[2.4] "La botella"
Maya
La forma en que me miró fue tan extraña, que me quedé sin aliento. Algo en sus ojos me decían que no moviera un dedo, que lo mejor sería ignorar a la chica que acababa de saludarnos. La caricia que dejó sobre la palma de mi mano decía exactamente lo mismo.
Pero no lo hice. Yo fui la primera en girarme hacia Dae intentando aparentar normalidad. Intentando hacerle creer tanto a ella como a Jungkook, que el corazón golpeaba mi pecho como siempre cuando tuve que levantarme del regazo de mi mejor amigo por miedo a desmayarme allí mismo.
Nunca me había mirado así.
Estoy segura de que nunca lo había hecho. Hasta esa noche, claro.
Entonces, me di cuenta de que esa noche no iba a acabar sólo con una mirada como aquella para nosotros.
- Hola, Dae -esbocé una nerviosa sonrisa cuando sentí a Kookie rozar con su pecho mi espalda.
- ¿Qué hacéis alejados de todos? ¡La fiesta está en el salón! -desbordaba tanta energía y felicidad que me maldije al segundo. Ella era tan distinta a mí. Ella encajaba tanto con él.
- Supongo que se nos fue el santo al cielo ... -dije, para nada convencida de mis palabras.
- ¡Normal! ¡La fiesta es increíble! -dejó de mirarme, como siempre hacía, y posó su mirada en la figura que esperaba a mis espaldas en silencio desde la llegada de aquella chica-. Jungkook-oppa -sus pupilas eran tan brillantes al llamar su atención-, ¿Lo estás pasando bien?
- Claro -no hizo falta volverme para saber que sonreía abiertamente-. ¿Acabas de llegar?
- Sí. Taehyung me dijo que estarías por aquí, y yo ... Quería saludarte -las luces apenas alumbraban lo suficiente, pero pude ver el dulce rubor en sus mejillas.
- Oh, muchas gracias -rió incómodo, pero halagado. Jungkook nunca supo mentir. Menos ante una chica tan bonita.
Durante esa pequeña conversación, el nudo en mi garganta había ido creciendo. Notaba todo mi cuerpo entumecido, pensando todavía en Kook. ¿Y si habían sido imaginaciones mías? Sí, sería eso. Él adoraba pasar tiempo con Dae. Corroboré aquel pensamiento en cuánto volví la cabeza hacia él y vi sus pómulos, con una adorable tonalidad roja. Sí. Yo allí sobraba.
- Bien -junté mis manos, ahora sudorosas-, os dejaré solos. Seguro que Tae anda por ahí descontrolado.
- Pero, yo ... -Jungkook intentó agarrar mi brazo, pero yo no se lo permití. Él no tenía que pasar la noche con la amargada de su vecina, ¿verdad? Merecía coquetear con la chica que suspiraba por él día sí y día también.
- Estaré con Tae, Kookie -ahora lucía alicaído, como si hubiera estado esperando a que yo dijera lo contrario y me quedara con él-. Te buscaré después.
Me marché antes de que el agobio que me envolvía fuera demasiado visible a los ojos de ese chico. Una vez fuera de la habitación, respiré. Me mantuve allí por más de dos minutos, tomando aire, tratando de calmar mi pulso. Sé que otra razón fue por él; de alguna forma, esperaba que volviera a buscarme. Era algo ridículo, y yo cada vez era más egoísta. ¿Pero qué podía haber hecho sino dejarlos solos? Ellos ... Podrían tener una relación tan bonita que lo odié con toda mi alma. Odié que algún día acabasen tomados de la mano, paseando como una pareja perfecta. Lo odié tanto que huí, como una maldita cobarde incapaz de enfrentarse a nada. Porque no podría presenciar esa escena nunca, por muy fuerte que me sintiera.
La realidad era mucho más complicada de lo que jamás pensé. Mi dependencia hacia Jungkook estaba alcanzando unos extremos insanos. Aunque sabía que no era dependencia, me repetía que lo era, una y otra vez, porque era consciente de que si no se trataba de eso, lo que me ocurría era algo mil veces peor.
