xlvii. arrebol
capítulo cuarenta y siete:
arrebol.
⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀ ⠀ ⠀
Leyna llevaba un equipo de maniobras entre sus brazos, debía entregárselo a Annie para que pudiera probarlo. Tras un largo rato buscándola, encontró a la chica sentada en la cubierta del barco, tenía la espalda apoyada en el barandal y abrazaba sus rodillas con la vista perdida en el suelo.
Tras observarla, la pelirroja soltó un suspiro. No había pasado mucho tiempo desde que se enteró que su hogar fue aplastado por el Retumbar, lo más probable era que su padre no haya sobrevivido a tal devastación. Ya no tenía motivos para pelear.
Aún así, Becker se dispuso a terminar su encargo, por si Annie había cambiado de parecer.
—Ten, es probable que después lo necesites—la pelirroja dejó la caja junto a Leonhardt, pero ella no se movía.
—No voy a ir, Leyna—soltó finalmente—. No sé que pensar de esta situación... ¿En serio creen que salvarán a la humanidad?
—¿Ni siquiera vas a subirte al hidroavión?
Tras un corto silencio, Annie palmeó el lugar junto a ella—¿Quieres sentarte?
Leyna la miró con algo de extrañeza, jamás creyó que Leonhardt la invitaría a sentarse a su lado. Con algo de incomodidad, la pelirroja finalmente cedió.
—Los eldianos de Marley hemos sido oprimidos por esa "humanidad", incluso si el retumbar se detiene sería luego de que Marley cayera, para entonces no habrá punto de proteger a los eldianos de la humanidad.
—Hay que intentarlo, al menos una vez más, si puedo pelear para salvarlo—comenzó a decir Leyna, Annie la miró con curiosidad—. Quiero su libertad, y haré todo para conseguirla.
—Ya lo sé, eres muy terca—comenzó a decir la rubia—. ¿Amas tanto a Armin?
—Amar... hace años me preguntaba como se sentía, ahora no dudo de lo que siento por él, pero es más complicado que querer entregarle mi vida—dijo Becker con total decisión—. Yo quería salir de las murallas, librarme del plan al que mi familia me tenía atada, ahora lo único que pido es libertad para todos ellos, para Armin.
—Entonces es así—respondió la contraria—. Te has vuelto decidida Leyna, eso explica el hecho de que me hayas abofeteado frente a todos.
Becker sintió como la sangre se acumulaba en sus mejillas. Avergonzada, se abrazó las piernas ocultando su rostro.
—Jamás te creí capaz de hacerlo—Annie siguió hablando—. Después de lo que me dijiste, hace tres años.
—Maldición ¿Lo recuerdas?—soltó la pelirroja en un murmuro.
—No dejé de pensar en eso por un largo tiempo—respondió con simpleza, haciendo que Leyna muerda su labio por dentro—. Siempre supe que me mirabas, desde aquél entrenamiento en el que te salvé de los ladrones, pero la idea de que alguien me admire era simplemente absurda dadas las circunstancias.
Leyna pensó un poco las palabras de Annie, aún recordaba ese sentimiento de temor y emoción cada vez que la rubia peleaba, cada vez que mostraba lo fuerte que podía llegar a ser. Pero todo eso se había esfumado, todo signo de admiración, ya no había nada.
Solo eran dos chicas, dos caras de la misma moneda.
—Yo... no puedo perdonarte, Annie.
—Lo entiendo, te hice algo horrible—soltó Annie.
—Ni siquiera hay una forma suave de decirlo—respondió, con un corto silencio de por medio—. Mataste a mi mejor amigo.
—No espero tu perdón, mucho menos tu amistad... de todas formas quería agradecerte.
La pelirroja giró su vista hacia ella.
—Siempre creí que yo te desagradaba, que por eso me mirabas tanto a la hora de entrenar—dijo—. Sin embargo, cuando comenzaste a visitarme en el cristal supe que te había juzgado mal, hablar contigo y Hitch era lo único que esperaba, creí que me volvería loca de la soledad, hasta que comenzaste a hablar de como te iba en tus prácticas de tiro, como los de la tropa siempre tenían planes junto a ti, pero ¿Por qué? Entre todo lo bueno que tienes ¿Por que escogerías hablar con una roca?
—¿Todo lo bueno?
—Tienes buenos amigos, tu familia te adora, un novio que te ama, lo tienes todo, Becker—ante las palabras de Leonhardt, Leyna sintió total sorpresa y confusión, acompañadas del rubor en su rostro.
Leyna quedó sin palabra alguna, era como si se las hubieran arrebatado de la boca, no podía creer lo escuchado, pues aquella chica a la que tanto envidió en su juventud le estaba hablando de esa forma.
—Me dices todo esto, por que será la última vez que nos veremos ¿No es así?—soltó finalmente—. Toda mi vida he sentido que no soy valiosa, y que debía formar parte de algo especial para alcanzar la grandeza... entonces te vi, la chica más silenciosa, pero fuerte, a pesar de que todos los ojos estaban sobre ti no parecía intimidarte, jamás te mostraste débil.
Ante aquellas palabras, la rubia levantó su vista escuchándola atentamente, pues por primera vez en toda su vida, Leyna dejó su orgullo de lado.
—Yo sólo quería ser como tú, alguien inquebrantable—murmuró—. Cuando Hitch me ofreció acompañarla en su trabajo, el estúpido deseo de acercarme a ti volvió a invadirme, además, algo me decía que seguías ahí, me escuchabas, y que podría hablarte sin temor a pasar desapercibida.
Un largo silencio se apoderó del lugar, ninguna se movió de su posición, tomando algo de aire, Annie decidió abrirse de igual forma, se lo debía.
—Tienes un corazón noble... y por eso te creía incapaz de buscar amistad en alguien como yo—dijo Leonhardt, haciendo que la pelirroja la mire una vez más—. Gracias, Leyna, solo espero que algún día puedas aceptar mi gratitud.
Becker, en un punto donde sus emociones estaban encontradas a tal escala de no poder articular una sola palabra más, sin mayor opción se levantó del suelo para dejar el lugar.
—Creo que ya peleaste demasiado...—la pelirroja volteó una vez más a verla—. Espero encuentres esa tranquilidad que buscas.
Sin más, Leyna se dirigió a buscar a su tropa, dejando a aquella rubia con una sonrisa casi imposible de notar en sus finos labios.
Armin caminaba completamente desconcertado en el barco, ni siquiera recordaba el momento en el que se puso de pie.
—Oye—la chica tocó su hombro haciendo que se voltee, la pelirroja se veía preocupada.
—Leyna...—Armin miró a sus alrededores sin comprender que le estaba pasando, al sentir la mano posada sobre su hombro la tomó buscando seguridad, la que ella siempre le daba—. ¿Cómo llegué aquí?
Leyna lo observó un poco más, su mirada era confusión absoluta—¿Tus heridas ya sanaron?
—Así es—el rubio miró su camisa llena de su propia sangre—. En estos casos, creo que es una suerte tener un titán cambiante.
—Si quieres verlo de esa forma—ambos se acercaron al barandal, observando el enorme manto azul sobre el que navegaban—. ¿Quién lo diría? En todo este caos ahora tenemos un tiempo libre... podría acostumbrarme a esto, como niña de pueblo siempre creí que el mundo era más extenso, lo quería todo para mí, pero ahora, vivir en el mar suena mucho mejor.
—El mar siempre te ha llamado ¿No es así?
—A veces me pregunto si es así, o solamente soy yo tratando de convencerme de eso—Leyna le devolvió la mirada—. ¿Qué vamos a hacer?
—¿A qué te refieres?
—Esto sonará estúpido, pero incluso de esta forma no dejo de pensar en lo que va a ocurrir entre nosotros—Leyna habló de forma baja, regresando su vista al mar—. Temo que uno no regrese con vida.
—Leyna, no digas...
—Saltaste a la boca de un titán—interrumpió ella, causando que Armin quedara sin palabras—. Connie me lo dijo, intenstaste suicidarte en Ragako.
El rubio agachó la vista completamente arrepentido de sus acciones, pues en ese instante no había pensando en nada más que en su dolor.
—Y yo peleo, huyo, asesino, sin pensarlo dos veces—siguió, tratando de alejar la imagen de Ginny caer al suelo sin vida— Entonces hay que afrontarlo, Armin, ya no somos niños—siguió —. No vivimos en un cuento, es una guerra, somos soldados, y en cualquier momento uno podría recibir una bala o ser aplastado, podríamos ser traicionados o abandonados por los nuestros, todo puede pasar.
El rubio se mantuvo en silencio, no había forma de contradecir eso, las veces que se planteó morir habían sido incontables, pero en todas ellas retrocedió, sobrevivió únicamente por Leyna, por todo lo que quería vivir con ella.
—Estoy haciéndolo de nuevo—la pelirroja murmuró, para luego retomar compostura, decidida ante lo que diría—. Lo que en realidad quiero decirte es que lo siento, no quiero pensar que si morimos lo último que tendremos serán estos recuerdos, exageré demasiado las cosas en asuntos que no tienen relevancia, no quiero perderte Armin, no podría tolerarlo.
Arlert buscó los ojos de la chica, pero ellos estaban posados en el océano, esa expresión en el rostro de su amada reflejaba verdadera culpa, una que no estaba dispuesto a dejar que lleve.
—Lamento haberte ocultado que visitaba a Annie, no quería pretender que te oculto las cosas—Leyna mantenía su mirada en el océano—. Todavía siento vergüenza de haberlo hecho, de alguna forma quería ser cercana a ella, volverme igual de fuerte, para nunca más ser una segunda opción.
Aquella oración dicha por Eren aún dominaba su pensamiento, por más que se convenciera que era una mentira, Leyna era susceptible a todo lo que fueran a decirle.
Y en el fondo, siempre lo había creído.
—No quería que pienses que soy débil, que te preocupes por mi seguridad cuándo yo me prometí no dejar que otra persona que ame muera—Becker sintió un pequeño temblor en su labio—. Y viéndolo ahora, yo fui quien nos quemó.
Al escuchar aquello, Armin sintió una presión en el pecho, una que lo impulsó a tomar a su novia por los hombros para llamar su atención, haciendo que ella lo miré con algo de sorpresa.
—¡No eres, ni nunca fuiste, una segunda opción!—exclamó el rubio mirándola a los ojos, la chica no emitió ni una sola palabra, ni siquiera pudo moverse—. Eres la persona más valiente que conozco, lo supe desde que le gritaste a Shadis que le demostrarías todo tu valor, desde el momento en que te enfrentaste a un mundo que era más peligroso de lo que creías ¡Desde que me miraste, a un idiota cobarde, supe que tenías la fuerza que nadie más podía darme, la única que podría amar por el resto de mi vida!
Leyna no pudo evitar sentir arrepentimiento por todo lo que había cruzado por su cabeza, por toda la ira que acumuló ante la presión de sus pensamientos, y sin afán de contenerse un segundo más, las lágrimas de culpa comenzaron a deslizarse por su rostro. Al verla, Armin sintió sus ojos cristalizarse, sin dudar tomó a Becker para apegarla a él, en un abrazo del cual no hubiera querido separarse nunca.
—No llores, Leyna, por favor ya no llores, no merezco tus lágrimas—soltó el rubio abrazándola por la cintura mientras con el otro brazo rodeaba sus hombros—. Perdóname por haberte dañado, por permitir que este mundo te lastimara, sé que afuera hay alguien que podría amarte mejor de lo que yo lo hago, aún así quiero seguir peleando para que me permitas permanecer en tu vida... solo dime que aun eres mía, que estaremos bien.
Por un instante, Leyna sintió como la presión acumulada en su pecho se desvanecía, era un momento irreal dadas las circunstancias, es por eso que se permitió sentirlo tan solo por unos segundos más. La pelirroja alejó a Armin para así poder apreciar su rostro, el chico tenía lágrimas rodando por sus mejillas, con delicadeza se acercó a limpiarlas pensando en como aquellas palabras habían desaparecido cada rastro de preocupación por un instante, el amor que sentía por él era mucho más grande que cualquier tormento en sus pensamientos.
—Mírame... sigo siendo yo ¿Entiendes?—Leyna tomó su rostro—. No dejaré que pelees por formar parte de mi vida, eres una parte de mí, eso jamás va a cambiar.
El rubio se acercó a depositar un beso profundo en aquellos labios que tanto amaba, Becker correspondió inmediatamente, al encontrarse de esa forma sentía un alivio recorrer su cuerpo.
Leyna pasó ambos brazos por los hombros de Arlert mientras el chico la sujetaba con tal delicadeza pero al mismo tiempo con todo el amor que podía entregar, por un instante, se sentían inseparables.
Al momento en que sus labios rompieron la unión, Leyna abrió los ojos con lentitud, encontrándose con aquellos orbes oceánicos mirándola manteniendo la cercanía, un sentimiento de melancolía invadió su pensamiento de golpe, por alguna razón, se había sentido como el primer beso, inolvidable.
La chica se percató como un ave volaba por encima de ellos, y la luz a su alrededor cambió, antes de que pudieran notarlo el atardecer estaba cubriéndolos.
—El cielo... se tornó naranja, pero no del todo—comentó el rubio—. Alguna vez leí que tiene un nombre, se le llama arrebol.
—¿Arrebol?
—Cuándo el sol forma las nubes en ese naranja suave, es una bonita palabra ¿No crees?
—Sí, realmente lo es.
—Dime una cosa—pidió, haciendo que Leyna lo mire—. Cuando esto terminé, seguiremos teniendo esta vista, con la vida que crearemos, contigo a mi lado, seguiremos viendo el arrebol.
Becker sonrió auténticamente por primera vez en mucho tiempo, la chispa en su interior aún existía, estaba dispuesta a pelear.
Por esa vida que prometió junto a él.
La azabache despertó nuevamente en aquellas solitarias tierras, un desierto interminable bajo el cielo estrellado, los caminos.
—¿Qué es lo quieres, Eren? ¿De verdad crees qué por atormentarme de esta forma te seguiré a algún lado?—al momento en que Giselle quiso ponerse de pie, un montón de imagenes corrieron por su cabeza de forma fugaz, lugares y personas que no había visto jamás.
Desde un guerrero levantándose contra el rey, una madre sosteniendo a su hijo, hasta aquél hombre que alguna vez llamó familia.
Memorias de los Ackerman caídos.
Y aquella voz repitiendo su nombre una y otra vez.
"¡Giselle!"
La teniente se despertó ahogando un grito ante el susto, lo primero que divisó fue a Hange sentada junto a ella sujetando su mano.
—¿Dónde está Levi?—fue lo primero que preguntó.
—Está con Armin y Leyna—dijo—. Me pidió que no te despertara, con esa cara deduzco que no era el sueño reconfortante que creíamos ¿Qué pasa, soñabas qué una cucaracha gigante te perseguía?
—Cierra la boca—soltó la azabache pasándose la mano por el rostro—. Hange, no desaparecen...
—¿Todavía crees qué se trata de Eren manipulándote?—dijo la castaña?
—No lo sé, no tiene sentido—contestó—. Si quisiera a un Ackerman de su lado hubiera buscado a Mikasa.
—Eren podrá ser un desconocido en este preciso instante, aún así lo creo incapaz de utilizar a Armin o Mikasa—declaró Hange—. De hecho, a cualquiera de nosotros.
—Nunca pierdes la esperanza en las personas ¿No es así?—Giselle volteó a verla dedicándole una sonrisa—. ¿Qué voy a hacer contigo?
—¿Recuerdas la promesa que te pedí cumplir?—preguntó Zöe, la azabache se limitó a observarla—. ¿Por qué no me contestas cuando hablamos de eso?
—Por que parece que te estás despidiendo, Hange—reclamó—. Me pides que pelee por algo que no seas tú ¿Cómo se supone que deba tomar eso? He recibido la orden de dejar morir a cientos de mis compañeros, no dejaré que hagas lo mismo.
—¿Podrías dejar de verme como alguien qué debe darte órdenes para cada acción que recibes?—ante aquellas palabras, la Ackerman se mantuvo callada—. Gisy, no te pido que cumplas esto como la soldado que eres, lo hago por que como alguien que te ama, necesito que lo hagas.
La azabache no comprendía el por qué estaba diciéndole todo eso, de todas formas decidió no interrumpirla, pues los ojos reflejaban total seriedad.
—Levi está muy herido para pelear, Mikasa tiene su propia batalla—siguió—. Por lo tanto, eres la soldado más fuerte del pueblo eldiano, su mayor esperanza, aún así, no quiero que vayas a pelear por ello, por una vez en tu vida, hazlo por ti.
Los ojos verdes de la Ackerman se abrieron con sorpresa ante ello, sin dudar, Hange tomó sus manos.
—Giselle, necesito que lo prometas.
—Hange—la mirada de su amada hizo que la azabache se mantuviera en silencio por un instante, ya que jamás había visto esa expresión en ella, en su interior algo le decía que debía exigir una explicación, que debía evitar aquella conversación, pero su devoción y amor por ella era aún más grande, por lo tanto, jamás podría negarle una promesa—. Lo prometo...
Arrebol—. (Afterglow) Color rojo de las nubes cuando son iluminadas por el sol.
Basta, este capítulo es de mis favoritos de todo el fanfic ya que lo escribí inspirado en una canción que me fascina, y ya, que soy un ser de lágrimas, Leyna y Armin mis nenes no me toquen ando soft.
Saliendo del tema, a este fanfic le faltan 6 capítulos para terminar. NO I'M NOT OKAY- espero poder terminarlo hasta diciembre ya que la universidad me está arrastrando al infierno, no sé send help, sólo desearles las mejores vibras para el siguiente capítulo, uno que escribí entre lágrimas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro