Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

[3.4] "¿La verdad?"

Maya

Terminé de recoger la ropa y dejé escapar un pesado suspiro.

Ese era el segundo domingo que pasaba sin los chicos. Cierto era que me moría de ganas de que llegara el día siguiente. Podía ser lunes, y yo odiaba los lunes, pero volvían del viaje por la tarde, así que ya no me disgustaba nada la idea de enfrentarme a un día como ese. Es más, estaba deseándolo.

Tal era la ansiedad que sentía, que me desperté a las siete de la mañana, como si fuera un día normal de escuela cuando era fin de semana y podía dormir un poco más. Mi estado estaba al borde del mismísimo colapso por la sola idea de tenerlos de nuevo cerca, así que decidí entretenerme ordenando la casa. Siempre que me encontraba nerviosa por algo, me era inevitable encargarme de las tareas del hogar. Mi madre hacía la mayoría desde que estaba más tiempo en casa, pero esa mañana le había surgido un tema urgente en el trabajo junto a Mark, así que los dos se habían marchado antes incluso de que yo abriera los ojos.

Viéndome sola, decidí que la mejor opción que tenía para distraerme era cuidar de la casa. Mis nervios acabarían desatándose si no me mantenía ocupada con algo pronto.

Jugué un rato con los cachorros, pero, al parecer, ellos habían tenido una mala noche porque terminaron acurrucados junto al sofá después de unas cuántas caricias. Hobi y yo tendríamos que llevarlos pronto al veterinario para sus primeras revisiones. Por quién más temía era por el más pequeño, ese que encontró Jungkook aquella noche. Ya lo habíamos llevado a la consulta para asegurarnos de que no tuviera ninguna enfermedad ni parásitos, pero seguía siendo el más débil de los dos y no estaba seguro en manos ajenas. Apenas confiaba en Hobi; sólo permitía que cuidásemos verdaderamente de él a Jungkook o a mí. Sería un problema. Era consciente de ello.

Acababa de terminar de poner mi cuarto en orden, pero seguían siendo poco más de las ocho de la mañana. ¿Qué podía hacer? No se me ocurrió otra cosa que cerrar la puerta de mi habitación para no molestar el reparador descanso de los cachorros y acercarme al piano. Desde que volví a tocar la semana anterior, había estado practicando una tranquila canción de cuna que Yoongi me descubrió. Era lo más fácil después de haber perdido tanto la práctica. Aunque, podía estar orgullosa porque ya podía tocar la pieza completa sin problemas, así que eso no hacía más que motivarme.

Yoongi hizo bien al recomendarme esa canción. La confianza que había brillado por su ausencia en mí las últimas semanas estaba recobrando consistencia y parecía volver más fuerte con cada nota.

Sólo toqué un par de acordes porque los agudos ladridos de Mickey me sobresaltaron. Mamá debía haber llegado; el perrito de Hoseok siempre ladraba cuando regresaba.

Por eso no le di más importancia y volví a colocar los dedos en posición haciendo una escala con calma.

Sin embargo, me obligué a parar cuando algo se salió de lo normal. Agudicé el oído al escuchar un segundo gruñido que no era de Mickey. Con el ceño fruncido, me levanté sin prisas de la banqueta y fui acercándome a la puerta, con algo de miedo.

Sin embargo, ese temor infundado desapareció en el momento en que comprendí lo que eso significaba. Mi cachorro nunca ladraba. Sólo lo hacía conmigo, cuando jugábamos y quería que lo minara, o cuando ... Cuando ...

Tiré del pomo con fuerza, sintiendo el latido de mi corazón en la garganta. Nada más poner un pie en el pasillo, miré hacia el final de este y me encaminé a través de él con cuidado.

- ¿Bebé? -pregunté con un hilo de voz. Ese era el apodo con el que me había acostumbrado a llamarlo últimamente.

Pensé en un nombre que ponerle, pero ninguno me gustaba, así que opté por referirme a él como lo había hecho mi mejor amigo siempre.

