vi. defensa de trost
capítulo seis:
defensa de trost.
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—¡Depirsa, sigan a Mikasa!—ordenó Jean—. ¡Luchen lo menos posible, lleguen al cuartel antes de quedarse sin gas!
Armin iba justo a lado de Leyna, pero no quitaba vista de Mikasa, quien acababa con titanes como si de una máquina se tratara.
—Está usando mucho gas, se quedará sin nada pronto—dijo Armin—. Desahoga su dolor mediante la acción.
De un momento a otro, ambos vieron como la chica Ackerman caía, su gas se terminó por completo.
—¡Mikasa!—exclamó Armin antes de ir tras su amiga—. ¡Leyna, ve al frente con Jean, iré por ella!
Leyna pensó dos veces antes de ir, sabía que Armin era estratégico, y que si le había dicho aquello tenía sus razones, pero se negaba a dejarlo solo.
—¡Maldita sea!—cerrando los ojos por un instante, Becker avanzó hasta alcanzar a Jean.
—¡Connie fue tras él, debemos asegurarnos que la mayor cantidad de reclutas llegue a la base!—ordenó Jean.
El grupo paró al notar que los titanes se habían agrupado.
—Son muchos—dijo Leyna.
—Esto es malo—respondió—, no podemos acercarnos más al cuartel a menos que aceptemos sacrificios.
Bajo ellos, podían ver como uno de los reclutas se quedó sin gas. Dos de los reclutas intentaron salvar al compañero, pero todos acabaron pagando el mismo precio, siendo devorados.
Leyna apartó la vista aterrada de volver a ver eso, pero Jean quedó petrificado, sintiendose culpable de no haberlos detenido.
Pero no era momento de lamentarse, había gente que salvar.
—¡Ahora!—gritó Kirschtein—. ¡Hay que avanzar ahora que están distraídos! ¡MUÉVANSE!
Con casi nada de gas los reclutas se enfrentaron a tres titanes, al ver que uno apresaba a Jean, Leyna decidió atacarlo logrando cortarle la mano, al menos eso lo retrasaría.
—¿Estás bien?—preguntó Leyna, el chico asintió.
—¡Jean muchas gracias, por ti escapamos de los titanes!—Marco corría a lado de Kirschtein y Becker.
—¿Qué?
—Todo ha sido gracias a ti, ya te lo había dicho antes, tienes madera de lider—decía Bodt con un gran entusiasmo.
El chico Kirschtein volteó hacia Leyna, quien le habla dedicado una pequeña sonrisa.
—Que no se te suba a la cabeza, pero él tiene razón.
—Siendo sinceros no creo que lo sea—dijo Jean, divisando el cuartel.
Estaban a nada de llegar, usando la fuerza de sus piernas Jean rompió una ventana del cuartel, los siguientes fueron Leyna y Marco, poco después Annie, Reiner, Sasha y Bertholdt se hicieron presentes.
—Lo logramos—dijo Leyna sintiendo el temblor en sus piernas.
–¿Ustedes son del escuadrón de abastecimiento?—Jean observaba a dos soldados ocultos bajo una de las mesas, furioso el chico Kirschtein sacó a uno para lanzarle un golpe.
—¡Detente Jean!—Marco lo agarró.
—¡Es su culpa, estos idiotas nos abandonaron, hay gente que esta muerta por su maldita culpa!
–Los titanes invadieron la sala de suministros, no pudimos hacer nada.
—¡Y acaso olvidaron su entrenamiento inútiles!
De repente, el rostro de dos titanes rompió una de las paredes, causando que todos los presentes entraran en pánico.
–¡Cuidado!
—Maldición, somos demasiados—dijo Jean, sin poder moverse ante los monstruos.
—¡Jean vamos!—Leyna intentó jalarlo fuera del lugar, más la escena que observaron dejó al par de reclutas sorprendidos.
Un puño alejó a los titanes del agujero, otro titán los había golpeado.
Poco después, Mikasa Armin y Connie llegaron a través de otra ventana.
—¡Chicos!—exclamó Leyna acercándose a Armin, ya que había llegado en brazos de Connie.
—Estuvo cerca, ya está vacío—dijo Springer golpeando su tanque.
—Mikasa, me alegra que estés bien—dijo Jean a la muchacha de pelo negro.
—¡Bien hecho Armin!—dijo Connie con una sonrisa, golpeando la espalda de Armin con cada palabra de su oración—, tu plan funcionó, no puedo creerlo fue un éxito.
–¿Tú plan?—dijo Leyna, Armin sonrió–. Debí imaginarlo, buen trabajo, hay que ir por los suministros.
—¡Chicos, ese titán es un anormal muy especial, esta matando a los otros titanes!–dijo Connie apuntando al titán que los había librado momentos atrás.
–Que idea tan loca.
—No lo es—intervino Mikasa—, sea anormal o no da igual, tenemos posibilidades, por que ahora usar el poder de ese monstruo es nuestra mejor estrategia.
Ya abajo, los cadetes se reunieron para armar un plan.
—Estaban en el almacén de la policía militar—Jean y otro par de reclutas cargaban una caja, eran rifles.
—¿Esto es lo que usaremos? ¿En serio crees que los mosquetes funcionen con los titanes?
–Es mejor a nada—dijo Armin—. Si hay siete titanes en la sala de suministros de tres a cuatro metros podríamos usarlos para cegarlos al mismo tiempo, bajaremos en grupo usando el elevador luego disparamos a las caras de los siete titanes, por otro lado un grupo de siete personas se ocultaran arriba y atacarán el cuello de los titanes, si fallamos pondremos en juego nuestra victoria, por eso deben ser soldados físicamente capaces, lamento poner sus vidas en riesgo.
—No hay problema—dijo Reiner convencido de que vencerían.
—Si fallamos moriremos aún así, el riesgo es el mismo—añadió Annie.
—Aún dudo si hay una mejor estrategia—dijo Armin.
—No hay opciones, ni tiempo—interrumpió Leyna.
—Ahora lo único que nos queda hacer es esforzarnos, y dar todo por el todo—Marco se veía lleno de confianza otra vez.
—Confía en ti, Armin—dijo Mikasa antes de irse a cumplir parte de su misión.
Al subir al elevador, Arlert tomó el brazo de Becker, quién volteó a verlo confundida.
—¿Qué ocurre?
—Es muy probable que alguno de los siete falle al cortar el cuello, si eso ocurre, pelea tú—aclaró el rubio—. Leyna, eres de las más capaces físicamente, y te confiaría hasta mi vida, si alguno no logra atinar por favor ataca en su lugar.
La pelirroja lo observó por un instante, finalmente asintió.
A medida que el elevador descendía se podía apreciar a los titanes.
—Muy bien, siguen siendo siete—dijo Arlert.
Los cadetes apuntaron hacia los titanes, que a medida se acercaban, uno de los soldados entró en un leve pánico al ver que una de las bestias lo miraba fijamente.
—¡Tranquilos, necesitamos que se acerquen más—ordenó Marco, esperaron un poco más hasta que los siete titanes se reunieran alrededor de ellos—Esperen, listos... ¡Fuego!
Todos dispararon logrando cegar a los titanes, mientras los otros siete soldados atacaban a sus cuellos.
Mikasa, Annie, Bertholdt y Reiner acertaron en fuerza y puntería, Connie y Sasha no tuvieron la misma suerte.
—Lo siento...—decía Sasha al titán que atacó—. No pensaba, no quise ¡PERDÓN!
—¡Ayuden a Sasha y a Connie!—dijo Berthold.
—¡Alguien rápido!
Leyna no esperó un segundo más, obedeciendo la orden de Armin la chica Becker saltó del elevador.
—¡Leyna!—exclamó Marco.
De un salto con la suficiente fuerza usó las únicas cuchillas que le quedaban, Leyna atacó al titán que acechaba a Connie, logrando cortar su nuca con éxito.
—Actúas más rápido de lo que creí—dijo Annie, quien estuvo muy cerca de ser quien acabara con ese titán.
Leyna solamente la miro, reincorporándose—Sólo fue instinto.
Por un momento, Becker dudó de si misma, pero ver que incluso Annie Leonhardt quedó impresionada le había levantado un poco el ánimo.
—¡MIKASA, ME SALVASTE!—decía Sasha entre lágrimas.
