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La hermana de Jungkook, Jiwoo, era más que parecida a su hermano cuando se le miraba a simple vista. Cumpliendo recién catorce años no era demasiado alta, tenía facciones idénticas a las del alfa pero mucho más suaves, en concordancia con su estatus como omega. Su cabello era el más largo que Taehyung había visto, rozando sus caderas envueltas en un vestido amarillo chillón con parches negruzcos en forma de flores.
Al ver a la otra madre de Jungkook, supo que Jiwoo y Jungkook habían heredado sus rasgos de ella. Era una mujer algo baja, pero que en sus tacones y su vestido delicado y señorial aparentaba ser superior a cualquier en esa casa. Tenía la suavidad en sus labios, los ojos saltones pero maduros y sin mucho brillo, los pómulos y la mandíbula definida de Jungkook. Su cabello del color del chocolate estaba recogido en un moño en su cabeza.
—Jeon Seohee, es un placer —la mujer se presentó con la elegancia de un cisne, su alargado brazo lleno de brazaletes que danzaban en la finura de su muñeca, y aquella mano fue estrechada por él con cuidado y quizás algo de temor. Debía ser una alfa, por cómo le intimidaba aunque su estatura dejase a desear. Seohee contrastaba con todos ahí por la distinción de su ropa; todos, quizás menos él—. Jungkook te ha mencionado un par de veces. Nunca nos dijo que eras un omega tan atractivo.
Sus mejillas adquirieron un sonrojo distinguible, mientras un par de sonrisas se asomaban a los lados de la mujer. —Ellas son mis hermanas —Jungkook interrumpió sin mucho cuidado—. La menor es Jiwoo, la cumpleañera —atrajo a la pobre niña de la cabeza hasta su pecho, abrazándola bruscamente mientras ésta lo empujaba—. La mayor es Sujin —señaló a una de ellas, luego a la otra—, y Jisun que es menor que yo.
A primera vista parecerían mellizas, y supo de inmediato que sus genes era de la otra madre de Jungkook, Soyeon, quien había atraído a Jiwoo en una discusión que Taehyung no lograba discernir. Tenían rostros alargados y delicados, ambas omegas si su nariz no le fallaba. Tenían aromas dulzones. Sujin era la más atractiva del par, quizás por su edad y madurez. Debía tener unos veintitrés años, alta, de cabello en ondas oscuras hasta la espalda y labios gruesos en compás con sus pómulos prominentes. Jisun no debía tener más de veinte o dieciocho, de cabello lacio hasta los hombros y baja estatura.
Jisun se acercó de inmediato, abrazando a Jungkook y luego a Taehyung antes de excusarse a unirse a la discusión de su hermana y su madre. —Nos alegra que vinieras. No solemos invitar a gente ajena, pero Jungkook hizo énfasis en la buena compañía que eras —Sujin meneó las cejas hacia su hermano, sonriendo finalmente antes de hablarle a Seohee—. ¿Viste, mamá? Por primera vez no somos las únicas bien arregladas.
Jungkook rodó los ojos antes de unirse a una tonta discusión con ella, y es que fijándose en ello, Sujin era más parecida a Seohee de lo que parecía a primera vista. Se alzaban con un porte que Taehyung solo podría comparar al de su propia madre, y además, tenían ropa bonita. Necesitaba esa chaqueta de lentejuelas que portaba Sujin.
—¡No me avisaron que habría un chico aquí! ¡Y yo salgo como un desastre! —un chillido lo sacó de sus pensamientos, sobresaltándose al ver a la cumpleañera con un berrinche comparable al de un infante. Jiwoo se jalaba el cabello, dando zancadas hacia el pasillo—. ¡Odio este vestido!
—Aquí viene —Jungkook se rió cerca de su oreja, haciéndolo estremecer—. Va a gritar aún más y saldrás huyendo tal como lo esperaba.
—No seas odioso —Taehyung rodó los ojos, casi sintiendo lástima por la niña. El vestido que usaba no era feo, pero sí quizás demasiado señorial para alguien de su edad. Además, ese escote ameritaba atributos que Jiwoo aún no tenía. Sentía que debía ayudarla, así que jaló la bolsa del mesón y caminó hasta atraer a la joven. Irónico era el cómo ver a alguien pequeño en apuros le quitaba todo rastro de pena o ansiedad; eran su debilidad—. Hola, Jiwoo, soy Taehyung.
La niña— no, la adolescente se giró sobre sus talones, su cabello batiéndose sin cuidado y abofeteándole en el rostro básicamente. —Lo sé, Jungkook siempre habla de ti.
—¿Lo hace? Espero que sean cosas buenas —Taehyung se rió con nerviosismo, el peso de las palabras dichas haciendo que su estómago diera algunas vueltas—. Me invitó a que viniera, y no podía venir sin darte un regalo. Quizás haya algo que te guste más, no lo sé.
La expresión de Jiwoo se suavizó notablemente, mucho menos ofuscada y retadora. Lucía bastante mejor de aquella forma, y casi hizo sonidos de ternura al ver en cuánto se parecía esa sonrisa a la de Jungkook.
—¡No tenías que hacerlo! —igual que su madre Soyeon, gritaba demasiado—. ¡Ni siquiera Jungkook me regala cosas, eres el mejor!
Recibió su abrazo con una sonrisa complacida, palmeando suavemente la espalda de la menor. —No me lo agradezcas. Hay dos vestidos qué tal vez te sirvan, feliz cumpleaños.
Jiwoo corrió hacia las habitaciones sin excusarse y con bolsa en mano. De cierta forma, le recordaba a la hermana de Yoongi. O al menos a su época en aquella edad, cuando lo invitaba a su casa y se sentaban en las sillas reclinables, cerca de la piscina para ver a Yoongi y a sus amigos jugar volleyball en el agua.
A esas edad no compartió mucho con otros hombres, siempre sus amistades fueron Jeongyeon y sus amigas. Alienado por ser omega por nadie más que sus propios padres, no logró congeniar con las amistades del alfa que lo hacía escribir poemas tontos en su diario. Yoongi era más como la fantasía lejana que observaba a la distancia, por muy unidos que hubiesen sido cuando tanto ellos como sus hermanos eran niños.
Recordaba los juegos de verdad o reto con Jeongyeon, las risillas debajo de las sábanas mientras ella hablaba del alfa que le gustaba, y Taehyung hablaba de Yoongi. Solo de él.
—¿Taehyung? —Jungkook lo sacó de sus cavilaciones, acariciando su brazo—. ¿Estás bien?
—Sí- No es nada, me perdí. Estaba- pensando —Taehyung asintió, ofreciéndole al alfa una cuidadosa y cálida sonrisa. Sentía que un par de ojos le taladraban, y fue fácil ver que Seohee y las dos hermanas de Jungkook eran las culpables.
—Esa bolsa era de Chanel... —musitó Jisun, la menor de ambas, con su corto cabello meneándose al negar con su cabeza—. Quiero que vengas a mi próximo cumpleaños.
—¡Jisun! —ambas madres llamaron la atención, obteniendo unas risas por parte de Sujin y la tía de Jungkook.
—Es la verdad, ¡A Jiwoo le encantan los vestidos, acertaste en eso! —Soyeon sonrió ampliamente, alzando ambos pulgares de forma infantil.
—Espero que le gusten más que el que tenía —Taehyung admitió, su sonrisa relajándose al sentir el ambiente mucho menos hostil y desconocido. Seohee tensó su siempre presente sonrisa, ambos ojos como cuchillas hacia él.
—Eso sería triste, considerando que yo se lo regalé.
Taehyung se tensó nuevamente, sintiéndose algo frío y acalorado al mismo tiempo. A la próxima, era mejor obedecer los consejos de sus padres y cerrar la boca. Jungkook acarició su cintura, guiándolo hasta el sofá con la excusa de quererle mostrar mejor la sala.
La siguiente sorpresa del día vino un poco después. El esposo de la tía de Jungkook, un alfa serio pero amable de cualquier forma, había llegado con su hijo de unos tres o cuatro años. Era tan pequeño, con sus mejillas de bebé y sus ojos marrones y grandes. Tenía el cabello algo largo, lo suficiente para que al hacerse sentado en el regazo de Taehyung este pudiera acomodarlo detrás de sus pequeñas orejas.
Era hermoso, y Taehyung solo quería suspirar y pedirle a la vida que le diese la oportunidad de ser padre.
Se llamaba Dohyun, era primo de Jungkook y la personita más adorable que conocía. Había tomado cierto apego a Taehyung de inmediato, y supuso que se trataba su aroma a omega que por muchas lociones que se echara encima, jamás pasaría de improvisto ante las sensibles narices de un cachorro. —Se te dan bien los niños. Jiwoo ya no lo es, pero la oí diciéndole a Jisun que eras genial.
Le sonrió a Jungkook, notando la suave expresión del alfa. A pesar de lo nervioso que estuvo en el momento con Seohee, su mamá, ahora se encontraba mucho más tranquilo y con ese brillo típico de él en los ojos.
—No lo- Es cosa de omegas, la verdad. Va en la naturaleza —se excusó, observando por un momento el cómo Dohyun había tomado su teléfono y estaba jugando con algunas de las apps que Taehyung tenía. Era peligroso prestárselo según Jungkook, pero era difícil negarse cuando el bebé lo convencía con besos esquimales. Aún sentía su nariz fría moviéndose contra su mejilla.
—No te creas. Jisun es omega, y los bebés no se le dan para nada bien. Mi mamá Seohee también y ya viste cómo es...
—¿Es una omega? —cuestionó en un grito-susurro, frunciendo el ceño—. Pero- No huele a...
—Ella es fastidiosa con eso. Se cuida de su aroma, no le gusta... En ese sentido se parece a ti. Creo que siempre ha sido reservada con eso —musitó el alfa, algo pensativo, antes de encogerse de hombros—. Y mamá Soyeon no tiene los aromas más fuertes de alfa, la verdad.
—Debió ser complicado para ti, ¿No? Vivir con puras mujeres... —Taehyung murmulló; al menos para él había sido complicado. Por mucho que Chanyeol le cuidara antes, nunca fue más que un hermano mayor, nunca un amigo. Y actualmente era difícil socializar con hombres sin sentirse fuera de lugar, independientemente de su clasificación.
—No era solo yo. Tengo un hermano mayor... —Jungkook acarició el brazo de Dohyun, el cual se alejó hasta empujarse contra el pecho del omega. Taehyung sonrió, abrazando con suavidad al niño antes de brindar toda su atención a Jungkook—. Es el mayor de nosotros. Seokjin es un omega, pero ya ves, eso no importa mucho en mi casa, seguía siendo el mayor y estaba a cargo de nosotros.
—¿Entonces eras el bebé? —Taehyung se rió, imaginándose al alfa del tamaño de Dohyun. Jungkook debió haber sido un bebé adorable, si aún mantenía un aspecto jovial y adorable detrás de todos esos músculos y actitud intimidante.
—Algo así. Al menos hasta que Seokjin se fue, de ahí en adelante tuve que tomar más responsabilidades. Sujin siempre fue más una igual que una hermana mayor —Jungkook estaba mirando a la mencionada, quién hablaba con su pareja. Era un beta que había llegado recientemente, y por la cara de sus madres no estaban muy contentas con su presencia—. Acá nos criaron con esa costumbre. Ser alfa u omega no importaba. Seokjin era un omega pero era el mayor, así que era el responsable de nosotros.
—Nunca habías mencionado a tu hermano —musitó, viendo cómo Dohyun sacudía su teléfono frente a su cara.
—Se apagó, TaTa —Taehyung sonrió enternecido, tomando su teléfono para ver que no se había apagado. Estaba recibiendo una llamada de Yoongi, la cual lo hizo suspirar y esperar a que se cortara. Activó el modo avión y se lo devolvió al niño—. ¡Graaaacias!
Jungkook seguía mirándolo con esa expresión que lo ponía nervioso; entre enternecido y cálido, con un deje de sorpresa en sus orbes oscuros y brillantes. —Lindo.
—Shhh, no —estaba sonrojado, bajando la mirada hasta el juego de bloques en su teléfono. ¿Y ese juego? El pequeño sobre sus piernas debió haberlo descargado.
—No suelo hablar mucho de él —Jungkook cambió de tema y pasó su brazo sobre los hombros del omega, acariciando su hombro distraídamente—. Me pegó su ida... Era muy unido a él. Y simplemente nos dejó.
—¿Por alguna razón en específico?
—Seokjin siempre fue muy libre, muy independiente; era el mejor amigo de Jimin cuando eran pequeños, de hecho. Entonces verlo transformarse a algo que yo no reconocía fue- duro —su voz sonaba distante, atrayendo una mano sobre su rodilla. Taehyung lo acaricio en busca de brindar confort, y fue bien recibido por el alfa. Jungkook acarició su mano con su diestra, mordiendo su lengua antes de hablar—. No soporto ver a un omega que dependa solo de un alfa desde entonces. ¿Recuerdas cuando nos conocimos? No me agradabas nada.
Una amarga risa dejó los labios de Taehyung. Enarcó una ceja, rebotando a Dohyun sobre su rodilla. —¿No? Eso me sorprende. Eras todo un galán en ese momento.
—¿Lo era?
—Oh, sí, un príncipe sacado de Disney.
Jungkook se rió, dejando un beso sobre su cabeza. Lo haría morirse ahí mismo si continuaba con esas demostraciones de afecto, lo ponían débil. —Fui un patán. Pero me trajiste recuerdos horribles, Taehyung. Te juro que no fue personal. Nadie que te conozca podría odiarte.
Una débil sonrisa adornó nuevamente su expresión. La mano de Jungkook que antes estaba sobre la suya ahora estaba acariciando su mejilla. Era cuidadoso, lleno de calidez y suavidad, y Taehyung se preguntó cómo podría no caer ante tales encantos cuando en su vida alguien lo había tratado así. —Tranquilo; cualquier cosa que hayas hecho o dicho, lo has compensado con ser tan especial.
Besó su mano, recibiendo una amplia sonrisa y un rubor en el rostro del alfa a cambio.
Nota: Al fin actualicé, disfruten estos 3 capítulos, es un pequeño maratón que quería subir hace tiempo pero no pude por mis clases, en fin gracias por esperar, disfruten❤️.
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