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Invitar a Hoseok a que le ayudara a acomodar su apartamento había resultado ser una buena idea. Tenía varias cosas nuevas para decorarlo y aunque podría haberlo hecho solo, lo mejor era la compañía de un amigo. Se volvería loco en esas cuatro paredes él solo si fuese de otra forma.

Hoseok trabajaba en su departamento, solo que se enfocaba en más trabajos de oficina como obtención de datos. Era un alfa inteligente con un aroma a whisky y jengibre, se conocían ya de hace casi un año y podía decirse que era el único de su trabajo que no quería ahorcar con sus propias manos —aunque a veces le sacara de quicio y quisiera patearlo hasta que no se moviera.

Quizás por eso mismo se hallaba hablando con el alfa sobre su situación actual. 

—... Puedes meterte con el omega del tipo, ¿No? Sería una buena forma de vengarte y saldrías ganando —Hoseok introdujo un manojo de cheetos en su boca, y Jungkook no sabía si sorprenderse por la cantidad o asquearse por lo mismo.

—No seas bestia, no soy un imbécil como él y jamás utilizaría así a alguien —rodó los ojos, observando vagamente la cocina. No tenía ganas de cocinar, probablemente terminaría pidiendo arroz frito a domicilio—. Encima si lo conocieras... Ese omega es un ángel. Suficiente es por lo que pasa como para que yo le sume. 

—Te pones tan suavecito cuando hablas de ese omega —Hoseok sonreía, lamiendo el resto de los cheetos en sus anaranjados dedos—. ¿Es lindo?  

¿Era Kim Taehyung lindo? Pensativo, ladeó su cabeza. Físicamente era de los omegas más hermosos que había visto, con su cuerpo delicado, curvilíneo y pequeño pero aún así torneado y musculoso. Su cabello castaño cenizo era bonito, olía a fresas, y su rostro en sí era perfecto con sus ojos caídos, sus pestañas largas y sus labios gruesos. Kim Taehyung era hermoso, pero su verdadero encanto no estaba en su aspecto...

—Lo es. Y no se merece todo esto —casi gruñó mientras terminaba de pasar el trapo por la encimera de la cocina.

—Eso de que te amenazaran parece sacado de una película, demasiado jodido. Y dudo que sea porque el tipo lo quiere, debe haber una razón más retorcida detrás de todo eso —no era como si Jungkook no lo hubiese pensado. Jimin estaba claro y centrado en que Yoongi no amaba a su esposo, y el que estuviese con él de todas formas tenía mal aspecto—. Así que no te arriesgues. Pero puedes hacérselo saber de formas mas sutiles.

Levantó su cabeza, enarcando una de sus cejas. —¿Cómo?

—¿Estás cerca de tu celo, Jungkook? Porque andas muy idiota —Hoseok rodó sus ojos en señal de hastío y Jungkook deseó golpearlo en ese mismo momento—. Hablo de que le generes dudas, amigo. Por muy tonto que pueda ser con las ideas correctas en su cabeza se dará cuenta por sí solo. Tienes que hacerlo dudar del amor de su esposo, de sus acciones, y en menos tiempo de lo que crees va a saberlo por sí solo sin que sepan que fuiste tú quien lo hizo.

—Buena idea. Pero no quiero estar muy cerca de él, la última vez apestaba a mis feromonas y no quiero meterlo en problemas —no quería sentirse culpable de esa manera, suficiente se había preocupado cuando el omega se bajó del auto oliendo a él por mucho que le gustara aquello. Suponía que Yoongi debía haberlo olido en Jimin antes, por lo que su esencia era reconocible y que no se hubiera dado cuenta le sorprendía demasiado.

—Peor sería que su esposo continúe engañándolo, ¿No te parece?

Tenía un punto. Y Jungkook lo odiaba por eso. —A ver, mente maestra, ¿Y cómo se supone que lo haga dudar? No es por nada, pero idealiza al tarado de Yoongi como si fuese la Madre Teresa en persona y no sé si lo hace igual o más de lo que ponía a Jimin en un altar.  

—Nunca me cayó bien, eso es tu culpa —el alfa contrario le restó importancia con un grácil movimiento de muñeca, apoyando sus codos a la encimera y bajando el tono de su voz—. Te harás su amigo, y lo tratarás con tanto cariño y amor que el omega te comparará a su esposo involuntariamente. Eso será suficiente.  

