[2.6] "Copos de nieve"
Maya
Ese armario se hacía cada vez más pequeño, tragándose el oxígeno que tanto anhelaba. Jungkook no hacía más que contribuir a que ese mareo se acentuara sin cesar. Con cada abrir y cerrar de ojos, se cernía un poco más sobre mí, invadiendo mi privacidad.
- Me gustas, Maya ... -murmuró sobre mis labios.
No me permitió responder. Su boca presionaba la mía dulcemente, dándome a probar de ese amargo sabor a licor. Hice un triste intento de empujarlo tras el sobresalto del momento, pero no logré más que acercarme a su cuerpo.
Cuando el beso expiró y Jungkook alejó ligeramente su rostro del mío, observé que una amplia sonrisa adornaba los mismos labios que acababan de ser míos.
- No ... No lo hagas otra vez -y sabía por qué lo decía; me gustaba Minho, no Kookie. Por muy bien que se sintiera aquello, no podía seguir. Acabaría deseándolo demasiado y sería mucho más difícil desprenderme de él.
Pero mi súplica quedó en el aire porque él no perdió ni un segundo más de la cuenta. Sólo había parado para tomar aire; no estaba en sus planes dejar de besarme.
Esta vez, aprovechó mi sorpresa para morder mi labio inferior, arrancándome un suspiro ahogado. Necesitaba entender ... Cómo algo tan simple como ese roce podía ser tan crucial a la hora de mi bienestar.
Y tal como había estado temiendo, no pude enfrentarme a la fuerza con la que Jungkook se apoderaba de mis sentimientos. Dejé de oponerme a que nuestras bocas se fundieran en una sola, temblando en sus brazos.
Tras unos segundos, llevé ambas manos a su nuca y enredé varios mechones de su pelo entre mis dedos, tirando de ellos cada vez que Kookie se detenía para recuperar algo de aliento, insistiendo en que continuara.
- Por dios, Maya ... -dijo con la voz ronca y rasposa. Pasó la lengua por sus labios antes de mirarme a los ojos-. Quiero más.
No dije nada más. Tiré del cuello de su camisa con urgencia y presioné mis labios contra los suyos, demostrando lo extraño que era para mí expresar algo tan intenso. Pese a la torpeza con la que lo besé, Jungkook sonrió antes de tomar mi rostro en sus manos, notando la sangre viajar a toda velocidad por mis venas. No fui capaz de contener un tímido gemido en el instante en que mi mejor amigo abandonó las buenas formas y aumentó el ritmo, dejándome claro que aquello sólo era el principio.
- ¿Maya?
Mi nombre salió de alguna parte, pero Jungkook continuaba besándome con aún más desesperación.
- Maya, estás sudando ...
Las palabras se atoraban en mi garganta, nerviosa, incómoda repentinamente. Antes de que pudiera agarrarme a Jungkook, asustada por perder lo que ahora era mío, el sueño dejó de ser real y sólo quedó en eso. Un sueño.
Cuando abrí los ojos, agobiada, me incorporé entre las sábanas, sintiendo el sudor frío en mi cuello y nuca. La vergüenza no tardó en hacer acto de presencia y tintó todo mi rostro de un fuerte color rojo. A los ojos de Jimin, seguramente parecería que me había levantado con una calentura bastante fea.
- ¿Estás bien? -lo miré tratando de no ahogarme al tratar de tomar algo de aire. El sofoco que me envolvía después de haber imaginado a Kook besándome era demasiado para mí-. Es como si te ...
- Yo ... -clavé los dedos en las sábanas, incrédula.
- Tú ... -me invitó a seguir Jimin.
Había olvidado que él estaría allí cuando despertara, aunque eso daba igual. Si mi subconsciente tenía reservado aquel sueño para mi pobre corazón, no importaba que él lo presenciara.
- Vamos -sonrió con empatía. Salió del saco de dormir y corrió hasta mi cama para entrar en ella y evitar que el frío de la mañana lo congelara-, estás aquí ahora, Maya. No tienes nada que temer.
Resignada, negué con la cabeza confundiendo más a mi apurado amigo. Jimin lucía consternado por no comprender lo que me ocurría y yo tenía un nudo en el estómago que no podría soportar por mucho tiempo. Él era mi amigo y confiaba en él. Además, los amigos están para escuchar, ¿verdad?
- No era ... Ninguna pesadilla -aclaré al cabo de un minuto que al pelinaranja se le hizo eterno.
Observé de reojo cómo tenía la mirada clavada en mí, intentando adivinar qué podía haberme hecho sudar de esa forma. Por dios. ¿Cómo podía haber tenido un sueño como ese? Me sentía tan mal conmigo misma que tuve que esconder la cara entre mis piernas, negándome a que Jimin terminara deduciendo por su propia cuenta de lo que había tratado mi ensoñación.
- No hace falta que me lo cuentes -su voz sonaba algo ronca, pero seguía siendo realmente dulce a mis oídos. Jimin sólo quería hacerme sentir bien. Lo sabía-. Lo de anoche ... Entiendo que debe ser complicado que tu mejor amigo quiera dar un paso más allá.
- Jimin -lo llamé girando el rostro hacia donde se encontraba, paralizada por el miedo. No quería decirlo, porque si lo hacía, se terminaría de hacer real-, Jungkook intentó besarme.
- Lo vi, Maya -con el ceño fruncido, bajó la vista hasta sus rechonchos dedos-. No creo que pueda olvidar cómo te miraba.
- Pero no sólo fue eso.
- ¿Qué? -ahora estaba perdido.
La noche anterior, cuando llegamos a casa, le pedí que me ayudara a dejar a Kookie en su cama porque las fuerzas me fallaban por momentos. Seguía digiriendo lo que había ocurrido en ese armario, así que Jimin no se marchó. Supongo que no quería que su conciencia cargara con haberme dejado sola después de haber sido él quien lo había provocado todo. Pero, al contrario, no lo culpé. Le repetí varias veces que él no tenía culpa de nada. ¿Cómo podía ser responsable de que Kookie me dijera todo aquello?
Una vez abandonamos su casa, regresamos a la mía a través del jardín que unía nuestras habitaciones, pero yo no pude abrir la boca. No reuní el valor necesario para contarle a Jimin que no eran las intenciones de mi mejor amigo lo que más me preocupaban, sino todo lo que me dijo bajo el poder del alcohol.
- Él me ... -tragué saliva, recordando a la perfección la urgencia en sus palabras-. Se declaró.
- ¿Se ...? -pareció comprender la importancia de lo que estaba contándole y sus pequeños ojos se hicieron el triple de grandes a causa de la sorpresa-. ¿La gaviota te dijo que ...?
- Que yo le gustaba -hundí ambas manos en mi cabellera suelta, rehusándome a aceptar lo que yo misma estaba anunciando-. Mucho.
- Joder, joder. Esto ... -tapó su boca para evitar maldecir más-. Está pasando de castaño a oscuro, Maya.
- Lo sé -susurré intentando deshacerme de las escenas que atacaban mi mente. Jungkook acorralándome, dejándome sin otra escapatoria que escuchar sus delirios. Porque no podían ser más que eso, fantasías que la bebida le hizo creer-. Pero, estábamos solos. Él había bebido y ... No lo decía en serio.
- Lo decía de verdad, Maya.
- No. No, Jimin.
Él dejó de rebatir mi postura y se escurrió a mi lado, en busca de calor.
- ¿Has soñado con él? ¿Es eso? -preguntó algo temeroso de mi reacción.
Cerré lo ojos con fuerza, presa del pánico.
- Le ... Le pedí que lo hiciera, Jiminie -mi voz se fue debilitando cada vez más-. Si no hubieras abierto la puerta ... No sé hasta dónde habría llegado.
Transcurrieron un par de minutos en los que los dos mantuvimos la boca cerrada. Yo intentando encontrar una explicación racional a todo lo que había pasado esa misma madrugada, y él atravesándome con la mirada envuelto en mis mantas.
- ¿Jungkookie te besaba en el sueño? -mordí mi labio inferior, pero dejé de hacerlo al sentir todavía cómo el mismo Jungkook pellizcaba el mismo lugar.
- Sí -murmuré, escondiendo mis mejillas de sus curiosos ojos.
- Te habría gustado que lo hiciera, ¿verdad? -no necesitaba mirar a ese chico para saber que sonreía.
- N-no lo sé -eché las sábanas lejos de mí y salí de la cama, esperando que Jimin no continuara con el interrogatorio y viera lo incómoda que me sentí al hablar de aquello.
- Eres tan inocente que ... -su afirmación provocó que yo le respondiera con un mohín. ¿Inocente? Yo no me sentía así después de haber deseado que Jungkook me besara-. Sabes que no hay nada de malo en que te guste, ¿verdad?
- No me gusta, Jimin. Jungkook sólo es mi mejor amigo -aseguré notando el amargo sabor que escondía aquella mentira.
El perrito con aire somnoliento, acarició con su hocico mi calcetín, haciendo que sonriera a causa de las cosquillas. Me agaché a su lado y lo tomé en brazos tras sentarme en el suelo. Me encogí por culpa del frío que comenzaba a rodearme, pero preferí que fuera así. Necesitaba que los rastros de aquel sueño desaparecieran cuánto antes. No sería capaz de mirar a la cara a Kookie si no lo olvidaba.
- ¿Es por Minho? -con sólo escuchar su nombre, alcé la cabeza dejando al cachorro moviendo la cola y rogando por un poco más de mi atención. ¿Minho era realmente el problema?- Tae me dijo que te gusta, pero no creo que sientas por él lo que ...
- Llevo queriendo que Minho sepa de mi existencia desde hace un año, Jimin -la seriedad de mi confesión hizo que juntase los labios de nuevo-. Y ayer lo hizo.
- Jungkookie también. Puede que él no llegara a besarte y ese Minho sí, Maya, pero no significa nada.
Cierto. Jimin seguía creyendo lo mismo que el resto. Probablemente, toda la preparatoria supiera lo que había ocurrido en ese reto ya. Estaría en boca de todos, creyendo que de verdad Lee Minho había besado a una perdedora como yo.
- Eso da igual -me levanté de la alfombra, preguntándome si hacía mal al no contarle a Jimin que nadie había terminado besándome esa noche. Con ese peso sobre mi conciencia, abrí el armario en busca de un jersey ancho que me protegiera del frío y de las tentaciones, pero no pude guardar ese secreto. Suspiré, resignada-. Minho no llegó a besarme.
Esperé durante unos segundos que se me hicieron eternos a que Jimin siguiera con el propósito de hacerme ver lo equivocada que estaba al no aceptar lo que comenzaba a nacer en mi interior por Kookie, pero lo único que se escuchó en mi cuarto fueron los lastimeros gemidos del perrito a mis pies, llorando porque había dejado de acariciarlo.
Con algo de miedo, volví el rostro hacia donde Jiminie continuaba recostado. Su mirada mostraba tanta comprensión que quise echarme a llorar de nuevo. Sus ojos parecían querer decirme tantas cosas que estuve cerca de empujarle a contarlas, pero sus gruesos labios se movieron, acallando mis pensamientos.
- Nunca te han besado, ¿cierto? -remojé mis labios, sintiéndolos algo cortados y doloridos, y aparté la vista de mi amigo-. Créeme, un beso puede cambiar todo en lo que has creído.
¿Por qué sólo podía pensar en lo mucho que deseaba que Jungkook cumpliera su petición? ¿Por qué ese beso no llegó? Puede que Jimin tuviera razón. Si Kook lo hubiera hecho, no estaría debatiéndome entre dos clases de amor. ¿Por quién sentía algo más que cariño?
Aterrada, me di cuenta de que cada vez que imaginaba algo, Jugkook estaba ahí y Minho no aparecía por ninguna parte. Jungkook lo ocupaba todo. Absolutamente todo.
- ¿Lo va a recordar? -rompí el silencio estrujando entre mis dedos un suéter de color gris.
- Lo dudo -en el fondo, lo supe desde el primer momento. Entonces, ¿por qué dolía? ¿Por qué demonios albergaba la tonta esperanza de que Jeon Jungkook me mirara con otros ojos después de todo?-. Pero, estoy seguro de que si ...
- No le cuentes nada de lo que pasó, por favor -las palabras salieron solas porque así tenía que ser. Si no iba a recordar por su cuenta, que no lo hiciera porque alguien lo empujara a ello. Sería mejor si esos siete minutos habían desaparecido de su memoria-. No quiero que se disculpe por lo que hizo.
- ¿Por qué? -la curiosidad era notable en la voz de Jimin.
- Porque -fruncí el ceño, tratando de explicárselo de la mejor forma posible- entonces admitiría que fue un error. Algo de lo que se avergüenza y ... -tomé aire, tragándome las lágrimas-. Eso sería difícil de soportar.
El suave sonido de la cristalera corredera de mi cuarto me hizo cerrar la boca con rapidez. Traté de controlar mi pulso cuando su voz inundó la habitación.
- Mmmm ... Maya ... -escuché cómo se detuvo unos segundos para dejar escapar un cansado bostezo, pero no recopilé las agallas suficientes para voltearme a mirarlo hasta que escuché la cristalera correrse otra vez-. ¿Tienes alguna pastilla para ... El dolor de cabeza? Siento que me va a explotar.
Con los ojos como platos, observé a Jungkook. Él restregaba sus ojos sin apenas fuerzas, intentando despertarse y buscarme por la habitación. Ni siquiera había despegado los párpados, lo que me hizo respirar con un poco más de tranquilidad. Kookie era similar a un bebé recién nacido, y eso se me hacía demasiado dulce.
Abrió por fin los ojos, algo perezoso, para encontrarse conmigo a un par de metros, y regalarme una débil sonrisa que iluminó mi mañana. Me costó bastante alejar la vista de ella, pero cuando lo hice, sentí el rubor apoderarse de mi cara. ¿Por qué Jungkook era un chico tan despreocupado?
Antes de que pudiera siquiera recriminarle nada, él giró la cabeza hacia su derecha, encontrando a un Jimin embutido entre mis sábanas, mostrando solamente su pelo pelo naranja y un par de ojos saltones. Juraría que estaba sonriendo.
- ¿Jimin? -preguntó todavía dormido. Me miró de nuevo, pero yo evité su mirada y me fijé en lo confundido que lucía Jimin también-. ¿Qué hace Jimin aquí? -parecía estar cuestionándoselo más a sí mismo que a mí, pero decidió dirigirse a mi invitado-. ¿Qué haces aquí?
- ¿Por qué entras por ahí? -atacó Jiminie-. ¿Y por qué no llevas camiseta pedazo de pervertido? -a Kookie pareció darle igual ese detalle, pero a mí no. ¿De verdad era tanto pedir que no me confundiera? Era imposible pensar fríamente sobre mis sentimientos si llegaba a mi cuarto sonriendo y medio desnudo-. Fuera debe haber unos tres grados. Estás enfermo ...
- Tú estás en la cama de Maya. Eso es mil veces peor ...
- ¿Acaso te molesta? -alzó las cejas Jimin, provocando que Jungkook entrecerrara los ojos, demostrando que su malestar no hacía más que aumentar.
- Os estáis comportando como dos niños pequeños -aseguré todavía con el calor dominando mi rostro. Kookie me miró, y yo hice un terrible esfuerzo por no salir corriendo de allí. Cada vez que centraba su atención en mí, parecía querer averiguar el por qué de mi vergüenza-. Iré a buscar algo para que te sientas mejor -murmuré antes de dar media vuelta y alcanzar la puerta-. No debiste beber tanto, ¿sabes?
Pero no me quedé a escuchar su respuesta. Daba igual lo que dijera, no recordaría nada.
Jungkook
Maya salió de la habitación con los hombros caídos y un semblante que me preocupó. Ella nunca se levantaba de buen humor, pero había algo en su comportamiento que me hacía dudar sobre el verdadero motivo de sus palabras.
- Imbécil -soltó de repente Jimin.
- ¿Qué? -¿por qué narices me insultaba ahora ese enano? ¿Qué había hecho?
- Pues eso -se incorporó en la cama y revolvió su pelo notablemente molesto conmigo-, que eres un tonto insensible.
- ¿De qué hablas? ¿Te has levantado con el pie izquierdo o qué? -no voy a negar que no se sentía nada bien que mi amigo me dijera aquello, pero era consciente de que si Jimin me decía algo así, no lo hacía por gusto.
Jimin soltó un bufido y apartó las capas de mantas que lo envolvían para saltar fuera de la cama. Un creciente ardor comenzó a hacer acto de presencia en mi pecho. Sabía que entre ellos no había ocurrido nada. Jimin nunca haría nada con Maya, para él ... Ella era la hermana pequeña que nunca tuvo, lo sé. Pero, me fue imposible obviar que él se había quedado a dormir con ella. Maldije el momento en que decidí beber hasta el punto de no tener recuerdos de la noche anterior. La envidia corría por mis venas. Querría haber despertado en el lugar de Jimin ese domingo.
- ¿Recuerdas alguna de las estupideces que hiciste en la fiesta? -sus palabras cayeron sobre mí con fuerza. ¿A qué se refería? ¿Qué había hecho?-. No lo haces, ¿verdad? Por eso digo que eres idiota.
- ¿Qué hice? -si Jimin estaba enfadado conmigo, no quería ni imaginar qué era lo que lo había provocado-. ¿Qué hice, Jimin? Dímelo.
Él se cruzó de brazos y me miró fijamente por unos segundos, preguntándose si merecía o no saber la verdad.
- Estuviste a punto de tirarte sobre Lee Minho -respiré algo más tranquilo-. A mí tampoco me cae bien, pero Maya se enfadó contigo. ¿No lo recuerdas? Estaba furiosa.
- No ... -rasqué mi nuca intentando calmar la apabullante jaqueca que me martirizaba. De pronto, caí en la cuenta de que si casi llegué a las manos con Minho, la apuesta podía ser uno de los principales motivos-. ¿Por qué? ¿Qué hizo él para que ...?
- Dijo algo sobre una apuesta -confirmó Jimin, atento a mi reacción en todo momento. Él sabía que escondía algo- después de besar a Maya. Ahí fue cuando tu paciencia desapareció. Aunque yo habría hecho lo mismo, así que no creo que debas arrepentirte precisamente de eso ...
- ¿Minho besó ... A Maya? - y mi dolorida cabeza hizo hueco para que la imagen que Jimin acababa de describir surgiera desde algún recóndito lugar de mi mente y amenazara con robarme hasta la última pizca de vida. Como un balde agua helada, comprendí lo que significaba eso. Miré a Jimin a sabiendas de que su respuesta me dejaría hecho trizas-. A ella le gusta, ¿verdad?
- Sí -Jimin lucía curioso, deseando que estallara al entender lo que eso significaba. Sin embargo, no sentí furia al recordar ese beso y saber que Maya lo había deseado, sino impotencia. ¿Por qué no los detuve antes de que fuera irreversible? ¿Por qué no provoqué yo en ella esos sentimientos?-. La besó delante de todos.
- Hijo de ... -pero no terminé de maldecir a ese desgraciado porque pensé en ella.
Si Maya se cabreó conmigo por intentar empezar la pelea ... ¿Era porque le importaba más Minho que yo? La duda era dolorosa. Escuché con una claridad asombrosa cómo mi corazón se resquebrajó. ¿Eso era sentirse rechazado? ¿Eso era querer a alguien y saber que la otra persona no lo hacía?
- ¿No ves? Eres un imbécil -refunfuñó Jiminie haciendo que volviera a la realidad-. Estás enamorado de ella y sólo te limitas a maldecir. Como si eso fuera a cambiar algo -me tensé, sabiendo que mi amigo había entendido lo que sentía por Maya antes de que yo mismo pudiera reconocerlo-. Parece que sólo eres valiente cuando te has pasado de copas, gaviota.
- ¿Metí tanto la pata? -le pregunté con la moral por los suelos.
- Más de lo que te puedas imaginar -aseguró algo decaído.
- Voy a hablar con ella y ... -comencé a decir con la mirada clavada en el pasillo. Tenía que disculparme por ser un metomentodo de primera. Al fin y al cabo, por mucho que la quisiera para mí, no lo era.
- Jungkook -me llamó Jimin. Puedo jurar que nunca vi ese gesto en el rostro de mi amigo hasta entonces-, no te disculpes con ella. Sólo ... Trata de hacerle ver que la quieres, ¿vale? -una reconfortante sonrisa adornó los labios de Park Jimin, tratando de levantarme el ánimo-. Esas serán disculpas suficientes para Maya.
- Está bien, hyung -dije antes de esbozar una pequeña sonrisa, agradeciéndole que fuera duro conmigo a veces. Necesitaba que él me hiciera abrir los ojos de vez en cuando.
Maya estaba en la cocina, rebuscando en unos cajones algo que calmara mi dolor de cabeza, tal y como había dicho antes de dejarnos a Jimin y a mí solos.
Me dejé caer en el marco de la puerta y continué allí, mirándola, sintiéndome completamente en paz. Maya tiró de las mangas de su pijama para protegerse las manos del frío, pero no se detuvo y siguió moviendo las cosas del cajón.
¿Cómo sería acercarme a ella y decírselo todo? Parecía tan sencillo en mi cabeza que no pude evitar sonreír. Puede que algún día tuviera el coraje suficiente como para decirle lo mucho que la quería, sí, pero ese día todavía no había llegado. Algún día. Se sentía endemoniadamente bien creer eso.
Por el momento, me conformaba con tenerla cerca. Podía admirarla allí parado, como un cobarde, pero era lo más seguro. ¿Qué pasaría si ella no sentía nada especial por mí y lo que le provocaba Minho era su mundo? Lo habría echado todo a perder y la amistad que teníamos desaparecería. La pequeña esperanza que trataba de contener mi corazón era demasiado valiosa como para ponerla en juego con una declaración. Tenía tanto miedo a ser rechazado que me negué a hacerlo. No se lo diría. No lo haría.
¿Y si ella quería a Minho más de lo que podía llegar a imaginar? La sola idea me dejaba devastado, pero era una posibilidad. Podría cambiar las cosas y hacerle ver que él no era el indicado. Si fuera tan fácil como moldear un pedazo de masa a mi gusto, lo habría hecho sin dudarlo, pero mis manos no podrían hacerle ver lo mucho que ansío tocarla, y las palabras ... No hay palabras para expresar lo que se siente al tener a la persona que más quieres tan cerca y a la vez tan lejos. Si fuera tan rápido como decir un claro: '¿Me quieres?', ya no sentiría ningún punzante dolor en el pecho.
El amor es un estado tan inseguro. Puede caerse a pedazos y destrozarte tan repentinamente que ... No quería experimentarlo. Y a pesar de ello, ahí estaba yo, embelesado ante esa chica, arriesgándome a terminar demolido, roto como un juguete viejo.
Todo iba demasiado rápido y yo me empeñaba en buscar una manera de bajar el ritmo, como si así mis sentimientos fueran a dejar de crecer. Me sentía tan tonto a veces por su culpa que entendía que Jimin me insultara. Si no me arriesgaba un poco, ¿cómo llegaría a estar completo?
Quería ser suyo, al menos una vez. Quería que entendiera lo mucho que me importaba su felicidad aún si no podía estar con ella de la forma en que deseaba. Eso es el amor, ¿no? Actuar antes de hablar, creer ciegamente que ese día llegara y seré capaz de decirle todo lo que ahora me guardo, confiando en que ella sonreirá para mí en el mismo instante en que se lo ofrezca todo.
- Maya -su nombre salió de mis labios antes de que pudiera pensar en qué decirle exactamente.
Ella se volvió hacia mí, algo sorprendida por encontrarme allí.
- ¿Qué haces ahí? -su expresión era tranquila-. Deberías dormir más mientras busco ...
- Maya -sólo quería que dejara de hablar-. No lo necesito.
- Bebiste sin parar, Jungkook -dejó de prestarme atención y volvió a revolver las cosas del cajón-. Me da igual que digas ...
- Te enfadaste conmigo, ¿verdad? -lamí mis labios al ver que se detenía pero no me dejaba ver su rostro.
- ¿P-por qué dices eso? -estaba temblando.
- Porque ... Me has llamado Jungkook.
La conocía lo suficiente como para saber que ya había advertido a Jimin de que no me recordara el desastre que desaté, así que la haría creer que recordaba lo sucedido con tal de que mi amigo no se viera más envuelto en aquello. Jimin ya había hecho todo lo posible, no necesitaba cargar sobre su conciencia algo que no tenía que ver con él.
