[5.9] "Bésame"
Maya
Me giré. De nuevo.
Esta vez me quedé en la misma posición durante un buen rato, dando la espalda a un Jungkook que dormía profundamente desde hacía ya largas horas.
Indecisión era lo único que me impedía conciliar el sueño aquella noche. No paraba de darle vueltas a la situación en la que me encontraba. No porque Minho se hubiese presentado en casa esa misma tarde ni porque sintiera su amenaza cerniéndose sobre mí, sino por mi madre.
Ella seguía en la ignorancia porque yo lo había decidido así, pero, ¿por cuánto tiempo podría continuar escondiéndole la verdad?
Frunciendo los labios, di la vuelta entre las sábanas y dejé la vista en el techo.
Debía contárselo. Debía hablar con ella y confiarle el secreto o terminaría por empeorarlo todo. Mamá merecía conocer lo que había ocurrido, lo que podía pasar si no hacía algo al respecto. Por mucho que me avergonzara o temiera su reacción ... Se lo tenía que contar pronto.
Inspiré hondo y solté el aire por la boca. El pecho me dolía y sabía por qué era; estaba actuando como una cobarde. Nunca había mentido a mi madre, pero eso había cambiado y me sentía tan mal por ello que las lágrimas volvían a acumularse en mis ojos.
Mark se había marchado por unas semanas a un negocio en Estados Unidos y debía aprovechar su ausencia para hablar detenidamente con mamá. No podía demorarlo más.
Kookie se movió a mi lado, suspirando. Hasta que no sentí su cuerpo deslizarse bajo las mantas hacia mí, no estuve completamente segura de que se hallaba despierto.
Él llegó hasta mí y, como un niño pequeño, se enganchó a la camiseta que llevaba para dormir. Era suya, siempre que podía dormía con algo de mi mejor amigo. Me gustaba el olor de su ropa y el rastro que dejaba en cualquier prenda.
Jungkook tomó parte de la tela en su puño, cerca de mi estómago, y se acomodó en mi hombro. Llegué a creer que seguía en el séptimo sueño cuando se abrazó a mí, pero esa idea se desvaneció más pronto que tarde.
- ¿Qué te pasa? -su voz ronca me relajó. Levantó con los dedos parte de la camiseta que llevaba puesta, permitiendo que sus yemas ardieran en mi vientre bajo-. No has dejado de dar vueltas y vueltas -yo me humedecí los labios cuando besó mi clavícula desnuda-. Empezabas a marearme, Maya ...
Yo me dejé mimar por él durante unos minutos. Kookie se entretenía acariciándome y yo solo dejaba mi mente en blanco. Necesitaba eso. Necesitaba olvidarlo todo aunque solo fuera por un instante y él era el único que podía lograrlo sin que me sintiera aún peor.
- No puedo dormir -dije en un susurro.
Kookie entendió y se incorporó con torpeza sobre mí para llegar hasta mi mesita de noche y encender la lámpara que allí descansaba.
La luz nos cegó a ambos de golpe, pero yo no tardé apenas en acostumbrarme a ella. Pude ver cómo Jungkook se entallaba los ojos y bostezaba.
Genial. Ya me sentía mal por haberlo despertado.
Me fijé en cómo sus hebras azabaches estaban revueltas y despeinadas, cayendo rebeldes por su frente. Su carita estaba algo hinchada por el sueño y hacía con sus labios un tierno puchero.
Yo admiré la obra de arte que tenía ante mí y me pregunté la razón por la que lo veía incluso más guapo entonces que cuando estaba en sus cinco sentidos, bien despierto.
Con aquello en mente, Kook volvió a escurrirse entre las sábanas, pero esta vez quedó ligeramente tumbado sobre mí. Supe que me usaría como almohada a partir de ese momento y solo pude sonreír por la idea de tenerlo tan cerca. Apoyó su codo en la almohada, a la derecha de mi cabeza, y se estiró hasta quedar a mi altura, recostado parcialmente sobre mi pecho. Ladeó el rostro con los ojos entrecerrados e hizo su típico mohín con la nariz.
- ¿Quieres que cante? -me preguntó, servicial-. Te gusta escucharme antes de dormir.
- No hace falta -le negué, a lo que bajó hasta apoyar su frente contra la mía.
- Vamos, dime lo que es -se inclinó para dejar un casto beso en mis labios, tan breve y efímero que fue como si nunca hubiera estado ahí-. Cuéntale a Kookie tus problemas. He aprendido mucho escuchando a Tae y creo que podría ayudarte en lo que sea que te impide descansar, bebé.
Una sonrisa se adueñó de mis labios en ese mismo instante. Kookie me imitó y empezó a dar cortos besos a mis labios. Estos fueron viajando por todo mi rostro hasta mis párpados. Él conocía que ese era mi punto débil. Cuando me besaba de esa forma tan sumisa y adorable, mostrándome que haría lo que fuera por mí.