- ¿Maya? ¡Maya! -alcé la vista, asustada por aquellos gritos que escuchó todo el mundo.
Cuando vi a Minho atravesando el tumulto de gente en mi dirección, con una bonita sonrisa dibujada en sus labios, tragué saliva. Esa noche sería mi perdición.
- ¿Minho? Hola ... -sonreí a duras penas en cuanto se detuvo frente a mí.
- Hola -sonreía de una manera tan dulce que mi corazón se ablandó-, no pensé encontrarte aquí.
- Bueno ... Es la fiesta de mi hermano -me encogí de hombros-. No podía faltar.
- Me alegro de que estés aquí -aguanté la respiración mientras sus ojos me taladraban-. La verdad es que tenía la esperanza de que hubieras venido.
Dejé caer mi peso sobre la pared que tenía detrás, sintiendo mi cara arder de vergüenza. Mi pulso se disparó de nuevo, pero aquella vez fue distinta a las anteriores ocasiones en las que había entablado una conversación con Minho. No me puse nerviosa por el llamativo brillo en su mirada ni por estar a solas con él. Fue incómodo, más bien.
Y deseé con todas mis fuerzas regresar a la sala en la que había dejado a Kookie. Por primera vez, me di cuenta de que prefería estar al lado de mi mejor amigo que con el chico que me gustaba.
"Es por el ambiente, Maya"
"Tú no estás acostumbrada a ir a fiestas"
"Sólo eso", pensé. Pero algo me decía que no era así, palpitando con una fuerza alarmante en mi pecho.
- ¿Quieres tomar algo? Así podemos estar un rato juntos.
Tenía la piel de gallina y estaba aterrada, pero no me negué.
- Vale -sonreí difícilmente, pero Minho no parecía notarlo.
- Genial -sus orbes se observaban relucientes, tan atractivos como siempre. Tomó mi mano sobresaltándome de repente y yo lo miré tratando de controlar el miedo-. Sé de una bebida que te encantará. Es una de mis favoritas y ...
A pesar de la emoción que transmitían sus palabras y de la alegría que irradiaba para mí, mi mente desconectó en el momento en que comenzó a tirar de mi brazo hacia la cocina de la casa. No lo pude evitar y volví la cabeza. Jungkook seguía con Dae, sí. Y yo ... Estaba con el chico por el que había suspirado desde hacía demasiado tiempo. ¿Entonces por qué se sentía extraño el alejarme de mi vecino? ¿Por qué tenía la maldita necesidad de volver a su encuentro y ser su centro de atención por toda la noche?
Minho me llevó hasta la cocina de la casa de Jin, bastante amplia y limpia para albergar a tal cantidad de chicos y chicas que no dejaban de beber. Mi acompañante buscó un lugar algo alejado del barullo una vez hubo vertido en nuestros respectivos vasos una bebida que se escapa a mi conocimiento. A pesar de no saber qué era, decidí probarla y darle un voto de confianza a los gustos del chico. No puedo decir que aquello estuviera malo, pero no fue de mi agrado. Supuse que no me gustó porque era la primera vez que bebía algo relativamente fuerte.
El resto de la noche fingí beber al llevarme de vez en cuando el vaso de plástico a la boca, pero ni siquiera dejé que el líquido rozara mis labios de nuevo.
- ¿Sigue en pie lo de quedar? -me preguntó apoyando la cabeza en el respaldo del sofá en el que nos encontrábamos para escrutarme detenidamente-. No estaba seguro de si querrías, por eso ...
- ¿Por qué no iba a querer? -sonreí con sinceridad e imité su acción dejando reposar mi cabeza en la misma posición que la suya.
Y me arrepentí de hacer eso. Quedamos tan cerca el uno del otro que tuve que echarme un poco hacia atrás, temerosa. Pero, Minho me mostró sus dientes con una radiante sonrisa y yo lo miré. Era hermoso, y estaba conmigo.
El miedo del principio fue desapareciendo conforme el tiempo se nos iba escapando de las manos. Mi corazón ya no se revolvía inquieto, lleno de inseguridades. Tampoco cargaba con aquella inquietud. Minho se encargó de arrancar todo eso de mí y transformarlo en calma y alegría. Decir que era simpático, sería mentir, porque se me antojó el chico más bueno del universo.