Asustada por los continuos ladridos de mi mascota, tragué con fuerza.
Pero no necesité respuesta porque esta tenía nombre y apellido.

Yo dejé caer ese peso muerto que había acarreado por casi dos semanas enteras y observé al invitado sorpresa que acariciaba la barbilla de perro más pequeño con una sonrisa. Una sonrisa que había sido la dueña de todos mis sueños y pesadillas cada maldito día.

Me quedé allí, estática, parada a cinco metros de dónde Kookie terminaba de dejar su equipaje con una dificultad que me pareció de lo más tierna. Dio un traspié por intentar dejarlo todo sin hacer ruido porque intentaba quitarse la bota llevando todavía en las manos una de las maletas que yo misma le había ayudado a hacer antes de que se marchara. Estuvo cerca de besar el suelo, pero supo controlar su equilibrio, a lo que suspiró aliviado de no haberlo derramado todo por la entrada.

Las piernas me temblaban, lo sabía. Varios espasmos me atacaron al verlo allí. Jungkook me resultó como un espejismo, por eso me negué a dar un paso hacia él; estúpida de mí, llegué a creer en un primer momento que, si trataba de tocarlo, de alcanzarlo, me despertaría entre sudores después de un sueño tan maravilloso como ese.

Muda, tiré de la sudadera que llevaba, más nerviosa de lo que pude imaginar.

No pasaron más de quince segundos hasta que Jeon se logró deshacer del calzado y levantó la mirada, orgulloso del poco ruido que había generado. Cuando me miró, supe que no era un sueño, y que mucho menos se trataba de una pesadilla. Sus orbes brillaron intensamente en el instante en que me encontraron allí, observando cada uno de sus movimientos. Él no desaparecería como lo hacía en mis malos sueños, no lo haría. Se quedaría. Había vuelto para quedarse.

Antes de darme cuenta, estaba corriendo hacia él. No tenía ganas de llorar, la presión que me oprimía la respiración eran tan grande como para privarme de ese deseo. En cuánto lo abracé, quise soltar miles de lágrimas. La forma en que lo había echado de menos era inhumana. Entonces me percaté.

Su risa era tan dulce como la recordaba, incluso mejor. Jungkook trató de dejar el equipaje que ocupaba todavía sus manos, pero le fue imposible porque me tiré contra él con demasiada desesperación. Antes de poder remediarlo y controlar mis impulsos, los pies de Kookie trastabillaron al intentar dar un paso hacia atrás. Quise soltarme y ayudarlo, pero el salón se abrió a sus espaldas, cayendo al suelo.

Debió dolerle, no mucho porque seguía llevando el abrigo encima, pero un pequeño gemido salió de entre sus labios cuando me incorporé sobre su cuerpo y busqué sus ojos preocupada.

- ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?-la urgencia era notable en mi voz.

Kook hizo una mueca que me quitó el color del rostro, pero no fue por mucho tiempo porque comenzó a reír, divertido por la escena que había provocado.

Yo me apoyé cómo pude entre sus piernas porque seguía teniendo mi brazo izquierdo atrapado tras su espalda y me acerqué a él por inercia. Había algo, una especie de fuerza que tiraba de mí y me hacía quedar más y más cerca a su cuerpo. Kookie me observó por unos segundos de una forma curiosa, como si le divirtiera percibir mi preocupación. Él sólo se relamió los labios, logrando que aguantase la respiración.

- Nunca había estado mejor, Maya -susurró apartando la cortina de mi pelo que caía en cascada haciéndole cosquillas en el cuello.

Sonrió ligeramente, dejando sus helados dedos en mi mejilla, y yo me mordí el labio para no llorar.

- ¿Por qué no me dijisteis que llegabais hoy? -inquirí, tratando de reprimir la sonrisa que se había instalado en mi boca.

