₁₄
En el momento en que Jimin decidió invitarlo a tomar algo, Jungkook supo que algo no andaba bien.
Días pasaron y se convirtieron en una rutina metódica, hacia ya una semana y media que no sabía nada de Taehyung más que eventuales textos de saludo cada tres días. Era reconfortante saber del omega, pero también era difícil lograr verlo sin sobrepasar los límites entre las amistades que un alfa y un omega podían tener.
Pensó que aquel jueves sería un día normal, saldría temprano del trabajo y se iría a su casa a pedir algo de delivery y ver series hasta caer rendido. Pero poco después de poner un pie en su hogar su ex esposo le llamó con demasiada amabilidad para ser creíble.
Al principio llegó a pensar que se trataría de diálogos para el divorcio, algo que al irse acostumbrando cada uno a su vida por separado no habían procesado realmente. Era hora, supuso, por mucho que doliera y apretujara su pecho. Sería el primer paso para dejar aquel desastroso matrimonio atrás.
Sin embargo, la expresión de Jimin era demasiado extraña mientras apretaba la taza de su té caliente, pidiendo sólo un pastel de calabaza para comer. Jungkook moría de hambre, ya se había comido todo el club sándwich que pidió y estaba a punto de terminarse su té frío con ahínco. —¿No vas a hablar? —preguntó luego de pasar el líquido, sintiendo el agradable frío quedándose en su garganta.
El omega carraspeó, sus ojos rasgados y felinos cerniéndose en el plato vacío de Jungkook. Se le notaba incómodo, tal como era de esperarse; el alfa también lo estaba, pero algo de prudencia le quedaba por muy poca que fuera. —Es sobre Yoongi. Me dijo que... Tuvo un problema con su esposo. Que estabas saliendo con él.
Un desagradable escalofrío se abrió paso por su columna, secándole la boca hasta hacerlo tragar en seco para lograr suavizar un poco el nudo que se formó en esta. El tema le descolocó, pero de igual forma tuvo que verlo venir. Era sentido común.
—No creo que estes pensando que me estoy acostando con Taehyung, ¿No? —enarcó una ceja, la curiosidad y desconfianza plasmada en su rostro. También le ofendía por alguna razón que no lograba descifrar.
—¿Ahora lo llamas por su nombre? —la expresión de Jimin era tan similar a la suya, llenaba su interior de amargura. Tanto tiempo juntos los había hecho demasiado similares en sus ademanes—. Pero no, se que no eres capaz de eso y su- Taehyung —recalcó el nombre, una burlona sonrisa danzando en sus labios— no es realmente tu tipo. Pero Yoongi está molesto.
El hecho de que fuese capaz de hablar de esa forma tan frívola sobre Taehyung le amargaba, le enojaba, era inaudito. Las acciones de Jimin junto al otro alfa le estaban arruinando la vida al pobre chico, mínimo algo de decencia hacia su persona podía esperar. Tal parecía que no... el enojo que Jimin tenía hacia Taehyung era evidente.
—¿Molesto? ¿Por qué mierda tendría que estar molesto? Si tuviera algo con Taehyung, ¿Qué moral tendría Yoongi para molestarse? Le es infiel —recalcó las últimas tres palabras, señalando al omega con su dedo índice y la mandíbula tensa—. Lo engaña y aún así pretende obtener fidelidad y respeto. Es irónico y jodido, ¿No crees?
Los ojos del contrario se entrecerraron, un gesto ya amenazante como inútil a tales alturas. —Estás demasiado a la defensiva. ¿Te estás cogiendo a ese omega?
—No —respondió bastante tajante, y no porque le escandalizara el prospecto de relacionarse con Kim Taehyung. Era la acusación sin pruebas que le enervaba—. Simplemente te digo las cosas como son. Te coge, te tiene como a su objeto de gusto para cuando le de la gana e igual pretende tener a Taehyung portándose bien a su alcance. Es enfermizo.
Las fosas nasales del omega se inflaron, indicando la molestia que las palabras le provocaban. Pero Jungkook no se arrepentía, ser directo era su especialidad —aunque con Taehyung se le dificultara demasiado. —No me hables así...
—Es lo que eres. Te acuestas con el alfa de otro omega, uno que es el oficial. Tú no. Si tanto te ama, ¿Qué hace humillandote de esa forma?
