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iv. demuestra tu valor


capítulo cuatro:
demuestra tu valor.

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—Maldición ¿Quieres apresurarte?—dijo Jean sin ganas.

—¡Ya cállate!—exigió la pelirroja con molestia, mientras sujetaba con fuerza la carta en sus manos.

—Mira, ahí viene—añadió Marco.

Al ver que un soldado recogía y dejaba las cartas de las familias de los recién graduados, Becker se armó de valor para entregarle su sobre, era la primera vez que escribía a sus padres en tres años.

—¿Lo ves? ¡Estarán orgullosos de ti!—animó Bodt tomando los hombros de la chica.

—Eso espero—respondió la pelirroja.

Al cabo de unas horas, los cadetes se pararon en las calles del pueblo para ver a la legión de reconocimiento, quienes se dirigían a una nueva expedición.

Leyna buscaba como asomarse entre la gran multitud, no fue hasta que reconoció a Armin parado junto a sus amigos, con algo de timidez la pelirroja se acercó a Eren y Mikasa.

Armin la llamó con la mano mientras sonreía ampliamente, la chica Ackerman volteó a verla y emitió un suave "hola" con la serenidad que tanto la caracterizaba, por otro lado Eren estaba demasiado ocupado admirando a la legión como para notar la presencia de Leyna.

—¡Ahí están los soldados de la legión! ¡Comandante Erwin, dele a esos titanes una paliza!

—¡Leyna mira, es de quién te hablé! El capitán Levi—dijo Mina apuntando a un soldado, tenía una expresión fría—. Junto a él va la teniente Giselle ¿La recuerdas?

—Como olvidarla—dijo Leyna mirando al par de soldados, viéndolos juntos, Becker no pudo evitar entrecerrar levemente sus ojos, por un instante juraba ver a la misma persona en diferente género—. Esos dos se parecen mucho.

—Eso es por que son hermanos, se dice que pueden acabar con tantos titanes como cien soldados.

Giselle no pudo evitar notar la mirada de los cadetes, al reconocer a alguno de ellos inmediatamente les regaló una sonrisa.

—Que escandalosos—dijo Levi tras escuchar los murmullos por parte de los nuevos cadetes.

—Por favor Levi, no te mataría aunque sea saludarlos, quizás mostrarles tu bonita sonrisa algún día—añadió Giselle.

—Para hacer el ridículo estás tú.

—Me pregunto quién haría el ridículo, sí tan solo supieran de tus manías de limpieza—añadió Hange Zöe.

—Giselle—la voz de Mike Zacharius llamó a la mujer, quién aceleró el paso del caballo para alcanzar a su sub teniente—. ¿Sigues saludando a los cadetes como si fueran tus niños?

—Una persona me dijo que siempre decía que debemos ser amables y buenos, créeme, esos niños lo necesitarán.

—No te cuestiono, teniente, ni al pensamiento de Emily—aclaró Mike—. Aún así, eres su superior, debes enseñarles como respetarte.

—El respeto se gana, mi querido Mike—soltó la azabache con una sonrisa, ganando que el hombre la mirara de reojo—. Creo que tú y yo somos el mejor ejemplo.

Los cadetes observaron una vez más a la legión, antes de verlos galopar fuera del muro Rose.

—Ahora toda la gente confía en la legión de exploración—dijo Eren eufórico.

—Todos están muy animados ¿No creen?—dijo Hanna Diamant—. El pasado no se repetirá.

—También ha mejorado mucho la artillería, no creo que vuelva a aparecer el titán colosal—añadió Franz.

—¿Cómo pueden decir tal cosa, par de tortolos?—dijo Eren molesto.

—¡No nos digas así, no somos pareja!—exclamó Hanna apartando la cara.

Por otro lado Franz sonrió cubriendo su rostro ruborizado—No supongas cosas, Eren.

Leyna ladeó la cabeza con algo de curiosidad por sus compañeros enamorados, mientras que Armin se limitó a admirar la inocencia reflejada en el rostro de Becker.

Tras aquél encuentro, el resto de los reclutas se dirigió a la base debían prepararse para ser asignados a sus distintas áreas.

