pudieran escapar.

—¡Christa, no! La torre se cae.

—¡Pero ellos están muriendo por nosotros!

Un montón de titanes jaloneaban a Nanaba, quién gritaba llena de miedo, parecía haber entrado en un estado de alucinación.

Leyna apartó la vista y cubrió su boca ante tan horrible escena.

—Connie, dame el cuchillo que traes contigo—dijo Ymir, Springer se acercó a dárselo, la chica palmeó su cabeza—. Gracias.

Connie la apartó de inmediato—¿Y que planeas hacer?

—Voy a pelear con esto.

—¿¡Qué!? ¿Y cómo lo harás?—dijo Leyna exaltada—. Ymir, no seas tonta.

—Es lo mejor que puedo hacer ahora, descuida cerillo, vivirás un día más—Ymir se acercó a la rubia tomándola de los hombros—. Christa, tal vez es la última vez que nos veamos, no olvides la promesa que hicimos en la montaña. Nadie tiene derecho a decirte como vivir te lo pido por favor ¡Vive con la frente en alto!

Dicho esto, la chica castaña corrió hasta el borde de la torre saltando hacia los titanes.

—¡YMIR ESPERA!—gritó Christa.

Ymir cortó su mano, poco después un rayo cayó del cielo, revelando su forma titán.

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