₁₇
La mañana estuvo llena de rutinas predecibles, retirarse de la posada a la hora acordada, comprar algo para desayunar en el camino y partir a Seúl cuando a penas el sol se posaba, cansados y algo borrachos por el sueño que les embargaba. Dormidos a las cuatro de la mañana, era de esperarse que solo tres horas de sueño les tuviesen así.
Taehyung mordió su trozo de carne, sacándolo de la caja de papel donde mantuvieron el desayuno mientras salían. Ayudó así a comer a Jungkook, quien al manejar no podría coger sus palillos por lo que usó los suyos para alimentarlos a ambos. Ignoró lo mejor que pudo el rubor en los pómulos ajenos al morder los alimentos.
El trayecto fue silencioso, pero no del mal tipo. Era un momento tranquilo, donde los dos disfrutaron de la paz que esperaban que perdurara. Al menos la mente de Taehyung se mantuvo tranquila y en orden, sonriendo ante la música jovial y de mala calidad que Jungkook escogía. Era aquella música de idols que personalmente no le gustaba, pero observarlo tener un buen rato era gratificante de igual forma.
Cuando las calles de la ciudad empezaron a hacerse ver Taehyung suspiró, la fantasía había llegado a su fin y ambos cayeron en la misma realización. Sin embargo, un apretón en su rodilla le relajó visiblemente. —Te escribiré, quiero que salgamos de nuevo. A comer, tal vez, así hablamos bien sobre lo qué pasó anoche —Jungkook lo miró, sus labios finos curvándose en una sonrisa cálida.
Taehyung asintió devuelta, imitando la expresión recibida pero aún así no muy convencido. Enfrentar temas tan confusos no le resultaba atractivo, así como enfrentarse a su esposo luego de literalmente desaparecer no era llamativo ni nada parecido. Chasqueó su lengua, sus dedos nerviosos jugando en su regazo mientras la zona buena y lujosa de la capital se alzaba ante ellos.
Pronto la cuadra de su hogar llegó a su vista, las elegantes casas de tres pisos cada una les observaban impávidas y duras. Jamás llegar a su hogar le resultó tan conflictivo, ansiando la tranquilidad de la soledad pero sabiendo muy bien que no la recibiría. Jungkook parecía siempre incómodo en su zona; supuso que las riquezas y lujos con los que Taehyung vivió y creció no eran tan familiares ni confortables para él. La curiosidad del ambiente natal de Jungkook se le hacía curioso, y anotó mentalmente preguntarle sobre aquello pronto.
—Supongo que prefieres que te deje aquí...
—Sí, no quiero que me vea llegar en tu auto. Debe reconocerlo —Taehyung hizo una mueca, parados en la esquina de la cuadra de fachadas idénticas con su mano en la manilla de la puerta.
El alfa tomó su mano, besando el dorso de ésta con una mueca después recordando aún sus facciones. —Discúlpame por esto, no consideré que pudiera meterse en problemas.
Por supuesto, olía por completo a Jungkook, la hierbabuena del alfa invadía sus fosas nasales de manera conglomerada y aquello solo le brindaría dolores de cabeza. Frunció el ceño, sintiendo posteriormente como el alfa lo suavizaba con su pulgar. Le hizo incluso sonreír. —Puedo lidiar con eso. Yo... Empezaré a tener un perfume neutralizador en mi bolso.
Cogió este mismo antes de suspirar, besando rápidamente la mejilla del alfa para luego bajarse del auto y cerrar con pesadez, queriendo aferrarse a algo que no debería. Y Taehyung lo sabía, la felicidad momentánea no le pertenecía ni se la merecía al jugar a espaldas de su esposo, la culpa del beso repitiéndose en roces fantasmas en sus labios. La necesidad de llorar era mucha, pero se tragó el aliento y caminó el corto trayecto necesario para llegar a su hogar, ya el portero habiéndole reconocido en la entrada a la urbanización.
Podía observar al auto de Jungkook partir lentamente, pero en ignorarle se esforzó hasta hacerlo funcionar. En pocos minutos ya estaba adentrándose a la casa, la presencia elegante siendo demasiado atosigante para su gusto. Un nudo se acrecentó en su garganta, últimamente raro era no sentirse así.
La presencia de Yoongi había presentado una metamorfosis que las mismas ranas envidiarían, pasando de ser su cosa favorita en la vida a ser lo que era ahora, un peso asfixiante que terminaba de patearle cuando ya se hallaba en el suelo. El hombre vestía sus pijamas ridículas y sedosas de figuras artísticas, unas medias blancas cubriendo sus pies y enfundados luego en sandalias marrones. Una taza de café reposaba en su mano, su smartphone en la otra.
Elevó la mirada hacia él, un suspiro dejando sus labios al obtener un resquicio de la figura del omega. Taehyung intentó partir hacia las escaleras directo a su habitación, realmente lo intentó, pero las cosas estaban siempre en su contra y la voz grave de Yoongi lo llamó hasta la sala. —Taehyung, ven para acá.
Debía dejar de temerle, Yoongi jamás le haría daño severo y era algo que su subconsciente no parecía comprender. Caminó hasta el sofá, siendo jalado con suavidad hasta hallarse sentado junto a su esposo. —Yoon-
—Yo intento comprenderte, Kim. Realmente lo intento —la taza fue dejada en la mesita, la mano izquierda del alfa lo sostenía por el antebrazo y la diestra apoyaba la cabeza del mismo, su codo reposando en su pierna—. Lo he dejado pasar ya suficientes veces, ¿No te parece demasiado descaro? No. No balbucees, solo dime, ¿Yo llego a casa oliendo a otro omega?
Con sus ojos escociendo, Taehyung negó. —No, no lo hago. Porque te respeto y soy bueno contigo. Entonces dime, amor mío —con su mano anteriormente libre, sujetó su otra muñeca—, ¿Estoy haciendo algo mal para que busques confort en otro alfa?
—Yo nunca te he sido infiel, Yoon —se quebró, recibiendo luego una caricia en su mejilla izquierda—. Pero- Yo no lo hago, es mi mejor amigo, ¡Como Namjoon! Tuve una noche horrible con mis padres y solo quería pasar un rato con un amigo, no es nada más que eso.
El tono condescendiente que Yoongi usaba lo iba a enloquecer, de eso estaba seguro. Le molestaba tanto. —Amor, eres un omega precioso, ¿De verdad crees que un alfa estará contigo para algo que no sea... aprovecharse de ti? Se que no sales mucho, que eres algo ingenuo, pero allá afuera las cosas son muy distintas. Eres privilegiado de haber sido criado de la manera en que lo fuiste, de forma segura, pero si te pones en riesgo esa suerte se te va a acabar.
—El omega de tu trabajo, Park Jimin —Taehyung podía decir que admiraba de cierta forma al tipo, la forma en que confiaba en sí mismo y obtenía el respeto de otros alfas era algo que Taehyung solo podía envidiar a lo lejos—. Él es amigo tuyo y de los demás alfas de tu trabajo, ¿Por qué yo no puedo? ¡Ni siquiera me llevas con ustedes a conocerlos! ¿Pretendes que me la pase acá encerrado, esperando a que te acuerdes de que existo?
Los ojos de Yoongi se endurecieron al oírle, las caricias cesando hasta bajar a caricias en su muslo que seguía obteniendo el mismo resultado, estremecerse y suavizarlo. —Lo que haga Jimin y los demás omegas del puto mundo no nos importa. Estamos hablando de ti, Taehyung, y no quiero prohibirte nada pero tampoco quiero volver a oler a ese alfa en ti.
Recibió el beso como una muñeca de trapo, inmóvil y sin ánimos de responder. Poco parecía importarle al alfa mientras lo empujaba a recostarse en el sofá, sus manos como lija delineando su figura a su deseo propio. Nuevamente, no sería la primera vez que terminaría entregándose a su esposo sin sentir nada en su interior.
Podía decirse que estaba siendo demasiado descuidado, enfundado en su saco color crema y jeans negros en el taxi rumbo al restaurante al que Jungkook le había citado. Pagó con un par de billetes, bajándose inmediatamente y apenas agradeciéndole al conductor.
Al entrar pudo ver al alfa sentado en una mesa par dos, la tenue luz del lugar siendo el ambiente perfecto para una cena cómoda e íntima. Sonrió al verlo observar a todos los lados en busca de él, se le hacía tierno y logró bajar la tensión y los nervios en su interior.
—Hey —saludó en un hilo de voz, sentándose frente a él con el rubor tintando sus mejillas—. Perdón si llegué tarde, fue difícil salir.
—¡No, no, no te preocupes! Pero me alivia que vinieras. Estaba un poco aburrido acá solo —Jungkook se rió, brindando una caricia en sus nudillos como saludo. Estos le sacaron otra sonrisa al omega mientras ladeaba su cabeza en conformidad—. Acá venden pizzas muy buenas, ¿Te gustaría que pidiéramos una?
—Uhum, como la de ayer...
—Como la de ayer será.
Jungkook llamó al mesero con dificultad, logrando captar su atención tras uno o dos minutos. El pedido fue rápido, pero de cierta forma Taehyung no podía escuchar nada. Estaba absorto en los remolinos de su cabeza, aquellos que lo hundían nuevamente en aquel estado perdido y tembloroso.
Fue luego cuando Jungkook devolvió su atención a él, portando una sonrisa que se desvaneció poco a poco al ver la palidez rellenando su rostro. —Creo que estoy roto —balbuceó Taehyung, sus ojos caídos fijos en él.
—¿De qué hablas? —musitó el alfa, su ceño frunciéndose en confusión. Podía admirar su camisa de vestir blanca a rayas grises, sus jeans desgastados azules y sus gomas casuales deportivas.
Buscaba cualquier cosa en la cual concentrarse, pero no podía. —No pude siquiera besarme contigo ayer, y hoy tampoco pude disfrutar estar con Yoongi. Creo que- hay algo malo conmigo.
El color del rostro de Jungkook se desvaneció al oír la mención de aquel individuo que había llegado a detestar. Imaginarse a Taehyung en la intimidad con ese alfa, con su alfa, le generaba un malestar increíble. La pizza no sonaba tan llamativa después de todo.
—¿Estuviste con... Yoongi después de todo?
—Es mi esposo, Jungkook, ¿Qué más haría con él sino-
—Tener sexo no lo es todo, Taehyung. No es tu deber ni algo que debas darle por el simple hecho de ser tu esposo. ¿Siquiera lo disfrutaste? —jadeó de indignación, una risa sardónica brotando de su boca—. Maldición, mira tu cara... Es obvio que no.
—Jungkook... —se veía indefenso de esa forma, pero el alfa no podía dejar de temblar por la rabia. Si era por la falta de dignidad del omega, de la falta de consideración de Yoongi o de los mismos celos que se amasaban en su interior era todo un misterio para él—. No me hagas sentir peor de lo que ya me siento...
—Taehyung, adoro estar contigo. Y en este momento puedo decir que te aprecio mucho y quisiera que fueras feliz. Pero justo ahora no creo que sea bueno que hablemos... Estoy molesto, no tienes la culpa y no quiero llegar a herirte.
El alfa guardó silencio, Taehyung jugó con sus dedos y con las lágrimas que amenazaban con desbordarse rumbo al mantel. Fue la pizza más deprimente que llegó a comerse, y la cena más incómoda que ambos pudieron tener.
Admirar a Jimin siempre fue toda una experiencia, observarlo trabajar en su laptop con los blueprints de una de las construcciones a su cargo y la concentración plasmada en su rostro luego de unirse a él de todas las formas posibles.
Pero aún así, Yoongi no se sentía bien.
Se sentía sucio, de alguna forma.
—No me siento bien —rompió el silencio, obteniendo la atención del omega. Estaba desnudo, la sabana cubriendo su cuerpo de cintura para abajo y era tan hermoso—. Estoy haciéndole demasiado daño a Taehyung. Hoy... pensé que acostarme con él lo alegraría, que estaría bien, tal vez sería una forma de mantenerlo tranquilo. Pero, mierda, su expresión...
Jimin posó su mano sobre la suya, entrelazando los dedos con una mueca en sus finos labios rosáceos curveados en un mohín eterno. Sabía que la idea de compartirlo con el otro omega, su esposo, era amarga y dura de pasar, como una pastilla grande y horrible. Pero aún así era lo más comprensivo que podía. —Fue como cogerme a una jodida muñeca. Jamás había sentido remordimiento, es una mierda.
Recostó su cabeza en el regazo del mayor, los finos y largos dedos de este jugando entre sus hebras azabaches en delicadas caricias. —Déjalo en paz, Yoon. No lo molestes más. Jungkook nunca tendría algo con él, eso te lo aseguro, así que déjalo tranquilo —suspiró, meditando con cuidado lo próximo a decir—. Entiendo que debes mantenerlo contigo por otras cosas, pero no de esa forma. Solo lo harás miserable y sin moral, porque tú sí estás con alguien a sus espaldas.
Yoongi inhaló profundamente, una exhalación temblorosa prosiguiendo. Comprendía las palabras de su pareja, veía la razón en ellas. Taehyung llevaba tiempo distinto, perdiendo peso y brilló en todos los aspectos de su vida y presencia. Era debido a él, y aún así el pánico de perderlo todo le sacudía el estómago. Si de algo pecaba Min Yoongi, era de egoísta, después de todo.
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