₂₀
Intentar tener sus momentos de intimidad con Yoongi había sido un error monumental, decidió mientras ponía sobre la mesa la cena que tendría en la absoluta tranquilidad de su soledad rutinaria.
Pero Taehyung estaba desesperado, su mente divagando a labios finos de un alfa que no era el suyo, en aromas que lo derretían, en manos grandes que sujetaban su cuerpo y todo por simples besos que para alguien más habrían sido insignificantes. Por otro lado, para él eran... algo que no lo dejaba dormir por las noches. Era la culpa escalando como alimañas en su interior, consumiendo todo lo que hallaban a su paso y junto a eso su estabilidad mental. No podía ver a Yoongi a la cara y fingir que todo estaba bien; porque no, Yoongi y su actitud por igual eran insoportables y Taehyung no podía dejar de pensar en Jungkook.
"Si Jungkook estuviera aquí..." era algo constante resonando en su cabeza, indicándole que, sin duda, Jungkook jamás le haría todo lo que su esposo estaba haciendo. Era tan desconsiderado, pero tampoco se sentía menos culpable por ello. Sin duda, en otro momento y situación, la entrada de Jungkook en su vida habría sido lo ideal.
Pero Taehyung estaba cansado, para bien o para mal. Y ver a su nuevo amigo de esa manera estaba demasiado...
Su teléfono sonó, distrayéndolo del pescado empanizado de triste apariencia que lo esperaba en su plato, y ya ni siquiera se veía del todo apetitoso. Respondió la llamada de inmediato al ver que se trataba del objeto de sus pensamientos, una sonrisa deslizándose en sus comisuras de forma casi imperceptible. —Estaba pensando justo en ti.
—¿Ah, sí? Soy muy oportuno, entonces.
—¡Uhum! Estaba pensando en que no me has dicho de vernos, pero supongo que tu familia te debe tener muy ocupado.
Conocer a la familia de Jungkook le generaba demasiada curiosidad, poder ver a las personas que lo criaron y que significaban mucho para él. Taehyung no conocía a muchas familias, y las pocas que eran de su entorno jamás habían sido tan hogareñas como Jungkook describía a la suya.
Un silencio llenó la línea, poco preparándolo para el golpe y vacío en su estómago. —Sobre eso... ya no va lo de la reunión —suspiró Jungkook a través de la llamada, desinflando la emoción del omega por completo.
—¿Y eso por qué? ¿Pero tu hermana no se sentiría mal si la cancelan?
—Agh... La reunión sí se va a hacer. Pero mi ex esposo fue invitado y no puedo negarle nada a mi mamá, ella fue la que le dijo de venir. Y no quiero exponerte a que llegues a sentirte incómodo, ¿Lo entiendes, no?
Claro que lo entendía. Pero se hallaba irracionalmente molesto, sus labios arrugándose en una mueca que, aunque al alfa no pudiera ver, iba directo para él. —Pero no tiene nada que ver con que yo vaya, Jungkook.
Se sentía realmente decaído. Desplazado, con un hueco pronunciado en su estómago. Podía escuchar a Jungkook gruñir y quejarse. —Lo sé, voy a compensártelo, ¿Vale? Puedes conocer a mi familia en otra ocasión, no es la gran cosa. De verdad. Igual son gente demasiado encimosa y no creo que te fueras a sentir cómodo en primer lugar-
—No, ¡Sí era importante! Disculpa, Jungkook, no sabía que la tenías tan difícil con tu familia encimosa. Si quieres te regalo a la mía, ya que tanto te quejas —no podía parar de disparar las palabras sin meditarlas antes, luego se detestaría por ello—. Que te vaya bien, adiós.
Colgó la llamada, su labio inferior temblando al sentir la humedad que se almacenaba en sus ojos. Sabía que estaba siendo irracional y demasiado injusto con Jungkook, pero no podía dejar de sentirse mal. ¿Tal vez eran sus hormonas de omega? Su padre siempre achacaba sus malas emociones a ello.
Pero seguía sintiéndose terrible. Se abrazó a sí mismo, dejando caer su mejilla sobre la mesa y junto al plato casi lleno de forma dramática. Eran tantas cosas acumuladas, desbordándose ante el más leve empujón.
Estaba tan cansado, solo quería que su entorno desapareciera por un instante, olvidarse de todo. Incluido Jungkook. No tenía la culpa de la mayor parte de sus problemas, pero si no hubiese llegado a confundirlo tanto con sus... miradas dulces y sus palabras tan hermosas, Taehyung no estaría tan confundido.
Apoyó su cabeza sobre su mano, ojeando la cena que probablemente no tocaría y la dejaría para Yoongi -sí acaso se dignaba a aparecerse más tarde. Estaba pensando cosas que no debería, arrepintiéndose de cosas que aunque no se mereciera estaban ahí.
¿Y si Jungkook tenía la oportunidad de volver con aquel omega? Taehyung no estaba seguro de poder soportarlo. Así que... lo mejor sería alejarse lentamente.
Tres días. Tres jodidos días sin saber de Taehyung.
Ni un texto, ni una llamada, absolutamente nada. Y empezaba a sospechar de que su contacto había sido bloqueado. Comenzaba a desesperarse, y es que no existía nada peor que la costumbre, la rutina que se apegaba a su pecho y dejaba un grave vacío cuando no estaba.
Había sido acostumbrado a escribirse con Taehyung, algo constante con fotos de cualquier cosa que pudiese hacer reír al otro. Como cuando Jungkook observaba un gato en la calle y lo capturaba en una imagen para él, o cuando Taehyung hacía sus postres dignos de revista gourmet para hacerlo quejarse con emojis llorando por no poder estar ahí para comerlos.
Le hacía falta. Simple y llanamente; Taehyung, en solo tres días, le hacía falta.
Aquel pensamiento lo hacía temblar en su temor y miedo.
Pero aún así allí estaba, un pastel de fresas hecho a mano en un empaque de plástico transparente. ¡Hecho por él mismo! Con cierta ayuda de Hoseok, aunque su parte fuese simplemente leer la receta en voz alta mientras Jungkook se dedicaba a seguirla fielmente. El resultado era un pastel aceptable, quizás demasiado aguado y dulce, pero ahí estaba con fresas frescas que Taehyung amaría.
En sus cuantiosas salidas pudo discernir el gusto del omega por las frutas cítricas, como las naranjas y las fresas. Sobretodo aquellas ultimas, que definían su aroma de maneras que Jungkook jamás lograría superar.
Si aquello no era una ofrenda de paz, entonces no sabría qué sería.
En lugar de irse en su auto, lo cual llamaría demasiado la atención y no era recomendable por razones obvias, tomó el metro hasta la zona y luego un bus que pasaba cerca de la villa de casas donde Taehyung y su esposo residían. Era tal como la recordaba, en la tarde ya casi noche y con el número en la fachada de la casa. 0107.
Por supuesto, no entraría tocando la puerta. Se acercó a las ventanas y solo una carecía de cortinas cubriéndola. Era elegante, como todo en la vida de Taehyung bajo su mundana apreciación. ¿Todo aquello le fue dado por Yoongi? Le causaba cierta aprehensión, observando posteriormente el simple pastel entre sus manos.
Sin embargo, por muy poca cosa que comenzara a sentirse, ya estaba allá. Cogiendo una piedrecita pequeña cercana al pavimento de la parte lateral de la gran casa, golpeó la ventana. Estaba en la segunda planta, así que falló y dio en la cornisa. Trató nuevamente y esta casi fue a parar al tejado. Como si el dicho de la tercera es la vencida fuese una ley universal, la siguiente piedrecita dio de lleno en la ventana, causando un ruido considerable. Podía avistar la luz de una lámpara de noche, y ésta ayudó a mostrarle la sombra del omega que buscaba.
Taehyung lo observó como si de repente le hubiese salido una segunda cabeza del cuello, abriendo con dificultad la ventana al correrla hacia un lado. —¿¡Qué haces aquí!? —siseó, buscando mantener su voz baja. Estaba algo despeinado, sus mechones rubios adornando su cara. Portaba un suéter grande de color grisáceo, debajo de este una camisa polo de tonos rosados.
—Te hice pastel —articuló con dificultad luego de trastabillar en sus palabras, adornándolo todo con una sonrisilla torpe—... de fresas.
—Voy a matarte —gruñó Taehyung, luciendo quizás como un chihuahua enojado ladrándole desde la ventana. Solo lograba ensanchar la sonrisa de Jungkook—. Te lo juro que voy a matarte.
—Si me matas no hay pastel —meneó el recipiente con algo de burla, enmascarando lo enternecido que estaba.
—Te mataré y me llevaré el pastel después —respondió el omega, su nariz arrugada y sus labios fruncidos—. De por sí, no creas que vas a comprarme con eso.
Su sonrisa decayó solo un poco, un suspiro dejando los labios del alfa. —Lo sé... y lo lamento muchísimo. Escucha, yo-
—Jungkook, Yoongi está en la sala, ¿¡Quieres meterme en un problemón!? —este chilló después de escuchar lo que Jungkook infirió que sería la voz del otro alfa, haciéndolo rodar los ojos—. ¡De verdad voy a matarte!
—¡Shhhh! Le cancelé a Jimin. A la fuerza, pero lo hice; sólo hay un omega al que quiera llevar conmigo, y eres tú —respondió, ignorando el dolor en su cuello por tener la vista elevada hacia la ventana. Podía observar cómo las facciones de Taehyung se suavizaban—. Eres increíble y mis hermanas van a amarte, eso es lo que importa, te quiero allá a mi lado.
Taehyung estaba sonriendo, y el alfa podía ver cierto rastro de lágrimas en sus ojos, pero rápidamente fue eliminado entre parpadeos. —Eres un tonto, Jeon Jungkook —apoyó su codo en la cornisa de la ventana, su rostro reposando sobre la palma de su mano. Lo estaba observando tanto, y de alguna forma a Jungkook le encantaba—. Deja el pastel ahí, en un rato saldré a buscarlo. Y espero que me ayudes a buscar una excusa, ese fin de semana... Me quedaré contigo.
Podía sentirse como un alfa recién presentado, emocionado y casi moviendo la cola en alegría y dando vueltas sobre el sitio. La voz de Taehyung tan armoniosa, tan tranquila, tan en paz le sabía a gloria. Allí mismo, mientras se agachaba a dejar el pastel, supo que lo que más quería era verlo feliz.
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