Kookie se encogió de hombros y sentí su otra mano en mi cintura. Quería acercarme más a él. Quería estar tan cerca de él que me sentía mal. Un delicioso mareo empezó a atacarme en el instante en que el olor a vainilla que desprendía su ropa me embriagó. Había añorado tantas cosas de ese chico que tenerlo para mí se sentía como un verdadero tiovivo. Todo me daba vueltas; Jungkook era como el alcohol, entrando en mi ser sibilinamente para emborracharme con un silo trago de su esencia.

- Ha valido la pena -mordió su labio inferior, logrando que mis ojos se desviaran completamente para contemplar aquella vista privilegiada-. Sólo por esto ha valido la pena.

Yo solté una carcajada y dejé mi peso en sus caderas para evitarle mucha incomodidad. Pero lo incómodo vino cuando volví a mirarlo, permitiendo que su voz penetrara mi cabeza. Había tardado tanto en escucharla de nuevo que la guardaría como el tesoro más preciado de mi existencia.

Yo seguí mirándolo, encandilada por la forma en que me observaba con sus pupilas negras atravesándome, por la forma en que me tocaba, como si tuviera miedo a romperme en pedazos, y dejé una mano en su pecho, deseando que no hubiera distancia entre nosotros. Nunca más.

Jungkook pareció escuchar mis pensamientos, pues fue bajando la palma de su mano hasta mi cuello. Sus ojos resplandecían, dejándome con una ceguera difícil de explicar; no podía ver otra cosa que no fuera él. No quería ver otra cosa que no fuera él.

De un momento a otro, tragó saliva y entreabrió los labios, más mullidos de lo que recordaba, más apetitosos que nunca, como si estuviera dispuesto a decirme algo que nunca salió de su boca. Se lo guardó y ejerció un poco de presión sobre mi piel dejando la marca de sus dedos en mí, a través de cualquier prenda que llevara. Podía sentir la poca fuerza con la que tiraba de mí hacia él, dejando claro lo que estaba haciendo, pero dándome tiempo para poder negarme a ello. Yo ni siquiera me planteé resistirme, ¿para qué hacerlo si también lo estaba deseando? Así que, yo hice también mi parte y no me detuve hasta que su nariz chocó con la mía. La acaricié, escuchando perfectamente cómo tragó saliva.

Él exhaló un pequeño suspiro que me estremeció de pies y cabeza. Podía notar el temblor en su aliento mientras buscaba cómo romper la tensión que había entre ambos para terminar con lo que había empezado.

- Te he echado de menos ... -murmuró impregnando mi piel con su aroma.

Deslicé mi nariz hasta su mejilla, dejándole algo más de espacio.

-Y yo -dije débilmente.

Con sus labios buscando la forma de encajar en los míos, yo dejé mi frente descansar sobre la suya y cerré los ojos. No lo hice porque no quisiera mirarlo o por sentir vergüenza al estar al borde de besar a mi mejor amigo. De haber consumado ese beso, lo primero que hubiera querido ver hubieran sido sus ojos, sus pupilas dilatadas por el placer o esas dulces arrugas que se formaban alrededor de sus ojos negros cada vez que sonreía.

La puerta abriéndose fue el aviso que me hizo dejar caer los párpados, sabiendo que había vuelto a pasar. Jungkook dejó algo de presión en mi cintura, como si así quisiera decirme que él también sentía la frustración correr por sus venas. Otro beso que no llegaría, dejándome con la miel en los labios de la manera más cruel que pudiera imaginar.

Antes de poder separarme demasiado de él, tiró de mí y dejó en mi mejilla un casto beso que me robó el aliento. Uno que me hizo sonreír a pesar del rubor que estaba intentando esconderle, pero que no llegó a satisfacerme ni de lejos. ¿Cómo decirle que necesitaba ese beso? ¿Cómo explicarle eso?

- Hablaremos después, Maya ... -susurró, a lo que yo asentí antes de dejar un leve caricia sobre su pecho.