Vi cómo se relajó al momento y amplié mi sonrisa. Todavía se me hacía difícil ver que había confiado en Jimin de esa forma, pero la comprendía. Jimin era alguien a quien no podías negarle nada, y una vez eras cercano a él, nada era mejor que uno de sus consejos.
- No me enfadé contigo -dijo en voz baja, dándome la espalda. Probablemente quisiera evitar que viera el color carmesí de sus mejillas, y eso realmente reconfortante-. Jimin no lo entiende.
Ella sabía que no lo habría recordado de no ser por ese tonto hyung, pero no dijo nada más. Terminó dándose la vuelta hacia mí y deduje que estaba mosqueada. Puede que no llegase al enfado, pero había algo que la molestaba lo suficiente como para no poder esconderlo.
'Déjame entenderlo entonces'.
- Te comportaste como un idiota -corroboró haciéndome sentir un poco peor-, pero lo haces continuamente. Si me enfadara contigo cada vez que actúas sin pensar, no seríamos amigos.
- ¿Lo somos?
Eso la desconcertó. Entiendo que lo hiciera.
- ¿Amigos? -yo asentí y ella me miró sin comprender por qué preguntaba aquello-. ¿Por qué preguntas eso? ¿Sigues delirando? -y caminó hasta mí haciéndome un enorme favor; yo no podría haber ido hasta ella a causa del miedo. Rápidamente, llevó su mano a mi frente, apartando mi flequillo y calculando mi temperatura. Sus dedos estaban helados, pero se sentía bien-. No tienes fiebre.
Su ceño fruncido era adorable, pero sus mejillas sonrosadas lo eran aún más. ¿Por qué me enamoré de ella? Supongo que por cosas tan sencillas como aquella.
- No ... No recuerdo lo que pasó ayer -aclaré mi voz mientras ella alejaba su mano de mi piel, dejándome hablar-. Pero estoy seguro de que hice cosas de las que debería arrepentirme -Maya no dejó de mirarme, pero sí que me di cuenta de que bajó la mirada varias veces a mi boca-. ¿No?
- Bueno ... No de todas.
- ¿De verdad? -quería saber, ardía en deseos de que ella me contara lo que no había terminado de desagradarle sobre mi comportamiento, pero sabía que no lo haría-. ¿No estás intentando hacerme sentir mejor?
- No -sonrió débilmente.
- Bien -mordí mi labio inferior, dudando si debía decir más de la cuenta-, porque siento que hay algo que no debería olvidar. Es una pena que lo haya hecho.
Maya me miró como si esperara a que especificara más, pero ese palpito que notaba en el pecho no era más que un mero presentimiento. Estaba seguro, y más por la forma en que sus ojos me escrutaban, que hubo algo, por pequeño que fuera, que ella había disfrutado.
Pero, sólo era un sentimiento. Nada más. Así que la agarré de la cintura buscando en mi memoria algún resquicio de lo que sucedió en esa fiesta. Sin resultados, la rodeé con ambos brazos, obligándola a abrazarme. Ella era la misma, yo era el de siempre, entonces ... ¿Qué era aquella extraña sensación? Un picor se extendió por todo mi pecho en el momento en que Maya deslizó sus manos por mi espalda, apoyando sus ardientes pómulos cerca de mi cuello. Ella estaba helada, pero su roce sólo me brindó una calidez inmensa.
¿Por qué era tan complicado? ¿Por qué no podía besarla sin más?
Reuniendo las fuerzas necesarias para detener ese peligroso instinto, hundí los dedos en su cadera, intentando canalizar esos deseos. Y, cuando lo hice, se me antojó como si ya lo hubiera hecho antes. Como si hubiera actuado de la misma forma con Maya, asustado de que se fuera de mi lado.
Porque ella sacaba siempre lo mejor de mí.
- Tienes razón -murmuró antes de respirar hondo y pegar su nariz a mi mandíbula.
- ¿En qué? -pregunté cerrando los ojos gracias a la calma que me ofrecía.
- Es una pena -sonreí un poco y ella se acercó más a mí.
Una pena, sí.
Ese vacío inabarcable me pareció un poco más pequeño. Seguía siendo demasiado grande como para sobrepasarlo, pero ella estaba allí, así que no era imposible.
- ¡Está nevando, chicos! -los saltitos de Jimin llenos de emoción se escucharon por toda la casa. Creo que escuché a Hoseok maldecir algo al fondo del pasillo-. ¡La nieve está ...!
Ninguno de los dos hicimos por separarnos cuando Park Jimin irrumpió en la cocina, cargado de energía. Maya soltó una risa que me hizo aguantar la respiración por un par de segundos. Sería muy vergonzoso si escuchaba el alterado ritmo de mi pobre corazón, ¿no?
Jimin volvió con todo el cuidado del mundo sobre sus pasos, pero una vez en mitad del pasillo, lo escuchamos gritar un '¡Hoseok, hay nieve fuera!', consiguiendo que tanto Maya como yo riésemos.
- ¿Vamos a ver la nieve? -preguntó ella haciendo cosquillas en mi quijada.
Yo tomé una bocanada de aire y me permití el delicioso lujo de adentrar los dedos bajo su camiseta y acariciar suavemente su cintura.
- Sí, pero ...
- Un poco más -y asentí, haciendo que sonriera.
Sólo necesitaba abrazarla un poco más. Al menos, antes de que desapareciera. Porque Jung Maya comenzaba a parecerme un espejismo, algo que ansiaba cada vez más y se alejaba con cada paso que daba.
Una vez fuera, enfundados en los abrigos más apropiados para la ocasión (que Jimin había encontrado en lo más profundo del armario de Hobi, después de sus terribles quejas por el desastre que había dejado en su cuarto), la nieve se hizo real para los cuatro.
Jimin no dejaba de dar vueltas por todas partes. Parecía un tiovivo de feria con ese chaquetón azul y rojo.
Hoseok-hyung reía y reía sin parar, más alegre que nunca.
Y Maya rió con él, todos lo hicimos. Sin embargo, ella permaneció a mi lado, sonriendo en silencio. Tae llegó con una sonrisa de oreja a oreja y una bonita bufanda roja que su abuela le había tejido esas mismas Navidades.
La nieve caía a nuestro alrededor. Todos éramos felices.
Supe que ese día quedó en nuestra memoria para siempre. Echaba de menos aquello. Ser yo mismo con mis amigos, sin nada de lo que preocuparme. Sin pensar en el baile, en los últimos retoques de la canción o en el viaje a Japón para grabar el disco. No había nada que pudiera dañar ese bonito recuerdo.
Al cabo de un rato, Jimin me sonrió, haciendo que sus ojos desaparecieran de pura alegría, y Tae se tiró a mi cuello, provocando que los dos cayésemos entre toda aquella nieve. Él se quejó varias veces mientras Jimin comenzó a reír a carcajadas. En cuánto nos vio, Jin-hyung comenzó a advertirnos sobre el terrible e incurable resfriado que pescaríamos si no nos levantábamos pronto. Tae se revolcó por la nieve haciendo caso omiso a las palabras de nuestro hermano mayor.
Las comisuras de los labios me dolían de tanto sonreír cuando encontré a Maya. Ella nos observaba con cariño al lado de su hermano.
Aquella mañana, Maya, entre todos aquellos copos de nieve, se me antojó tan lejana, tan irreal, que no pude evitar preguntarme algo.
¿Si yo fuera uno de esos copos de nieve, llegaría a ella un poco más rápido?
Por mucho que quisiera dejarla ir, no era capaz.
La nieve seguía cayendo, y ella continuaba frente a mí.
Puede que no fuera una idea tan descabellada. A lo mejor ... Sólo tenía que esperar algo más de tiempo. El tiempo justo como para que la nieve desapareciera y yo aclarara mis sentimientos.
A lo mejor, dejarla ir no era una opción.
A lo mejor, estar a su lado no era del todo imposible.
•••••
Este es mi pequeño homenaje a la mejor canción que el mundo ha podido escuchar; Spring Day.
Con ella, este año han ganado en los MAMA y en los Melon, pero, sobre todo, se han llevado las lágrimas de miles de ARMYs. Porque esta es la canción más bonita del universo, y nadie puede decir lo contrario.
Poco más, sólo quiero recordar algo muy importante.
"love yourself, love myself, peace"
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