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₀₃

El hogar de los Min era bastante lujoso, todo un paraíso ante sus ojos que de cierta forma lo hizo sentirse avergonzado del apartamento de clase media al que había llevado a su omega a vivir. Lo peor de todo, era que Jimin fue el encargado de amoblarlo con su propio dinero. Catastrófico para su orgullo, en definitiva.

Acomodó su corbata, la cual sentía que solo aprisionaba su cuerpo, mientras era invitado a pasar por el omega de más temprano. Taehyung, si no recordaba mal.

¿Cómo podía definir a aquel omega? Era castaño, de facciones suaves y dulces, con un cuerpo delgado y pequeño pero musculoso en realidad. Aparte de su apariencia, lo más complejo era su presencia como tal, similar a la de un niño temeroso ante la llegada de extraños.

El mayor problema, sin embargo, no era su apariencia tan afeminada y tímida, sino el aroma que desprendía —uno que no había estado en la mañana. El omega no estaba usando perfumes supresores para cubrir aquellas feromonas que brotaban de él copiosamente. Distaba del aroma natural de Jimin, de mentas, café y hierbabuena. Taehyung olía a vainilla, flores de cerezo y...

—¿Les gusta la tarta de fresas? No sabía si hacer cheesecake o simplemente tarta de fresas. Espero que les guste, porque solo trae... fresas —el omega balbuceó lo último, notando las extrañadas y duras de la pareja.

Sí, Taehyung olía también a fresas, o era eso o la dichosa tarta que estaba preparando. Pero el punto es que... el lobo de Jungkook se estaba alborotando, lo cual lo hizo tensarse y también a su pareja.

—No mucho, pero está bien —había sonado grosero, pero Jungkook no corregiría a Jimin en público. Además, tampoco tenía moral; ambos eran iguales.

Taehyung sonrió brevemente, una mueca forzada mientras los guiaba hasta la sala del penthouse. —Yoongi está terminando de vestirse, no tardará en estar aquí. ¿Quieren café, soda, algún jugo? También tenemos whisky y vino.

—¿Y champagne? —cuestionó Jimin.

Taehyung apretó una sonrisa nuevamente. —También. ¿Dos?

Asintieron casi al mismo tiempo mientras el castaño partía hacia la cocina. Su esposo rodó los ojos, pero si quería hacer un comentario malintencionado supo guardárselo, porque nada salió de su boca. De hecho, Jimin nunca salía de casa sin sus supresores, y aún así sintió como las casi imperceptibles feromonas del pelinegro le envolvían. Celoso, huh, le era imposible no ladear una sonrisa. Al menos Taehyung le había ayudado en algo, y era en poner celoso al usualmente tranquilo Jimin.

Se lo debía por alborotarlo con ese aroma. Una movida muy tonta cuando iba a verse con un alfa que no fuese su esposo, ¿Y por qué carajos su aroma en sí era tan fuerte?

—Gracias, eh... —Jimin tomó una de las copas que el castaño les había traído en una bandeja, aparentemente olvidándose de su nombre. Aparentemente, porque estaba seguro de que era apropósito.

—Taehyung —musitó el mencionado, visiblemente desanimado. Pero antes de que la incómoda situación se hiciese larga, un alfa alto y azabache se adentró a la sala, luciendo atractivo en un traje blanco y algo casual sin corbata. No necesitaba vestirse muy recargado, su reloj y joyería era suficiente, lo cual hizo a Jungkook sentirse algo... inferior.

—¡Qué bueno verles! ¿Qué hacen ahí sentados? Vamos al comedor —los ojos de Yoongi viajaron por la longitud del cuerpo de Jimin, cosa que no pasó desapercibida para Jungkook, pero terminó girando la misma con dureza hacia el castaño. Esto le hizo gimotear. —¿Y tú por qué hueles así?

Las mejillas del omega se encendieron, tan lastimera su expresión que incluso él se conmovió. Jimin igual, o eso parecía, ya que sacó un tema de conversación bastante rápido con el otro alfa, lo cual le distrajo hasta hacerlo caminar hacia el comedor. Joder, el lugar era enorme.

Pero el castaño no se movió, y esto hizo a Jungkook detenerse en su caminata. —Oye, tú, ¿No vienes? —no obtuvo respuesta, por lo que volvió a presionar—. Ey, niño, es contigo.

El apodo pareció surtir efecto, haciendo reaccionar al más bajo con un ceño fruncido, pero no se quejó al respecto. —Yo debo encargarme de la cena. Ustedes vayan.

Le vio partir hacia la cocina, y no sabía si sentir lástima, pena ajena o fastidio.

La cena pasó sin problemas, aparte de que Taeehyung se había sentido terriblemente fuera de lugar. Su esposo y el otro omega tenían tanto en común, y él no tenía ni idea de qué hablaban.

Al fijarse en aquel alfa, Jungkook, pudo ver que él también se sentía igual. Dos peces fuera del agua, sin siquiera interactuar para ayudarse. Decidió cambiar eso, sorbiendo de su té negro.

—¿Y en qué trabajas, Jungkook?

El mencionado elevó su mirada hacia él, sorprendido por la pregunta, y los otros dos parecieron no percatarse de su intento de charla. —Soy policía, trabajo en el área de criminología.

—Eso suena peligroso. Pero eres un alfa, supongo... —musitó el castaño, limpiándose la boca con una servilleta mientras el alfa rodaba sus ojos.

—Un omega también puede trabajar en esto, así como un alfa puede ser, qué se yo, cocinero o modista. ¿No crees que están bastante mal tus estereotipos?

Se había pasado; no en sus palabras, sino en el tono empleado. Taehyung se había casi hundido en su asiento, y la charla junto a ellos había cesado, toda la atención recayendo hacia él. Fantástico, justo lo que necesitaba.

—No vuelvas a hablarle así a mi omega, Jungkook —la voz de Yoongi había sido igual o más dura, y aunque su lobo le pidió pelear y gruñir contra aquel, no lo hizo. No quería meter a su esposo en peleas y menos por Taehyung, quien le daba honestamente igual.

El ambiente siguió algo tenso, hasta que Jimin se excusó al baño, y unos minutos después Yoongi hizo lo mismo. Estaba tan ensimismado en lo suyo, que Jungkook no pudo ni molestarse por eso.

Pero el aroma que Taehyung desprendía era el de un omega molesto, cuyo terreno estaba siendo invadido. No era difícil darse cuenta que sí le molestaba aquello, lo cual de cierta forma le causaba gracia.

—Se están tardando —masculló Taehyung, haciéndole reír—. ¿Por qué te ríes?

—Porque se nota que estas armando peliculitas tontas en tu cabeza. Solo fueron al baño, no seas tan... —suspiró. Bien, él era un celoso de primera, y si algo sabía era lo sensibles que los omegas eran ante los celos y las inseguridades. Con Jimin esto era de vez en cuando—. No seas dramático.

—¿Tú y Jimin han hablado de tener cachorros?

La pregunta fue tan repentina que casi se atoró con su propia saliva. —¿Y eso en qué te importaba?

El omega casi gimoteó ante su rudeza, por lo que suspiró. —No debería hablar esto contigo... Pero... Yoongi quiere cachorros, pero no conmigo —no, en definitiva no entendía por qué hablaba eso con él. No había confianza, el desagrado era aparentemente mutuo y ni siquiera era otro omega con el cual podía simpatizar. Aunque era imposible imaginarse a Jimin en su lugar, aquello lo hizo casi reír—. Yo no entiendo qué hago mal...

—Quizás no haces nada mal, y eso mismo lo aburre. Y el aburrimiento en pareja lleva a no querer hijos, ¿Sabes?

—Pero- Ugh, yo intento todo. Hoy quise darle celos y... —el omega se mordió el labio, sus ojos oscuros abriéndose como los de un cordero. Asquerosamente adorable—. Aún así me ignora...

No debía querer ayudarlo. De verdad, no debía, y no entendía por qué sentía esa necesidad.

—¿Has probado introducir cosas nuevas? En el sexo —las mejillas de Taehyung se colorearon de tonos rojizos, indicándole a Jungkook que ahí estaba el meollo del asunto. El omega debía tener unos veintitrés o veinticuatro años y actuaba como uno recién presentado—. Nada estrambótico, solo hablo de algo como lencería, o qué se yo.

Joder, de verdad no entendía cómo habían terminado hablando de algo como eso.

Pero Taehyung sonreía levemente sin mirarle, al parecer meditando bastante la sugerencia. Y aquello quizás le alegró un poco.

—¿Puedes darme tu teléfono, Jungkook? No pienses mal, es solo por si acaso —lucía emocionado, y no tenía el corazón de negarse por mucho que debiera y quisiera.
Rodó los ojos, sacando el bolígrafo negro que siempre cargaba consigo en su bolsillo para anotar su teléfono en una de las servilletas, tendiéndoselas a Taehyung. Y justo segundos después Yoongi y Jimin regresaron igual que como se habían ido. ¿Cómo aquel tonto omega había podido llegar a pensar mal? Esos dos eran demasiado disparejos como para llegar a tener algo.

—Fue una maravillosa cena. Mi Taehyung se lució esta noche, ¿No? —habló Yoongi, acariciando la cabeza del mencionado hasta que este lucía como un cachorro desesperado por sus caricias. Tierno, pero penoso.

—En realidad falta el postre, amor...

—Nosotros ya tenemos que irnos, lo siento —fue la escueta respuesta de Jimin, quien parecía de muy malhumor mientras le gesticulaba que se levantara de ahí rumbo a irse.

Luego le cuestionaría. Ahora, solo podía pensar en por qué diablos le había dado su número a un omega que le desagradaba tanto.

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