Los dos sabíamos que aquella escena que habíamos provocado se quedaría allí y ninguno la mencionaría más adelante. No tocaríamos un tema tan delicado como ese. No si estaba en juego algo más que nuestra amistad. Sólo éramos dos amigos que se habían extrañado lo suficiente como para acercarse hasta el extremo de estar a punto de besarse inconscientemente. Sólo eso.

- ¡Maya! ¡Maya estoy en casa!

Yoongi

Hoseok se había empeñado en que fuésemos a su casa a pasar el día después de pasar por el piso que compartíamos Namjoon, Jimin y yo y de llevar a Jin y a Tae a sus respectivos hogares también. Ya habíamos dejado todos nuestro equipaje en casa; sólo quedaban Hobi y Jungkook.

El más pequeño estaba tan callado que llegué a pensar que en algún momento del trayecto se había quedado dormido, pero no podía estar más equivocado cuando me incliné sobre él en silencio. Los ojos de Kook brillaban de pura emoción, no podía ocultarle a nadie las ganas que tenía de ver a esa amiga suya. Y, la verdad, yo también quería conocer a la chica que lo había tenido en vela más de una noche durante nuestra estancia en Japón.

No sabía su nombre, pero tampoco me había molestado en preguntárselo a ninguno de ellos. Realmente quería ponerle cara a la hermana de Hoseok, esa a la que todos le habían cogido tanto cariño y sólo yo faltaba por conocer.

- Eh -golpeé suavemente mi codo contra su costado. Jungkook giró la cabeza confundido-, ¿se lo dijiste antes de irte?

Apenas tardó en comprender mi pregunta, a lo que negó. Yo fruncí los labios, sin entender cómo podía callarse algo así. Si tanto la quería, tenía que decírselo cuánto antes. Comenzaba a descubrir por qué Jimin se mosqueaba tanto con el tema, pero Jungkook no era más que un niño todavía. De alguna forma, entendía su indecisión.

Al cabo de unos minutos más de viaje, la furgoneta de la agencia se detuvo. Yo estaba demasiado entretenido revisando la letra de una canción que había escrito la noche anterior en el bloc de notas de mi móvil como para mirar a mi alrededor y ver dónde habíamos parado. En el momento en que el resto empezó a bajarse, yo seguí a Kook y aterricé en el pavimento de una acera cualquiera. Esperé hasta que esos dos tuvieron ya todas sus maletas a mano para acercarme a Jimin.

- ¿Quieres entrar tú primero? -escuché a mis espaldas decir a Hobi.

- ¿Puedo? -yo sonreí débilmente al escuchar el entusiasmo en la voz del maknae, pero seguí examinando una de las últimas estrofas del estribillo.

- Claro. Seguro que espera que lleguemos mañana -añadió Hoseok-. Se llevará una sorpresa. Vamos.

Los pesados y torpes pasos de Jungkook llegaron hasta la puerta. Fue entonces cuando alcé la mirada y lo vi introducir las llave antes de devolvérselas a su dueño, que lo miraba con una grata sonrisa. Todos lo vimos cerrar la puerta con cuidado y juraría que los seis sonreíamos como verdaderos estúpidos.

- Lo consientes demasiado, Hope -dije tratando de ocultar la sonrisa que me era imposible borrar de la cara.

- Todos lo hacemos, Yoongi -aclaró un Jin orgulloso de su amigo. Pasó un brazo por sus hombros y me miró-. Además, estaba deseando volver para verla.

- Ni siquiera podía descansar bien por las noches porque la extrañaba demasiado -aseguró Jimin a mi lado-. Nunca había visto a nadie con tanta devoción por otra persona.

Dejamos que los minutos pasaran hasta que el frío nos dejó las manos heladas. Hobi tomó sus cosas con la ayuda de Taehyung. Este último estaba cerca de comenzar a dar saltos de alegría. La curiosidad era ya un tanto apabullante para mi ajetreada cabeza. ¿Cómo era esa chica? ¿Qué tenía para volver loco de amor a Jungkookie?

Con Hobi en la puerta, todos observamos expectantes la cerradura de su casa y, aunque nadie lo admitió, nos mantuvimos en silencio para escuchar lo que podía estar pasando a tan sólo unos metros de nosotros.

