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lii. hacia el árbol en aquella colina


capítulo cincuenta y dos:
hacia el árbol en aquella colina.

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Leyna despertó ahogando un grito, rápidamente fue socorrida por Annie Leonhardt, quién también tenía lágrimas en los ojos.

—Ya lo recuerdo... él...—Leyna miró a Annie, ambas derramaban un llanto silencioso—. Dijo que viviéramos.

—Lo sé—Annie la ayudó a ponerse de pie, al momento de levantarse, Leyna se encontró con Jean y Connie, a quienes abrazó con todas sus fuerzas.

—Dijo que mi mamá volverá a ser humana—Connie lloraba abrazando a sus amigos.

—Ahora recuerdo, concienzudo pedazo de mierda—Jean soltó un par de lágrimas mientras apegaba a sus dos compañeros.

—Estaremos bien, debemos confiar en él—Becker se separó viendo como el humo comenzaba a dispersarse, a lo lejos divisó como Annie abrazaba a su padre, haciendo que la pelirroja sonriera, pues eso era lo único que su amiga quería.

Una suave brisa comenzó a rodearlos, Leyna quitó su melena del rostro volteando a ver como aquellas siluetas aparecían frente a ella y sus amigos, al momento de reconocer de quienes se trataban, la pelirroja experimentó un sentimiento imposible de explicar.

La forma espectral de Marco Bodt y Sasha Blouse se encontraban mirándolos fijamente, con aquellas sonrisas que creyeron olvidadas, Leyna sintió como las lágrimas salieron de sus ojos de forma silenciosa.

—Sasha...—Connie miró a su mejor amiga con los ojos igual de cristalizados, la castaña les sonrió con los ojos cerrados mientras ponía su mano en el pecho, entregando su corazón por última vez a sus amigos.

Leyna le sonrió de igual forma, pronto la mirada de Jean y Becker se posaron sobre el soldado frente a ellos.

—¿Es...?—Jean habló con la voz rota, Marco se veía tan alegre y joven, incluso en aquella forma, las pecas del chico eran visibles, su sonrisa llena de inocencia seguía intacta.

—Marco—susurró la chica.

Becker devolvió aquella sonrisa a sus amigos, ver de Sasha le daba paz de saber que su muerte no fue en vano, pero ver el rostro de Marco, su amigo de la infancia, el chico que la amó y cuidó incondicionalmente cuándo no tuvo ni la oportunidad de despedirse, le daba un sentimiento que creía enterrado cuando lo perdió.

Marco y Sasha desaparecieron tan rápido como llegaron, Leyna soltó un sollozo mientras sentía como Jean palmeaba su cabeza, él y Connie sonreían ante aquella escena.

A varios metros del lugar, Giselle Ackerman se encontraba en el suelo, su vista seguía fija en el cielo azúl, no sentía ningún tipo de fuerza cubriendo su cuerpo malherido, eso solo podía significar una cosa: Lo había logrado.

La Ackerman no era capaz de asimilar el dolor recorriendo su ser, las quemaduras alrededor del mismo le eran indiferentes comparadas al peso en su abdomen, sin siquiera notar como su cabeza estaba rodeada por un charco de sangre.

—¡Giselle!—la voz de Levi acercándose lo más rápido que podía se hizo presente.

El Ackerman la apoyó contra una piedra buscando alguna señal de que siguiera consciente, las heridas en su cuerpo eran enormes, al momento de quitar la mano de su cabeza pudo notar como su palma estaba impregnada por la sangre de su hermana.

Giselle tosió con dolor, la sangre no tardó en emanar de sus labios, era bastante, cosa que alarmó a Levi, pero ojos de la mujer se mantuvieron sobre él.

—Eres una idiota—conteniendo las lágrimas, Levi pegó su frente con la de Giselle, mientras ella acariciaba su mano, el Ackerman pudo sentir como su palma se llenaba de sangre, la cabeza de su hermana sangraba con demasiada rapidez—. Lo hiciste bien, Gis.

La Ackerman asintió, por primera vez agradecida de seguir con vida para ver a su única familia una vez más.

—Levi, somos librespronunció en un hilo de voz.

En cuanto se separaron, Giselle sintió que perdía el aliento, entre la niebla pudo reconocer unas siluetas espectrales, aquellas que creyó jamás volver a ver.

Erwin, Mike, Petra, Isabel, Farlan, Emily, Hange. Todos los compañeros que habían entregado su corazón miraban fijamente a los soldados más fuertes de la humanidad. Levi se apoyó contra la misma piedra que Giselle, observando la escena.

—Hola, chicos—soltó Levi—. Supongo que ven el resultado, de que entregaron sus corazones.

Giselle tenía la vista cada vez más nublada, pero a pesar de ello la mujer sonrió suavemente, mirando todos esos rostros que creyó haber olvidado.

—Creí que estaría tan sola... sin todos ustedes—la azabache paseó su mirada una vez más dedicándoles una sonrisa.

Sus ojos se posaron frente a Hange Zöe, quien no pudo hacer mayor gesto que devolverle la sonrisa en sus labios, desde ese momento supo que todo iría bien.

Giselle cerró los ojos con agotamiento apoyando su cabeza en el hombro de Levi, siendo su hermano lo único que la sostenía.

Poniendo la mano al pecho, y con los ojos cristalizados, Levi Ackerman se despidió de sus compañeros, aquellos héroes que entregaron su corazón para la anhelada libertad, al momento de verlos desaparecer, el hombre suspiró.

—Vámonos—Levi habló esperando que Giselle respondiera, su vista bajó hasta su hombro.

La azabache tenía los ojos cerrados, se veía tan tranquila, parecía estar dormida con la serenidad que tanto la caracterizaba, pero aquella vez, ella no volvió a despertar.

Levi la observó por un instante, moviéndola con suma delicadeza, en cuestión de segundos cayó en la realidad, y lo siguiente que sintió fue como las lágrimas se derramaron por su rostro.

Con un llanto inconsolable, Levi dejó un corto beso en la cabeza de la azabache.

Giselle murió en silencio, recostada en el hombro de su hermano siendo rodeada por todo aquél que alguna vez amó, mientras el soldado más fuerte de la humanidad, el único sobreviviente de los veteranos de la legión de reconocimiento, sollozaba en silencio.

Pues ante sus ojos, Giselle siempre sería su hermana menor, la niña que evitó su soledad en la ciudad subterránea, la mujer que liberó al clan Ackerman, de cierta forma, su hermana le regaló su libertad.

No muy lejos de ahí, la pelirroja corría entre aquella neblina, no había señal de Armin o Mikasa, por lo que su desesperación aumentaba a cada paso que daba, al cruzar apresurada entre las personas del Liberio, con la esperanza de encontrar a Armin, no pudo evitar notar a Falco mirando a un vacío, la pelirroja se acercó tocando su hombro únicamente buscando ver si se encontraba bien.

—¿Falco?

—Colt—susurró el niño—. Estaba parado justo frente a mí...

—¿Lo estaba?—por un instante, Becker miró la expresión de Falco, no mostraba tristeza, aún así las lágrimas rodaban por su rostro, y por primera vez, Leyna sintió que podía comprenderlo—. Debe estar orgulloso de lo que hiciste.

Falco levantó sus ojos hasta toparse con los de Leyna, el niño asintió aceptando la comprensión de quien alguna vez llamó su amiga.

Poco después, las tropas marleyanas se aparecieron apuntando con sus armas, el señor Leonhardt pasó al frente junto a Annie, Leyna únicamente posó a Falco tras ella mientras Grice sujetaba su mano, siendo dominado por el miedo.

—Secretario Muller—pronunció el padre de Annie—. Eren Jaeger ha muerto, al igual que el ciempiés, se terminó.

—¿Puede probarlo, aquí y ahora?

—Aceptaremos hacer pruebas de sangre—dijo el hombre.

—¡Alto!

Sintiendo como sus ojos comenzaban cristalizarse, y todo a su alrededor perdía importancia, Leyna volteó su vista hacia aquella voz, una ola de sentimientos recorrieron su cuerpo al ver a Armin Arlert, caminando con la frente en alto dispuesto a controlar la situación en nombre de todos.

—Sí aun tuviéramos el poder de los titanes ¿No creen que los usaríamos para defendernos?—soltó el rubio—. El hecho de que estemos parados aquí completamente indefensos ante sus armas es la mayor prueba de nuestra humanidad.

—Armin...—Becker susurró viéndolo.

—¿Y tú quién eres?

—Soy Armin Arlert, un eldiano de la isla de Paradis, el hombre que mató a Eren Jaeger, el titán de ataque—defendió el rubio.

Tras un largo silencio, los soldados marleyanos bajaron sus armas con cautela, haciendo que todos los eldianos sintieran un verdadero alivio. 

—Falco, debo...

—Estaré bien, ve—dijo el niño, soltando la mano de la pelirroja—. Adiós, Leyna.

Becker regaló una sonrisa melancólica al pequeño niño confiando en sus palabras, y sin más se dirigió hacia Arlert.

Armin suspiró, tras esto, lo primero que hizo fue buscar a su alrededor con preocupación, la neblina se dispersó con rapidez, pero su alma regresó a su cuerpo únicamente cuando se encontró con aquellos ojos caoba que tanto amaba.

—Leyna...—susurró, verla con vida fue lo único que lo mantuvo de pie—. ¡Leyna!

La pelirroja sonrió llena de esperanza, sin pensarlo dos veces, Leyna corrió hacia Armin, en cuanto ambos se estrecharon en un abrazo, Armin partió nuevamente en llanto, agradeciendo profundamente que Becker siguiera con vida.

No estaba del todo solo.

—¡La bengala, ese humo! ¡Los gritos de los titanes puros!—Armin abrazaba desconsolado el cuerpo de su amada, quien solamente agradecía seguir con vida para tenerlo entre sus brazos una vez más—. Mi amada Leyna, creí también te perdería...

—¡Armin!—la pelirroja se separó para mirar el rostro de su amado, derramaba tristeza y terror a través de sus ojos azules, pero eso no quitaba el amor que sentía por ellos—. Mírame bien, aquí estoy.

Becker levantó la mano de Arlert, el rubio miró el gesto mientras su amada entrelazaba las manos de ambos.

—Puedes sentirme ¿No es así?—preguntó ella con una sonrisa pacífica—. Aquí me tienes, no iré a ningún lado sin ti.

—Tuve tanto miedo...

—Creí que tendría que afrontar la muerte sin haberme despedido—soltó Leyna en un susurro—. Entonces lo recordé, tu prometiste jamás dejarme caer, Armin, volviste a salvarme de todas las formas posibles.

La pelirroja atrajo la frente del chico hacia ella, para depositarle un suave beso, por un corto instante, después de que la tierra haya retumbado, y las cadenas fueran destruidas, Armin sintió paz.

Leyna Becker acompañó a Armin Arlert hasta el final de la línea, el ciclo estaba roto.

Y llegó el momento de comenzar una historia escrita por ellos mismos.

—Leyna... te prometo que estaremos a salvo.

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Las estrellas fugaces no vuelan para mí

mi corazón está en Marte, difícil de ver

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Sabes que te volveré a ver

tú sabes que te volveré a ver !

When will i see you again; Shakka.

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