₂₆
No supo nada de Yoongi en todo el resto del día. Era lo mejor para ambos, presumió, porque desconocía qué tan sereno pudiese ser un encuentro entre ambos cuando estaba tan susceptible por obvias razones. No era por justificarse, pero la discusión tenida había sobrepasado limites en cortas palabras.
La mañana fue aprovechada en la posada que ahora poseía cierto rasgo emocional para Taehyung, un recóndito lugar que representaba lo que tenía con Jungkook. ¿Qué tenían, justamente? Se lo había preguntado en diversas ocasiones en su interior, mientras Jungkook lo abrazaba devuelta en la cama y hablaban sobre nimiedades.
Fiel a la palabra, actuaron cómo si todo estuviese bien. Yoongi no existía, su matrimonio menos, y eran solo un omega y su alfa compartiendo un domingo por la mañana. Hablarían sobre el trabajo de Jungkook, sobre los casos en los que había ejercido, y Taehyung le contaría sobre sus pasatiempos y sus sueños de poder trabajar.
—Puedes hacerlo —sonrió Jungkook, proporcionando suaves caricias en su hombro mientras Taehyung se acurrucaba en su pecho desnudo—. Serías un gran profesor de danza, te veo con tu propia academia y todo. Tendrías a pequeños cachorros detrás de ti queriendo que les enseñes.
—Hace mucho que no bailo —se rió al negar con la cabeza—. Y tener una academia propia sería... No te lo niego, me encantaría, pero prefiero empezar desde abajo. No quiero ser un mantenido.
Jungkook le observaría con ojos tristes y una nueva mueca, besando su frente y acariciando luego su rostro con el propio. —No eres nada de eso, príncipe. No tienes idea de lo que lamento haberte juzgado de esa manera.
Y allí entre sus brazos, Taehyung se desahogaría.
—Yoongi no me mantiene —Jungkook lo observó, confundido ante su afirmación repentina. Y Taehyung continuó—: Él no me mantiene. Su familia... Mi papá me dijo que su familia no está en una buena posición actualmente. Sí, la casa dónde vivimos la costeó él, pero todo lo que gana es gracias a los préstamos y el apoyo de mi papá.
—¿O sea que...?
—Siempre fue un matrimonio a conveniencia. Nunca me lo confirmaron, no hasta ahora, pero tampoco me lo negaron. Y fui muy idiota al no comprenderlo —Taehyung se rió, quizás para no terminar llorando. Últimamente detestaba hacerlo, odiaba fervientemente su sensibilidad—. Digo, siempre fui visto por nuestras familias como su omega. Él tuvo sus relaciones cortas en su adolescencia, pero yo siempre estuve guardándome y listo para Yoongi. Suena anticuado, pero para mí era tan romántico estar destinado para él.
El omega se encogió de hombros, recibiendo un beso en su sien. —Hasta que simplemente no lo estuve. Una pareja de destinados no se tratarían así. Cuando nos casamos todo era tan lindo, y cuando empezó a desgastarse me cubrí los ojos y fingí que todo estaba bien. Jamás se me ocurrió el daño que eso me haría.
—Sabes que... Independientemente de lo que pase con nosotros —Jungkook musitó cuidadosamente, queriendo escoger las palabras correctas. Su alfa le exigía proteger al omega, creando un sentido de pertenencia que no estaba seguro de que fuese acorde aún—, tienes que terminar esa relación... ese matrimonio. Estás sufriendo, Taehyung.
—No puedo... Es difícil. A mi papá no le importa tanto, pero él siempre se deja llevar por mi madre y ella es del pensar que los matrimonios deben perdurar pase lo que pase. Y yo quedaría como un omega que no pudo mantener a su alfa a su lado, que ni siquiera pudo conseguir que lo marquen —negó con la cabeza, sintiendo cierta humedad agolpándose en las cuencas de sus ojos. Estaba derramando lágrimas sin siquiera darse cuenta, ahogándose cada una en la piel bronceada de Jungkook—... es tan vergonzoso.
—Ese es un pensar de mierda, Taehyung. Las relaciones se acaban y nada de eso debe definir tu valor como persona —Jungkook frunció su ceño, jalando el mentón del omega hasta hace que lo mirase. Le generaba dolor verlo en ese estado, con sus pestañas humedecidas y sus ojos apagados y caídos—. Creo que es más que obvio que tu familia son un asco y te hicieron mucho daño lavándote la cabeza.
—Ponle que yo no esté de acuerdo, pero la gente va a hablar de igual forma, Kook...