Hoseok no nos hizo esperar más y giró la llave, atravesando el umbral de la puerta. Fruncí el ceño. Había algo que me sonaba en esa fachada. Me era familiar, aunque no mucho. ¿Podía haber pasado por aquella calle antes y no recordarlo? Algo me decía que iba más allá que eso. Era sólo un palpito que no tenía mucha importancia hasta pasé a la entrada tras Namjoon y escuché al anfitrión gritar bastante emocionado.

- ¡Maya! -yo me quedé allí, con los ojos como platos-. ¡Maya estoy en casa!

Esa casa me sonaba. Una vez, hacía poco más de un mes, acompañé a Maya a su hogar porque nevaba y no quería que se marchara sola. La llevé hasta allí en coche. ¿Podía ser que ...?

- Jimin -tomé su brazo, sobresaltándolo. Sus diminutos ojos me escrutaron, extrañado-, ¿se llama Maya? ¿La hermana de Hobi se llama así?

- Claro, hyung -dijo Minie con una sonrisa de oreja a oreja-. ¿Es que no lo sabías?

Pero, antes de que pudiera responderle con una negativa, Jungkook apareció desde la izquierda algo agitado y con el pelo ligeramente revuelto. Esperé unos segundos más, los suficientes para ver a una chica algo más baja que Jimin y que yo caminar hasta Hobi. Mi amigo comenzó a hacer ese aegyo tan acaramelado que me hacía tanta gracia mientras estrechaba entre sus brazos a la que parecía ser su hermana.

Hasta que no se separó de ella, no pude ver su rostro y suspirar de pura sorpresa. ¿De verdad? ¿Maya había sido durante todo este tiempo la hermana de uno de mis mejores amigos y yo lo desconocía por completo? Solté un par de carcajadas llamando la atención de Park, que no terminaba de comprender mi comportamiento.

De pronto todo cobró sentido; esa extraña pero adorable devoción por su mejor amigo, lo mucho que quería a su hermano, ... ¿Cómo no pude ver que ella era la hermana de Hoseok? Ahora que lo sabía, muchas cosas tenían sentido.

- ¿Yoongi?

Vi cómo se separaba de Tae y tenía su mirada clavada en mí. Yo esbocé una sonrisa, todavía maravillado por lo estúpido que podía llegar a ser, después de todo.

Incapaz de decir nada porque todos me miraban y la timidez era uno de mis defectos más destacables, abrí los brazos para ella que, a pesar de no comprender la situación, no dudó ni un segundo en llegar hasta mí para abrazarme. Una vez la tuve entre mis brazos, vislumbré el inocente rostro de Kook a unos metros, tratando de imaginar cómo podía tener la confianza de abrazar a la chica que tanto le gustaba.

Ese niño ... Ahora entendía por completo por qué se había enamorado tan ciegamente de la misteriosa hermana de Hoseok. Maya era lo que él necesitaba. Puede que siempre lo hubiera sabido aún desconociendo que eran amigos. No podía imaginar una pareja más perfecta. Y me taché mentalmente de tonto por pensar ese tipo de cosas. Jimin era el que siempre se ocupaba de imaginar así, o incluso Tae, no yo. Pese a eso, no me retracté de aquel pensamiento. Jungkook había elegido bien, estaba seguro.

- ¿Maya? -Hobi fue el primero en preguntar por la explicación que todos necesitaban. Su ceño se hallaba fruncido, con tantas dudas que ni siquiera sabía muy bien qué preguntar-. ¿Conoces a Yoongi?

El pequeño y cálido cuerpo de mi alumna dejó de aprisionar el mío, no sin antes volver a mirarme tanto o más curiosa que antes. Se giró hacia su hermano y asintió para volver a mirarme, buscando una respuesta en mis ojos que le fuera suficiente.

- Claro que lo conozco -aseguró, como si fuera algo conocido por el mundo entero-. Yoongi es mi profesor de piano.

