₀₆
Su pecho dolía, era la dura consecuencia de lo que sus ojos estaban observando casi por obligación. Quería alejarse, salir huyendo de allí, muy lejos de Min Yoongi y de Jimin. No deseaba siquiera mirarles a la cara, en su pecho acrecentándose la rabia ya ocasionada cada vez que lo hacía.
Se sentía excesivamente perdido, desorientado, cada uno de sus planes junto a su esposo comenzaron a caerse estrepitosamente delante de él sin cuidado. Por un momento lo pensó seriamente; ¿Era su culpa? ¿Había sido un mal esposo, había desatendido a Jimin de alguna manera? No lo comprendía. Solía tomarse días libres para estar con él, nunca se quedaba de más en el trabajo y las muy pocas veces que lo hacía se lo recompensaba con cenas y momentos íntimos y amorosos entre ambos.Su hogar, la promesa de compartir un lazo, una marca, cachorros... todo de eso... no existiría más.
Cuando menos se dio cuenta había retrocedido hasta apoyarse contra la pared, su espalda dando de lleno contra la frialdad de esta y su mano cubriendo su boca. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, todo de forma involuntaria. Sentía la presencia de Jimin alejándose del otro alfa, su esencia acercándose cada vez más...
—No te acerques... No quiero... —logró articular, sintiendo cómo su respiración se aceleraba en intervalos incontrolables. Inhaló con fuerza, exhalando luego mientras dejaba caer su vista en el omega—. No puedo creerte, Jimin. ¿Por qué?
La boca del hombre se abrió y cerró varias veces, incapaz de formular palabra alguna. Se relamió los labios, negando con la cabeza. —Jungkook...
—¿En algún momento hice algo para herirte? —ladeó la cabeza, el dolor palpable en su rasposa y quebradiza voz—. ¿Fui un mal esposo contigo, no estuve ahí para ti?... Habla, Jimin.
—No le hables con voz de alfa, Jungkook, no seas cabrón —gruñó el otro alfa que hasta ese momento se había mantenido callado y hasta cabizbajo. Había caminado hasta donde se hallaba Jimin, posicionándose delante de él en un gesto protector y territorial. Qué irónico.
—No tienes ninguna moral para hablar, grandísimo pedazo de mierda. ¿Cómo puedes meterte con un omega con pareja? O peor aún, ¿Cómo puedes ser capaz de ir a acostarte con mi omega cuando tienes uno triste que te ama esperándote en casa? —negó con la cabeza, casi escupiendo sus palabras—. Eres de lo peor, Yoongi.
Podía imaginárselo a la perfección, a Taehyung sentado solo en una mesa con una cena fría mientras Yoongi se quedaba hasta tarde con su amante en una cena lujosa. Su amante... El esposo de Jungkook. Todo le parecía tan repulsivo y deprimente que ya no sabía por qué quería golpearlo, por tener algo con su pareja o por serle infiel a la propia. Taehyung no se merecía eso, él mismo no se merecía eso.
—No metas a mi omega en esto.
—¿Te refieres al omega al que le fallas como si fuera tu propósito de vida, o al omega que tomaste aunque no fuese tuyo?
—No soy de nadie, Jungkook. Basta —Jimin gruñó, y de no hallarse tan molesto y dolido lo habría encontrado tierno. Así era antes, cuando todo estaba bien entre ambos, lo cual no volvería. Pero ahí se lo cuestionaba, ¿En algún momento habían estado bien?—. No metas a su esposo en todo esto, es demasiado bajo.
—Pero es que Taehyung está metido en esto desde el momento en que decidiste estar con su esposo, Jimin, ¿O realmente crees que él no existe? Debería irlo a buscar, ¿No? Sería la familia completa —sonrió por muy falsa que fuese su mueca, una que hizo a la pareja frente a él tensarse notablemente.
¿Era que no se esperaban esa reacción de él, esperaban algo más violento o típico de alfa? Eso solo demostraba cuán poco podía conocerle Jimin, y dolía demasiado. Solo quería lanzarse a llorar y aferrarse a los buenos recuerdos en pareja que tenía pero que sabía que le destrozarían aún más. Yoongi dio dos pasos hacia él, un deje de desesperación en su mirada que lo descolocó. —No puedes decirle a Taehyung, Jungkook. Enojate todo lo que quieras pero no vas a decirle nada —su agarre era duro en su brazo, y Jungkook lo sacudió con rudeza.