—¿Y? Que hablen. Solo tú sabes por todo lo que pasaste. Mereces estar con alguien que te ame, no con alguien tan... egoísta y emocionalmente abusivo, Yoongi. No sé qué debo decirte para que lo entiendas.
—Lo entiendo, pero no es tan sencillo. Tu matrimonio estaba respaldado sólo por el amor, y cuando ya no lo hubo se acabó. El mío está respaldado por cosas fuera de mi alcance —intentó empujarse hacia el rostro perfilado de Jungkook, besarlo y así lograr acabar con el tema y relajarse, pero fue alejado suavemente—. No te enojes, por favor.
—No me enojo... no contigo. Créeme que no contigo —Jungkook suspiró, restregándose los ojos con su mano libre. De esa forma lucía mucho mayor de lo que realmente era, todo atisbo de juventud viéndose amenazados por el peso de la situación—. Tienes que ordenar muchas cosas en tu cabeza, y no quiero confundirte.
—Hoy está todo muy reciente —Taehyung musitó, estirando su brazo para rodear el torso del alfa. Abrazarse a él lo hacía sentirse más seguro—. Necesito hablar con Yoongi. Como lo conozco se que hoy no se pasará por la casa, así que será mañana. ¿Te parece si nos vemos después de eso?
Jungkook acarició su cabello, enredando sus dedos entre las hebras castañas y despeinadas que cubrían su cabeza. Era difícil hacerse una idea de qué estaba pensando, pero podía ver que estaba tan indeciso como él. —Supongo. Probablemente salga del trabajo a eso de seis de la tarde, si quieres puedes ir a mi casa...
—¿Por fin la conoceré? Me parece bien —asintió, sonriendo a pesar de todo mientras reposaba su cabeza por completo encima de él—. Todo estará bien.
Jungkook suspiró; el castaño parecía querer convencerse más a sí mismo que a él, y mientras el alfa seguía sintiendo la mayor culpa que había logrado experimentar. Una fea culpa, que invadía todo su interior como un parásito. Podía acabar con la confusión de Taehyung fácilmente, solo debía decirle.
Pero le asustaba, ahora más que nunca de hecho. Decírselo luego de haber compartido tanto con él, de que él omega se le hubiese entregado libremente, de que hubiese dejado el secreto crecer y crecer como una bola de nieve. Era tan complice como Jimin de la infidelidad de Yoongi, y era lo suficientemente egoísta como para negarse a perder a Taehyung por un secreto que no debió guardar en primer lugar.
Tenía miedo, estaba lleno de remordimiento, y jamás perder a alguien lo había atemorizado tanto. Ni siquiera al perder a Jimin, pero quizás todo se resumía en que perderlo no fue su culpa. Si Taehyung le dejaba estaría en toda su razón de hacerlo.
Solo pensarlo lo hacía querer llorar.
Al día siguiente se había despertado agotado, física y emocionalmente. Se dedicó a lavar su ropa y gran parte de la casa con dedicación, siendo cuidadoso de borrar cada rasgo del olor de Jungkook impregnado en él.
Había funcionado, Taehyung olía de nuevo a fresas y flor de cerezo, pero las marcas en su cuerpo seguían allí y cada vez más se notaban más. Con un suéter de cuello alto color beige se sintió más seguro, por lo que fue lo que se dejó en el momento en que se dispuso a salir de su casa. La última vez que había ido a la empresa de su esposo fue meses atrás, y Taehyung no tenía muchas esperanzas de que terminara bien.
Suficiente era que al menos le dejasen pasar sin problemas. A pesar de su encierro constante se le seguía reconociendo como el esposo de Yoongi, y de forma tenue y casi diminuta apreciaba el hecho. El poco respeto que se le era dirigido seguía siendo apreciado, a pesar de todo.
Cargó su saco de color café en su brazo, manteniéndose solo en su suéter. Sabía que su apariencia podía ser mejor, con sus ojeras y palidez, pero la clase y elegancia que acostumbraba a portar seguían salvándole de verse desgarbado. Nunca humillaría a Yoongi viéndose como un omega desaliñado, por mucho que a veces se lo mereciera.
Se adentró a la resguardada oficina sin timidez, la ansiedad y inseguridad constante que llevaba siempre junto a él como una segunda piel. Todo era vencido por las emociones que se conglomeraban en su estómago, logrando llenarlo de nauseas y de querer explotar con su marido.
Pero antes de que pudiese sacar todo tal como planeaba en su cabeza, la presencia de alguien más en la oficina arruinó todo pronóstico. Reconocía ese aroma, una mezcla perfecta de café y menta. Fuerte para un omega, pero con la suavidad necesaria. Sin embargo, su nariz sensible detectaba algo más, un aroma incierto que no pertenecía del todo a su marido o al omega en frente, y a la vez sí.
Yoongi le observó como si hubiese tragado una pastilla amarga, sobándose el puente de la nariz mientras el omega se giraba sobre su silla. Era Park Jimin, el ex esposo de Jungkook. Pensar en las acciones del hombre, aquellas que dañaron al alfa, lo hacía casi temblar de la rabia.
—Amor, qué haces aquí... —la pregunta sonó casi como una queja en el aire, Yoongi luciendo agotado en su asiento como alguien que probablemente había pasado una pésima noche. ¿Había sido su culpa? Esperaba que no.
El aroma de Jimin se sentía amargo, como el de un omega deprimido, y su apariencia ciertamente dejaba mucho qué desear. Desde su ropa desaliñada, su cabello frágil y revuelto, o sus ojos caídos y adornados por grandes bolsas casi púrpuras. No se veía bien, y culpaba a su omega interno por querer ayudarle.
—Necesitamos hablar. A solas —no quería ser descortés, pero sus palabras fueron claramente dirigidas a Jimin.
—No tengo tiempo, justo estaba discutiendo lo del cliente que te mencioné con Park y-
—Yoongi —le cortó, caminando hacia el escritorio con su mandíbula tensa—. Creo que es hora de que ordenes tus prioridades; y siento que nuestra relación es más importante que el trabajo que debas arreglar con él.
La expresión de Yoongi era desafiante, y sabía que le estaba molestando su actitud. Pero él también se hallaba molesto, y las respuestas que el alfa le daba no ayudaban. —Creo que difiero sobre nuestra opinión de prioridades, cariño.
Inhaló con fuerza, el enojo clavándose como agujas poco a poco en su cuerpo. Ladeó la cabeza, asintiendo prontamente en escueta respuesta. Si no lo lograría de buena manera, lo haría por las malas; luego se arrepentiría, pero a ese punto estaba saturado de numerosas cosas.
La primordial era de su matrimonio. —¿Park Jimin, no? —giró su cabeza hasta observar al pálido omega, incluso más pálido que él—. ¿Podrías darme un momento a solas con mi esposo? No es por ser grosero, aunque deberías entender debido a tu... reputación, que no me siento muy cómodo dejándote a solas con un alfa. Mi alfa.
Los rosáceos labios del omega se entreabrieron en estupefacción mientras oía las quejas y reproches de Yoongi resonando delante de él. Solo estaba concentrado en la abochornada expresión de Jimin, arrepintiéndose de inmediato por su acotación grosera y fuera de lugar. Los asuntos de Jungkook no le acontecían, y Jimin no tenía la culpa de sus problemas con Yoongi, pero antes de poder decir algo más el omega se había levantado, otorgándole una ligera inclinación de cabeza antes de irse lo más rápido posible de la oficina. Temblaba, y olía aún más deprimente. En definitiva se sentía mal.
—¡Jamás, en toda mi vida te he visto ser tan desubicado con alguien! Taehyung, que sea la última vez que le hablas así a alguien en mi cara. ¿Te gustó humillarlo, te hizo sentir mejor contigo mismo?
—Lo siento...
—Más te vale que lo sientas. Ese omega al que insultaste está embarazado, solo y sin apoyo. Mira qué hay que ser mala persona para tratarlo así en su estado —el alfa advirtió con el enojo reflejándose duramente en sus ojos, avanzando al lado del escritorio hasta tomarle del antebrazo con rudeza y sacudirlo—. ¿!Me estás oyendo!?
—¡Suéltame! —chilló, sacudiendo su brazo sin éxito. Estaba procesando lo dicho, negando con la cabeza. ¿No era posible que Jimin esperase un bebé de Jungkook, no? El asunto estaba impregnándose en su cabeza... No, las fechas no cuadraban—. Yoon-Yoongi, basta, lo siento.
—Estoy cansado de tener que soportarte. Últimamente ni tú mismo te aguantas, Taehyung—el alfa lo soltó sin cuidado, caminando sin rumbo dentro de la habitación. Esta se estaba llenando del aroma a césped húmedo de Yoongi, y era tan intenso en enojo que lo hizo sentarse donde antes se hallaba el otro omega—. Antes me hacías las cosas más fáciles, ¿Pero ahora? ¡Me aterra tener que llegar a la casa y aguantarme tus malos humores!
—¿Entonces es mi culpa? —balbuceó, una incrédula risa siendo liberada poco después. Cuánto descaro—. Oh, Yoon, lamento tanto no esperarte con una sonrisa e ignorar el hecho de que no me dedicas tiempo, que estas conmigo cuando te conviene, que de un tiempo para acá ya ni haces el intento de tratarme decentemente. Si tú estás cansado, yo lo estoy el doble.
—Claro, todo siempre debe girar en torno a ti, ¿No? —Yoongi lo observó cuidadosamente, sus hendiduras profundas taladrándole sin reparo—. Pobre Taehyung, debe casarse por obligación. ¡Pobre! Su esposo no está listo para marcarlo, tampoco para tener hijos. ¡Nadie vive peor que Min Taehyung!
—Yo no me victimizo, eso lo haces tú.
—Tal vez, pero tú eres el que tiene el complejo de mártir acá. Yo no. Y escúchame bien: Yo no te debo nada por casarte conmigo, no me has hecho ningún favor —con ambas manos en los brazos de la silla, Yoongi se inclinó lo suficiente para tenerle cerca—. Si no eras tú, era alguien más. Si no era yo, ¿Quién iba a casarse contigo? Todos en nuestro círculo han sabido de ti patético encaprichamiento conmigo. Todos han sabido que no serías capaz de tener hijos. Todos sabían que jamás serías la primera opción de ningún, ningún otro alfa. Así que el que tiene que estar agradecido aquí eres tú.
—¿... Qué?
Sentía frío.
Todo se sentía frío, como un balde de agua helada empapándole de pies a cabeza. Y Yoongi lo observaba con falsa lástima. —¿No lo sabías, Taehyung? ¿Tus padres nunca te lo dijeron, o tu hermano siguió dándote falsas esperanzas? Desde que te presentaste el doctor les advirtió que además de tu susceptibilidad a los aromas, tu lobo era frágil, tu utero también. Todo intento de embarazo resultaría en una pérdida.
Aquello no tenía sentido, sus padres no le presionarían para que quedase embarazado de ser así. Estaba confundido, su cabeza dolía y amenazaba con explotar, y Yoongi cada vez lucía más borroso por las lágrimas que se asomaban y se conglomeraban en sus ojos. Yoongi continuó, su rostro raramente sereno y lleno de lástima. —Realmente no lo sabías, me lo supuse cuando insistías tanto por intentarlo. Eso querían tus padres, que te tuviese como criadero, embarazo tras embarazo hasta que funcionara —Yoongi suspiró, observando a Taehyung temblar. Sus intenciones maliciosas debido a la rabia que su alfa sintió al ver a Jimin en mal estado subsidiándose.
Si bien no amaba a Taehyung, le era imposible no sentirse mal. Estaba recibiendo la peor parte de todo, y no podía cambiar nada, no cuando Jimin y su hijo eran su prioridad. —Te habría matado. Cada pérdida te habría matado, habrías terminado como esos omegas que pierden la cabeza. ¿Lo entiendes, no?
—¿Qué te costaba decírmelo? ¿Qué te costaba explicarme que por eso nunca me diste una oportunidad de verdad? —Taehyung sollozó, cubriendo su rostro con sus manos. Se sentían frías, todo lo que le rodeaba lo hacía—. ¡Porque soy un omega defectuoso! —terminó balbuceando, todo sonido ahogándose tras sus manos—. Ellos tenían toda la razón razón... Dios mío...
—Ya cumplí con mi parte. Yo... Lo lamento, Taehyung, pero lo mejor es que te vayas a la casa. Puedo llamar a Chanyeol para que vaya y tengas compañía.
—¿Ni para eso eres capaz, Yoongi? —el omega dejó caer sus manos, revelando sus enrojecidos ojos que se disparaban duramente hacia él. Temblaba, aún lo hacía, pero con todo y eso fue capaz de levantarse y empujarlo lejos de él—. Puedo ser un omega que no sirve, pero tú...
Negó con la cabeza, guardándose cualquier diatriba que amenazara con salir, y en zancadas débiles se dirigió hasta la puerta. Por mucho que le costara ignoró el dolor en su pecho, porque Yoongi no evitó su partida y a nadie parecía importarle.
Ignoró también la mirada llena de empatía de Park Jimin en el pasillo cuando se adentró al ascensor, importándole poco su aroma descontrolado y su aspecto desastroso. Estaba harto de no permitirse llorar, así que eso hizo. Lloró y sabía que continuaría haciéndolo incluso en su auto, la soledad permitiéndole sacar todo lo que había internalizado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro