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xlvi. el puerto

capítulo cuarenta y seis:
el puerto.

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Armin y Leyna hacían guardia mientras el resto dormía, ninguno decía nada, pero Arlert no podía quitar su vista de Becker. La chica estuvo en completa tranquilidad incluso después de aquella pelea, no podía comprenderla, aún así no era quien para juzgarla.

Leyna veía las cosas de una forma muy distinta a él.

—Lamento que te hayas enterado de esta forma lo que ocurrió con Marco...—soltó Armin, sin obtener ni una mirada por parte de ella.

—Es mejor a no haberme enterado nunca—se limitó a responder.

—Sé que la muerte de Marco es algo que te ha afectado por muchos años—continuó, aún sin recibir expresión alguna—. Y que otorgarle tu perdón a Annie o Reiner no es una opción, tienes todo mi apoyo en las decisiones que vayas a tomar a partir de ahora.

—Es cierto, Reiner y Annie ya no tienen importancia para mí, aún así debo pelear junto a ellos para terminar con esto...—la pelirroja suspiró sin pesadez, para luego ponerse de pie—. Debo buscar a Jean.

—¿Quieres qué te acompañe?

—No es necesario espera a que todos despier...—Leyna no pudo completar su oración, pues Armin se encontraba sujetando su mano.

—Leyna, sabes que si me lo pides, iré contigo.

Becker pensó un poco lo que quería decir, no tardó en entender el pensamiento de su amado, creía que ella desertaría.

—Y sabes que yo volveré—soltó la pelirroja—. ¿No es así?

—Lo harás ¿Cierto?

Con delicadeza, Leyna tomó la mano de Arlert para dejar un corto beso en la misma, no de sentía molesta por ello, entendía que su preocupación lo llevaba a esos pensamientos, así que decidió no iniciar una pelea.

—Regresaré en un par de horas, con o sin Jean—dijo ella esperando calmarlo—. Por favor espérame ¿Sí?

Ante la comprensión de Becker, Armin sintió que probablemente sus pensamientos le hacían exagerar, ella jamás lo dejaría.

Sin importar la situación.

Arlert soltó la mano de la chica viendo como ella se metía en el bosque. Al cabo de un tiempo, Leyna pudo encontrar a quien buscaba.

Jean se encontraba sentado contra un árbol, su mirada también reflejaba dolor, Becker se sentó a su lado sin emitir un solo ruido.

—Él pensó en ti, hasta en su último momento—soltó Jean—. Todo este tiempo, tratando de recordar su rostro... ni siquiera puedo recordar como sonaba su voz.

Leyna se mantuvo callada por un instante, mientras recordaba cada aspecto de Marco Bodt que su mente aún atesoraba.

—Suave, tenía una voz tan pacífica que las ardillas se le acercaban sin ningún problema.

Kirschtein levantó su vista hasta su amiga, ambos estaban acabados, demasiado molestos para hacer algo al respecto.

—Marco tenía un rostro fino, pero podía apretar sus mejillas, sus ojos eran de un ámbar oscuro, una nariz redonda—sonrió con nostalgia, antes de que su voz se convierta en un hilo—. Y tenía unas preciosas pecas que se notaban aún más bajo el sol.

Jean observó como ojos marrones de Leyna comenzaban a cristalizarse, al siguiente parpadeo las lágrimas se desbordaron y cayeron por su rostro.

—Aún puedes recordarlo...

—A veces debo rebuscar entre mis recuerdos, para acordarme de su risa, la forma en que nos llamaba, como decía mi nombre—Becker suspiró entrecortado, antes de limpiar las lágrimas con torpeza—. Está desapareciendo poco a poco, y aún no quiero soltarlo.

—Lo sé—Jean suspiró—. No debí golpear a Reiner.

—Créeme, en cuanto se despierte recibirá un par de golpes míos—dijo la pelirroja—. En ese instante no quise asustar a Falco o a Gabi, ya sufrieron bastante.

—Desde que volviste de Marley no me hablaste de nada al respecto, de hecho, apenas tuvimos tiempo de vernos—dijo Jean—. Ese niño... ¿Pasó algo allá?

—Me encariñé de buenas personas, en una mala situación —respondió—. De todas formas, creo que de haberlo salvado, Colt me odiaría tanto como llegue a odiar a Reiner y Bertholdt.

—Todos lo hicimos, pero acabamos de comprobar que no somos inocentes a lado de ellos—continuó Kirschtein—. Marco los hubiera perdonado.

—Sí, es muy probable—respondió—. Él solo quería irse al interior contigo.

Jean la miró por un instante, antes de darle un suave empujón—Pero no hubieramos sido amigos como lo somos ahora.