Estoy segura de que la gente que pasó ante nosotros, nos observó confundida. ¿Quién era yo para estar sentada junto a Lee Minho?
- Eres una buena amiga de Taehyung, ¿no es así? Siempre os veo juntos -yo asentí tras tirar de mi falda, con una sonrisa de boba que delataba fácilmente mis sentimientos hacia él-. Pues, es muy afortunado -me sorprendió dejando caer su mano sobre la mía. Era tan cálida y suave que quise tomarla con demasiadas ganas, pero me dije que no podía quedar en ridículo ante él, así contuve mis impulsos y bajé la mirada, tímida-. No dejo de pensar en cómo debe ser estar contigo y cada vez tengo más claro que quiero ser cercano a ti, Jung Maya. Deseo serlo, de verdad.
Fui consciente de que mi rostro enrojeció a los pocos segundos, mientras yo intentaba digerir lo que Minho acababa de decir como si nada. Parecía tan tranquilo y feliz de estar a mi lado que yo me sentí tonta. ¿Por qué no podía tener la capacidad que él estaba demostrando? Sólo quería pasar un rato con Minho, sin que mi estómago se revolviera por un simple comentario o uno de sus dulces piropos. Me maldije a mí misma al ver que gustar ya no era el término adecuado para lo que me atacaba cada vez que él aparecía ante mí. ¿En qué momento había subido un escalón más?
- No es que sea nada de otro mundo -añadí sonando un tanto perdida-. Tae se conforma conmigo, pero ser mi amigo no es ...
- ¿Especial? Sería excepcional, Maya -mordisqueó de una forma tan adorable su labio inferior que tuve que apartar la vista de él.
Sabía que el cosquilleo en mis manos pedía tocarlo. Su piel era tan agradable que me imaginé cómo sería tenerla todo el tiempo del mundo. Pero sólo lo imaginé, nunca llegue a hacerlo.
- Estás exagerando -reí nerviosa-. Te aseguro que ser mi amigo es demasiado aburrido. Te cansarías.
- Déjame probar -su súplica caló en mí hondo-. Déjame comprobarlo.
- ¿Cómo? Eso es algo ... -pero no supe cómo continuar al sentir sus dedos en mi ardiente mejilla. Recé por no parecer una ridícula chiquilla enamorada, pero sé que no lo logré.
- Tienes mi número, ¿recuerdas? -sus ojos se convirtieron en dos lindas líneas adornadas por arrugas que lo hacían ver como un niño pequeño-. Esperaré un mensaje tuyo y te llevaré a dónde quieras. Cuando tú quieras.
Cuando yo quiera. Sonaba tan tentador que las palmas de mis manos comenzaron a sudar debido a los nervios. ¿Cómo sería una cita con Minho? Lo había imaginado muchas veces, no puedo negarlo. Pero, no es lo mismo pensarlo que toparte con ello de la noche a la mañana.
Jungkook
- Iré al baño -aseguró Dae atrapando su bolso de la mesa más próxima.
- Te esperaré aquí -la obsequié con una tierna sonrisa y sus pupilas brillaron ilusionadas.
Había olvidado lo fácil que era conseguir a una chica. Era una pena que no quisiera nada con ella. Sólo éramos compañeros de baile, y estaba siendo cruel al darle falsas esperanzas, pero no quería herir sus sentimientos, así que continué con ella esa noche, por miedo a destrozarle el corazón y demostrar el monstruo que era.
- Está bien, oppa. No tardaré.
Su figura no tardó en desaparecer a mis ojos entre todos los invitados que nos rodeaban. En algún momento, Dae había querido ir a por algo de beber, así que fuimos a buscar bebidas fuera de la habitación en la que ... Bueno, donde había visto por última vez a Maya. Al verme sólo, no tardé en barrer de un sólo vistazo todo lo que se encontraba a mi alcance, ansioso por vislumbrarla en algún punto del salón junto a Taehyung o Hobi.