El aroma generalmente agradable de Jimin había empezado a tornarse agrio y desagradable, signo claro de un omega herido. Alfas cercanos dirigían su atención al par, su naturaleza respondiendo al llamado de las feromonas de omega. Siempre era de esa forma, alfas buscando rescatar a cualquier omega en apuros.
—¿Se encuentra bien, señor? —un camarero, beta por su aroma, preguntó en voz baja al omega que temblaba de la rabia e indignación, apretando en un puño un par de servilletas. Se distrajo momentáneamente por esto, mirando al beta con los labios entreabiertos antes de asentir.
—No se preocupe. Yo ya me iba —el aroma de Jimin volvió a la normalidad, relajando el tenso ambiente del café y tranquilizando a medias al beta que empezó a alejarse, no sin antes mandarle una mirada de advertencia al alfa. Jimin devolvió su atención a él, ambos orbes oscuros luciendo amenazadores y haciendo que el aliento del alfa se estancara en su garganta—. Te advierto una cosa, Jungkook; eres un patan cuando quieres, pero aún así fuiste el compañero que amé. No quiero verte jodido, aléjate de ese omega. Si Yoongi no lo ha dejado ni siquiera por mí, es porque sus razones turbias tiene. No intentes averiguarlo, no te entrometas, o vas a terminar bastante mal y por consiguiente, él- Taehyung, también.
Las palabras le dejaron congelado, observando al aperlado y delgado omega levantarse y recoger su maletín con sus cosas. Se veía hermoso en su suéter negro con cuello de tortuga, una lana suave a la vista que acentuaba la delgadez de sus curvas y su pequeño tamaño. Jungkook lo amó, tanto que dolía, era el omega más hermoso ante sus ojos... Pero viéndolo partir sin mirar atrás, comenzaba a sonreír al respecto.
Estaba preparado para dejarlo en el pasado. Actualmente, tenía cosas más importantes de las que preocuparse.
Sentir la vida bajo la palma de su mano era la sensación más reconfortante que Taehyung podía rememorar, un gusto tan cálido que formó un ardor en sus ojos. Pronto lágrimas brotaron de estos, tanto de alegría como de tristeza.
Su cuñado tenía ya cinco meses de embarazo, su vientre hinchado era la prueba de la vida que crecía allí mismo, la semilla de Chanyeol y sangre del mismo Taehyung. Su sobrino, cuyo género y jerarquía aún desconocía, pero ya lo amaba con locura.
Daría todo por estar en el lugar de Kyungsoo, los cachorros de Yoongi en su vientre.
—Serás su padrino, lo sabes —el omega le sonreía, sus hinchadas mejillas brillando de forma perlada en aquella manera que solo un omega en cinta lograba obtener, la perfección alcanzada y hecha persona—. El mejor tío de todos.
—Oh, seguro se cansaría de mí. Lo consentiría hasta el aburrimiento —Taehyung se rió, acariciando aún la protuberancia bajo la guía del omega mayor. Se le veía tan contento y pleno, tan amado, tan... lo que él no era.
—Chanyeol está loco, te lo digo yo. Ve tutoriales para hacerle la cuna él mismo. Tiene mentalidad de alfa del siglo pasado, dios... —Kyungsoo rodaba los ojos, pero la sonrisa en sus belfos le traicionaba—. Pero es tan tierno.
—Todo un príncipe azul —Taehyung concedió.
Ciertamente, detestaba hacer la situación sobre él, lo hacía sentirse egoísta y generaba una taladrante culpa en su estómago y pecho.
Pero dolía demasiado, saber que la premisa ante sus ojos era casi imposible en su realidad. Que estar en cinta con el apoyo de Yoongi era tan irreal como la existencia de un dragón. Era improbable, algo que sólo podría soñar e imaginarse. Su diestra se apoyó en su vientre cuando la atención de su familia no estaba sobre él, suspirando ante el vacío en este.
Vacío.
¿Era acaso una obsesión, o un deseo natural por su naturaleza como omega?
—Diría que me sorprende no ver a Yoon aquí, pero... —Chanyeol musitó cuando ellos y sus padres estaban en la mesa, saboreando los platillos de parrilla coreana que el chef personal de los Kim preparó cuidadosamente para ellos en su velada familiar—. No me sorprende. Parece casado con su trabajo.
—Eso no es algo malo —Hyemi Kim, la rubia mujer omega que Taehyung y Chanyeol tenían como madre, respondió de forma severa—. Es un buen alfa. Trabaja para mantener su hogar.