—Sí—Leyna sonrió mirando al suelo—. Supongo que tenemos eso.

—Por más estúpido que suene, tenemos mucho a nuestro favor—dijo Jean—. Sin mi aquí hubieras muerto un par de veces.

—¿Qué dices, infeliz? ¡Yo fui quién te ha salvado el trasero muchas más veces!

—Eso quisieras.

Leyna lo miró mal, antes de devolver su vista al suelo.

—No quiero volver, Jean—ante esas palabras, él la miró con curiosidad—. Solo quiero que Armin viva, quiero vivir los ocho años que le quedan lejos de todas las guerras que lo involucren, quiero me acompañes cuando Armin ya no esté, quiero olvidar a Reiner y Annie, a pesar de que Armin ya no viva solamente para mí, yo sí lo hago por él...

Jean mantuvo su mirada fija en ella, era la primera vez que Leyna se mostraba arrepentida de pelear, la primera vez que la escuchaba querer retroceder, y no se lo permitiría.

—¡Oye!—Leyna se sobó la cabeza tras recibir un jalón de pelo por parte de su amigo.

—¿¡Estás consciente de tus palabras!? ¿¡Qué esta pasando por tu cabeza hueca!?—regañó el chico haciendo que Leyna se sorprenda—. ¡Creí que Leyna Becker jamás retrocedía, que preferiría morir antes que abandonar a los suyos!

Becker lo escuchaba como si fuera un regaño de sus superiores, Jean estaba en lo cierto.

—Escúchame bien cabeza de antorcha, regresaremos a ese estúpido campamento, enfrentarás a Reiner y Annie, detendremos este maldito retumbar, te casarás con Armin, me dejarás cuidar a tus hijos hasta que seas una anciana roñosa, y haremos que la muerte de Marco no sea en vano ¿¡Sí entendiste, Leyna!?

La pelirroja asintió repetidas veces, usualmente quién solía regañarlo de esa forma era ella a Jean.

—Ponte de pie, hay que irnos—Kirschtein se paró esperando que Becker lo siguiera—. ¿¡Y bien, debo llevarte de la mano o qué!?

Al ver que su amiga seguía igual de perpleja, un rubor de vergüenza se acumuló en sus mejillas, y sin pensarlo demasiado, regresó para tomar la mano de su amiga con algo de brusquedad, pero ella no se opuso, dejó que Jean llevara la situación por un instante.

La chica lo imitó caminando a su lado, estarían así por un buen rato—. Oye ¿Hablabas en serio?

—¿Sobre qué?

—¿De verdad crees que viviremos hasta la vejez?—soltó ella, haciendo que Jean se aparte algo incómodo.

—Es mi plan, en el fondo creo que no soportaría estar solo—respondió, haciendo que ella lo mire algo asombrada—. Es por eso que te agradezco, eres como mi hermana, a pesar de nuestras peleas creo que todo volvería a ser aburrido si un día te vas.

Leyna sintió un rubor en sus mejillas al escucharlo hablar, aún así no ocultó su sonrisa, Jean y ella no solían hablar mucho de esa forma.

—Marco tenía razón, eres bueno... muy bueno—dijo Becker, Jean la miró levemente sonrojado—. Descuida, no te librarás de mí hasta que te hagas polvo por viejo.

—Que así sea, cabeza de antorcha.

Jean y Leyna se mantuvieron caminando por un rato más, aquella situación había puesto a prueba algo que ellos ya sabían hace mucho, su amistad era incondicional.

Gabi despertó por una suave sacudida por parte de Jean—Gabi, levántante, ya es hora de irnos, lamento haberte hecho daño.

—Descuida, no fue nada, entonces ¿Nos ayudarás?—preguntó la niña.

—Sí...—soltó Kirschtein, siendo interrumpido por el sonido de Reiner soltando un quejido, Leyna lo había despertado de una patada.

—Oye, bestia, estoy segura que tus heridas sanaron, así que ponte de pie antes de que te provoque unas nuevas—la pelirroja lo dejó en el suelo esperando que se pare por si mismo.

Acto seguido Becker se dirigió a la carreta, donde el resto de sus compañeros la esperaban, Annie la miró.

—Tú y yo llevaremos la rienda de los caball...

La rubia no pudo terminar la oración, pues al instante en que se puso frente a ella, Leyna le plantó una bofetada tan fuerte que Annie terminó girando su cabeza ante aquel golpe inesperado.

Armin, Magath y Reiner miraron con los ojos llenos de impresión, Connie se cubrió la boca tratando de no reír, Jean sonrió por dentro, orgulloso de que Leyna se atrevió a hacerlo.

Leonhardt regresó su vista al frente sujetando su mejilla, igual de sorprendida que el resto.

—Mereces... al menos eso.

Sin más, la pelirroja se dirigió a la carreta para partir, tras ella todos trataron
de disimular que aquello no había ocurrido.

—Tu novia no le teme ni a la muerte—dijo Connie codeando a Armin.

Por otro lado Leyna sentía que estaba temblando del miedo, había golpeado a Annie Leonhardt, y no murió en el intento, sentía que era una pequeña victoria.

—Estás temblando—dijo Mikasa al ver a su amiga.

—No es cierto—mintió Becker, tratando de verse lo más seria posible, incluso cuando Annie se sentó a su lado sin decir nada.

—Qué sorpresa, Leyna se me adelantó, le daría otra por Petra, pero creo que Becker le reacomodó la cabeza—Giselle soltó con algo de burla antes de dirigirse a Levi—. ¿Puedes pararte?

El Ackerman negó con la cabeza, sin esperar más Giselle pasó su brazo por los hombros de su prima, ella lo levantó mientras rodeaba su torso con el otro brazo.

—Hasta que cumpliste doce años todo el tiempo te llevaba en mi espalda, y ahora todo cambió—murmuró Levi.

—¿Quieres que te lleve en mi espalda, hermanito?—soltó la teniente burlona—. Descuida, yo seré quién te cuide ahora.

—No olvides que soy mayor que tú, insecto—Giselle soltó una risa mientras lo subía a la carreta.

Leyna disparó en la cabeza de varios jaegeristas, mientras Giselle y Mikasa escoltaban a los Azumabito para llevarlos consigo.

—¡Avancen!—la pelirroja se aseguró de asesinar a todo aquél que se interpusiera—. Jean, llévalos hasta el sótano, cuidaré que nadie nos siga.

—¡Ya la oyeron!—Kirschtein comenzó a correr con los Azumabito.

Leyna prosiguió limpiando el área para que ningún jaegerista se atreviera a seguirlos, cada bala que disparaba terminaba atravesando a todo aquél que se interpusiera en su camino.

Trataba de convencerse que era la única opción, si querían sobrevivir y escapar para detener a Eren.

—¡Líder de escuadrón!—una voz femenina emanó por detrás, causando que Becker se congelara.

—Ginny...

Ginny Ritcher se encontraba parada justo a sus espaldas, al voltearse, Leyna se encontró con la muchacha, portaba el uniforme que utilizaron para invadir Marley, estaba impregnada de sangre, pero su mirada era la misma.

—Me alegra ser yo quién la encuentre—dijo la azabache—. Como segunda al mando, debo informarle la triste verdad, Mallory Lange, Axel Albretch, Milenka Hoffman y Dominic Koch cometieron traición, prefirieron mantenerse al margen de la liberación de Eldia...

—¿Traición?

—Sí, al igual que usted—continuó Ginny—. Pero no todo está perdido, si viene conmigo hablaré con Floch para evitar que la ejecuten ¡Incluso podría convencer al escuadrón de unirse a nosotras! Seremos nosotros seis nuevamente.

—¿Nosotros seis?—Leyna sintió un vacío que no le permitía asimilar nada de lo que Ritcher le decía.

No podía creer que la joven a quién consideró su mano derecha algún día apuntaría contra ella.

Becker no bajó su arma, no podía arriesgarse así se tratara de su compañera, y con ese pensamiento, tomó su decisión.

—Así es, Leyna ¡Ven conmigo! Entrega a los traidores, y liberaremos a Eldia del mundo que tanto...

Ginny Ritcher no pudo terminar la oración, pues antes se pronunciar otra palabra, Leyna había encajado una bala en la cabeza de la joven. La pelirroja solamente vio como su cuerpo caía al suelo sin señal de vida, inevitablemente sus manos comenzaron a temblar, aterrorizada de lo que había hecho.

Pero no estaba en posición de perdonar la vida, no podía darse el lujo de confiar en rostros que alguna vez consideró amigables.

—¡Leyna! ¡Vamos!—Mikasa la tomó del hombro, con el fin de dejar la instalación lo antes posible.

—Lo siento—la pelirroja dio una última mirada a su excompañera, esperando que su muerte no haya sido en vano.

El ataque con las lanzas relámpago por parte de los seguidores de Eren continuó, pero antes de que pudieran acabar con ellos, el titán acorazaso y la titán hembra se hicieron presentes, dándoles apoyo a los Azumabito y la tropa.

—Una ciudad al sur de aquí tiene una instalación para la familia Azumabito, podemos preñarar la nave ahí—dijo Kiyomi—. Podemos partir en un barco con la nave oculta.