Con el vaso en las manos, suspiré sin resultados. No tenía ganas de beber. Sonreí para mí, socarrón. Tenía tantas ganas de verla a ella que nada más captaba mi atención, ni siquiera un trago de alcohol. En realidad, la bebida nunca me entusiasmó, pero estaba tan perdido en lucir genial para los demás que bebía siempre que se me presentaba la oportunidad. Me resultó gracioso no tener ninguna necesidad. Nunca fui una persona dependiente de nada. Bueno, puedo que eso hubiera cambiado.
Miré hacia el frente tratando de retener la estúpida sonrisa que asomaba en mis labios con sólo pensar en Maya. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué ella lo era todo?
Y la respuesta llegó hasta mí, acompañada de un mazazo en mi estómago. Sólo pude estrujar el vaso entre mis dedos. Seguramente, de haber sido de plástico y no de vidrio, lo hubiera destrozado.
Minho. Lo odio. ¿Por qué Maya no se da cuenta de ello? Aunque, puede que ya lo supiera y le diese igual. Todos en la preparatoria conocían nuestra enemistad, Maya no podía desconocer algo como aquello. La rivalidad que manteníamos era el tema estrella de siempre; nunca pasaba de moda.
Aún así, ella reía por sus palabras, mostrando una blanca dentadura y arrugando con extrema dulzura sus ojos.
A pesar de ello, no podía enfadarme con nadie más que conmigo. Maya no tenía la culpa de que ese imbécil fuera tras ella por aquella maldita apuesta en la que yo era el tercer factor. ¿Cómo podía siquiera recriminarle que se relacionase con Minho? Ella tenía la libertad de hacerlo. Por mucho que yo la advirtiera de cómo era y de qué buscaba, no iba a detenerla. Jung Maya sólo era mi mejor amiga, y podía hacer lo que quisiera. Aún si eso incluía a ese chico del demonio, nada cambiaría. Porque ella y yo, no éramos nada.
Volví el rostro y centré la vista en mi bebida, conteniendo mi furia en un único punto con el objetivo de calmarme antes de que no pudiera controlarme y saliera hacia ellos para arrastrarla lejos de él.
Terribles imaginaciones pasaron por mi mente y el rostro de mi vecina me pareció el más bonito que había visto. ¿Sonreía de esa forma cuando estaba conmigo? Querría asegurar que sí, pero, lamentablemente, no tenía esperanzas de que así fuera. Juraría que fue la primera vez que la vi tan ilusionada, causando un horripilante malestar en mi pecho.
"Minho me da asco, por eso duele"
"Maya es demasiado buena para alguien tan mezquino y asqueroso como él, de ahí que me cueste hasta respirar"
"Estoy bien, estaré bien si no los miro.
Haz como si ellos no estuvieran ahí, Jungkook"
Pero, por mucho que me dijera que ese sentimiento de rabia y punzante dolor no era nada preocupante, sabía que no era así.
"Estoy completamente sólo. Ella se ha ido"
Está bien. Todo está bien. Me dije a mí mismo que no pasaba nada y que me sentiría mucho mejor en cuanto tomara un trago de alcohol. Con aquella tonta filosofía por delante, terminé con demasiadas copas encima.
Ojos que no ven, corazón que no siente, ¿cierto?
No sabía si ellos se habían marchado. Comencé a dudar sobre si podía haberse tratado de una mala jugada de mi cabeza, pero ... Su sonrisa era tan auténtica que, por mucho que me llevase a la boca, no era capaz de olvidarla. La manera en que lo miraba. Sus ojos echaban chispas, enormes fuegos artificiales que iluminaban su mirada.
Dolía. Dolía tanto que parecía irreal.
El alcohol no te hace borrar lo malo; eso aprendí aquella noche.
Sólo te hace empeorarlo todo.
Taehyung
- ¿Cuántos dedos tengo, Jiminie? -le mostré dos, el meñique y el pulgar, seguro de que no acertaría y yo tendría la razón; estaba más borracho que una Cuba.
- Mmmmm ... -sus ojos quedaron reducidos a dos graciosas líneas-. ¿Tres? Espera ... -mordisqueó su labio inferior-. Cinco. Definitivamente, cinco.
- Tú no estás bebido, tonto -Jimin comenzó a reír al ver que había conseguido engañarme durante más de un cuarto de hora, haciéndome creer que casi no podía tenerse en pie de la cantidad de alcohol que había tomado.
Me crucé de brazos, sintiéndome utilizado por ese dulce chico que se hacía pasar por mi amigo. Porque los amigos son sinceros y no juegan con esa crueldad desmedida con los sentimientos del otro.
- TaeTaeeee ... -se tiró a mis brazos, tan cariñoso como siempre, pero yo debía estar enfadado, así que mantuve el entrecejo fruncido y la mirada fija en una pareja que reía a unos metros de nosotros-. ¿Sabes lo mucho que te quiero? Vengaaaaa ... Lo siento. No quería preocuparte ... -y su rostro quedó a centímetros del mío, con una cálida sonrisa y esos mofletes malditamente adorables que habría estrujado de no ser por la situación. Me hizo un tierno puchero, pero yo resistí y miré en un punto fijo por encima de su cabeza-. Tae ... No me ignoreeees. Siempre que Kookie te hace pucheros, lo perdonas. ¿Por qué a mí no? Me haces sentir mal.
- Eso no es cierto -fruncí los labios-. Ni siquiera él me quita el enfado. Además, sus pucheros son más monos que los tuyos.
- Eres malo conmigo, Kim Taehyung. ¡Somos amigos, demonios! -su rabieta parecía la de un niño al que su madre no le daba más caramelos, y no aguanté la sonrisa por más tiempo, haciéndolo el chico más feliz de la casa de golpe-. ¿Ves? No te puedes resistir a mis encantos -y me guiñó su ojo derecho. Bueno, eso intentó, porque acabó guiñando el izquierdo también.
Iba a decirle algo e ir corriendo a buscar a Jungkook antes de que se tirara a mi cuello de nuevo y se adhiriera a mí como un koala, pero no me dio tiempo ni a pensar. La escena que presenciaba era mil veces más importantes que cualquier otra cosa.
- ¿Tae? ¿Por qué sonríes como un tonto? -la mano de Jimin pasó varias veces frente a mi rostro, pero daba igual. Estaba feliz por Maya, desde luego-. ¿Es que hay alguna chica que te gusta? ¿Quién es? -se volvió para buscar a esa supuesta chica entre la gente-. A lo mejor tengo su número ...
- No, no es eso ... -alcé la mano señalando al lugar en que Jung Maya y Lee Minho descansaban despreocupadamente, cerca el uno del otro y riendo cada poco tiempo. Nunca imaginé que vería a mi mejor amiga con el que chico por el que bebía los vientos como si fueran amigos de toda la vida-. Es Maya. Está con Minho.
- ¿Minho? ¿Quién es ese? -pareció fijarse de una vez en ellos y analizar con la mirada al chico que hacía sonreír a Maya sin parar-. ¿Por qué no lo conozco? Puede que tenga malas intenciones y yo ...
- No vas a hacer de ángel de la guarda, Jiminie -le dije atrapando su hombro antes de que se marchara corriendo hacia la feliz pareja-. Ese chico es el amor platónico de Maya.
- ¿Qué? -por su tono de voz, Jimin estaba sorprendido y confundido, pero no me paré a mirarlo para entender el por qué; la luz de desprendían los ojos de Maya me cegaba completamente.
Si hacía un poco de memoria podía recordar al detalle el día que Maya me contó sobre sus sentimientos. Estaba tan nerviosa que necesitó varias tilas antes de encontrar las palabras adecuadas, aterrada por quedar en ridículo, cuando ella sabía bien que yo nunca la juzgaría por nada.
Por un segundo, me pregunté si habría tenido el coraje de decírselo a Kook, pero recordé lo mal que se llevaba con Minho, y una negativa apareció rápidamente en mi mente a modo de respuesta.
- Pero ... Yo pensaba que ... -entonces sí que abandoné el espectáculo y mi atención se centró en Jimin, preguntándome por qué no comprendía algo tan sencillo como aquello-. ¿A Maya no le gusta Jungkookie?
Sonreí con sorna. ¿Maya y Jungkook? Se me antojó algo tan irreal, sin pies ni cabeza, que no entendí cómo había llegado Jimin a esa conclusión. Ellos eran mejores amigos, pero nada más.
- ¿Qué dices, Jiminie? -pasé el brazo izquierdo por sus hombros, divertido ante aquella idea-. Maya no siente nada por la gaviota.
- Pues, Jungkook lo hace.
- ¿Jung ...?
- ¿No has visto cómo la mira? -sus palabras me dejaron desconcertado al instante. Sobre todo cuando señaló con el índice hacia una esquina de la cocina arrugando la nariz en un mohín.
Y era cierto. Jungkook, sentado y hablando con alguien que no alcanzábamos a ver, trataba de mostrar interés en la conversación en la que participaba, pero no podía resistirse y cada pocos segundos echaba un vistazo hacia donde estaba Maya con una incomodidad que cualquiera allí notaría.
- Jungkook no se lleva bien con Minho, Jimin. Él no piensa en Maya como ...
- ¿Sabe que Maya gusta de otro?
- No creo -le fui sincero, incapaz de imaginar a esos dos juntos.
- Tiene ganas de llevársela lejos de él, sólo hay que verlo.
Pero eso era imposible. ¿Cómo podría Jungkook querer a Maya más allá de una simple amistad?
Por eso, incrédulo, me alejé de Jimin y caminé hasta donde Maya y Minho estaban. Los amigos se ayudan, ¿no? Yo iba a ayudar a Maya, y Jimin no me convencería de otra cosa con sus locas especulaciones.
Maya
- ¿A la botella? -miré a Tae un poco nerviosa. Yo nunca había jugado a ese juego.
- Sí -la sonrisa de mi amigo no hizo más que ensancharse, irradiando felicidad-. Puedes venir tú también, Minho. Será divertido.
- Claro. Tiene buena pinta.
Y acabé aceptando sin saber lo que me esperaba al hacerlo.
•••
- ¿Empezamos ya, Tae? Quiero salseo -Jin movió sus brazos en una extraña ola que se asemejaba más a los tentáculos de un pulpo.
- Sí -Taehyung me miró sonriente, llevando ambas manos a sus caderas, orgulloso de haber conseguido organizarlo todo él sólo-. ¿Sabéis todos ...?
- Tae -esa voz hizo que buscara un rostro en particular tras el coordinador de la actividad-. Quiero jugar.
Kookie sonaba ronco, con un tono similar al de cuando se enfadaba, y hacía mucho tiempo que no lo escuchaba así. Se me hizo raro notar aquello.
Por su rostro y su forma de andar, no tardé en fijarme en que así lucía Jeon Jungkook cuando se pasaba de copas. No niego que me dieron ganas de acercarme a él y echarle la reprimenda de su vida. El alcohol no parecía afectarle muy mal, pero yo lo conocía bien y era consciente de que lo fuerte iba por dentro.
Pese a que algo me invitaba a sacar mi lado maternal con él, aguanté sentada a la izquierda Minho. ¿Por qué debía meterme en lo que hiciera o dejase de hacer Jungkook? Era una fiesta, ¿por qué me sentía mal al verlo borracho? Él iba a las fiestas para eso, ¿no? Era ridículo que ardiera en deseos de protegerlo si era así de descuidado.
- Pero si vas hasta arriba, Kook -la suave risa de Taehyung quiso persuadirlo de que no era lo mejor en su estado-. No vas a aguantar ni un mísero chupito.
- Bebes si te niegas a hacer algo o mientes, ¿no? -sus pupilas viajaron hasta mí antes de fruncir los labios, mostrando un enfado irracional-. Yo no voy a hacer ninguna de las dos cosas.
- ¿Vas a ir con la verdad por delante, Jeon? Pueden salir muchos trapos sucios si lo haces -Minho sonreía con suficiencia, provocando que Kookie hiciera de sus manos dos puños, conteniéndose.
- No tienes lo que hay que tener -soltó mi vecino bajo la atenta mirada de todos los que estábamos reunidos en la habitación que Jin había ofrecido.