—¿Mantener? —el patriarca de la familia era un hombre de piel bronceada y envejecida, mejillas ahuecadas y párpados caídos. Su cabello oscuro se asemejaba al de su hijo mayor, la contextura de su cuerpo indicando su estatus como alfa—. Nosotros mantenemos a ese muchacho. Lo mínimo que puede hacer es venir y dar la cara cuando se le invita.
Taehyung suspiró, el agarre en el tenedor temblando hasta el punto en que la punta de este golpeaba el plato de porcelana suavemente. —Yoongi no necesita que lo mantengan...
—No seas idiota, Taehyung —Dongyul Kim se rió, la ronca carcajada dejándole un agrio sabor en la boca por la sorna. El hombre bebía de su copa, tosiendo un poco después de esto—. Eres muy lindo, hijo mío, pero también muy tonto. Ese alfa ama más el dinero que a cualquier cosa, por eso se casó contigo.
Hyemi rodó los ojos, limpiando su boca con la servilleta en sus huesudas y pulcras manos hasta llenar esta de labial vino tinto. Chanyeol parecía querer estar en cualquier otro lado menos en aquella mesa, y Kyungsoo buscaba la mirada del otro omega con desespero, queriendo calmarlo en medio de la indignación que el trato del alfa hacía su hijo le había generado.
Pero Taehyung no paraba de temblar, sus labios uniéndose al movimiento nervioso al observar a su padre. —¿A qué te refieres?
—¿Pensé que lo sabía...? ¿Hyemi, Taehyung no lo sabía? —Dongyul observó a su mujer con el ceño fruncido, esta de dedicó a beber de su copa ajena al despelote recién formado—. Hijo, la familia de Yoongi está a nada de irse a quiebra. Pero tienen renombre y es un buen alfa, si se casaba contigo podía tener relaciones con la firma de su padre y por ende... Los mantengo.
El alfa se carcajeó, codeando a su hijo mayor para hacerle reír sin mucho éxito. Chanyeol Kim se hallaba incómodo, forzando una sonrisa para convencer a su padre antes de dirigir su atención al plato medio lleno que ya no lucía tan apetitoso.
Desde su niñez Taehyung había vivido de tal forma, aquellas exactas situaciones repitiéndose todo el tiempo. Las humillaciones por parte de sus progenitores eran el pan de cada día, y aunque su hermano mayor no estuviese de acuerdo tampoco haría nada para evitarlo.
Su aroma amargo llenó el comedor, levantándose para excusarse y poder ir a lavarse la cara. Supuso que su ausencia sería bienvenida gracias a lo desagradable que podía ser el aroma de un omega en apuros, sobretodo de alguien con feromonas tan fuertes como lo eran las suyas.
Se apresuró en el pasillo bien iluminado y de paredes blanquecinas, elegantes pero haciendo que se sintiera ahogado. Empujó la puerta del baño para invitados, trancándola detrás de sí con sus manos temblando y los sollozos escapándose de su boca. Detestaba tener que pasar por tantas cosas de esa índole, el odio propio escalando bajo su piel hasta carcomerle.
Apretó el agarre en el lavamanos, observando su rostro hinchado y enrojecido, lleno de lágrimas transparentes y sudor frío en su frente. No podía respirar, todo su alrededor comenzaba a sentirse irreal, como una película o una imagen fuera del agua. Taehyung se hundía, se hundía, y el aire no pasaba de su garganta.
Chilló, abriendo el grifo frenéticamente hasta alcanzar algo de agua entre sus dos manos. La echó en su cara, importándole poco dañar su pulcro maquillaje. Iba a morirse, probablemente, en ese baño fino y sin nadie a su lado.
Su lobo interior estaba chillando, retorciéndose en su interior. Pidiendo por su alfa, por comfort. Pero Taehyung no quería ayuda de Yoongi, su presencia sólo empeoraría su estado.
Cogió el teléfono que tenía en su bolsillo trasero, buscando entre la lista de contactos al número necesario. La espera sólo lograba estresarlo aún más.
—¿Aló? —aquella voz le sacó una amarga sonrisa, recostándose contra el lavamanos.
—Jun- Jungkook, ¿Estás ocupado?
Escuchó movimiento tras la línea, observando mientras la decoración de las paredes. La cerámica parecía mármol, pero Taehyung sabía que no lo era. —¡No, no! ¡Estoy libre! Dime, dime.
—¿Podrías buscarme? Necesito salir de aquí.
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