xi. inicio de la expedición
capítulo once:
inicio de la expedición.
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Pasado el mes, los soldados de la legión de exploración se encontraban formados listos para iniciar la nueva expedición, viendo que tanto lograban acercarse a Shiganshina.
Leyna se encontraba en la división de Jean, la emoción de Becker no era ni cercana a lo que esperaba de su primera misión, todo se había transformado en miedo.
A la cabeza de la expedición, se encontraban Erwin, Hange, Giselle y Mike seguidos por el escuadrón de la teniente, Nanaba, Gelgar y Lynne, en el medio de la formación, Eren era protegido por el escuadrón de Levi.
—¡Puertas abriéndose!
La pelirroja apretó las correas de su caballo, trató de espantar todo pensamiento que pudiera hacerla flaquear.
Pero, por un instanre, la imagende Marco volvió a invadir su mente, pensó en su mejor amigo, no pudo evitar imaginarlo en la multitud que despedía a la legión, su mirada soñadora, la forma en que apagaron todos sus anhelos, no permitiría que su muerte fuera en vano.
Leyna levantó la vista, esperando tener la suficiente fuerza para sobrevivir a lo que aguardaba por ella afuera del distrito.
—¡Doy inicio a la misión de expedición número cincuenta y siete! ¡Avancen!—gritó el comandante Smith.
Dicho esto, la legión salió del muro Rose para dirigirse hacia su destino.
Cabalgaron por una hora en completa paz, hasta llevar a cabo la formación de Erwin, en una figura semicircular, Eren estaría en la zona más segura, Jean y Leyna entre las filas tres y cuatro de flanco derecho.
Becker levantó la vista al notar que una señal de humo negro apareció no muy lejos de ellos, ambos cruzaron miradas confundidos.
—¿Solo una?—se preguntó Leyna, esperando la confirmación de las otras tres.
—Maldición, parece que hay problemas—dijo Jean—. Se dirige hacia Armin, hay que ir por él.
Inmediatamente, Leyna y Jean cabalgaron hacia donde de suponía estaba Armin, a lo lejos notaban que no iba solo, estaba acompañado de Reiner.
—¡Parece que el escuadrón del flanco derecho ha perdido a la mayoría!—dijo Leyna—. Mientras avanzábamos notamos que venían muchos titanes.
—Eran demasiado rápidos.
—Entonces vienen de la misma dirección que ella—declaró Armin.
—¿Ella?
—Sí, no es un anormal es especial, un ser humano con el poder del titán como Eren.
—¿Qué te hace pensar eso?—preguntó Reiner.
—Mata por decisión, ni siquiera se los come—continuó Arlert—. Esto me hace pensar, cuando el acorazado y colosal llegaron a Shiganshina, ella llamó a los titanes que nos invadieron ¡Estoy seguro! Solo quieren atacar a la raza humana... o quizás están buscando a alguien, podría ser Eren.
Leyna sacudió la cabeza tratando de procesar todo lo que había dicho.
—Hay que mantenerlo a salvo, está en el flanco derecho.
—No, está en quinta fila en el centro a espera.
—No pensemos en eso—interrumpió Armin—. Si sigue así, alcanzará al comandante y todos vamos a morir.
—Llamemos su atención—dijo Jean—. Podemos retrasarla, quizás así tengamos una oportunidad.
—El Jean Kirschtein que conozco solo piensa en si mismo—dijo Braun incrédulo.
—Reiner, no tienes tacto, solo... no quiero ser un montón de huesos calcinados, este trabajo lo elegimos para ayudar a la humanidad ¡Así que ayúdenme!
Leyna le dedicó una pequeña sonrisa de confianza, ni siquiera ella podía creer lo mucho que Jean había cambiado en un mes.
—¡Cúbranse el rostro, no se arriesgará a atacarnos si no nos ve la cara!—dijo Armin.
—Armin, siempre creí que eras un asqueroso cobarde que se escondía tras Eren, ahora entiendo que eres muy valiente—agregó Jean.
—Gracias... pero no vuelvas a decirme asqueroso cobarde—se limitó a decir el rubio.
—¿Acabas de dar un cumplido, Jean?—dijo Leyna con una sonrisa burlona.
—Cierra la boca, cerillo.
Los cuatro rodearon a la titán hembra listos para atacarlo, en los costados iban Jean y Armin, mientras la retaguardia serían Leyna y Reiner.
Jean beso su mano, la misma con la que recogió las cenizas de Marco.
—Solo hay que retenerla lo mas que podamos—dijo Reiner—. Es demasiado fuerte para soldados promedio.
—La teniente está con el comandante, pero quizás si el capitán o Mikasa aparecen podríamos contenerla—dijo la pelirroja.
Kirschtein saltó de su caballo para enganchar su equipo al talón de la titán, en un rápido movimiento aquella bestia intentó quitárselo de encima con un puño, logrando así golpear a Armin y dejarlo sin su equipo de maniobras.
—¡Armin!—Reiner intentó correr para ayudarlo, más la pierna de la titán le evitó avanzar, sacándolo de un salto de su caballo.
Jean volvió a engancharse en su espalda, más la titán ya lo había visto, si jalaba de la cuerda del equipo sería su fin.
Los instintos de Leyna hizo que rompiera la formación, enganchando su equipo en el árbol más cercano, abrazó y jaló a Jean con tal fuerza que logró quitar el enganche de su equipo y salir en otra dirección, salvándolo de aquél terrible destino, el par cayó rodando por un par de metros.
—¡Maldita sea Becker, pudiste morir!—dijo Kirschtein lleno de raspones.
—Puedes agradecerme después, vamos por Armin—se pusieron de pie apoyándose en el otro.
—¡Agárrenla, ahora debemos vengar a Eren!
Reiner, Jean y Leyna miraron a Arlert confundidos.
—Está alucinando—dijo Jean, la pelirroja lo calló.
—No, espera.
—¡Yo mismo vi como esa bestia aplastó a mi mejor amigo en el flanco derecho!
Mientras esto ocurría, Reiner aprovechó para agarrar la nuca de la titán dispuesto a acabarla, más como era de esperarse, Reiner fue atrapado por la mano de la bestia, mientras con su pulgar apretó fuertemente su cabeza.
Los tres soldados quedaron petrificados al ver como la sangre chorreaba en el puño de la titán.
—¿¡Mató a... Reiner!?—exclamó Jean.
Antes de poder reaccionar, el chico Braun se liberó cortando la palma de la bestia, para luego correr y cargar a Armin.
Tras escapar, los cuatro soldados estaban en un lugar oculto entre árboles, Reiner vendaba la cabeza de Armin, Leyna revisaba los equipos para ver si no sufrieron daños, y Jean silbaba esperando que su caballo regresara.
Poco antes habían lanzado una bengala en señal de ayuda, pero las posibilidades de ser socorridos eran muy pocas, la mayoría de la formación estaba adelantada.
—¿Estás bien, Armin?—preguntó Leyna.
—Sí, todavía estoy algo aturdido, pero puedo avanzar—respondió Arlert.
—¿Pero qué haremos ahora? Solo contamos con dos caballos—dijo Reiner—. Alguien tiene que quedarse.
—Yo me quedaré—dijo Leyna inmediatamente, sin un solo temblor.
—¡Para nada!—intervino Armin—. Es decir, yo sólo seré una carga, necesito que ustedes que son capaces a pesar de las adversidades puedan llevar el mensaje de la situación, especialmente al comandante Erwin.
—Hay menos posibilidades de ser rescatado si no puedes moverte—dijo Reiner—. Seré yo, soy el más capacitado para salvarme por mi mismo si lo necesito.
—Por esa misma razón debes llevar a Jean y Armin.
—¿Te has visto Leyna? Rodaste casi tres metros cuando salvaste a Jean, estás llena de raspones y moretones ¿Crees que podrás escapar si así debes hacerlo?
Una pequeña discusión se formó entre Braun y Becker, que fue interrumpida por otro silbido de Jean.
—¡Muchachos! Ya no tenemos que preocuparnos, alguien vio nuestra señal ¡Y trae mi caballo consigo!
Los cuatro esperaron a que aquella salvación se acercara para reconocerla, al tenerla de cerca sonrieron agradecidos.
—¡Christa!
La chica Lenz cabalgó hasta ellos sujetando la correa del caballo de Jean.
—¿¡Están todos bien!? Me preocupé.
—Gracias por venir—dijo Leyna subiendo a su caballo, para luego ayudar a Armin a subirse también.
—No me agradezcas, el caballo corrió hacia mí asustado, no podía dejarlos solos.
—Tienes una gran habilidad, eres maravillosa—dijo Reiner agradecido.
La muchacha rubia sonrió limpiándose una pequeña lágrima que iba a salir por el susto—Me alegra mucho ver que los cuatro se encuentran a salvo.
Armin, Jean, Leyna y Reiner quedaron embobados ante su belleza al decir esa oración.
Christa era hermosa de ver, y su personalidad tan amable la hacía aún más atractiva.
Incluso Leyna sintió un pequeño rubor al mirarla, en palabras de Sasha, parecía una diosa.
"Demonios, Ymir tiene mucha suerte" pensó la pelirroja.
—¡Nos aplastará a todos!—gritó Eren, la titán los había seguido desde hace un buen rato, Levi no hizo más que avanzar.
La titán estaba a nada de agarrar a Eren, era cuestión de tiempo para que se le lo lleven.
Ninguno de los presentes entendía la situación, hasta el momento exacto en que Giselle apareció por debajo a una velocidad increíble, cortando profundamente los tobillos de la bestia haciendo que cayera en la trampa.
—¡FUEGO!—ordenó Erwin Smith, montones de ganchos se desplegaron por todos lados en dirección a la titan, apresándola.
El escuadrón escapó con éxito, usando su equipo de maniobras Giselle los alcanzó.
—¡Teniente!—exclamó Petra aliviada.
—¿¡Están todos bien!? ¡Excelente trabajo, me aseguraré de que en cuanto salgan del bosque mi escuadrón los reciba, entre ambos escoltarán a Eren de vuelta a Karanese!—informó Giselle, antes de mirar a su aprendiz—. Respira hondo Petra, no es momento de perder la calma ¡Levi, andando!
Antes de seguir a su hermana Levi miró a su escuadrón—¡Amarren los caballos y usen el equipo de maniobras, cuando estén a buena distancia oculten a Eren!
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