—Te arriesgaste Annie, estuvo muy cerca—dijo Reiner, la rubia solamente lo ignoró.
—Muchas gracias, Leyna—dijo Bertholdt, Becker asintió.
—¡Eso fue increíble! Te debo una ¿Eh?—Connie codeó a la chica aliviado por su rescate.
—¡Todos están muertos, comiencen el abastecimiento!—informó Jean a los que seguían en el elevador.
Marco sonrió antes de soltar un suspiro de alivio, el chico de pecas estaba desmayándose, Armin lo sujetó, y en cuanto el elevador bajó Leyna lo tomó del brazo para sentarlo.
—¡Lo hiciste bien pecas!—dijo la pelirroja sentándolo.
—Es mucha adrenalina para un día—decía el chico.
Durante el reabastecimiento, Jean y Marco se habían sentado juntos llenando el gas, mientras Leyna aumentaba cuchillas sentada suelo.
—Realmente no creo tener madera de líder Marco, así que no vuelvas a decírmelo—dijo Jean en un tono seco.
Leyna volteó disimuladamente a verlo.
—Está bien, solo diré esto, Jean no eres muy fuerte, por eso entiendes a los débiles —dijo Bodt—. A parte de eso eres bueno para juzgar correctamente la situación, no importa lo que pase tu sabes que hacer, tus órdenes fueron acertadas, y gracias a que las hiciste yo sigo con vida, salvaste la vida de mi mejor amiga.
Jean parecía estar sorprendido ante aquellas palabras, incluso sintió un leve rubor ante lo que había oído, por otro lado Marco le dedicó una sonrisa acompañada de una suave risa tímida.
Leyna contuvo la risa ante la expresión de Kirschtein, al levantarse ya abastecidos fuera de la base, la chica Becker codeó a Bodt.
—Oye ¿Y todo eso?
—¿Qué? Solo le dije la verdad, es curioso, hacemos un buen equipo, jamás creí que te llevarías con Jean.
—¿¡QUÉ!? jamás me llevaría bien con Jean, esto literalmente es de vida o muerte, ni creas que lo aceptaré como parte de nuestro grupo—dijo la pelirroja, mientras que el pecoso solamente rió antes de salir de ahí.
Leyna miró a un costado, donde Armin parecía mirar a Mikasa en el techo.
—Oye Armin, ¿Nos vamos?
—Adelántate, no puedo irme sin Mikasa—dijo el rubio—. Te veo allá.
La pelirroja asintió dándole una sonrisa de confianza, usando su equipo de maniobras salió del lugar.
Ya en el campamento dentro del muro Rose, los reclutas descansaban, muchos parecían estar en estado de shock, y otros solo se concentraban en recuperar fuerzas.
Leyna estaba sentada en el suelo junto a Bertholdt, a algunos metros de ella Marco trataba de calmar a Daz en su ataque de pánico.
–¡YA NO PUEDO!—el cadete intentaba desplegar su cuchilla con el fin de acabar con su vida, el chico de las pecas lo abrazó para evitar que moviera los brazos.
—¡Daz, estamos juntos en esto! No estás solo todos tenemos el mismo miedo ¡Pero míranos, mira a Sasha!—exclamó Bodt mirando a Sasha, quien estaba extrañamente quieta—. ¡Ella si recuerda su entrenamiento como soldado!
Inmediatamente Sasha soltó un grito abrazando su abdomen.
—¡Me duele el estómago! ¿Puedo reportarlo como baja?—Leyna golpeó su frente, eran patéticos.
Marco y Daz la miraron por un instante, antes de seguir peleando, Daz realmente prefería matarse antes que ser devorado.
—¿No vas a ayudarlo?—dijo Hoover, estaba acostumbrado a ver a Leyna y Marco resolver todo juntos.
—Si intervengo probablemente noquearé a Daz, significa sanción para mí, dejaré que Marco lo resuelva a su modo.
—¡Cadetes, tenemos información de la misión! ¡FORMEN!
Uno de los superiores pasaba a pedir orden en el lugar, Leyna suspiró poniéndose de pie para formar junto a Daz y Marco.
—De nuevo... no volveré a ese infierno—decía Daz—. No moriré devorado.
—Daz, basta—murmuró Leyna, comenzaba a perder la paciencia.
—Leyna, Marco ¡Abandonemos la misión! Si ustedes gritan el resto los escucharán ¡POR FAVOR!—el cadete tomó a la pelirroja de la chaqueta comenzando a sacudirla.
En su molestia, Becker no dudó en tirarle un puñete a la nariz, cosa que lo alejó.
—¿¡Cadete qué fue eso!?—uno de los superiores se acercó a ellos, Marco se puso delante de Leyna.
—¡Lo lamento! Mi compañero está en un ataque de pánico e intentó agarrarla, solo fue defensa.
—¡Es un asqueroso suicidio en masa! ¡Déjenme ver a mi familia!—gritaba Daz.
—¿¡Quieres abandonar la misión!? ¡Tengo toda la autoridad de ejecutarte aquí mismo!—dijo el hombre.
—¡Adelante hágalo, prefiero eso a la boca de un titán!
—¡Cállate Daz!–dijo Bodt tratando de evitar una catástrofe.
—¡SUELTAME MARCO, NO PIENSO VOLVER!—gritaba desesperado.
El caos comenzaba a reinar entre los cadetes, algunos pensaban en desertar en masa.
–¡ATENCIÓN!—un sonoro grito proveniente de arriba de la muralla logró que hagan silencio, era el comandante de las tropas de guarnición Dot Pixis—. ¡Ahora les daré los detalles de la operación, el objetivo es cerrar la abertura! Pero antes déjenme presentarle a su compañero ¡Él es el cadete Eren Jaeger!
Leyna miró estupefacta–¿¡Qué!?
¿Eren estaba con vida, como ayudaría? ¿Dónde estaban Armin y Mikasa?
—Nuestro cadete es el resultado de un proyecto secreto en donde se busca transformar humanos en titanes, este joven puede crear el cuerpo de un titán y controlarlo a voluntad.
Marco y Leyna cruzaron miradas sin poder creerlo.
Pixis procedió—Él como titan levantará la roca a la puerta destrozada y cerrará la abertura, en cuanto a todos ustedes atraerán a los titanes a la orilla y así reducirán la cantidad de enemigos.
Los murmullos no tardaron en aparecen ¿Realmente la humanidad puede controlar a los titanes?
—¡Es mentira!—gritó Daz—. ¡Nosotros no somos objetos que se sacrifiquen con tal facilidad!
—No pienso morir en vano, me largo.
Muchos de los soldados dieron vuelta para irse, se negaban a morir de esa forma, Daz miró a sus compañeros una vez más.
—Su pueblo no está muy lejos de aquí ¿Verdad?—dijo, Leyna y Marco quedaron en silencio—. ¡Les aconsejo que vayan a pasar sus últimos momentos a lado de su familia!
Leyna soltó un jadeo al escuchar aquellas palabras, Jinae estaba a tan solo unos kilómetros de la entrada al muro Rose.
—Mamá, papá—susurró, por primera vez en mucho tiempo, Leyna sintió la necesidad de ver a su familia.
¿Realmente iban a morir?
—¡TODO AQUÉL QUE DESERTE, SERÁ EJECUTADO!—gritó uno de los superiores.
–¡Eso lo decido yo!—Pixis volvió a gritar interviniendo en aquella revuelta—. Cualquiera que se vaya de la misión será perdonado, una vez que te rindes ante los titanes es imposible volver a pelear, todo aquél que quiera es libre de irse, sin embargo más titanes irán por sus familias, invadirán sus pueblos, se comerán a sus hijos ¿¡Permitirán que eso pase!?
Leyna apretó los puños, jamás en su vida creyó que su familia estaría en peligro, escapó de ellos pero, como soldado se sentía en la obligación de protegerlos.
Se los debía.
Muchos de los soldados se detuvieron para volver a la formación.
El comandante de la tropa de guarnición siguió—Si llega a caer la muralla Rose, reducir una quinta parte se la población no será suficiente, dentro de Sina no podrá vivir ni la mitad de la población, si la humanidad se extingue será por pelear contra nuestros semejantes ¡Si vamos a morir dentro de estas murallas, les suplico, peleemos hasta la muerte!
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