Con él besándome sin prisas y el sonido de sus comisuras al chocar con mi piel, lo tomé de la camiseta para acercarlo más a mí. Kookie captó el mensaje y se acomodó sobre mí con cuidado de no hacer mucha presión. Continuó durante un buen rato hasta que se alejó un poco y respiró profundamente.
- Vamos, enana -besó con suavidad la punta de mi nariz-. Dime.
- Estaba pensando en mamá -le respondí. Él asintió y se tumbó otra vez, reclinado sobre mi hombro. Yo me volví un poco para poder mirarlo mientras se encargaba de peinar con los dedos mi pelo-. En cómo le voy a contar la verdad.
- Es difícil -aseguró-, pero no imposible.
- Lo sé, pero ella ... No me puedo imaginar cómo reaccionará cuando se lo diga, Kookie.
- No te preocupes por eso, enana -me aconsejó.
- Pero no quiero decepcionarla y ...
Jungkook frunció el ceño y se acercó más a mí para rodearme con sus brazos y llevarme hasta su cálido pecho. Yo me sujeté a su espalda, algo más aliviada.
- No vas a decepcionarla -corrigió-. Y no tienes nada más que lamentar, Maya. Lo que ocurrió o pudo haber pasado no fue culpa tuya, ¿entiendes? Tú no sabías lo que él pretendía, no podías saberlo -llevaba razón, pero yo seguía dudando-. Tu madre se sentirá orgullosa de ti porque supiste defenderte en una situación crítica, bebé -murmuró con ese tono dulce del que empezaba a tener adicción. Lo cierto era que me encantaría escucharlo a todas horas-. No va a enfadarse. Le dolerá porque es inevitable. A mí me duele saber que estuviste indefensa, que te hizo daño y no te protegí -cerré los ojos y sentí su suspiro en mi oreja-. Pero pudiste sobreponerte tú sola y eso me hace ver lo fuerte que eres. La señora Jung verá eso también. Verá lo inteligente que es su hija, lo resistente que es. No lo dudes, Maya.
Era como si él supiera hacer que entrase en razón y me diera cuenta de la realidad, de que yo no tuve la culpa en ningún momento. Jungkook me conocía mejor que yo a mí misma y no sabría qué hacer si me faltara.
- Kookie ... -lo nombré, adentrando los dedos en su pelo, complacida por sentir lo sedoso que era. Él me acercó todo lo posible, estableciendo una unión entre los dos casi irreal-. Gracias.
Lo escuché reír levemente y un río de besos fue descendiendo por mi cuello los minutos siguientes.
•••
- Respira -dijo Kookie sin alzar mucho en la voz-. No es el fin del mundo.
Estábamos en mitad del pasillo de mi casa porque yo me había negado a dar un paso más. Mamá estaba en la cocina desayunando y yo me había comprometido conmigo misma a sincerarme de una maldita vez con ella, pero el miedo parecía estar ganándome. Jungkook veía mi mirada de pánico, por eso acariciaba mi mano.
- No creo que me salgan las palabras, Kookie -negué mientras me apoyaba en la pared-. No conseguiré nada si ...
Su palma tapó mi boca de repente, impidiéndome decir una cosa más. Yo lo miré, buscando desesperadamente el amor de siempre chispear en sus ojos. Cuando lo encontré, Kook tenía una juguetona sonrisa en los labios. Inevitablemente, tragué saliva.
- Jung Maya ... No voy a permitir que seas una cobarde -ladeó el rostro y sus ágiles dedos viajaron hasta mi mejilla para delinearla. La piel se me erizó-. Tienes que enfrentarte a esto, bebé, y no puedes seguir refugiándote en la mentira.
Con un solo paso, me acorraló contra la pared y yo me erguí, demasiado ensimismada en la forma en que mordía sus labios humedecidos. Otra vez esos deseos de adueñarme de ellos. Jungkook me invitaba a que lo hiciera todo el tiempo, pero el temblor se apoderaba de mí siempre que él se insinuaba de esa manera tan indiscreta y directa.
- P-pero, no ... -me trabé en un inútil esfuerzo por olvidar lo apetitosos que lucían sus labios.
Con una sonrisa que quedaba entre la diversión y la perversidad, me examinó sin perder detalle.
- Entiendo tu indecisión, Maya -su voz salió rasposa-. El temor a ser rechazado da vértigo. Lo sé -algo se retorció en mi estómago cuando quedó a un par de centímetros de mí, poniéndome a prueba-. Lo único que tienes que hacer es sobreponerte a él y hacer lo que sientes correcto.
"Quiero besarte", esa era la respuesta que quería darle. Sin embargo, el hecho de estar engañando y mintiendo a mi madre me hacía sentir tan sucia y rastrera que no dejaría a Jungkook tomar nada de mí. Tenía la sensación de que si lo hacía, si le besaba, conseguiría el valor necesario, pero él se llevaría consigo algo de mi malestar y me negaba a hacer eso.
- ¿Tú me odiarías?
Kookie fue abandonando aquella sonrisa ante mi pregunta.
- ¿Odiarte? -cuestionó al aire-. No podría odiarte, Maya. No importa lo que hagas; yo nunca sería capaz de sentir odio hacia ti.
- Pero, si yo te mintiese como le estoy haciendo a mamá -aclaré bajo su penetrante mirada-. Si me negase a darte lo que necesitas para confiar en mí, tú ...
- Por dios, Maya -me tomó del mentón con delicadeza, incrédulo ante lo que estaba diciendo-. No tienes que ganarte mi confianza porque ya la tienes. Y tu madre también confía en ti. No tienes que demostrar nada a nadie.
Yo fruncí los labios y él pareció darse cuenta de que los suyos estaban prácticamente encima de los míos. Todo en mí empequeñeció cuando Kookie expiró a las puertas de mi boca. Con un vistazo me preguntó si estaba yendo demasiado deprisa, si debía dar un paso atrás y dejarme respirar con normalidad. Yo, pegada a la pared, le pedí que no lo hiciera. Sus comisuras rozaban las mías provocando un cosquilleo incesante y el placer de sentirlo tan cerca era demasiado bueno como para alejarlo.
- Enana, ¿quieres ...? ¿Quieres que me quede? -sus palabras eran abrazadas por mis indecisos labios y él parecía estar soportando un deseo insaciable que apenas le permitía pensar. Nuestras narices chocaron y él comenzó a rozarlas con impaciencia-. Sabes que me quedaré contigo si me lo pides.
La voz de mi madre al teléfono era confusa. Ni siquiera lograba escuchar lo que decía porque lo único que llegaba a mis oídos era el pesado aliento de un Jungkook ansioso por besarme de una forma que no podía ni imaginar.
- Ve ... Ve a la agencia -dije, aún contradiciendo mis ilusiones con ello.
- Maya ... -casi fue una súplica-. No importa. Nada de lo que estés temiendo ahora importa, enana.
Su mano libre atrapó mi cintura y su cuerpo se amoldó al mío con firmeza y seguridad. Los dos queríamos entregarnos completamente al otro, pero mi actitud lo impedía y Jungkook era consciente de ello.
- Kookie, no puedo ... -su mano se entrelazó con la mía-. No puedo hacerlo hasta que solucione esto. Por mucho que lo quiera, tengo que ser ... Consecuente.
- Lo sé -sonrió débilmente-, pero yo soy el irresponsable de esta relación, ¿recuerdas? -el miedo que me acuciaba comenzó a disminuir y consiguió arrancarme una pequeña sonrisa-. Sé que no quieres involucrarme más en esto ni que sea parte de tu dolor, pero ... -dudó al instante de que su labio inferior topara con el mío-. Entiéndelo, bebé. Estoy contigo en lo bueno y en lo malo. Si que me beses o que me toques implica poder compartir tu sufrimiento, créeme si te digo que entonces lo deseo todavía más.
El escalofrío que me recorrió fue tan profundo que hasta Kookie lo percibió, pues su respiración se volvió algo precipitada. Ahí fue cuando comprendí que lo que había entre nosotros se había transformado en una tensión demasiado fuerte y debía romperla cuánto antes.
Jungkook entreabrió sus húmedos labios, listo para acoger mi beso, por inexperto o torpe que resultara. Todo en mi interior me gritaba que lo hiciera, que me dejase hacer por él de una buena vez, y ... Me lo negué. Me prohibí ese placer que solo nosotros conocíamos porque debía demostrarle que podía ser valiente sin sus caricias. Porque cuando lo besara, después de haber solucionado mis problemas, sería todavía más estimulante a como lo imaginaba.
Así fue como puse la mano en su hombro y lo alejé poco a poco de mí. Él me lo permitió, aceptando mi decisión, y el hambre en sus orbes me hizo jurar algo.
"Termina con esto, Maya. Cuéntaselo a quien sea necesario y deshazte de tus estúpidos miedos, pero hazlo antes de que uno de los dos pierda el control."
- Solo tienes que esperar un poco.
Él sonrió.
- Sabes que esperaré lo que necesites -aseguró.
Sintiendo el rubor en mi rostro, lo miré fijamente.
- Bien -Kook me observó con curiosidad y yo terminé de avergonzarme de mis propios pensamientos-. Porque yo no sé si podré.
La ternura en el gesto de Kookie me hizo enrojecer ferozmente. Sobre todo cuando él besó mi pómulo y susurró que entonces no sería por mucho tiempo.
Ni yo misma sabía cuánta razón llevaba en eso.
Me deseó suerte y yo apreté el agarre de su mano antes de encaminarnos de nuevo hacia la cocina. Los dos le dimos los buenos días a mi madre, pero Jungkook dijo que debía irse pronto y que desayunaría en la agencia. Yo deposité un beso en su mejilla, a lo que él sonrió y me guiñó un ojo sin que mamá lograse verlo. Hizo una reverencia de despedida a mi madre y no tardó más de treinta segundos en salir de casa y dejarme sola ante una de las situaciones más vertiginosas de toda mi vida.
- ¿Mamá?
Ella dio un sorbo a su café y me miró. Esperé unos segundos a que mi garganta se despejara y que las lágrimas no se precipitasen como deseaba. Me aclaré la voz.
- ¿Qué pasa, Maya? -su ceño fruncido me hizo escoger las palabras correctas.
Solo confía en ti, Maya.
Ella es tu madre.
No te odiará.
No te echará nada en cara.
Tú no tienes la culpa de nada.
- Tengo que contarte algo.
•••••
Sentada al piano, escuché los pasos de Hobi acercarse por el pasillo. Sin perder un segundo, me precipité a salir de mi habitación y lo intercepté, sobresaltándolo por la brusquedad con la que abrí la puerta.
Mi hermano se llevó la mano al pecho, suspirando de puro alivio a pesar del susto que se había llevado. Me fijé en que se había duchado y llevaba una muda limpia de ropa.
- Maya, por favor ... Sabes lo asustadizo que soy, hermanita ...
- ¿Te vas?
Mi pregunta le pilló desprevenido. Hobi me miró extrañado y entonces se dio cuenta de que me había vestido. Sus ojos se abrieron de par en par y yo mordí mi labio inferior, algo intimidada y avergonzada por la situación.
- ¿Es que piensas salir? -dijo, incapaz de creerlo.
Hacía casi una semana y media que no pisaba la calle, así que se me hacía raro hasta a mí, pero había una explicación. Una razón de peso por la que necesitaba salir de casa.
- Yo ... -titubeé, sonrojada y bajando la cabeza-. Kookie ... No ha venido a casa aún.
Esa era la verdad. La dependencia que estaba desarrollando hacia mi mejor amigo comenzaba a resultar arrolladora para mis primerizos sentimientos y después de la conversación que habíamos mantenido por la mañana ... No podía controlarlo más. No era justo para él. Tampoco para mí.
Permítetelo, Maya. Permítete disfrutar de lo que tenéis de una vez por todas.
No había dejado de pensar en eso todo el día. Desde que se marchó hasta que me envió aquellos mensajes después de contarle cómo había ido la charla con mamá.
"Esto es como una cárcel"
"Quiero ir a verte y no puedo"
"De verdad, necesito estar contigo, bebé"
Yo le habría pedido que huyera de sus obligaciones si no fuera tan malditamente correcta y ... Responsable. Él solo me decía lo mucho que me echaba de menos, lo mal que se sentía por no poder pasar más tiempo conmigo ese día por las prácticas, y yo ... Yo solo notaba una angustia que no se iba por mucho que quisiera. Necesitaba verlo tanto o más que él a mí y me estaba carcomiendo por dentro. No debí alejarlo esa mañana ni negarle ese beso. Ahora me estaba volviendo loca de remate por su culpa, por su adoración y por su entera existencia.
- Bueno, Jungkook-ah estaba practicando por ... Por una cosa -me di cuenta de que no me dijo la verdad, pero mi corazón gritaba como loco por estar con Kookie, así que me importó poco-. ¿Tantas ganas tienes de verlo?
¿Cómo explicarle a mi hermano que me estaba enamorando de Kookie? No dudaba de que Hobi tenía alguna sospecha de que algo ocurría entre Kook y yo, pero una suposición no es nada si se compara con el amor que empezaba a sentir por ese chico. Mi hermano no podía imaginar siquiera que no era un noviazgo adolescente, sino un sentimiento mucho más arraigado y sufrido de lo que nadie entendería jamás.
Porque ninguna otra persona llegaría a comprender el lugar que ocupaba Jungkook en mi vida.
- No es solo por él -me apresuré a decir, y en parte era cierto-. Hace tiempo que no veo a Tae y a los chicos, así que había pensado ir contigo a la agencia. ¿Vas hacía allí?
- Sí -asintió, todavía ligeramente consternado por lo que estaba diciendo-, pero, ¿estás segura, Maya? Yo te acompañaré a donde quieras ir, pero no tienes que obligarte a hacerlo ahora mismo. Puedes esperar.
Pero no podía aguantar. Tenía que mirar a Kookie a los ojos y decirle lo que sentía antes de que me consumiera.
- Estarás conmigo, así que no pasará nada -le expliqué-. De verdad quiero ir, Hobi.
Él pareció pensarlo fríamente.
Podía no ser una buena idea. A lo mejor, solo debía esperar, pero una parte de mí gritaba por un cambio. Las soluciones no vendrían hasta mí, yo debía abrirles la puerta para que entraran y arreglasen todos mis problemas.
- Está bien -accedió con un encogimiento de hombros y una mueca antes de pasar el brazo por mis hombros-. ¿Mamá te dejará?
Empezamos a caminar hasta llegar a la entrada. Nuestra madre estaba en el sofá, viendo un programa poco interesante y con la mirada perdida.
Había sido demasiado para ella, ¿verdad?
Flashback
- Es ... Es imposible, Maya -negó, casi riendo por la poca credibilidad con la que tomaba mi confesión-. Debes estar tomándome el pelo ...
La presión en mi caja torácica me impidió respirar y las lágrimas cayeron en torrente, sin consuelo alguno. ¿Cómo podía seguir adelante y pasar página si mi propia madre dudaba de mi palabra?
- Mamá ... -gimoteé, encogida en la silla-. Es ... Es verdad ... Yo ... -su mirada se tornó oscura cuando alcé la cabeza y me sentí más insignificante que nunca-. Créeme, por favor ...
Arrastró su silla, levantándose con brusquedad, y caminó hasta la otra punta de la cocina, evitando en todo momento mirarme.
¿Iba a repudiarme? ¿Por qué no me creía? ¿Qué tenía que hacer para que lo hiciera?
El pánico me estaba estrangulando y llevándose consigo todas mis fuerzas. Mi llanto no cesaba, pero era la única forma de desahogarme, así que continué sollozando entre lastimosos hipidos, intentando pensar en una razón que explicara lo que estaba ocurriendo en mi vida.
Observé a mamá dar la vuelta y clavar sus orbes negros en mí, casi tan asustada como yo lo estaba.
- ¿Por eso ...? ¿Por eso no sales a la calle?
Yo no pude responderle, solo escondí el rostro entre mis manos y las empapé. Mamá siguió preguntándome, una cosa tras otra, y yo lloré por la vergüenza y el dolor que me suponía aquello. Sabía que sería duro, pero no que sufriría de esa manera.
¿Es ese chico? ¿El que te acompañaba a casa? ¿Erais novios? ¿Por qué demonios no me lo dijiste antes? ¿En qué estabas pensando al escondérmelo?
Cientos de preguntas como esa se sucedieron en los minutos siguientes.
Yo lloraba más desconsolada que en toda mi vida, rogando por tener a Hobi o a Kookie conmigo. Ellos le explicarían a mi madre lo que pasó sin que tuviera que verme así de humillada.
Y entonces, de la nada, sentí a mi madre, su presencia. Sus dedos rodearon mis manos, apartándolas de mi cara para descubrir el rostro de una chica rota y perdida.
Por una vez. Por una sola vez, quise que mamá no se hubiese convertido en la madre que siempre fue para nosotros de niños. Deseé que no hubiera regresado, que hubiera seguido evitándonos como había estado haciendo los últimos años.
Pero no pude mantener eso en mente porque ver las lágrimas en las perfectas mejillas de mi progenitora fue casi como si me arrancaran el corazón del pecho y este dejase de latir.
Nunca había visto a mamá llorar. Ni siquiera cuando murió papá. Ella se encerraba en su habitación en aquellos años, llorando de madrugada para que nosotros no lo supiéramos, pero yo la escuchaba cada día. Lamentándose por algo que ella no podría haber detenido.
- Cariño -murmuró, tomando mis mofletes con sus finas manos-, te creo.
- Ma ... Má ... -me lamenté entre tartamudeos sin sentido.
- Eres mi hija y ... Siempre creeré lo que sea de ti -sus espesas lágrimas fueron lacerando mi vientre-. Y te protegeré del mundo entero si es necesario, pero ... Por favor, no llores más, Maya. Ya ha pasado todo, cariño.
Las lágrimas comenzaron a resbalar con más facilidad, con más desesperación.
Mi madre quería ayudarme en esto. Mi madre había cambiado.
Fin de Flashback
- ¿Mamá?
La voz de Hobi pidiendo la atención de nuestra madre me hizo volver sobre la tierra y concentrar la mirada en ella. Volvió el rostro, poco atenta, hasta que me vio al lado de Hobi y sus alertas saltaron como un resorte.
- ¿Por qué estás vestida, Maya? ¿Vas ... Vas a alguna parte?
Yo me encogí sobre mí misma, buscando cómo calmar a mamá sobre el tema de salir de casa. Las dos sabíamos que no podía pasar encerrada el resto de mis días, pero yo eso ya lo tenía asimilado, mientras que ella acababa de descubrir que un compañero había estado cerca de tomarme a la fuerza.
- Iba a acompañar a Hobi a la agencia para ver a los chicos -le expliqué, tensa por la seriedad en su semblante-. Pensé que algo de aire fresco me vendría bien y, ya oíste al agente; lo mejor es que siga adelante con precaución, pero que no me quede aquí porque no me beneficiará en absoluto.
Mamá me taladró con los ojos y supe que estaba recordando las palabras que el agente de policía nos había dicho.
Un rato después de contárselo todo esa mañana, hablamos sobre la posibilidad de denunciar. Ella era una abogada de prestigio y conocía bien más de un caso similar al mío que no había tenido los resultados esperados. Mamá sabía cómo hacer para que yo estuviera a salvo de mi atacante, pero no estuvo muy convencida sobre lo de pedir que un oficial viniera a casa a tomarme declaración. Este hombre era amigo de mamá. Por lo que escuché de su conversación, ya habían trabajado en algunas ocasiones juntos y se llevaban muy bien.
Yo decidí confiar en mi madre y en sus decisiones y responder a todas las preguntas que el agente me hizo durante el tiempo que duró su visita. Una vez terminó, nos dijo que haría todo lo posible por conseguir una orden de alejamiento para que Lee Minho no pudiera acercarse a mí, pero que si solo tenía unas heridas en las muñecas y una experiencia traumática que solo yo podía confirmar, sería más complicado todavía.
Supongo que mamá siempre supo que apenas había pruebas fehacientes sobre el ataque que dirigió Minho hacia mí, pero ella en ningún momento puso mala cara y continuó explicándome que estos procesos eran difíciles de por sí y que no debía preocuparme de nada porque ella se ocuparía de todo.
Aquel agente nos dijo que podríamos contratar a un detective para sacar información sobre la vida de Minho, sus antecedentes, pero yo no creí que eso fuera a solucionar mucho. Así que, el policía Kim se marchó de casa casi de la misma manera en que había llegado. Lo único que sacamos en conclusión de esa conversación fue que estar en casa sin ver un solo rayo de sol no me ayudaría en nada y que podía comenzar a visitar a un psicólogo. Eso podría ayudarme, pero lo cierto es que la idea me hacía ver cómo a una maldita loca a la que nadie logra creer.
- ¿Estás segura? ¿No es un poco pronto para ...? -me preguntó, levantándose del sofá y caminando hacia nosotros.
- Mamá -intervino Hobi-, irá conmigo, y ya sabes que la agencia apenas está a quince minutos de aquí.
Ella lo observó con el ceño ligeramente fruncido, algo reacia a dejarme ir de la seguridad que podía proporcionarme. Entonces, clavó sus pupilas en las mías, suavizando el gesto al segundo, y se acercó para acariciar mi mejilla.
- Está bien -terminó diciendo-, pero os llevaré yo. Nada de caminar a estas horas.
Después de eso, salimos de casa y mamá nos acercó al edificio de la agencia en su coche. Antes de bajar, yo me incliné sobre ella para darle un casto beso en la mejilla. No quería ni imaginar lo que debía estar pasando ella si a mí me había tomado más de una semana entender que podía llegar a superarlo. Que tú hija haya sufrido algo así y tú no lo hayas sabido, debe ser difícil de entender.
- ¿Te encuentras bien, mamá? -le pregunté, una vez Hobi se hubo bajado del asiento trasero y estuvimos solas-. Puedo volver si quieres, no es ...
- No, Maya -me cortó de pronto-. Está bien que quieras salir. Debes sentirte agobiada en casa y lo entiendo, pero ... Prométeme que no te alejarás de tu hermano, por favor.
Yo me relajé y le obsequié con una pequeña sonrisa. Me gustaba que mamá fuese la de siempre, la misma que jugaba con nosotros de pequeños y que nos cuidaba por encima de cualquier cosa. Me sentía más segura ahora que ella conocía la verdad e iba a apoyarme en esto.
- No me separaré de él. Lo prometo -asentí.
- Jungkook-ah está practicando también, ¿verdad? -la pregunta me pilló algo desprevenida, pero no tardé en confirmárselo y ella suspiró más aliviada-. De acuerdo. Eso me deja más tranquila.
Mamá sabía lo mucho que cuidaba de mí Kookie, pero su comentario me sonrojó y no pude esconderlo.
- Bueno, también está Tae y ...
- Sí, lo sé -hizo un ademán con la mano y sonrió levemente-. Es solo que Jeon no se despegará de ti, así que estarás a salvo -me dio un suave apretón en la mano y yo me avergoncé del rubor que coloreaba mis mejillas-. No volváis tarde, ¿vale?
Y con esas, me bajé y Hobi pasó su brazo por mis hombros. Agradecí que fuera estuviera ya oscuro para que no pudiera percibir la tonalidad roja en mi cara y entramos al edificio que siempre creí se trataba de una simple academia de baile.
Ni siquiera me di cuenta de que subimos al primer piso porque seguía imaginando que mamá ... Bueno, que ella se hubiera dado cuenta de que Kookie y yo ...
- ¡Maya!
Levanté la mirada del suelo, saliendo del trance, y topándome así con un Jimin que se acercaba correteando hacia nosotros. Se lanzó a mí como un oso, logrando que Hobi se alejara entre risas.
- ¿Qué haces aquí? Sé que tienes ganas de verme, pero solo tenías que llamarme, cariño -dijo tras repartir pequeños besos por todo mi cabello.
Yo sonreí ampliamente, sintiendo demasiado bien en sus brazos. Me abracé a su torso y Jimin me acunó con cariño.
- Bueno, si quiero visitarte puedo venir aquí, Jiminie -me aparté ligeramente de él y observé su cabello con detenimiento-. ¿Negro? -él asintió, sonriente, a lo que sus ojitos desparecieron en delgadas líneas. Yo llevé mis dedos a su cabello tintado, añorando el naranja radiante de siempre pero tratando de comprender cómo el negro podía quedarle tan bien-. Te sienta genial.
- Por favor, Jimin -esa voz nos hizo perder el hilo de la conversación-. Maya ha venido a ver a la gaviota. No te ilusiones o terminarás con el corazón roto.
Jimin hizo un dulce puchero con sus gorditos labios y yo me incliné para besar su mejilla. Nunca conocería a un chico tan amable y tierno como Jimin.
Él se alejó un poco de mí y ambos nos volvimos hacia el dueño de esas palabras. Yo puse los brazos en jarras, enfrentando a los suyos, que estaban cruzados sobre su pecho, esperando que Jimin me soltara para darme la bienvenida.
- Hyung -lloriqueó Park a su mayor-. Maya me quiere ... Además, tú nunca dejarías que alguien hiciera daño a mi corazón. No digas tonterías -confirmó muy orgulloso de su compañero y amigo.
Min Yoongi rodó la mirada, pero no supo esconder el sonrojo a mis ojos y yo reí cuando sus pómulos adquirieron ese tono. Las palabras de Jimin siempre afectaban a Yoongi y él no sabía cómo lidiar con ello.
- Sí, sí -le quitó importancia y se dirigió a mí, aparentando una falsa indignación-. ¿Y mi abrazo, llorona?
Fui hasta él y lo abracé, feliz. Habían pasado demasiados días sin ver a Yoongi y tenía que contarle muchas cosas. Empezando por lo que había ocurrido esa mañana. Él lo supo en el mismo instante en que escondí el rostro en su cuello, pues acarició mi espalda y acercó la boca a mi oído.
- ¿Hablamos después?
- Sí.
Tras eso, Yoongi besó mi mejilla sin abandonar una pequeña sonrisa y Jimin dijo que Kookie seguía practicando con Tae un paso. No me sorprendió; no sabía de nadie más perseverante y exigente consigo mismo que Jungkook.
- El muy cabezota dice que no logra hacerlo perfecto, pero es el único que clava esa parte -aseguró Yoongi mientras caminábamos por los pasillos de la agencia.
- Y cuando se pone así el que trata de hacerlo entrar en razón siempre es Tae -concluyó Jimin.
Llegamos a la sala de prácticas y él estómago se me retorció por el solo pensamiento de encontrar allí a Jeon. Pero esos nervios no me impidieron seguir a los chicos y entrar en la habitación blanca.
La voz de Tae fue lo primero que escuché y no tardé en encontrarlos a ambos cerca del espejo. Kook intentaba hacer una secuencia de pasos a cámara lenta mientras Tae le pedía que parase porque ya la había pillado, pero Jungkook estaba inmerso en su mundo y parecía no escuchar a nadie.
Taehyung bufó, desesperado por estar hablando al aire, y miró en nuestra dirección. Juro que sus ojos se hicieron chiribitas cuando me vio.
- ¿Maya? -preguntó, abandonando a Kookie y acercándose a mí.
Mi nombre fue suficiente para que Jungkook dejase de practicar y volviera a la realidad. Él se giró hacia atrás, falto de aire, y entonces me descubrió allí, mirándolo como un pasmarote.
Tae me impidió seguir mirando a Kookie y esbocé una sonrisa cuando llegó hasta mí. Su gesto se había suavizado por completo y había ilusión en sus pupilas. Me envolvió con sus brazos, preguntándome entre susurros si estaba bien. Yo le di una respuesta afirmativa, y egoístamente, volví a buscar con la mirada la figura de mi vecino.
Jungkook se había girado por completo, dejándome ver la camiseta blanca y empapada en sudor que portaba. Él estaba taladrándome con los ojos, pero no me sentí acelerada hasta que sus labios se curvaron, formando una sonrisa que trató de ocultar al resto. Mierda. A mí no me hacía ninguna gracia que el corazón estuviera a punto de salir de mi cuerpo y dar cincuenta vueltas al edificio.
Mientras abrazaba a Tae, no despegué los ojos de Kookie. Vi cómo caminó hasta tomar una botella de agua que había en el suelo y cómo decidió responder a la pregunta de Jimin, intentando concentrarse en lo que él decía.
- Namjoon dice que están abajo -comunicó de pronto un Yoongi que observaba fijamente su teléfono-. Están preguntando si vamos a cenar. ¿Bajamos?
Tae me soltó y todos dijeron que les parecía buena idea. Sin embargo, yo me mantuve callada. De verdad tenía que hablar con Kookie y ... Necesitaba tiempo con él.
- Está bien, pero tengo que hablar de algo con Maya -el comentario de Kook llamó la atención de todos, incluida la mía-. En cinco minutos os seguimos.
Los ojos de Jimin sonreían, augurando una situación que iba a ir más allá de las palabras y que le divertía en sobremanera. Yoongi se encogió de hombros, aunque sabía perfectamente que Jimin estaba en lo cierto. Tae dejó un beso en mi frente y sacó a un Hobi que miraba a Kookie, como si le estuviera advirtiendo de algo.
La puerta se cerró y yo solo pude observar a Jungkook. Me pregunté cómo había sabido que quería estar por unos minutos a solas con él, pero no pude responder a ello y olvidé lo que significaba 'pensar' cuando Kookie abrió la botella y la llevó a sus labios. ¿Hacía eso a propósito? Porque empezaba a creer que así era.
Tras tragar saliva, me perdí en la forma en que me miró.
Él estaba esperando porque sabía a qué había ido.
- ¿Estás bien?
Esa pregunta me pilló por sorpresa, pero me apresuré a asentir mientras lo veía jugar con el tapón en sus manos y la forma en la que ponerlo en su lugar. Él alzó una ceja, no muy convencido, y yo me aclaré la garganta seca.
- Estoy bien -di un par de pasos hacia él, tímida-. ¿Por qué debería estar mal?
Él cerró la botella y negó.
- Por nada -fue hasta la otra punta, donde tenía una toalla-. Es solo que has salido de casa y aún no lo habías hecho, así que me ha extrañado.
Por el tono de su voz, sabía que estaba intentando no sonreír. Los dos nos conocíamos, y ambos éramos conscientes del motivo de mi presencia allí.
- Quería verte.
Jungkook me daba la espalda en esos momentos, pero no dudaba de que había una sonrisa en su rostro.
Me volví hacia él y tomé mis manos, pues estas gritaban por tocar a Kookie de una buena vez. Me contuve a duras penas y lo vi revolverse el cabello.
- Le he dicho a mamá lo que pasó -terminé de explicarle.
- ¿Cómo se lo ha tomado? -me preguntó, todavía sin hacerme frente y entretenido en recoger sus cosas.
- Mejor de lo que esperaba.
Jungkook cerró su mochila y la dejó sobre la mesa junto a su móvil. Cuando se apoyó en la pared y me miró, yo sentí de nuevo la misma urgencia por tocarlo. No me importaba que estuviera sudando por las prácticas ni que luciera agotado.
Él ladeó la cabeza tras reposarla en la pared y apoyó la espalda en esta también. Su respiración era todavía algo agitada, por lo que le dejé unos segundos de calma antes de responder.
- ¿Por qué me miras así?
Su pregunta fue repentina y no supe qué responderle a pesar de conocer la verdad.
Él me cegaba, era tan radiante que no era capaz de dejar de observarlo. A pesar de lucir muerto por las horas de ensayo, Kook seguía manteniéndome bajo su luz.
Descifrando su ojos, entendí que aquello estaba evolucionando, que ya no era una simple atracción entre dos amigos o un capricho como llegué a creer en un principio.
Jungkook me había atrapado en su laberinto, y hasta que mis piernas no comenzaron a moverse en su dirección sin mi permiso, no me di cuenta de que ese laberinto era infinito. Que una vez dentro, no habría forma de escapar de él, porque Kookie me había cautivado y ya no importaba lo que hiciera o lo que pasara. Su vida y la mía estaban empezando a fundirse en una sola, y solo podía pensar en acelerar el proceso para que mi existencia estuviera ligada a la suya para siempre.
A dos pasos de él, me detuve.
Jeon entrecerró los ojos, ligeramente confundido por la seriedad de mis gestos.
- No sé cómo hacerlo -le dije.
Jungkook tardó unos instantes en comprender, pero cuando captó el significado, decidió seguir un poco más con a ese juego.
- ¿El qué?
Me entretuve mirando el cuello de su camiseta, pegado a su pecho por culpa del sudor.
- Ser lo que mereces -murmuré, demasiado avergonzada como para mirarlo a la cara.
Entonces, estiró su brazo hacia mí y yo me humedecí los labios, consciente de lo mucho que nos habíamos contenido. Tomé su mano y sus dedos se deslizaron por mi palma en una caricia que me puso los pelos como escarpias. Kookie tiró de mí lentamente y yo me obligué a caminar. Él entreabrió las piernas y me guió para que quedara entre ellas.
Ya habíamos estado así de cerca antes, incluso más, pero el pulso se me había disparado y era incapaz de buscar sus ojos. Tenía miedo. Siempre tenía miedo. Miedo a que él me rechazara por no ser suficiente, por no ser lo que buscaba, lo que merecía. Y quise golpearme por volver a pensar eso, pero Jungkook para mí no era un chico más. Nunca me había importado tanto la felicidad de alguien, y ahora que él había asegurado que yo era la suya, no me podía permitir el lujo de defraudarlo.
Mis manos cayeron en su torso y las suyas se acomodaron en mi cintura, acariciándola con una devoción difícil de explicar.
- Bésame -susurró.
•••
Que conste que estoy con los globales de bachillerato, pero que he hecho el esfuerzo de dejar de estudiar como una maldita enferma para subir este capítulo 💙
Hoy cumplo un año como Army, así que me pareció bonito subir un día tan especial para mí. Porque conocer a los chicos es una de las mejores que me han pasado, sin duda :)
Además de que MAÑANA ES EL COMEBACK Y NO ESTOY PREPARADA EN ABSOLUTO 😭😭😱😱😱
ADMIRAD A ESRAS BELLEZAS PLS 💙
DESPUÉS DEL GLOBAL DE LENGUA DE MAÑANA MORIRÉ GRACIAS A ESTE SEÑOR ^•^
17/5/2018
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