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[6.3] "¿Sequía en las cataratas del Niagara?"

Jungkook

Ella me observó con indignación y supe que la había puesto en un brete. Acababa de entrar en un callejón sin salida, sin embargo, estaba impaciente por saber si esa pequeña mocosa aceptaría a Maya por ser lo que era para mí o la tomaría como a una rival en potencia.

Como había imaginado, mi hiperactiva vecina apenas se demoró dos segundos en sentarse sobre mí y buscar a Maya. La escudriñó acusadora, evaluando las posibilidades de que fuera un peligro para esos planes de futuro que tenía desde hacía años y cohibiendo a Maya notablemente. No todos los días te enfrentábamos a una niña de siete años encaprichada del chico que te gusta, ¿verdad?

—Bueno, yo no ... —empezó a excusarse ella sin saber cómo explicarse.

—¿Quién eres? ¿Has venido con oppa? No me suena tu cara ... —aseguró la niña, sospechando hasta del respirar de Maya.

Jung buscó algo de ayuda al mirarme, pero yo solo le lancé un guiñó, deseando ver cómo salía de aquella. La confianza de Jia era muy difícil de conseguir y quería que Maya lo intentara.

—Jia —se volvió hacia mí, diligente, y yo la ayudé a sentarse entre mis piernas—. Ella es Jung Maya, mi vecina en Seoul y mi mejor amiga —la niña asintió sin apartar los ojos de su más que probable rival—. Maya, esta es mi vecina de siete años aquí en Busan; Jia.

—Encantada de conocerte, Jia —dijo Maya con una sonrisa que me aceleró el pulso.

—Sí, sí ... ¿Eres la novia de oppa? Porque yo soy su novia de verdad, y si es así, él debe haberte mentido para no hacerte daño. Jungkookie-oppa es muy bueno.

No pude contener la risa al ver el gesto asombrado de Maya. El dulce sonrojo que pintó sus mejillas me hizo mirarla junto con una sonrisa aún más amplia. No importaba quién le preguntara eso, ella siempre terminaría con el rostro tintado de un precioso color rojizo y me encantaba ver su timidez implícita en ello.

—En realidad ... Yo no soy la novia de Jungkook-ssi ... —explicó ella, esperando que Jia no quisiera rebanarle el pescuezo.

—Maya no es mi novia, Jia —corroboré. Ambas me observaron y yo me centré en la pequeña. Sonreí al ver sus ojitos llenos de esperanza, pero mi vista terminó posándose en Maya—. Pero pronto lo será.

Los orbes de Maya parecían a punto de salirse de sus cuencas. No podía creer que hubiera dicho algo así delante de aquella niña y eso la hacía querer asesinarme con solo mirarme. Demonios, prefería esconder lo nuestro hasta a una niña indefensa como Jia con tal de no destrozar sus sueños.

—Jeon Jungkook ... —sisbeó.

Por su tono de voz, una vez estuviéramos solos, querría descuartizarme.

De pronto, sentí cómo Jia tiraba de mi camisa, buscando mi atención. Una vez la tuvo, me observó desconfiada. Creyendo de verdad que había dicho demasiado para su pequeño corazón, acaricié su mejilla.

—¿Por qué, oppa?

Yo esbocé una sonrisa de lo más evidente y me dediqué a acariciar la adorable carita de aquella criaturita que ponía ojos de cachorro y hacía un tierno puchero.

—Mmmm ... Porque ella me gusta y creo que yo le gusto a ella.

Jia se dirigió a Maya, que relajó la mirada al instante.

—¿Te gusta, oppa?

Se estuvo debatiendo sobre qué responder y estuve seguro de que le costó mucho decidirse por algo que no dañara el aura de inocencia de la niña, pero al verla bajar los hombros y sonreír con dulzura, no me cupo duda de lo que iba a decir.

—Mucho, Jia —miraba fijamente a la niña—. Jungkookie-oppa me gusta mucho. ¿Y a ti?

—Seguro que más que a ti —dijo esta, tajante en su posición—. ¿Desde cuándo lo conoces? Oppa nunca me habló de ti.

—Nos conocemos desde que teníamos tu edad, mocosa —respondí yo, sin dejar de peinar las hebras de su pelo con mis dedos.

—Y ... Oppa, tú ... ¿Tú la quieres?

—Sí, Jia. Quiero mucho a Maya —le dije con delicadeza.

Y sin más, Jia se levantó de mi regazo y se posicionó frente a una Maya que seguía digiriendo la situación en la que yo la había metido.

Esperé a ver su siguiente paso y no me sorprendió en absoluto que la pequeña estirara su brazo hacia Maya, ofreciéndole la mano. En un primer momento, vi la incredulidad en el semblante de mi mejor amiga, pero terminó tomando los dedos de Jia entre los suyos.

—Está bien. Sé que oppa no me mentiría nunca porque confía en mí, así que quiero hablar contigo. No puedo dejar que cualquiera se acerque a Jungkookie-oppa. Yo tengo que darle el visto bueno —yo la miré sin poder creerlo—. ¿Sabes nadar, unnie?

Maya desvió su mirada hacia mí, más incrédula que yo, y asintió sin poder creer lo surrealista que se estaba tornando todo. Yo no pude aguantar la risa y esporádicas carcajadas se me escaparon al comprender que la pequeña Jia iba a considerar si Maya podía estar conmigo o no.

Lo único que la tranquilizó fue que la niña la llamara con respeto. Ciertamente, Jia no se dirigía a las chicas mayores de esa forma. Solía llamarlas por su nombre, pero, al parecer, que yo sintiera cosas por Maya había logrado que la pequeña accediera a llamarla de una forma más formal y educada.

En un santiamén, ambas estaban en pie. Jia me pidió ayuda para quitarse el vestido, sonriente cuando yo bajé la cremallera de este.

Esa niña ... Esperaba que Maya saliera sana y salva del interrogatorio que fuera a hacerle.

Una vez con su bañador de flores a la vista, me lo agradeció y corrió a avisar a su abuela de lo que iba a hacer con Maya. Cuando estuvimos solos, yo me humedecí los labios y miré encandilado cómo ella terminaba de quitarse los shorts. La camiseta que llevaba le quedaba un tanto grande, tapando así la parte inferior de su bañador. Estúpido de mí, creí que ella se quitaría la prenda y podría ver algo más de su nívea piel, pero reaccioné al sentir la tela vaquera de sus pantalones en mi rostro. Al quitármelos de encima, topé con la inquisidora mirada de la chica que me quitaba el sueño. No me hizo falta nada más para saber que ella no dejaría que viera ni una parte más de su cuerpo.

—Deja de mirarme así o lo siguiente que verás será un cabreo monumental, Jeon —su ceño fruncido me hizo jodidamente débil.

—Vamos, bebé —me acerqué para rozar su pierna descubierta—. ¿Acaso crees que intentará ahogarte cuando bajes la guardia? Jia es un pedacito de bondad cuando la conoces.

Maya rodó los ojos y comenzó a caminar lejos de mí. Yo me que quedé con la mano en el aire y ese incesante picor en las yemas de mis dedos, deseando tocarla.

—No te preocupes, oppa —sonrió, cínica—. Puede que el que acabe sin vida hoy seas tú.

Y por más que quise preocuparme por sus palabras al verla encaminarse hacia el agua, no fui capaz. Ella tomó la mano de Jia un minuto después y empezaron a adentrarse en el mar. Maya se veía feliz hablando con Jia, así que me dije a mí mismo que sería benévola conmigo por todo aquello.

No aparté la mirada de ellas ni un segundo durante las horas que estuvieron riendo y jugando en el agua. Era evidente que Maya se había ganado el respeto de Jia en un abrir y cerrar de ojos, pero eso no importaba. Escuchar sus risas y observarla así de liberada bastó para sentirme en paz. Aquella sensación de calma me embriagó tan pronto como una sonrisa adornó sus labios. Maya estaba disfrutando aquello, estaba siendo ella misma después de semanas apagada y preocupada por todo lo que ocurría a su alrededor. Llevarla a Busan había sido una buena idea después de todo. Valía la pena si podía olvidar los malos ratos que había pasado en Seoul y ser la chica de siempre. Eso era lo único que importaba.

Has hecho bien, Jungkook. Ella ya está mejorando.

Se acercaba la hora de comer y ninguna de las dos había abandonado el baño por un segundo. Mi abuela y yo habíamos estado hablando sobre mis padres y mi hyung, pero la conversación terminó y ella decidió ir a comentar los últimos cuchicheos con la señora Park, lo que me hizo más gracia de la debida.

En fin, me quedé solo, tirado sobre la toalla que Maya había colocado ante de zambullirse junto a Jia y dejarme más solo que la una. La espera se me hacía más pesada que nada, así que, decidí leer algo del libro que traía antes entre manos para acabar descubriendo que se trataba de un cuaderno lleno de partituras, todas firmadas por Yoongi.

Contento de su renovado interés por el instrumento, fui ojeando las hojas hasta que los gritos de Jia se hicieron presenta en la playa medio desierta.

En un principio pensé que algo había ocurrido. Incluso llegué a levantarme con el corazón en un puño, fijándome de nuevo en el lugar donde se bañaban, sin embargo, me di cuenta de que Maya la tenía tomada entre los brazos mientras sus sonoras carcajadas hacían eco por toda la playa.

El alivio me recorrió, y tras cerciorarme de que solo habían sido gritos provocados por el juego que mantenían, volví a tomar asiento. Pero, esa vez, estuve mirándolas más detenidamente, en concreto a Maya. Se encontraban en una parte en la que el agua no llegaba más arriba de la cintura a mi mejor amiga, lo que me permitía una visión privilegiada del contorno de su cuerpo.

Sentí la garganta seca al delinear con la mirada sus curvas y la manera en que estas resaltaban a causa de la camiseta empapada. Con más calor del debido, tragué saliva con dureza y opté por clavar la vista en la arena bajo mis pies.

Mirarla ya no era como antes. Siempre había visto en Jung Maya a una chica, bonita y poco convencional, pero en esos momentos, manteniendo una relación tan extraña como la nuestra, me maldije por desear llamarla para poder admirarla desde algo más de cerca.

El sonido de esa canción ... Sorry Sorry, me despertó de aquel debate mental. Yo me apresuré a buscar el teléfono de mi amiga entre las toallas, urgido por descolgar. Creí que se trataría de su madre y que por eso debía responder, para no preocuparla, pero me sorprendió ver en la pantalla de su móvil el nombre de Jimin.

Descolgué, todavía ligeramente agobiado por haber mirada a Maya como una mujer. Una mujer que me atraía de una manera enfermiza.

—¡Maya! ¿Cómo estás? ¿Lo estáis pasando bien en Busan?

Humedecí mis comisuras, sediento y afectado por alzar la mirada y encontrar a Maya de perfil.

—No, hyung. Soy yo.

—¿Jungkookie? —su voz denotó sorpresa—. ¡Chicos, Jungkook al teléfono! —canturreó feliz aunque nadie respondió a su grito—. Bah, da igual. Están muy ocupados comiendo E IGNORÁNDOME. GRACIAS POR SER TAN BUENOS, SE OS QUIERE.

Alguna que otra risa se escuchó al otro lado, arrancándome una tenue sonrisa.

—Jiminie, Maya no está aquí ahora. No puede ponerse —le informé, absorbido completamente por la silueta de mi mejor amiga.

—¿No está? ¿Y por qué no estás con ella?

—Es una larga historia, pero Jia la ha conocido y quería interrogarla sobre sus intenciones conmigo —lo gritos de felicidad de la niña se oyeron por todas partes—. Ya la conoces. Ella y su ...

—Obsesión por casarse contigo cuando sea mayor. Sí —concluyó, riendo—. Maya conseguirá ganársela. Las dos quieren hacerte el chico más feliz del mundo.

—Creo que ya lo ha hecho. Llevan más de tres horas hablando como si se conocieran de toda la vida y ...

El flujo de palabras se me cortó al ver que Maya y Jia empezaban a salir de la inmensidad azul. No me habría importado de no ser por lo susceptible que me encontraba después de haber analizado a Maya con tal intensidad. Ella caminaba de la mano de mi inocente vecina y toda la camiseta, mojada y arrugada, se había pegado a su torso. Podía notar que debajo de la prenda traía un bikini que marcaba los puntos clave y sus piernas ya no se encontraban parcialmente cubiertas, sino mojadas y despampanantes, al igual que ella.

—Joder —murmuré por lo bajo, boquiabierto.

—Gaviota, ¿por qué maldices?

Las dos habían alcanzado la orilla y Jia había hecho que Maya se agachara hasta quedar a su altura para ayudarla a quitarse un alga del pelo. La niña gritaba, asustada por el viscoso tacto de la planta marina, y Maya se arrodilló frente a ella, calmándola y alterándome como nunca en mi larga y satisfactoria vida.

La camiseta se le subió lo suficiente como para dejar a la vista parte de su espalda baja y la parte inferior del bikini. Cuando su trasero entró en mi campo de visión, jadeé, angustiado por lo que estaba deseando después de verla tan ... Tan ...

—¿Jungkookie? ¿Qué te pasa? —mi respiración se había ido a paseo desde hacía rato e intentaba controlarla—. ¿Por qué respiras así? Ni que hubieses corrido una maratón.

Necesité unos segundos más para aclararme la voz y lograr mirar a otra parte. ¿Qué me pasaba? ¿Por qué demonios Maya me estaba alterando tanto?

—Jimin-ssi ...

—Yah, ¿cuántas veces te he dicho que no me llames así?

—Mierda, Jimin —revolví mi pelo, prohibiéndome a mí y a mi depravada mente volver a buscar la cintura de Maya—. Yo ... Esto no es normal.

—Si hablas así no podré entender a lo que te refieres, Jungkookie.

—Hyung ... ¿Es ... Es natural que no deje de pensar en Maya?

—Veamos ... Estáis juntos, así que supongo que es lo más lógico ...

Sonrojado hasta el extremo, mordisqueé mi labio inferior, como si eso fuera a canalizar aquella frenética idea.

—No, Jimin ... No ... —pasé la lengua por mis resecos labios y encontré el valor para mirar a las dos chicas. Maya ya estaba en pie, escurriendo su camiseta y acrecentando ese picor en mi estómago, logrando que explotara en mi interior, urgiendo por que la tocara—. Maya ... Ella está ...

—¿Está bien? ¿Está mal? ¿Cansada a lo mejor? Por dios, Jungkook. Termina una maldita frase o no podré ayudart ...

—Está muy mojada, hyung ...

El silencio se hizo al otro lado de la línea y yo solo pude respirar con vehemencia al verla saludar en mi dirección. Corría por mis venas, me gritaba que fuera hasta ella y la sacara de la maldita playa para poder ... Poder ...

Sin embargo, los gritos de Park hicieron que diera un pequeño salto.

—¡OH, SEÑOR! JEON JUNGKOOK, ¿QUÉ NARICES ESTÁIS HACIENDO? ¿MOJADA? ¿CÓMO QUE MOJADA?

—¿QUÉ ESTÁ MOJADO, JIMIN? —la pregunta de Jin me hizo temblar de pies a cabeza.

—NADA, HYUNG. LA TOALLA DE JUNGKOOKIE, QUE SE LE HA MANCHADO —las voces del resto llegaron hasta mí, pero mi cabeza estaba en otra parte—. ¿Jungkook? ¿Qué habéis hecho Maya y tú?

—N-nada, hyung, pero ... Oh, dios ... Ella está en bikini y yo ...

—¿Estás ...? Santísimos unicornios, Jungkook ... —una risilla escapó de sus labios—. ¿Estás caliente por culpa de Maya? ¿Es eso?

Y sí, era justamente eso. No me habría asustado, pero era la primera vez que una chica me hacía sentir así de vulnerable y se sentía demasiado raro.

—Hyung, esto es ... Es enfermizo que piense así de ella, ¿verdad? —me alboroté el cabello, pensando en el momento en que había pasado de verla como una amiga a una mujer—. No debería ser así, yo ...

—Jungkookie, cálmate, ¿sí? Maya es una chica. Tú sabes mucho de chicas.

—Pero ninguna me hizo lo que ella, hyung ...

—Bueno ... Estáis saliendo —dijo, burlándose un poco de mí y de mi estado sin control—. Creo que puedes permitirte pensar cosas tan impuras.

—¿Por qué demonios me hace tan sumiso, Jimin-ah? Yo ... Yo quiero darle todo lo que me pida y más, pero ... Pero ...

—Jungkook, eso es querer a alguien —Maya abrazó a Jia, radiante a mis cegados ojos—. Y eso implica querer a esa persona en todos los sentidos. Hasta en la cama.

—Dios, hyung ... —dije, abochornado por su falta de tacto. La contagiosa risa de Park se hizo presente—. ¿Estoy intentando calmarme y tú sólo dices eso? No es como si no supiera lo que me pasa, pero me siento ... Sucio. Ella es tan inocente y yo ... A veces creo que estoy yendo demasiado rápido y que no me frena solo por hacerme sentir bien ...

—Lo siento, gaviota, pero no seas tan excéntrico. Hay atracción entre vosotros, eso se nota a la legua. Casi diría que saltan chispas. No creo que Maya esté anteponiendo tu felicidad a la suya. Es una chica lista —respiré hondo—. A lo mejor calmarte no es la solución. Pensé que Jin-hyung ya te habría aleccionado sobre estos temas, pero sigues siendo un crío. ¿Quieres que te da algún consejo para ...? Ya sabes.

—¡HYUNG!

—Kookie, ¿a quién gritas?

Ni siquiera me había dado cuenta de cuándo se había acercado hasta mí. Jia ya no estaba con ella y supuse que habría ido hasta su abuela, pero eso quedó sin importancia cuando topé con Maya y algunas gotas de su cuerpo me salpicaron, como si de esa manera fueran a sofocar el fuego en el que me veía envuelto.

Ay dios ... —masculló Jimin—. Jeon, por favor, respira, ¿vale? Relájate y piensa en ... Arcoíris y duendes de colores, ¿sí?

—¿Kookie? ¿Con quién hablas? —el gesto de Maya era interrogante y yo me obligué a responder con lo primero que pasó por mi cabeza.

—Duendes de colores.

—Oh, señor ... —se carcajeó Jimin a mi oído.

Maya se arrodilló a mi lado y el teléfono me fue arrebatado por ella, que me observaba desconfiando hasta de mis pestañeos. Puso el manos libres y atrapó su toalla antes de acomodarse a mi lado. Yo sentí un leve mareo cuando se apoyó en mi brazo.

—Minie, ¿por qué Jungkook está hablando de duendes de colores?

Se envolvió en la toalla y me miró, logrando que quedara en blanco por unos segundos.

—¡Preciosa! Eh, verás ... Jungkookie estaba aburrido y ...

—¿Qué te pasa? No tienes color en la cara ... —sus finos dedos bajaron la alta temperatura de mi cuerpo al caer en mi pómulo, devolviéndome una pizca de cordura—. ¿De qué hablabais, Jimin? Jungkook no me responde y está pálido.

—¿Jungkook?

Fui tan rápido que ni siquiera pude pensarlo.

Aprisionar sus labios entre los míos nunca había sido tan liberador de tensiones como entonces. La noté temblar cuando deslicé mi brazo por su cintura mojada, por lo que la acerqué todo lo posible. El jadeo que recibió mi boca, la delató aún cuando plantó sus manos en mi pecho y me apartó, dejándome ese sabor insatisfactorio por no haber concluido el beso de la forma correcta. Ella estaba sonrojada y tan húmeda que quise acariciarla hasta absorber la última gota de agua, pero sus ojos me gritaban que había pasado la raya y que mis impulsos irracionales tendrían las peores consecuencias.

—Jeon Jungkook, abstinencia por una semana. Te lo advertí —se rodeó con la toalla, impidiéndome rozarla.

—¿Ah? ¿Es Maya? ¡MAYA, TE ECHO DE MENOS! ¿Cómo estás? —los gritos de Tae la hicieron curvar los labios mientras los succionaba.

—¡HERMANITA! ¿Estás ahí? Por dios, no ha sido ni un día y ya te extraño. Mickey no deja llorar y yo tampoco —sus orbes centeallaron el oír a Hoseok.

—¿Es la llorona? Pensé que no contestaría porque Kook la tendría ocupada —escuchar a Min Yoongi consiguió que su hermosa sonrisa creciera el doble.

Sonreí irremediablemente al escuchar las voces del resto, y algo más saciado aunque ni de lejos satisfecho, apoyé el mentón en su hombro. Ella trató de apartarme, pero me sujeté a su cintura con ambas manos y fui dejando un camino de besos por su piel a pesar de que ella intentaba espantarme.

—¡Jeon-ssi! —renegó ella, aguantando la risa.

—¿Qué le estás haciendo a mi hermana, Jungkook? Va a matarte, lo presiento —saltó Hobi.

—Eso sería gracioso de ver —rió Namjoon de repente.

Maya me tomó por los hombros a duras penas y mordió su labio para que la sonrisa no viera la luz, cosa que me hizo lloriquear como un cachorro.

Ella negó, hastiada de mi comportamiento infantil, pero no lo resistió y dejó un casto beso en mis labios como despedida a ellos. Yo quise repetirlo, pero ella notó mis intenciones y negó, divirtiéndose al ver la necesidad en mis pupilas.

—Lo que ocurre es que vuestro maknae es un chico impaciente y se ha quedado sin mi atención por el resto de la semana.

—Enana ... —le rogué.

—OH, DIOS MÍO, SEQUÍA EN LAS CATARATAS DEL NIAGARA, JUNGKOOKIE.

Las palabras de Jimin me hicieron enrojecer como nunca, provocando las carcajadas de Maya.

¿Es que ese mochi no podía ser de otra forma?

Me abracé a las piernas, agobiado por lo que aquello quería decir realmente.

—Hyung, te odio.

—Jungkookieeeee, yo te amo. ¿Cómo puedes decirme cosas tan feas? —enterré el rostro entre mis rodillas, avergonzado de mi trasparencia.

—Chicos, os llamamos después, ¿vale? Creo que debo tener una conversación con Jungkook —dijo Maya.

—¡Vale! ¡Pasadlo bien! —la alegría de Tae hizo mella en mí.

—Sí. Maya, Jungkook-ah, divertíos —Namjoon-hyung fue el siguiente.

El resto se despidió aunque Maya fue la que más habló. Después de Yoongi-hyung, escuché la voz de Jin.

—Escuchadme bien, vosotros dos. Espero no enterarme de que habéis hecho algo indebido o ... Mierda, qué más da —el ardor en mis mejillas empeoró—. Jungkook, solo ve con cuidado.

—Jinie-oppa, no te preocupes —Maya lo comprendió perfectamente, y cuando la miré de reojo, sus pómulos habían adquirido el mismo color que los míos—. Estaremos bien.

—Gaviotaaaaa, ¿me perdonas?

Los ruegos de Jimin me hicieron dudar, pero antes de poder decirle que todo estaba bien, Maya se me adelantó.

—Tranquilo, Minie. Yo me encargo.

—Pero, pensé que ... —comenzó a decir un Park algo confundido.

—Confía en mí y llama a tu abuela. Ella está esperando por saber de ti —le comunicó ella.

—Lo haré. Dadle recuerdos de mi parte y ... Cuida de mi Jungkookie, Maya. Sobre todo ... Sécate un poco, cariño. ¡Te llamaré pronto!

—¿Cómo sabes que estoy ...?

El pitido de la llamada nos indicó que Jimin ya no estaba ahí. Mataría a ese hyung cuando volviera, lo haría pedacitos con mis propias manos. Maya no era una desentendida, y por inocente que llegara a ser, sabía bien lo que Jimin estaba diciendo.

Sus dedos mojados acariciaron mi brazo, tensándome por la intimidad del roce. Tras un primer beso en mi antebrazo, yo cerré los ojos con fuerza y me cogí de las rodillas aún cohibido.

—Kookie ... ¿Por qué Minie dice eso?—susurró cerca de mi oído. Su pecho me rozó, a lo que contuve la respiración—. Vamos, Kookie, mírame.

Yo me negué, pero eso no impidió que ella fuera trazando un camino con sus dedos hasta aterrizar en mi pelo. Lo acarició con calma por unos minutos y no puedo negar que aquello me relajó más de lo que imaginé.

—Jungkookie, quiero verte —tragué saliva—. Por favor.

Después de un minuto, debatiéndome sobre lo que hacer, levanté la cabeza. Maya continuaba acariciando mi nuca, dándome la comodidad que necesitaba para enfrentarla tras una situación tan vergonzosa.

Con la vista en la arena, sentí sus labios en mi lóbulo. Mi rostro se encendió con furia.

—No estoy enfadada, así que no te escondas de mí —dijo, tan bajo que fue como si se tratara de un secreto—. ¿Tú lo estás?

—No —contesté.

—Entonces, déjame ver tus ojos.

No podía negarle nada, así que giré el rostro hacia ella, topando con la bonita sonrisa que presidía su gesto. Deslizó su mano por mi mejilla y me llevó hasta ella para besarme. Fui dejándome guiar por su forma de tocarme. La suave succión que ejerció sobre mi labio me dejó sorprendido y necesitado de más, pero ella se alejó, sonrojada.

—¿Sabes lo que me ha dicho Jia?

Su boca cayó sobre la mía de nuevo y sus dedos se cerraron en torno a algunas hebras de mi pelo sosegadamente. No entendía por qué lo hacía, pero aquella apacibilidad era tal que solo entorné los párpados, permitiendo que ella dirigiera aquellos besos íntimos.

Sus labios sabían salados y yo quise saber cómo se sentiría probar el resto de su piel.

—¿Qué ha dicho?

Me observó, complacida al ver que quería seguirle el juego, y dio un par de besos a mis labios antes de continuar.

—Que te cuidara mucho porque eres el mejor chico del universo y merecías que todo el mundo te quisiera —no pude retener una tímida sonrisa, la misma que Maya se encargó de besar—. Y yo estoy de acuerdo con ella.

—Pero, la abstinencia ...

—Lo he comprobado —siguió repartiendo besos en mis comisuras—. No puedo hacerlo. Además, todo empeora si andas así de tímido y ruborizado. No puedo verte arrepentido, Jeon. ¿No se supone que la reservada aquí soy yo? —reí un poco y Maya sostuvo en la palma de su mano el óvalo de mi rostro, observándome con una devoción que me dejó sin aliento—. ¿Qué ha hecho Jimin? No puedo creer que te niegues a besarme ahora que ...

Se acomodó a mi lado y yo aproveché para callar sus palabras y saborear sus labios repletos de sal lentamente. Ella empapó todo mi cuello con sus manos mientras la invitaba a marcar el ritmo que más le gustara. Me besó como quiso y yo dejé que lo hiciera, sintiéndome realmente bien cada vez que Maya sonreía. Desde luego, ella sabía cómo relajarme sin siquiera sacar el tema. Porque, era consciente de su curiosidad siempre que se alejaba para tomar aire. Dudaba unos segundos y terminaba uniendo nuestros labios de nuevo. Sus ganas de saber me hicieron responder a sus caricias con más besos, y cuando ella se apartó, relamiéndose, yo limpié los restos de saliva que habían quedado en sus hermosas comisuras.

—¿Quieres dar un paseo esta noche?

Solo quería escuchar un sí por respuesta.

—¿Un paseo? —dijo, feliz—. ¿Sacarás ahora tu lado romántico y tierno, Jungkookie? Pensé que eso no iba contigo.

—Mmmmm, yo no dije que fuera a serlo, preciosa.

Maya rió, rodando los ojos, pero yo me ocupé de cazar su tentadora boca en un nuevo beso, demostrándole lo mucho que la quería.

—Vale, ya eres tú otra vez —aseguró entre risas—. Pero me parece bien —dijo entre susurros—. ¿A dónde? Tú eres el experto de Busan.

—No te preocupes. Tengo pensado un sitio muy especial.

•••

9/6/18

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