Tragué saliva. Había oído antes que no tenían buena relación, pero no sabía de lo que era capaz Kookie en ese estado. Prometo que me habría levantado sin pensarlo y lo habría sacado de allí a toda prisa. No sé por que los chicos no lo hicieron. Supuse que ellos estaban tan impresionados como yo.
- Gaviota, ven aquí -Jimin se levantó del lugar que ocupaba, al lado de una desconocida, y fue hasta Jungkook, con una mirada repleta de advertencias que todos supimos interpretar.
Jimin sentó a Kookie a su lado mientras él hacía un puchero inconsciente que me resultó de lo más adorable.
- ¿Jimin? -mi hermano alzaba una ceja, expectante por lo que pasaría si Kook se quedaba allí y no lograba contenerse llegado el momento de hacerlo.
- La gaviota se queda, chicos -la sonrisa de Jimin tranquilizó a todos automáticamente-. Jungkook quiere pasarlo bien, ¿verdad?
- Yo no ... -comenzó a quejarse el susodicho hasta que Jimin lo detuvo con un sólo vistazo, haciéndolo cerrar la boca, obediente-. Vale, hyung.
Nunca había escuchado a Kookie llamar de forma respetuosa a Jimin, pero a él pareció encantarle que lo hiciera. Quise entender que Jungkook era de lo más manipulable si la embriaguez estaba de por medio y Jimin solía aprovecharse de ello siempre que tenía la oportunidad.
- Vale. Ahora sí podemos empezar -y Tae cerró la puerta, bloqueando mi única salida del cuarto.
- Vamooooooos -chilló como un niño pequeño Namjoon. Se veía con energías para ser ... ¿Qué hora era?
Estaba dispuesta a preguntarle a Jin, ya que era el que estaba más cerca de mi sitio, pero me tragué las palabras cuando el chico de sonrisa rectangular apagó las luces de la habitación.
Un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal. Sabía que Jungkook y Minho estaban el uno frente al otro. ¿Y si Kookie se lanzaba contra él aprovechando la ventaja de la oscuridad?
Pero sólo había silencio, uno de esos que te obligan a aguantar la respiración por miedo a que la persona que tienes al lado la escuche. Minho no podía escucharme respirar. Si lo hacía, sabría lo nerviosa que estaba.
Su brazo chocaba con el mío y nuestras rodillas se rozaban levemente, haciendo que alguna que otra corriente viajara por mi piel.
Histérica, tiré de la falda todo lo que pude y Taehyung encendió dos lámparas cercanas a la puerta antes de que mi corazón colapsara.
- Está bien ... -dijo juguetón mientras se acomodaba entre Hoseok y Jin-. ¿Empezamos?
Conocía a todos los allí presentes de verlos en los pasillos de la preparatoria, así que el miedo no tardó en controlar mis acciones. No quería que tuvieran una mala idea sobre mí.
Eran dos chicas y un chico los que acompañaban al resto de los amigos de mi hermano. No tenía ni idea de sus nombres, pero bastó una mirada con ellos para saber que ellos sí sabían quién era yo, sin ninguna duda.
- Maya -mi nombre salió de la boca de Tae, haciendo que todos me miraran-, empieza tú.
¿Sólo había que girar una botella? ¿Cómo podía ser eso peligroso?
Giré el objeto, intentando que luciera como si supiera lo que hacía cuando estaba más perdida que nunca, y este terminó apuntando a mi hermano. Él aplaudió entusiasmado por ser el primer experimento de la ronda. Yo me aclaré la voz.
- ¿Reto o verdad?
- Verdad -todos se quejaron, a lo que Hobi tuvo que alzar ambas manos, tratando de calmar el ambiente-. Tenemos que calentar primero, ¿no?
- Vale ... -musité pensando en algo que no dejase demasiado mal parado a mi hermano mayor-. ¿Tienes novia y no me lo has dicho?
Jin empezó a reír como un loco para acabar diciendo algo como: 'A este no lo soporta nadie', pero no lo entendí muy bien, así que sólo esperé a que mi hermano respondiera que un no que dejó insatisfechos a todos los participantes menos a mí.
Hobi le preguntó a ese chico que no conocía algo, pero mi atención no duró mucho tiempo en el juego. Sin darme cuenta, estaba observando a Jungkook detenidamente.
Sus ojos andaban de un lado para otro, pero siempre terminaban escrutando a Minho sin falta. Uno las ocasiones en que ambos mantenían una peligrosa guerra de miradas, sus ojos se desviaron y acabaron en mí, pero sólo por un segundo. No pude creer que Jeon Jungkook evitase el contacto visual conmigo; su mejor amiga.
- Minho, amigo ... -que Tae lo llámase me hizo reaccionar, alejándome del pensamiento de ir hasta Kookie y preguntarle que narices le ocurría-. ¿Verdad o reto?
- Reto -esta vez, todos menos Jimin, Kook y yo, ovacionaron al sujeto, pues era el primero un optar por hacer un reto.
Tae asintió, más contento de lo normal, y me miró fugazmente. Me estaba advirtiendo, conozco lo suficiente sus miradas como para saber que intentaba eso, pero ni siquiera pude pensar de qué, porque el reto fue lanzado, cayendo sobre mí como un balde de agua fría.
- Besa a Maya -sólo escuchaba mi corazón, palpitar con una intensidad exagerada-. O, inténtalo, claro.
Comprendí qué estaba intentando hacer Tae, y habría querido saber sus planes desde el primer momento; así no habría aceptado entrar en el juego. Aterrada, me di cuenta de que no estaba preparada para un maldito beso. Y, puede que nunca llegara a estarlo, pero, desde luego, esa noche no lo estaba en absoluto.
- Claro. No hay problema -lo dijo tan indiferente que, da algún modo, me dolió. Sin embargo, estaba tan asustada que el dolor desapareció en el momento en que giré la cabeza hacia Minho y me encontré de lleno con sus ojos, chispeantes y fijos en mí.
Ojalá hubiese visto a Jungkook entonces. Ojalá haberme dado cuenta de que intentó levantarse e ir hasta nosotros pero Jimin lo detuvo agarrando su muñeca antes de que fuera demasiado tarde.
Me eché un poco hacia atrás, pero al notar la suave mano de Minho sobre la mía, todo se detuvo, incluyendo mi cuerpo. ¿Qué habría ocurrido si Kookie hubiera terminado encima de Minho en ese momento? No estoy segura, pero su sangre no habría hervido al presenciar la escena. Parándome a pensarlo, debió dolerle.
El terror era dueño de mí al ver a Minho cada vez más y más cerca de mí, una chica de poca autoestima, pero la suficiente como para no caer tan bajo y huir de allí.
Al principio, sólo fue un inocente roce. Después de que sus labios fueran reales para mi yo paralizado, me percaté de la realidad.
Minho, con cuidado, besaba mi mejilla.
El problema fue que la besó al borde de mis labios, y todos creyeron ver algo que no fue real. Incluso yo imaginé que su boca hubiera terminado unos centímetros más a la izquierda, fundiéndose con la mía. ¿Cómo habría reaccionado de ser así?
A pesar de todo, la tranquilidad me invadió por completo cuando se alejó de mí, satisfecho, y me sonrió de lado, dejándome sin aliento.
- No pensé que fueras a hacerlo ... - Tae había enmudecido, creyendo que realmente Minho había plantado sus labios sobre los míos-. Vale, pues ... Te toca, Minho.
Pero él no respondió y se inclinó hacia mí de nuevo, provocando que me clavara las uñas en las palmas de las manos, temerosa de que terminase con lo que había comenzado. Por el contrario, acabó en mi oído, pasando de largo mi boca.
- No me importaría repetirlo -sentí la punta de su nariz acariciar tranquilamente mi lóbulo antes de que se alejase de mi temblorosa complexión.
El pánico se apoderó de mi sistema nervioso, a lo que apenas tardé en alejarme de él mientras una débil risa escapaba de esos labios que habían estado tan cerca de los míos segundos atrás.
Me senté adecuadamente, con los ojos fijos en la alfombra y tirando de mi falda, más asustada y colorada que nunca.
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