Todos se quedaron a cuadros con la respuesta que dio Maya y sabía que ocurriría. Por eso no les dije que ayudaba a una chica en el conservatorio. ¿Quién imaginaria que yo me involucraría con alguien de esa forma? Si me lo hubieran dicho unos meses atrás, no lo había creído. Así que no me extrañó para nada ver la sorpresa en los rostros de todos mis compañeros.

- Hyung, ¿en serio? -preguntó un Jimin de ojos resplandecientes.

Siempre que ponía ese gesto de admiración me hacía sonrojar hasta el tuétano, y no hubo excepción aquella ocasión. Sentí la sangre hervir y viajar con fluidez a mis mejillas. No estaba acostumbrado a que alguien mostrara tantos sentimientos como lo hacía Jimin. Supongo que por eso le tenía un cariño especial. Él siempre era un chico tan dulce y tan orgulloso de mí que me sería imposible no quererlo ni un poco.

- Bueno, yo la ayudo con el piano -dije, confirmando lo que Maya ya había dicho-. No es mucha cosa.

- Sí lo es, Yoongi -se apresuró a decir Maya con seguridad. Me acribilló con la mirada, negándose a que menospreciase el trabajo que había hecho con ella-. He avanzado mucho gracias a ti, genio -vi a Namjoon sonreír, y sólo pude colorarme un poco más antes de que Maya se hiciera la pregunta clave-. Pero, no entiendo ... -arrugó la nariz, pensativa-. ¿Sois amigos todos? ¿De qué os conocéis?

Oh, oh.

Busqué con la mirada a Hoseok. Este me observaba con el mismo reflejo de peligro. Namjoon se rascó la nuca, cabizbajo, mientras Tae trataba de comunicarse a través de un simple vistazo con un Jungkook que apretaba su mandíbula de lo más nervioso.

¿Todavía no le habían dicho nada? ¿Ni siquiera lo esencial? ¿No se suponía que nuestras familias podían saberlo?

- Sí, bueno -me encogí de hombros rezando por ser lo más convincente posible para ella-, nos conocemos de hace un tiempo.

- Pero, ¿de qué? -la bonita sonrisa de Maya seguía allí, intacta. Sin embargo, su entrecejo no hacía más que pronunciarse cada vez más, desconfiando poco a poco de aquel teatro que había improvisado-. Tú trabajas en la música y vosotros ... -le lanzó una mirada a Jimin, como si estuviera buscando su apoyo-. Lo vuestro es el baile -seguía confundida, pero una idea pasó por su cabeza y se apresuró a preguntar-. ¿Es que has hecho alguna canción para ellos? ¿Fuisteis juntos de viaje?

Ninguno respondió a aquello. Maya no se equivocaba al dudar sobre ello, pero, si Hobi no le había contado nada, ¿qué derecho teníamos cualquiera de nosotros para hacerlo?

Quién calla, otorga, y Maya se dio cuenta de que había algo más en cuánto busqué ayuda en su hermano. ¿Por qué el aura se había tornado en una oscura y siniestra en tan poco tiempo?

- Enana -la dulce voz de Jungkook hizo acto de presencia. Maya se giró hacia él y este no dudó en regalarle una tímida sonrisa que yo no me tragué-, tengo que contarte algo.

El semblante de Maya cambió de golpe. Quise explicárselo todo, hasta el más mínimo detalle de cada uno de los proyecto que teníamos programados. Quise contarle lo que me unía a su hermano, lo que nos había reunido a todos en la capital, pero esa tarea era de Kook. Lo supe en el instante en que se miraron el uno al otro. Maya no confiaba tanto en nadie como lo hacía en su mejor amigo, ya me lo había dicho más de una vez y era evidente la confianza que depositaba en él. El problema estaba en que Jungkook perdía con cada segundo que pasaba algo de color; ya casi parecía un fantasma en vida. El terror que desprendía con un sólo pestañeo me hizo tragar saliva y mirar a Hoseok. Él tenía ese mismo gesto, cargado de angustia. ¿Qué estaba pasando?