Sonaba a, nuevamente, manipular a Taehyung. Pero no se le ocurría mejor idea, así que eso tendría que ser.  

Eran cerca de las doce de la noche cuando Hoseok partió luego de cenar —y poder hacerlo había sido una odisea. Pidió arroz frito, pero consiguieron una mosca muerta en la caja. 'Es Jimin', bromeó Hoseok antes de que Jungkook lo pateara. Devolvieron el pedido y terminaron pidiendo pizza, la cual estaba quemada pero igual se la comieron casi llorando. 

Quién los viera se reiría, dos alfas grandes y fuertes llorando por una pizza quemada y no saber cocinar. En ese momento deseó tener a su hermano Yugyeom devuelta con él.  

Estaba agotado y solo deseaba dormir, cuando escuchó su teléfono sonar en su habitación. Lo había dejado ahí toda la tarde, así que no le sorprendió tener cinco llamadas perdidas. Pero sí que fueran de Taehyung. Su lobo se alertó, preocupado, mientras dejaba caer la llamada pero volvía a marcar.  

—¿Taehyung? —musitó.  

—No, pero estoy con él. Tenía unas llamadas a tu número así que supuse que serías su alfa o un amigo —la voz era grave y profunda, nada similar a la suave voz de Taehyung—. Soy el barman de The Anchor, por Gangnam. Su omega estuvo aquí desde las ¿Siete, ocho? No lo sé, pero esta muy bebido y las reglas del bar no me permiten dejarlo ir así. Es peligroso, ¿Podrías venir a buscarlo?  

—Claro, claro. Se donde queda, voy para allá. ¡No lo deje irse! —colgó la llamada antes de ir corriendo a buscar sus llaves y ponerse los zapatos. Mataría a Taehyung y su culo irresponsable, pero primero lo sacaría de ese nido de alfas.


La imagen mental que tenía de Taehyung ebrio era demasiado distinta a lo que se encontró al llegar.

Se esperaba al omega llorando a moco suelto en el bar, una idea lamentable y penosa que le generó malestar y vergüenza ajena en el primer instante que le llegó a la cabeza. Pero el omega que se había topado era como ver a un niño dibujando con el bolígrafo de alguien y una hoja de un bloc de notas. Enarcó una ceja, acercándose al beta musculoso y de piercings tras un delantal.

—Jamás había visto a alguien beber tanto y mantenerse de pie, es todo un campeón —fue lo que dijo el hombre al acercársele, quien miraba a Taehyung con cierta ternura en sus ojos aunque bastante bien disimulada—. Pero hay unos alfas que llevan echándole ojo desde hace rato, no podía dejarlo irse solo.  

El beta gesticuló con su boca a una mesa lejana con tres alfas de mediana edad. La sola imagen le revolvió el estómago, devolviendo su atención a Taehyung quien alzó su cabeza. —Son mis amigos —balbuceó el castaño.  

—No, Taehyung. No son tus putos amigos. Nos vamos —tomó al omega del brazo, haciéndolo levantarse a la fuerza mientras le lanzaba una mirada de agradecimiento al barman. Este sonrió, encogiéndose de hombros. Le debía bastante.  

Se sacó unos billetes de la cartera que le dio de propina, mientras se guardaba el dibujo del omega después de que este chillara haciendo el amago de alcanzarlo. En su vida muy pocas veces había lidiado con borrachos, pero estaba decidido en que Taehyung era el peor de todos. En el camino hacia su auto había eructado, trastabillado y en general estaba siendo un dolor de culo inmenso.  

Cuando por fin logró montarlo al auto, Jungkook cantó victoria en su interior. Había vencido al enemigo, llámese también la ebriedad de Kim Taehyung, y aunque el molesto castaño estaba golpeando con su pie el interior del auto solo para molestarle estaba casi feliz.  

—Hueles mal —dijo tras unos segundos, esnifando el aire. La esencia a fresas y vainilla se sentía muy escondida por el aroma a ron en su aliento y ropas—. Voy a llevarte a mi casa y vas a bañarte, ¿Okay?  

—No okay, no me quiero bañar.  

—No era una pregunta.  

Al llegar a su casa fue todo un suplicio hacer subir al castaño por las escaleras. Al ser solo de tres pisos, no poseía ascensor y tuvo que subirlo casi a rastras hacia el segundo piso donde se ubicaba su apartamento, porque Taehyung parecía un potrillo con ese temblor en sus piernas a la hora de caminar. Fueron cerca de quince minutos de sufrimiento hasta que logró entrar guiando a Taehyung directo hacia el baño.

—Ven, vamos a quitarte esto —suspiró, sacándole el suéter gris que tenía y los sedosos pantalones negros bajo este, dejando al omega en unos boxers celestes que abrazaban sus caderas y dejaban dos rollitos a los lados de su cintura. Adorable—. Tengo calentador, pero creo que es mejor que el agua este fría.  

—¡No, Jungkookie por favor...!  

Lo empujó hacia la ducha, estirando su brazo para abrir la llave del agua fría mientras con su otra mano mantenía empujado al chico para mantenerlo bajo el chorro de agua que caía con fuerza. El omega chillaba y se removía tratando de no ser tocado por el chorro, pero Jungkook no tendría nada de eso. —Quédate quieto, por la luna... —habría usado su voz de alfa, pero por alguna extraña razón no se sentía capaz.  

Después de lograr sacarle el terrible olor a licor y haberlo calmado un poco, lo envolvió en una bata de baño que solía usar y dejó que se tranquilizara con su aroma mientras lo guiaba a la cama. Solo tenía una, así que tendría que apañarselas. Pero le preocupaba el qué sería de Yoongi si dejaba a Taehyung pasar la noche.  

—Me siento mareado... —musitó Taehyung, mordiendo su labio para luego formar un puchero con los mismos—. Y triste.  

Suspiró, lanzándole una acolchada cobija para arroparlo. —Uhuh...  

Tenía demasiadas cosas en la cabeza como para prestarle atención. Le preocupaba el qué hacer con él, cómo lidiar con Yoongi, si seguir el consejo de Hoseok, todo en sí estaba dando vueltas en su cabeza hasta hacer que esta palpitara y doliera. Era demasiado estrés para su salud, hasta que lo escuchó. —¿Qué dijiste, Taehyung?  

—Que Yoongi se fue de la casa —repitió con una sonrisa, ¿Por qué demonios sonreía?—. Entró en celo... Y no quería pasarlo conmigo.

Aquello era tan bizarro como entendible. Jimin tenía su apartamento desocupado, Yoongi querría pasar su celo con el omega que realmente quería. Fue como un golpe en su estómago saber que el omega que amaba estaría con otro alfa por mucho que se lo hubiera mentalizado ya.  

Pero peor era ver a Taehyung tan pequeño entre la bata y las cobijas, su triste sonrisa y sus ojos nublados bajo los efectos del alcohol. —Pero eres su esposo. 

—Supongo... Pero ya no me quiere —Taehyung eructó, un sonido que parecía más un sollozo o un hipido—. Pensé que quería estar conmigo porque siempre me busca para hacer el amor, pero creo que solo lo hace para complacerme —Jungkook tragó en seco, Taehyung se reía—. Lo cual es extraño, cree que me alegra pero ya no me gusta. Siempre duele... duele mucho.

Quería vomitar, o llorar, o quizás ambas mientras se hallaba inmóvil con sus labios entreabiertos. Taehyung subió su mirada hasta él, y aunque se mantenía sonriente sus ojos estaban enrojecidos y cristalizados. —¿Es que no soy un buen omega, o estoy defectuoso?  

Negó con la cabeza, sentándose al lado de él en la cama mientras temblaba en el intento. Debía verse patético mientras atraía al castaño hacia su pecho y este se dejaba envolver entre sus brazos y su esencia. No sabía que él también estaba llorando hasta que sintió su mejillas humedecerse. 

—No, Taehyung, no estás defectuoso. Eres- eres el mejor omega que hay, eres perfecto y-- eres hermoso así como eres. Buen omega... Taehyung no te mereces esto —sollozó, besando sus cabellos mientras su mandíbula temblaba también—, todo va a estar bien, príncipe.

Sus manos se aferraron a su camisa, y Jungkook lo abrazó como si fuera a desaparecerse en cualquier momento.

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