Al ser candidatos a la legión de exploración, Eren, Connie, Samuel, Sasha, Mina y Thomas fueron asignados a las puertas del muro Rose.

Dentro del muro, Marco y Leyna platicaban sentados en el suelo.

—Te escribiré en cuanto llegue—dijo Bodt, se iría al distrito Stohess al día siguiente—. ¿Sabes? No puedo evitar pensar que quisiera que vayas conmigo.

—Y yo quisiera que te quedaras–respondió ella—. Por favor, eres un excelente líder, de los más capacitados para acabar con los titanes... además te irás con todos esos desconocidos, siempre hemos sido tú y yo.

—No digas tonterías Leyna, la que nació para explorar más allá y recuperar la muralla María eres tú, al igual que Eren o Mikasa, no debes preocuparte por mí ¡Sabes que no estaré solo! Jean vendrá conmigo, escuché que Annie también—Marco sonrió.

Leyna ladeó la cabeza con una sonrisa, era evidente que nada haría que él cambie de opinión.

—¡SOLDADOS, FORMACIÓN INMEDIATA PARA UNA EMERGENCIA!

La voz de uno de los oficiales retumbó en las instalaciones, en cuestión de segundos el lugar se había convertido en un completo caos.

—¿Por qué?—murmuró Marco sin entender nada.

No muy lejos de ellos se encontraba Jean con una cara de consternación ante lo que estaba ocurriendo.

—¡Jean! ¿Qué pasa?—dijo Leyna acercándose a él.

—¡Regresó, el maldito titán colosal volvió a aparecer!—soltó Kirschtein en medio de su enojo y miedo.

Leyna abrió los ojos ante la noticia, sintió que el corazón había dejado de latir por un instante para luego comenzar a palpitar con tanta fuerza y rapidez que ni ella podría calmarlo.

—Maldición.

Las campanas resonaban por todo Trost, mientras los cadetes se encontraban en la sala de suministros, listos para ir al campo de batalla.

—Los cadetes recién graduados ya son aptos para la batalla, tengo grandes esperanzas para la operación—dijo uno de los superiores.

—No te preocupes Hanna, te prometo que  te mantendré a salvo—dijo Franz antes de abrazar a la chica, quien devolvió aquel abrazo llena de terror.

Mikasa y Leyna vieron la escena mientras corrían, se dirigían hacia Eren y Armin.

—¿Está bien Armin?—dijo Jaeger al ver que el rubio no podía cargar gas a causa del terrible temblor en sus manos.

—Está mal—balbuceaba Arlert—. Carecemos de tecnología, nunca logramos desenterrar la roca cerca de la puerta, si no cerramos la apertura tendremos que abandonar esta ciudad, sólo es cuestión de tiempo, s-si los titanes quisieran podrían aniquilarnos en cualquier-

Leyna tomó la mano de Armin con fuerza logrando callarlo, el rubio la miró con sorpresa, mientras ella se encargaba de cargar el gas que su amigo no pudo.

—Armin basta esto ya no es como antes—dijo Eren—. La humanidad ya no perderá.

–Lo siento–susurró Armin—. Estoy bien...

—Levántate—Becker ayudó a que el rubio se pusiera de pie para entregarle el gas para su equipo—. Ahora más que nunca debes confiar en ti y tú instinto, no puedes morir aquí ¿Entiendes?

Arlert la miró, para Armin los ojos marrones de Leyna irradiaban confianza, valentía, fuego.

Algo que él siempre había querido, decidido el rubio asintió, antes de ver como ella se iba del lugar para reunirse con Jean y Marco.

—¡Estarán en escuadrones como en el entrenamiento, obedecerán a la tropa de guarnición!—gritaba el oficial mientras los cadetes formaban—. ¡Darán información, abastecimiento y matarán a todos los titanes que puedan! En la vanguardia estarán las tropas de guarnición, ustedes estarán en el medio, mientras en la retaguardia están todas las unidades élite de la tropa de guarnición, nos acaban de informar que parte de la vanguardia fue aniquilada, la puerta está destruida, y los titanes ya invadieron la ciudad ¡Prepárense, el titan acorazado aparecerá en cualquier momento!

Leyna mordió el interior de su labio para evitar emitir algún sonido ante el terror que le causó escuchar eso, sin embargo los murmullos y gritos ahogados se hicieron presentes en las filas.

–¡Silencio!—gritó el superior—. ¡Sigue luchando lo que queda de la vanguardia, debemos proteger la muralla Rose hasta que todos sean evacuados! Está de más decir que la deserción es delito capital ¡TODOS USTEDES CONSAGRARON SUS CORAZONES, DESPLIEGUÉNSE!

Los cadetes gritaron un fuerte "¡Sí!" antes de dirigirse cada uno a su área asignada.

—¿Por que hoy? Un día mas y hubiera estado en la muralla interior—decía Jean entre dientes al borde del colapso.

Daz vomitaba mientras Christa lo apoyaba sobando su espalda, toda esa escena tenía a Leyna temblando incontrolablemente.

"No es posible, ¿Cómo puedo llamarme a mí misma soldado? ¿Cómo puedo verme salir de estos muros sin siquiera poder protegerlos?" Aquellos pensamientos retumbaban la cabeza de Becker, haciendo que una vez más dude de su valor "Mis padres ¿Que dirían mis padres?".

—Leyna—la voz de Marco llamó su atención, al verla directo a los ojos se topó con el rostro de su amigo, estaba quieto pero sus ojos estallaban de lágrimas a punto de salir.

Sabía que estaba aterrada, pero odiaba mostrarlo.

—No voy a lograrlo, Marco cómo fui tan estúpida de creer que podría salir de los muros–dijo ella apartando la mirada, avergonzada de haberlo decepcionado—. Ni siquiera puedo mirarte a los ojos sin sonar patética... t-tienes que irte ¿Sí? Debe haber algún policía militar por aquí tienes que-

—¡Leyna, despierta!—respondió Bodt tomándola por las mejillas—. Cuándo saltamos a ese río a las afueras del pueblo ¿Quién fue la que me animó a hacerlo?

—Marco...

—¿Quién dio la cara por mí cientos de veces por las travesuras que hicimos? ¿Quién es la chica que desafió a su familia y a un pueblo entero para demostrarles que era capaz de realizar los sueños que intentaron pisotearle?—con esas palabras, un par de lágrimas del miedo se desbordaron de los ojos de Becker, su amigo se las limpió—. Leyna, naciste para esto, solo te apresuraron un poco, no iré a ningún nado, ahora te cuidaré la espalda.

El chico soltó a la pelirroja, quién asintió aún avergonzada por casi colapsar.

—Lo siento—susurró.

—¡Cadete Becker, al escuadrón de Springer, muévase rápido!

Leyna no tuvo ni el tiempo de interponerse, sin decir una sola palabra siguió a su superior para ir al escuadrón de Connie.

Becker reaccionó parando en seco, volteó una vez más para ver a Marco, el muchacho de las pecas sonrió de manera ligera, el miedo en su rostro era evidente pero trataba de ocultarlo para ella, soltando un sollozo la pelirroja corrió hacia su amigo para lanzarse a sus brazos.

El par de niños de Jinea se estrecharon en un fuerte abrazo, Leyna podía jurar que incluso escuchó como un pequeño sollozo escapó de Marco.

—Vuelve—dijo Bodt separándose.

—Tú también—respondió la chica, regalándole una sonrisa más antes de dirigirse a su escuadrón.

Trost ardía en llamas, el escuadrón de adolescentes observaba la ciudad en caos desde un techo, se podían escuchar gritos agonizantes y había sangre por todos lados.

En el escuadrón contaban con Connie, Ymir, Christa, Leyna y un recluta más.

Becker respiró profundamente antes de desplegar sus cuchillas con las manos aún temblorosas, mientras las palabras de Marco resonaban en su cabeza.

Vuelve.

—¡Avancen!—ordenó Springer quién fue el primero en salir.

Leyna se preparó, agarrando fuertemente sus cuchillas corrió hacia el final del tejado, dando un salto la pelirroja desplegó las cuerdas metálicas del equipo tridimensional, elevándola por lo alto. Así no era como ella imaginó su primera misión, pero debía mantenerse firme.

—¡Titán al frente!

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