—¿Es en serio? ¿Vas a seguir mintiéndole a la cara? ¿Hasta cuándo vas a seguir jugando con él? Eso me demuestra que planeaban seguir jugando conmigo, son tan...
—Jungkook, escúchame bien; llegas a decirle algo a Taehyung de esto y juro que yo mismo me encargaré de hundirte laboralmente. Te lo juro por Dios —la voz, los gestos, todo del alfa azabache eran intimidantes. Pero Jungkook era un detective, trabajaba en poder analizar hasta el más mínimo detalle, y él lograba ver el miedo y la inseguridad en los oscuros y dilatados ojos de Yoongi—, sabes el poder que tiene mi familia para hacerlo si yo lo deseo.
—Yoon... —suspiró Jimin, sus manos pasando desde su cara hasta su cabello. Sus ojos se enredaban en sus hebras rubias, hundiéndose tal como su mano solía hacerlo—. No lo amenaces, Yoongi, ya basta.
—No me defiendas, no seas hipócrita —nuevamente quería llorar. Había tenido a Jimin en un pedestal, lo veía tan perfecto, hermoso y puro. Toda la imagen que tenía de él se estaba manchando progresivamente hasta el punto en que simplemente amarlo con todo su ser dolía y le asqueaba.
El omega avanzó hacia él y en ese momento no fue ni siquiera capaz de apartarlo. No podía, su lobo ansiaba su toque por muy dolido que estuviese; él le perdonaría todo, pero Jungkook no. No podía. —Vamos a casa, Jungkook —tomó su rostro entre sus grandes pero finas manos pálidas, mirándole con un genuino dolor en su rostro—. Hablaremos, te diré todo, pero por favor no hagamos un show aquí. Allá decidiremos todo.
No sentía que fuese su casa. Ya no; el término sonaba demasiado lejano para él mientras asentía con lágrimas surcando sus mejillas y siendo limpiadas por su esposo.
Cuando regresaron a casa, su esposo lucía distinto.
Taehyung no lo entendía.
No era un cambio notorio, bromeaba en el camino y besaba su mejilla de vez en cuando. Pero en sus ojos había un temor, una frialdad y una incertidumbre que horas antes no habían estado allí. Taehyung quería entenderlo, de veras.
Pero estaba ya adaptado a recibir mentiras, silencios, respuestas tontas que no respondían a su duda y honestamente no quería experimentarlo de nuevo. A veces era mejor vivir en la ignorancia, o eso pensaba él mientras buscaba cambiarse a algo mucho más cómodo después de haber llegado a su hogar casi antes de la hora de la cena.
Sin embargo, mientras se quitaba su camisa blanca sintió las cálidas manos de Yoongi reposar en su cintura, Era un agarre posesivo y territorial, tan de alfa que sentía como su lobo y él se derretían hasta recostarse en su pecho. —Hoy te veías más hermoso que de costumbre, bebé —sonrió, besando su cuello cerca de la glándula de esencia tal como siempre lo volvía loco. Necesitaba su marca, realmente lo hacía—. Hermoso para mí, mi omega perfecto.
Hacia tanto tiempo que no recibía tantas atenciones y cariños de parte de Yoongi, Taehyung se giró, tragando en seco mientras frotaba su cuerpo contra el aún vestido alfa con una clara erección que pedía por él. Y Taehyung lo deseaba; sentirse lleno por su alfa, poder tener sus cachorros, lo quería todo y necesitaba que Yoongi volviese a ser como antes. —Alfa... —suspiró, recibiendo un nuevo beso en su cuello que duró mucho más—. Necesito tenerte, quiero darte tantos cachorros...
Yoongi se tensó, pero Taehyung estaba tan sumergido en el encanto que no fue ni siquiera capaz de notarlo aunque fuese un poco. Realmente se hallaba en su burbuja.
Pero la burbuja fue rota en cuestión de minutos. Su cuerpo fue apresado contra la cómoda y costosa cama, preparado para recibirle como un buen omega. Pero algo estaba mal, algo dentro de él no estaba conforme y pronto su cuerpo dejó de soltar feromonas de excitación. No lo entendía. Nunca había experimentado algo parecido. Sus músculos empezaron a endurecerse, toda dilatación y lubricación antes presentes desapareciendo repentinamente hasta no ser ni la sombra de lo que eran minutos atrás.
Eso solo tenía una explicación: su lobo estaba rechazando a Yoongi por alguna razón extraña y desconocida para él.
Todo su encuentro resultó pasar de ser la promesa de una buena velada a la media hora más tortuosa de su vida. Solo podía ladear su cabeza, cerrar los ojos y soportar el dolor de la intromisión no preparada que lastimaba como jamás pudo tan solo imaginar. Todo intentando lo mejor que pudiera de no lucir disconforme ni en lo más mínimo.
En vez de haber disfrutado de la cruda pasión que Yoongi podía ofrecerle, Taehyung solo deseaba que todo se terminara lo más pronto posible. Luego notaría que no era solo su imaginación, puesto que los moretones en sus caderas indicaban que el alfa no había sido cuidadoso en ningún sentido.
Salió de su cuerpo, dejando un incómodo vacío mientras acababa fuera de él. Sin nudo.
—¿Acabaste? —masculló Yoongi con la voz ronca por el momento.
—Sí... —mintió en un leve murmullo, cansado y con sus ojos fijos en la nada y, a la vez, en todo.
Tenía un nudo en su garganta mientras Yoongi regresaba con papel para limpiarle, metiéndole luego en pantalones de seda y acostándose a su lado con su espalda dándole de lleno. —Voy a dormir un rato, estoy agotado. Me despiertas cuando este la cena.
No entendía el por qué de su cambio de actitud. ¿Y la verdad? No estaba seguro de querer hacerlo.
La habitación olía solo a Yoongi, aquella esencia a alfa, a cedro, a té verde, pero en lugar de ser reconfortante le estaba poniendo tenso y nervioso. Rebuscó una camisa de Yoongi, ignorando el aroma en esta lo más que podía. ¿Por qué la esencia de su alfa no le calmaba? ¿Estaba defectuoso, era eso?
Eres un terrible omega, pensó.
Salió en pasos débiles y temblorosos de su habitación. Las piernas le dolían, su parte baja también, y en realidad era más fácil conseguir algo que no le doliera. Estaba a punto de lanzarse al suelo de la cocina y llorar, y exactamente eso hizo cuando sus rodillas eran incapaces de seguirlo soportando. Su parte baja dio un incómodo dolor en el momento en que se sentó en el frío piso, las lágrimas llegándole a la boca. El sabor era salado, pero no le importaba. No era su prioridad. El dolor en su pecho sí.
Se levantó a buscar su teléfono que había dejado en la encimera que usaban para desayunar en la cocina, jalándolo antes de volver al suelo que le provocaba dolor con siquiera rozarlo en un mal movimiento. Tenía allí un mensaje sin leer, y era precisamente de la persona que menos esperaba. En sí de nadie lo esperaba, no solía hablar con mucha gente además de su familia en ocasiones y a veces Namjoon. Era de Jungkook, Jeon Jungkook. El alfa de Park Jimin, por supuesto, no es como si fuese capaz de olvidarlo y de por sí ya no dependía de su conocimiento hacia Jimin. Había compartido cosas muy personales con él como para considerarlo un extraño a esas alturas.
Aburrido, huh.
Era en la hora del almuerzo, y ahora que lo recordaba este y su esposo habían desaparecido del lugar de repente y no había caído en cuenta de eso. Quería llorar al verse tenido en cuenta por alguien como Jungkook, y no por alguien tan cercano como su propio esposo. Eran tantas cosas las que dolían. Su matrimonio no funcionaba, él mismo no funcionaba, y recordaba vagamente la ahora lejana felicidad que había sentido en el momento en que sus padres le hablaron de su compromiso con Min Yoongi.
Conocía al alfa desde antes, de hecho desde su niñez. Sus familias eran demasiado cercanas y hacían negocios juntos. Yoongi siempre había sido más cercano a su hermano Chanyeol, Taehyung a la hermana del alfa, Jeongyeon, otra alfa más cercana a su edad. Y nunca había sido un secreto el cuánto admiraba y gustaba del alfa, quizás aquello impulsó a sus padres a comprometerlos. Había sido feliz...
¿Pero... y Yoongi?
Desdichado. Así se sentía, Y quizás por eso quiso llamar a Jungkook para desahogarse mientras sollozaba. Pero Jungkook no atendió, y Taehyung entendíó lo solo que estaba.
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