Maya era la única que parecía no ver el miedo que envolvía a Kook. Supuse que tenía tantas cosas en la cabeza que no podía imaginarse nada más que lo que le habíamos ocultado todos.

Su rostro se tornó algo sombrío antes de humedecer ligeramente sus labios y volverse hacia mí, sorprendiéndome. Me di cuenta de que tenía miedo cuando la miré a los ojos. Ella estaba inquieta y yo no sabía cómo tranquilizarla. Pero, Jungkook se encargó de calmar sus preocupaciones tomándola de la mano, y puedo asegurar que nunca antes vi tanto amor en la mirada de nadie. A pesar de estar temblando de pies a cabeza por lo que debía hacer y que yo desconocía, no dudó en mostrar su mejor sonrisa y calmar a Maya. La manera en que entrelazó sus dedos con los suyos y la hizo soltar una bocanada de aire, me hizo replantearme muchas cosas. ¿En qué momento Jungkook había crecido tanto? Porque para mí y para todos los demás lució como alguien responsable de sus decisiones y completamente consecuente con sus actos. Unos actos que yo no comprendía en absoluto, pero que estaban destrozando a mi amigo.

- Kookie ... -masculló Maya, todavía temerosa de lo que fuera a descubrirle.

- Lo que tiene que contarte no es nada malo, hermanita -aseguró Hobi aún a sabiendas de que estaba mintiendo cruelmente. Aún así, y logrando que desapareciera de un plumazo la tensión que se había instalado en su hermana, yo lo miré acusador; ¿qué era lo que yo no sabía? ¿Por qué Tae se estaba ocultando tras Jin? ¿Por qué Jimin tiraba asustado de la manga de mi chaqueta? -. No te preocupes.

Jungkook tiró de su mano con cariño, pero sus ojos lucían sumidos en una miseria que me aterró hasta el punto de coger la mano de Jimin, esa con la que estaba tirando de mí.

Hasta que ambos no entraron en una habitación, al final del pasillo, Hobi no se llevó una mano a la cabeza, incómodo.

- ¿Qué mierda pasa, Hoseok? -dije intentando que mi voz no saliera cortada-. ¿Qué va a decirle?

Ninguno de ellos dijo nada. Hobi sólo me observó por unos segundos mientras Jimin se abrazaba a mi brazo como un niño pequeño que ha visto un monstruo a los pies de su cama.

- Jungkookie ... -dijo Tae de pronto. Él parecía fuera de sí, temiendo tantas cosas al mismo tiempo que lucía a punto de colapsar allí mismo-. Jungkookie va a contarle la verdad a Maya.

- ¡Eso ya lo sé! -vociferé, alarmando a Jimin y provocando que diera un pequeño salto a mi lado. Yo solté algo de aire, exasperado por sus respuestas ambiguas, pero reacio a asustar a un Jimin que ya parecía congelado de puro terror-. Maya no sabe lo del grupo, pero no entiendo por qué. Ella es tu hermana, Hobi -me dirigí al susodicho. Este estaba de brazos cruzados y con el ceño fruncido, como si estuviera dudando sobre algo a vida o muerte-, ¿por qué mierda no lo sabe? ¿Es que va a darle un infarto al descubrir que su hermano y sus amigos son idols que todavía están en la fábrica? Por el amor de dios, Kook estaba temblando como una hoja -ahora pasé la mirada por todos ellos, parándome en Namjoon-. ¿Ninguno me va a decir qué le pasa a esa gaviota hiperactiva?

- Hyung -murmuró Jimin de la nada. Yo volví el rostro hacia él, descubriendo que hasta el más alegre del grupo estaba al borde de romperse. Minie sonrió un poco, haciéndome sentir realmente mal por haber sido tan brusco. Me miró con esa inocencia tan suya-, Jungkook hizo daño a Maya hace tiempo, ¿sabes?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro