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El momento en que puso un pie en su hogar pudo percibir el aroma a cedro de Yoongi casi esperándole, era fácil de percibir incluso desde la comodidad de su habitación mientras Taehyung se encontraba en la entrada. Supuso que eso se debía a que el celo del alfa se estaba acercando. Era fuera de lo normal que llegara tan temprano, y este suceso hizo brincar su corazón en alegría.
No iba a negarlo; podía estar muy molesto con su esposo, pero igual lo extrañaba demasiado. Comparar los mínimos ratos que pasaban juntos a los dulces momentos al inicio de su relación era algo agridulce. Se sentía aún herido y cauteloso desde la última vez que habían tenido intimidad, podía rememorar con nervios la rudeza de sus manos y el leve sangrado entre sus piernas que el alfa había sido incapaz de notar.
Pero Taehyung no era rencoroso. Y lo único que quería era estar entre los brazos de su alfa y llegar a recibir su marca, sentirse lleno y unirse a él. Aquel prospecto, sin embargo, cada vez se veía mucho más lejano.
Antes de subir las escaleras rumbo a la planta superior donde se hallaba su habitación, se congeló en su sitio. Apestaba a alfa, apestaba a Jungkook precisamente. Su ropa, su cuello, su cabello, todo desprendía un aroma a hierbabuena y césped que identificaba a Jungkook. Maldijo por lo bajo, mirando sus alrededores con una pequeña mueca. Solía guardar inhibidores de aroma en su closet, pero era en su habitación. Qué hacer, qué hacer...
Se llevó una mano a la boca, mordisqueando sus uñas. Debió haberlo pensado mucho antes. ¿Qué pensaría Yoongi de aquello? Sumado a que ni siquiera había sido capaz de hacerle de cenar, la preocupación de qué pudo comer el pobre alfa apretujando su pecho hasta que era difícil respirar.
Para ser sincero, en ese momento deseaba estar entre los brazos de Jungkook, envuelto en la comodidad y calidez de su aroma. No era por nada en especial, o al menos no que él lo pensara, pero nunca se sintió tan protegido por la esencia de un alfa quizás desde su niñez en que Chanyeol, su hermano mayor, se tomaba su rol de hermano alfa demasiado en serio.
La sensación nunca fue muy de su agrado, lo hacía sentirse más débil de lo que ya era y se sentía. Pero aquella noche contra el cuerpo de Jungkook se había sentido más como una extensión de sí que como un simple alfa superior al indefenso omega protegiéndolo. No era nada personal, se repitió mentalmente mientras buscaba cualquier cosa en la cocina para llevarle a Yoongi y así daba tiempo a que el aroma se desvaneciera un poco.
Calentó parte de lo que había quedado de su almuerzo, sirviendo un vaso de soda antes de subir las escaleras con su corazón latiendo más de lo normal. Intentó regularlo, porque era consciente de que eso solo empeoraba el desprendimiento de feromonas, pero no podía. Ateniéndose a lo que fuera, consiguió a Yoongi vistiendo una simple sudadera con pantalones de algodón y sin zapatos. Su cabello azabache oscuro estaba despeinado contra la almohada mientras que hacía zapping con una mano. —No te has tomado los supresores, Yoonie. Apesta a alfa en celo aquí —estaba sonriendo, observando cómo el cauteloso alfa se sentaba olvidando el televisor al notar su presencia.
—La verdad es que se me han olvidado. Gracias, princesa —el alfa le dedicó una media sonrisa mientras Taehyung le tendía dos píldoras rosáceas con el vaso de soda.
Los celos de los alfas eran distintos a los de los omegas. Se tornaban violentos, territoriales, y si no sentían un lazo afectivo con el omega que consiguieran para pasar su celo junto a ellos podían tornarse brutales hasta el punto de herir gravemente al omega —o beta, en tal caso. Duraba un solo día cada tres meses, al contrario de una vez mensual como sucedía con los omegas. Para eso estaban los supresores. Ayudaban al alfa a tener mayor consciencia y resistirse a sus más primitivos instintos, dejando únicamente la fertilidad alta y el descabellado apetito sexual. Igual se mantenían recelosos y territoriales, pero era mucho más manejable.
Los omegas eran un caso aparte. Celo una vez al mes, a menos que se tomaran muy altas dosis de supresores que terminaban dañando la salud. Los omegas se tornaban dóciles, eran más fértiles, ameritaban cuidados y el dolor que experimentaban era insoportable si no lo pasaban con un alfa o beta. También las feromonas de otro omega podían ayudar, pero no demasiado. Los supresores ayudaban a controlar el aroma abundante y los dolores muy extremos.
Los alfas no podían evitar sus celos como los omegas lo hacían. Pero hacerlo podía causar infertilidad, celos irregulares y más intensos, y mayor dolor. Aquello aterrorizaba a Taehyung, quien llevaba ya corriendo dos celos a punta de supresores.
—Te traje de comer —se sentó a su lado, extendiéndole el plato con palillos a su lado. Yoongi sonrió radiante mientras lo tomaba entre sus manos—. Supuse que no habías comido.
—Uhm, comí afuera antes de llegar. Pero esto se ve muy bueno, Taehyungie, se me abrió el estómago otra vez.
Taehyung, encantado con la amable actitud del alfa —lo cual atribuyó a la cercanía de su celo, besó su mejilla mientras Yoongi tomaba los palillos entre sus manos. Sin embargo aquella cercanía lo llevó a cernirse a su cuello, esnifando la piel de este con su entrecejo fruncido. El rostro de Taehyung palideció mientras Yoongi dejaba todo sobre la cama para después tomarlo por los hombros y olerle con más ahínco.
—¿Por qué hueles a alfa, Taehyung? —la voz de Yoongi se sintió ronca, alejándose lo suficiente para poder mirarlo con más cuidado. Pero aún así pudo percibir cierta molestia en sus ojos y en la forma en que sus labios se crispaban en una pequeña mueca—. ¿Dónde estuviste?
Taehyung tragó en seco, sus abultados labios formando una mueca similar mientras su rostro se apartaba del escrutinio ajeno al ladearse. Podía sentir la piel de su mejillas arder, lo cual hizo al alfa suspirar con justa razón. Le había faltado el respeto, ¿No? Aquello había sido su error y debía enfrentarlo de la mejor manera posible.
Desprendiendo su aroma para tranquilizar al alfa, por supuesto, quien sintió sus músculos relajarse y la necesidad de tomar al omega entre sus brazos y acurrucarlo en la cama acrecentándose al oler aquella mezcla de vainilla con la acidez de las fresas y las flores de cerezo. —Solo salí a ver a Namjoon, Yoon. Me marcó un poco con su esencia porque tenía que venirme solo...
—Oh... —respondió Yoongi visiblemente conforme con la vaga pero realista explicación. No daba demasiado a dudas, menos si el vigilante le había dicho lo que Taehyung le pidió. Aún así, el alfa no soltaba el agarre en sus brazos hasta que suavizó el mismo y se dedicó a acariciarlos con una expresión algo indescifrable—. Taehyungie, sabes que no te perdonaría que tuvieses algo con otro alfa, ¿Cierto? Ni con un alfa ni beta ni omega.
¿Debía sentirse bien por eso, no? Yoongi estaba actuando posesivo y celoso hacia él, por mucho que esto se debiera a su celo cercano. Pero aún así había un hueco en su estómago que no podía explicar mientras besaba los labios de su esposo con devoción y delicadeza, sorprendiéndose gratamente al sentir cerca de su pierna una palpitante erección bajo la tela del pantalón de algodón negro que poseía el azabache. —Te amo, Yoon.
No recibió respuesta, simplemente como su mano era sujetada por la más grande e introducida al interior de sus pantalones.
Nunca pensó que sería tan complicado sobrellevar aquello. Dejar lo que había sido su hogar tras mucho esfuerzo y dedicación en hacer del lugar un núcleo para Jimin y él y lo que sería de su familia en un futuro, Habían sido tantos planes que no pudo evitar llorar horas atrás mientras recogía sus cosas.
—No tienes que irte, sabes, es nuestra casa. Tienes el mismo derecho que yo —Jimin dijo con seriedad desde la entrada a la cocina al verle arrastrar dos maletas y un bolso a rastras, allí llevaba todo lo necesario que fuera suyo para poder empezar desde cero él... solo.
—No puedo sobrellevar esta situación, Jimin, no todos tenemos tu manera tan frívola de ver las cosas —se rascó el mentón, girándose hasta poder ver al omega. Su apariencia era más desastrosa de lo normal, y podía notar sus ojos enrojecidos por haber llorado antes. Claro que el omega no lo haría delante suyo—. Rompimos, y si no me voy no va a sentirse real.
EL omega no dijo nada, solo le miraba de forma indescifrable; pero Jungkook le conocía, y conocía su aroma y como este casi le pedía a gritos ser consolado por él. Su lobo lo haría, él... no. —No quería que las cosas terminaran así.
Suspiró, ojeando la puerta. No soportaba mirarle a él. Dolía tanto como el hecho de haber roto con el amor de su vida, y el hecho de estar partiendo de lo que sus instintos consideraban como su hogar. —Yo tampoco. Te idealicé tanto, Jimin, eras tan perfecto y puro para mí... Que algo como esto nunca me pasó por la cabeza. Creo que eso lo hace peor.
Jimin asintió, relamiéndose los labios. De cierta forma había captado su seña, porque no se acercó para despedirlo. Los dos odiaban las despedidas. Era mejor de esa forma, o al menos de eso quería convencerse.
Montó sus cosas a su auto, meditando la idea de su nuevo apartamento. El edificio era algo viejo, pero el interior era hermoso y el amoblado era entre moderno y hogareño, un equilibrio perfecto que le había encantado. La renta era algo costosa pero no imposible, al menos con su sueldo podía costearla. Era perfecto.
Fue un trámite de una semana, la misma semana que llevaba sin saber de la vida de Min Yoongi. No debía ser nada del otro mundo, por más que le agradara el omega y deseara protegerlo no iba más allá de eso ni rozaba lo personal. Pero aún así, lo extrañaba, o al menos el saber un poco de él y rememorar su esencia. Sabía que la suya tranquilizó a Taehyung en su momento de estrés, pero con el pasar de los días descubrió que fue un beneficio de parte y parte. La herida en su lobo gracias a la rotura de su orgullo se sintió aliviada con la mezcla de vainilla y fresas.
—¡Jungkook! —se giró al escuchar la voz de Jimin alzarse más de lo normal, creyendo que no mediaría palabra con él o al menos no ese día. Pero el omega avanzó hacia él, tomando su brazo con algo de fuerza que no tomó demasiado en cuenta—. Recuerda lo que te dijo Yoongi. Se que su esposo no te agrada y dudo que se vean, pero si llega a pasarte por la cabeza llegar a decirle algo... No lo hagas, no te metas en un lío innecesario.
Enarcó una ceja, su rostro ladeándose al girarse para toparse con el cuerpo del más bajo. —¿No planean decirle?
—Hablaré de eso con Yoongi. Pero por favor, prometeme que no vas a meterte en eso, Yoongi no juega cuando amenaza con algo. Se de lo que es capaz si alguien se mete en su camino.
Aquella había sido demasiada sinceridad como para que Jungkook pudiera procesarla correctamente, y aún así asintió aunque realmente no estuviese convencido con las palabras de Jimin. No quería que Taehyung saliera igual de lastimado que él, ¿Pero iba a ponerse en peligro por eso...?
No lo sabía. Aún no lo sabía.
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