—De todos modos volar desde aquí es imposible...—Giselle miró a Magath, quien solamente asintió.

—¡Quince minutos!—dijo el general —. ¡Si ustedes mueren sepan que no solo Hizuru, si no todo el mundo será destruido!

—Giselle, ve por Levi y los otros—dijo Hange haciendo que la azabache obedezca–. Jean, Leyna, Mikasa, cubran a los titanes.

Sin decir más cada uno se dedicó a su tarea, acabando con dos de los jaegeristas, Leyna y Mikasa apoyaban a Annie.

La pelirroja se apoyó en el hombro de la titán colgando de su cabello—¡Cambio de plan, escaparemos con el barco y arreglaremos la nave en otro puerto!

—¡Leyna, debemos buscar a Armin!—Mikasa salió con Hange a disparar al resto de los jaegeristas.

Annie miró a Becker obedeciendo a sus órdenes, Leyna disparaba mientras el titán de Leonhardt golpeaba a todo el que se acercara.

Giselle junto a Falco, Onyakopon, Yelena Levi y Gabiaparecieron para embarcar, pero en cuanto notó el caos, la Ackerman se unió a la pelea.

—¡Onyakopon, sube a Levi!

—¡Entendido!

Leyna cubría a Reiner y Annie, pronto Connie y Pieck se unió para lograr la escapatoria, los disparos, destrozos y sangre volaban por todo el lugar, un destello tomó el lugar, el titán mandíbula de Grice se había transformado.

—¡Falco!

—¡MALDICIÓN, ES AHORA O NUNCA!—Floch se dirigió hacia el barco en el que debían escapar, más en un rápido movimiento por parte de Gabi quien disparó contra el pelirrojo, logró evitar aquella explosión.

—¡Vamos a zarpar!—dijo Onyakopon ya adentro del barco.

Leyna, quien había caído en uno de los techos del puerto usó su equipo de maniobras para alcanzarlos, Mikasa ayudaba a Annie mientras Reiner era sujetado por Jean.

Giselle subió llevando consigo a Pieck y Hange, lo primero que hizo fue correr a ver el estado de Levi.

Leyna y Magath serían los últimos en subir, pues fueron quienes se quedaron a socorrer a Falco. El General cargaba en sus brazos a Falco pero inmediatamente se lo pasó a Leyna, quien quedó desconcertada.

—Vete, llévalo contigo.

—¿Qué está...?

—Me ocuparé de esto aquí, por ahora—dijo Magath—. Oye, eres la muchacha ¿No es así? La que se infiltró en mis filas.

—Así es.

—Sí, Colt habló sobre ti—continuó el hombre—. Mientras vinimos dijo que haría lo que fuera para encontrarte.

—Supongo que para incrustarme una bala.

—Él no dijo nada después de eso.

Leyna no respondió, se limitó a agachar la vista hasta Falco que descansaba en sus brazos.

—¡Cerillo! ¿¡Qué demonios haces!?—una voz detrás de ellos hizo que voltearan.

—¡Instructor Shadis!—Leyna se acercó a él–. Señor, usted también...

—No hay tiempo, cabeza de cerillo, debes correr—Shadis sacó el rifle dispuesto a pelear con los jaegeristas que se aproximaban—. Toda esa tropa espera que subas a ese barco.

Leyna sonrió suavemente, antes de asentir con su cabeza, sin decir más la pelirroja corrió hacia el barco, a penas se encontró a la suficiente distancia enganchó su equipo de maniobras cayendo en el mismo, Jean la recibió.

—Buena suerte, Leyna—sin más, Keith y Magath se dirigieron nuevamente al puerto, lo harían estallar con el fin de eliminar a todo jaegerista.

—¡Falco!—Gabi se acercó a él—. Esperen ¿Y el General Magath?

—Es un hombre terco...—dijo Pieck, tomando a Falco entre sus brazos.

—Ya lo creo—Leyna miró a Jean—. ¿Estás bien?

—Sí, pero Armin recibió varios disparos.

—¿¡Dónde está!?

—Adentro.

Leyna asintió antes de correr adentro, a pesar de todo lo que había experimentado en ese instante, a pesar de que el mundo estuviera al borde del colapso, Armin jamás pararía de ser su prioridad.

Arlert había recibido varios disparos, uno de ellos en la mandíbula, causándole un total desprendimiento que pronto sanaría, Becker besó su cabeza agradecida de verlo con vida.

—Está bien...—Leyna lo abrazaba con todo el amor que podía expresar en ese instante, con la poca fuerza que tenía, Armin cerró los ojos abrazándola de igual forma—. Por ahora estaremos bien, Armin.

El barco zarpó con dirección a la ciudad nombrada por los Azumabitos.

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