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₀₅

Quería casi lloriquear si aquello podría ayudarlo en su situación. Jungkook adoraba las salidas en pareja, tomarse de la mano, salir a comer y cosas tan tontas y clichés que nadie se esperaría de alguien como él. Todos sus seres cercanos lo sabían, por lo que le sorprendía que aún Jimin no aprendiera a conocer esa faceta suya.

—Ya te dije que no, Kook —suspiró, terminando de vestirse. Habían tenido una agradable mañana juntos, y por agradable era más un sexo mañanero que habían disfrutado hasta que la adrenalina del momento bajó y Jungkook terminó sintiéndose algo vacío. Desconocido para él era que el sentimiento era mutuo—. Este domingo es un almuerzo con la firma.

—Pero...

—Además estás invitado, deja de lloriquear. No y punto. No tengo tiempo para citas y lo sabes. Ya no somos tan jóvenes, por favor —resopló, dándose la vuelta para terminar de arreglarse en el baño antes de partir al trabajo.

Jungkook no sabía si dejarlo pasar o sentirse mal por tan duro intercambio de palabras. Sentía a su pareja distante, no siempre, pero era diferente a tiempos atrás. Y aunque era cierto que las relaciones tendían a enfriarse con los años, no le hacía nada de gracia. 

Pero lamentarse por lo mismo tampoco era la idea, decidió mientras se estiraba en la cama antes de levantarse en búsqueda de arreglarse para él también partir a trabajar. Además, él mismo seguía sintiéndose culpable por tener en su teléfono una foto del omega del jefe de su esposo en su teléfono, vistiendo una pequeña y delicada lencería rosa. 

La imagen continuaba allí, escondida en una carpeta por si acaso. Por alguna extraña razón no había sido capaz de borrarla, pero tampoco había vuelto a tener contacto con Taehyung desde entonces. De hecho, había dejado en visto al chico y su imagen. 

Negó con la cabeza, terminando por suspirar mientras se levantaba. Debía dejar de darle tantas vueltas al asunto.


Estaba más que concentrado en lograr pulcramente un almuerzo perfecto para llevárselo a Yoongi en su hora libre, tal como siempre sin falta alguna. Cuidaba cada detalle, dedicándose por completo a la complacencia obtenida.

Antes de que siquiera pudiese llevar todo lo preparado al lujoso vianda que su esposo poseía, su teléfono comenzó a vibrar sobre la encimera. El castaño enarcó una ceja, meditando brevemente antes de coger el teléfono y atender la llamada. Era Yoongi, eso explicaba mucho pero también generaba más dudas. Raramente hablaba con él a esa hora, era una rutina demasiado constante como para confirmar o algo por el estilo.

—¿Amor? —su voz era dudosa, pero aún así cargaba el tono cálido que siempre empleaba hacia todos pero en específico hacía él.

—Taehyung, mi vida, hola —la voz de Yoongi sonaba cálida también, suave, hasta dulce. Como si todos los últimos días no hubiesen estado llenos de discusiones y tensiones entre ambos, hasta el punto de dormir uno a cada lado de la cama sin siquiera rozarse, aunque Taehyung se despertara para encontrarse aferrado a su espalda—. Te llamaba para decirte que hoy saldré a almorzar con unos amigos de la empresa, ¿Bien? Quédate tranquilito en casa. 

—Oh... Ya veo —suspiró, observando el almuerzo casi listo frente a él—. Supongo que entonces te veré en la noche. 

—Ajá. Pero hoy es viernes, así que ya sabes que llegaré un poquito más tarde de lo usual —Yoongi se rió, y Taehyung solo deseaba que accidentalmente atragantara con este—. Si tienes sueño no me esperes, princesa. 

Cuánto detestaba tan humillante apodo, y más aún el indirecto no me esperes despierto. Rodó los ojos, forzando una sonrisa aunque no pudiese ser vista por su esposo. —Está bien, amor. Disfruta. 

—Lo haré, te quiero. 

Respondió lo mismo, esperando a que este colgara el teléfono antes de recostarse contra la encimara, su mirada alzándose hacia el techo mientras tomaba una bocanada de aire.

No quería dejarse afectar por eso, no debía. Pero le era imposible evitar sentirse miserable cada vez que algo similar sucedía. Ya era hora de haberse acostumbrado, pero honestamente, no era esa la relación que de niño había deseado. O, a quién engañaba, desde joven supo que su vida estaría llena de circunstancias de esa índole, y las palabras de su madre taladraban en su cabeza con una fuerza contundente mientras se disponía a dividir las porciones para servirse solo a él y lo demás guardarlo en la nevera.


El domingo llego con rapidez y sin avisar, como una ventisca repentina pero que se esperaba desde un inicio. Taehyung se sentía obligado, de cierta forma, a asistir como siempre aferrado al brazo de su esposo. Debía vestir bien, comportarse bien y en general ser un buen omega en el almuerzo que su esposo hacía los primeros domingos de cada mes con sus trabajadores y sus familias. Tendría que escuchar los chismes incesante del omega de la Sra. Oh, de los insoportables cachorros del Sr. Byun y en general sería una tarde poco placentera. 

Pero aún así se había esmerado en su imagen. Su cabello estaba pulcramente peinado, los mechones castaño cayendo por su frente, su torso cubierto con una sedosa camisa blanca abombada en las mangas y pantalones de vestir. El perfume que portaba acrecentaba naturalmente su aroma a fresas, el cual a pesar de los neutralizadores que usaba todos los días seguía ahí como un aire fresco y sutil. Y todo él estaba adornado por joyas delicadas y anillos en sus manos.

Yoongi sonrió al verle, depositando un suave beso en su coronilla pero no dijo ni hizo nada fuera de lo normal. Aquello lo hizo suspirar mientras aplicaba algo de maquillaje en sus ojos.

Los almuerzos solían ser llevados en las oficinas, pero habían decidido hacerlo en un restaurante. Taehyung se incluía, pero realmente no tenía voz ni voto en ninguna de aquellas decisiones. Al menos era un lindo lugar, decidió al llegar apegado al brazo de Yoongi. Era bastante natural y elegante, pero por la hora las mesas estaban arregladas en el interior del local. Saludó educadamente a quien veía a su paso, y es que eran los últimos en llegar.

—¡Jimin, Jungkook! Qué bueno verlos —Yoongi saludó con una gran sonrisa en sus labios, estrechando la mano de ambos mientras que él se removía incómodo a su lado.

Sus ojos lograron atascarse en la figura del alfa frente a él, y en ese momento casi sintió que el corazón iba a salírsele por la boca. ¿Y cómo no? No había logrado dejar de pensar en que le había pasado fotos indecentes al alfa ajeno, al cual claramente le desagradaba, con la tonta intención de mostrarle un simple pedazo de tela. En el momento no le habían dado importancia, pero fue al día siguiente en que, mortificado, se dió cuenta del peso de sus acciones.

Sus mejillas se sonrojaron, desviando sus ojos hacia Yoongi mientras lograba visualizar al alfa removiéndose de igual forma. Que incómodo.

—Jungkook y yo no nos perderíamos un buen almuerzo —ladeó una sonrisa el omega, recibiendo un beso en su frente por parte de su pareja. Pero Taehyung continuaba sintiendo sus ojos clavados en él, y deseaba con ahínco zafarse de la situación—. Qué bueno verte, Taehyung.

Era extraño. Taehyung tenía bastante claro de que no era del agrado de Jimin, aunque por razones desconocidas para él. Y no podía olvidar la incómoda cena que se había visto obligado a soportar junto a los ácidos comentarios del omega. Pero aún así sonrió lo más sincero que podía, en lo cuál ya era casi un experto. —Lo mismo digo, extrañaba los almuerzos así. Son muy íntimos —asintió, recostando su cabeza en el hombro de Yoongi, casi restregándose contra su cuello.

No entendía la necesidad de su omega de marcar territorio, a veces se experimentaban esos arrebatos aunque fuesen poco comunes en Taehyung. Pero lo hizo, y sintió el aire tensarse. —Yah, Taehyung, vamos a sentarnos. Gracias por venir —Yoongi le sujetó con cierta rudeza del brazo, guiándolo hacia la mesa larga que daba lugar a los trabajadores de la firma.


Era extraño ver a Jimin desenvolverse socialmente tan bien, cuando en realidad Jungkook estaba acostumbrado a su personalidad fría y reservada. Aunque no negaría el poder que tenía su omega con las palabras, y eso explicaba por qué le iba tan bien en lo que hacía. 

Pero eso no quitaba el aburrimiento que sentía. Ni siquiera comer le resultaba entretenido, así que intentó fijarse en todos los presentes. Tampoco era interesante. 

Pero al fijarse en Kim Taehyung, el esposo del alfa en la cabecilla, sintió su interés avisparse. No por algo en específico de su apariencia, sino en su actitud. El omega se veía igual o más miserable que él, jugando con sus anillos y de vez en cuándo tratando de obtener la atención de Min Yoongi sin ningún tipo de éxito. Le generaba lástima, no lo negaría, y aquella lástima iba rápidamente reemplazando el desagrado que sentía hacia él. 

Sintió la mano de Jimin apretar su muslo, y el de cabellos negros le sonrió. —Gracias por venir aunque se que no te gusta, Kook. Lo aprecio mucho —dijo Jimin, y el alfa le devolvió la sonrisa mientras alzaba su mano para depositar un beso en el dorso de la misma. 

—Todo por ti, amor. 

Jimin le dio un empujón juguetón, y nuevamente Jungkook se quedó sin su atención. 

No quería quejarse, no realmente. Jungkook detestaba con todo su ser asemejarse a ese tipo de parejas dependientes que últimamente solían verse tanto. Amaba la independencia que definía a Jimin tanto como su esencia a menta. En sí, todo de Jimin le encantaba por igual y era aquella la razón por la cuál lo había elegido como su compañero para toda la vida entre todos los omegas y betas habidos y por haber.

Pero aún así, últimamente se hallaba con algo de carencia de atención. O quizás no carencia, pero sí una leve falta que de cierta forma le carcomía la cabeza cuando era dejado en soledad con sus pensamientos haciéndole la única compañía. Deseaba pensar que estaba simplemente exagerando, pero era complicado en momentos como aquel. Su mirada se desvió hacia Taehyung, sus cabellos castaños tan arreglados y perfectos que le daba repelús —¿por qué se esmeraba en verse tan hermoso y perfecto, acaso no era mejor lucir una belleza más natural y menos forzada? ¿o acaso se veía forzado por el aura de perfección que cargaba su alfa? Eso lo hizo sonreír con algo de amargura; así que Taehyung y él se hallaban en situaciones simulares, dedujo por sus expresiones faciales de aburrimiento y cansancio emocional.   

La idea le voló a la mente de forma tan repentina que era hasta sorprendente. Su mano sacó su smartphone de su bolsillo, la pantalla negra iluminándose. Observó a Jimin, distraído en sus conversaciones, y bajó la resolución de la pantalla para luego buscar el contacto del castaño omega. Recordaba vivamente el último —y en sí, único mensaje recibido; la bendita foto que su cerebro se negaba a olvidar. Pero aún así le escribió un mensaje. Aburrido, huh.

Sus mejillas se calentaron al ver que ningún teléfono sonaba y Taehyung no mostraba signos de revisar nada. ¿Era que no traía su celular consigo? Se sentía ridículo, y aquello solo empeoró el momento hasta hacerlo gruñir mientras se restregaba los ojo con una mano, estirando su cabeza hacia atrás.

Dos miradas casi idénticas se plantaron sobre él, la de Jimin y Taehyung. Extraño.

—Necesito ir al baño, Kook. Vuelvo en un rato —Jimin apretó su pierna nuevamente antes de levantarse, una mirada larga quedándose en la mesa mientras se dirigía al pasillo del local que daba hasta los baños. No le dio demasiada importancia, simplemente suspiró en aburrimiento con su rostro siendo sostenido por su puño y su codo apoyándose en la mesa.

No mucho después vio a Min Yoongi levantarse, depositando un suave beso en la mejilla de su omega antes de dirigirse también hacia los baños. Aquello llamó su atención hacia Taehyung, quién se removía algo incómodo ante los intentos de conversación de una beta a su lado a la cuál reconocía vagamente de sus visitas a la oficina. Supuso que Taehyung no era demasiado social, y raramente tenía sentido. Negó con el atisbo de una sonrisa en sus labios, enarcando una ceja ante el cuchicheo de dos alfas a su costado.

—¿Viste al jefe yendo detrás de Park?

—Ajá... ¿Tú crees...?

—No creo, estoy seguro de que se traen algo. Qué descaro...

Ambos alfas se rieron, y Jungkook sintió un escalofrío extraño en su columna. La simple mención de su omega siéndole infiel era tan desagradable como insólita, Jimin no era de esa calaña por más que dudara de Yoongi. Supuso que estaban acostumbrados a que su jefe tuviese sus aventuras con sus trabajadores, y siquiera pensar en eso le descomponía el estómago. No tanto como algo personal, sino bajo el conocimiento de cuánto sufría el omega de este por sus continuos desplantes. No entendía cómo podían existir personas así.Pero rápidamente detuvo la cabalgada de su mente. Era de muy mal gusto asumir cosas así, y aún más cuando carecía de pruebas para acusar a Jeon Jungkook de infiel. El hecho de que trabajase en esa área era vergonzoso. De todas formas, la curiosidad había matado al gato, pero el felino murió sabiendo; y esos dos se estaban tardando demasiado.

Se excusó en voz baja, y dudaba que alguien hubiese reparado en ponerle la más mínima atención momentánea. Sus ojos buscaron la figura de Taehyung, pero este estaba absorto en sus propios pensamientos que hasta la misma beta de antes había desistido de intentar hablar. Mordió su mejilla interna mientras caminaba entre las mesas hasta el pasillo, lindamente decorado con azulejos verdes y marrones en un camino de uno ocho pasos. Al final daba con una puerta solo autorizada para el personal. A su izquierda, el baño para alfas con su signo respectivo. Al ver el símbolo omega en la puerta derecha, fue a la que entró así no lo tuviese permitido.   

Pero deseaba haber acatado las normas. La iluminación era sublime, ni muy alta ni muy baja. Era tan elegante como el lugar mismo pero el aura le brindaba una gran incomodidad. Luego entendió que no era el baño en particular, sino la escena llevada a cabo ante sus ojos. El aroma era tan fuerte que le resultaba hasta repugnante, intenso en feromonas tanto de omega como de alfa con las hormonas alborotadas. Era el aroma a menta, café y hierbabuena de Jimin junto a la esencia de té verde y cedro de Yoongi.

Ambos estaba contra los lavabos pulcros y pálidos que eran apilados uno al lado del otro sobre encimeras lujosas de tonos marrones y crema. Las manos de Yoongi apresaban su cintura, las piernas de Jimin se enredaban entre las suyas, y ambos parecían tanto uno solo que Jungkook solo quería doblarse y vomitar.

Tanto el alfa como su —no, el omega ante él parecían querer hacer lo mismo con sus expresiones horrorizadas al haberle visto.

Nota: Pido perdón por haber tardado en actualizar, sé que no es un maratón como dije, pero estaré actualizando estos días muy seguido o tal vez mañana suba los demás, mi salud no fue algo bueno estos días y eso me retrasó más, pero los capítulos que tengo editados los subiré mañana o en el transcurso de los días, gracias por el apoyo a la historia❤️.

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