
[1.9] "Un genio"
Jungkook
Tuve que soportar sus quejas de niña pequeña todo el camino, pero me dio igual porque sólo quería llegar a tiempo. No había estado ahí por ella para muchas cosas, y ahora remediaría eso.
- ¿Quieres que te espere? -le pregunté sin soltar su mano frente a la puerta del edificio.
Maya parecía temerosa de entrar allí. Hace años, los dos veníamos a este sitio a diario, así que supuse que muchos recuerdos la acribillaban sin piedad. Su padre siempre nos recogía a la hora de la salida. Todo allí la haría volver al pasado.
Me pregunté si había hecho bien siendo tan impulsivo, pero debía ayudarla, y para eso, tenía que arriesgarme.
- No ... Ve con Jimin a practicar. Después iré a veros.
Justo en ese momento, mi móvil comenzó a sonar. Lo cogí para terminar rechazando la llamada. A Tae no le importaría si lo llamaba más tarde.
- Si pasa algo, sólo tienes que llamarme, ¿vale? -volvió a asentir algo cohibida por entrar sola-. Tranquila.
- Estoy bien. No ... No dramatices -pero estaba nerviosa.
Eché un vistazo a la calle, sintiendo la necesidad de preguntarle una tontería.
- ¿Puedo quedarme con Tae y contigo esta noche?
Por el brillo en sus ojos, comprendí que ni siquiera había recordado que ya era sábado y Tae se presentaría esa noche en su casa para otro de sus maratones.
- Claro que puedes -dijo sonriendo tímidamente, a lo que mi corazón reaccionó con energía-. Pero te encargas de traer la cena.
Fui hasta ella y besé su mejilla sin previo aviso. Sabía lo mucho que le incomodaba que hiciera ese tipo de cosas en público, pero me encantaba ver el rubor en sus mejillas. No podía privarme de algo así.
- Llevaré tu ramen favorito. Lo prometo -y me esfumé de allí sintiendo un nudo en la garganta.
¿Desde cuándo me ponía tan nervioso con Maya?
•••••
- ¿Dónde estás? Pensé que vendrías a practicar esta mañana.
Aproveché para devolverle la llamada a mi amigo mientras cruzaba un paso de peatones en dirección a la academia.
- Estaba con Maya ... Pero ya voy de camino.
- Pasáis mucho tiempo juntos, y no es justo -se quejó haciendo un aegyo demasiado exagerado para mí-. Me la estás robando, y cada vez te veo menos, gaviota.
- ¿En serio, Tae Tae? -pregunté fingiendo estar ofendido-. Sabes que sólo tengo ojos para ti.
- Para Maya, querrás decir -tragué saliva sabiendo lo que venía a continuación-. Incluso Jimin se ha dado cuenta de que no te separas de ella. Me pregunto por qué puede ser ...
- No me gusta. Sólo es mi mejor amiga, Tae -concluí, aunque ya no estaba tan seguro de esa postura-. ¿Está Hobi ya allí?
- ¡¿Cómo está mi niño?! ¡Incluso sales con chicas, Jungkook-ah! -los gritos de Jin eran inconfundibles a esas alturas. El muy tonto consiguió hacerme sonreír-. ¿Por qué no me habías dicho nada antes, pillín?
- No salgo con chicas, hyung -rodé los ojos.
- Maya es una chica, Kookie -dijo presuntuoso un Hoseok de lo más divertido.
- ¿Tenías el manos libres todo el rato, Taehyung? -pregunté riendo, algo incómodo por el rumbo que estaba tomando la conversación.
- De nada -me contestó Kim, alegre.
- ¿La gaviota quiere a Maya? Pensé que nunca admitiría eso.
- ¡Jimin! -le espeté colorado para acabar escuchando su risa inocente-. No he dicho eso, y no lo diré. Punto.
- Bien. Porque yo tengo que darle el visto bueno a esa relación, así que no hagas nada precipitado -juro que mataré a Jin en cuánto lo vea.
- Por dios ... -sabía que se reirían de lo roja que estaba mi cara si pudieran verme.
- Dejad al niño en paz, y ponte a practicar, ¡hyung! ¿Qué estás comiendo ahora? -la voz rasposa de Namjoon me calmó gratamente-. Dame ese teléfono, Tae.
Las quejas de Jin sonaban por todas partes, pero debía perfeccionar ese paso antes de la práctica general y apenas quedaba tiempo. Taehyung también expresó su disgusto al no poder reírse de mí un rato más, pero a los pocos segundos, supe que al otro lado de la línea sólo quedaba Namjoon.
- Gracias, hyung -mi alivio era notable.
- Mmm ... Y ... -las risas de Hobi lo hicieron callar un momento-. ¿Cuándo me la presentarás, Jungkook-ssi?
- Jamás. Jamás de los jamases -espeté incrédulo. Pensé que Namjoon hyung me defendería-. Anda, mira, no tengo batería. Lo siento, hyung. Ahora nos vemos.
Y pulsé el botón rojo para finalizar esa llamada, colocándome el tapabocas a toda prisa. Sabía lo colorado que me encontraba y la gente empezaba a mirarme raro, así que me escondí tras ese pedazo de tela, avergonzado y confundido.
Sabía lo que acababa de decir. 'No me gusta. Sólo es mi mejor amiga'.
Había mentido.
Maya me gustaba lo suficiente como para negarme a creerlo.
Maya
- Lo siento, pero las inscripciones no se abren hasta julio -dijo la secretaria sin siquiera mirarme a la cara-. Y el nuevo curso empieza en octubre. Creo que llegas un poco tarde.
- ¿Pero no hay alguna forma de que ...? -comencé a preguntarle de nuevo.
- Me has oído bien, chica. No hay plazas disponibles a estas alturas del curso -me observó quitándose las gafas-. Mucho menos para piano. Es uno de los instrumentos más solicitados.
Fruncí los labios. Si todos tenían tan buenos modales por aquí, me debería haber quedado en casa. Sólo iba a perder el tiempo.
- Gracias de todas formas. Siento haberla distraído -dije sin pelos en la lengua.
Por mí, podía volver a esa tonta sopa de letras todo el día. Desde luego, no iba a ayudar a nadie.
Volví por el mismo pasillo por el que había llegado hasta secretaría esquivando a todos los alumnos que salían de las clases de mañana.
Admito que me daba rabia no poder inscribirme, pero si no había podido, a lo mejor debía dejarlo estar. Puede que fuera una señal de que no debía volver a buscar un piano nunca más.
Así no complicaría más la situación.
Algún que otro chico chocó conmigo de camino a la salida, pero claro, olvidé mi excelente sentido de la orientación, y en menos de dos minutos, perdida en mis pensamientos, me di cuenta de que la corriente humana me había empujado al patio interior del edificio.
Suspiré, hastiada de todo lo que me estaba pasando y decidí esperar a que la gente se marchase de allí para buscar la salida.
Vi varios clarinetes y unas cuántas guitarras mientras los alumnos se marchaban, pero tenía la cabeza en otra parte.
De pronto, una melodía familiar alcanzó mis oídos, dejando a un lado las conversaciones sobre partituras y armonía que me rodeaban en aquella esquina del patio.
Un piano.
No sé por qué lo hice, pero regresé a los desbordantes pasillos a pesar del peligro que corría de ser aplastada. Juraría que había escuchado esas notas antes, pero no lograba recordar dónde y la curiosidad me estaba matando.
La música salía de una clase cercana a un gran ventanal. Ya no había nadie por el pasillo cuando me atreví a tocar la puerta del aula.
¿Qué estoy haciendo?, me dije, sintiéndome verdaderamente estúpida.
- ¿Se puede? -pregunté algo miedosa.
- No -la voz era cortante y profunda. Puede que lo hubiera pillado de mal humor.
Empujé levemente la puerta y eché una ojeada a la clase. Agradecí que el chico me diera la espalda, porque me había dicho que no podía pasar, y no pretendía molestarlo, pero ... Algo me empujó a entrar sin su consentimiento.
Creo que fue la mejor decisión que tomé ese día.
El chico parecía suelto a la hora de tocar. Sus hombros estaban relajados y los dedos volaban por las teclas, como si ni siquiera las llegasen a tocar. Era increíble.
No podía recordar haber visto a nadie tocar de esa forma un piano. Ni a mi padre.
- Pe-Perdona ... ¿Eres profesor aquí?
Dejó de tocar y echó un poco el cuello hacia atrás. Me miró por encima del hombro de una forma ... ¿Despectiva? Vi algo de cansancio en su forma de mirar, y, no miento si me dio un poco de miedo.
- ¿Estás sorda? He dicho que no se podía pasar -acabó suspirando.
- Sí, pero ... Lo siento. Es sólo que me he perdido -mascullé preparada para salir corriendo de allí.
- Pues, podrías haberte perdido en otro sitio ...
Apreté el pomo de la puerta y fruncí el ceño. ¿Es que nadie iba a tratarme con un poco de respeto ese día?
- Ya he dicho que lo siento, ¿vale? No hace falta que me hables así.
- Eres tú la que he entrado porque sí -rebatió él sin más.
Rodé la mirada cansada de todo y decidí que lo mejor sería marcharme antes de que me sacasen a patadas del conservatorio.
- Bueno, pues siento haber interrumpido. De todas formas, estabas tocando mal el si agudo. Era bemol.
Ese chico me pareció un listillo del montón que creía tocar bien, pero que, en realidad, no es capaz de concentrarse en el instrumento.
Así que, con la cabeza bien alta, salí del aula, contenta por haberle soltado aquello. No estaba para aguantar más improperios de nadie.
Apenas llevaba cinco pasos dados, cuando esa voz, ahora algo más suave, se pronunció otra vez.
- Espera -por acto reflejo, me detuve en mitad del pasillo.
Me giré de brazos cruzados, muy poco dispuesta a soportar otro desplante, y menos por parte de ese chico que no me conocía de nada.
- ¿Cómo sabes que era si bemol? -su gesto lucía contrariado. Como si lo hubiera pillado desprevenido que dijera eso.
Tenía el pelo negro, algo revuelto, pero eso lo hacía ver más joven. El chico debía tener mi edad, puede que un par de años más que yo, pero de espaldas, parecía un hombre de treinta años, delgado y amargado. Por eso pensé que podía ser un profesor, supongo.
La verdad ... Su piel era brillante y sin imperfecciones. La tenía que cuidar a diario para tenerla así.
Hice un mohín con la nariz dudando si contestarle después de cómo me había hablado.
- La canción me suena -contesté sincera-. Aún así, sonaba mal. Podrías haberte dado cuenta tú sólo. Supongo que te crees un genio.
- Lo soy -alzó una ceja, divertido y sorprendido-. ¿De dónde has salido? No te he visto antes por aquí.
- Venía de pequeña, pero ... Pensé que habría alguna plaza. Y la simpática de la secretaria me ha mandado a tomar viento -le dije sarcástica-. Después me he encontrado contigo, así que no ha mejorado nada.
Él soltó una carcajada y me mostró una sonrisa demasiado tierna que dejaba ver sus rosadas encías. Nunca habría imaginado que alguien con ese carácter pudiera parecer tan ... Achuchable.
- ¿Qué querías tocar?
¿Ahora estaba interesado en lo que pudiera decir? Genial, un bipolar.
- Piano ... -pero me contuve y no le dije más.
Cerró la puerta de la clase y me sorprendió que no llevase consigo ninguna partitura o libreta. Era extraño.
- No tienes pinta de pianista -añadió innecesariamente antes de caminar en mi dirección-. ¿Tocas?
Me aclaré la garganta y lo observé andar delante de mí algo indecisa. Fue bajando el ritmo, aunque cabe decir que, el chaval parecía ir a cámara lenta de por sí. Me miró un segundo e hizo un movimiento de cabeza. Algo tímida por haberle soltado todo lo que le había dicho, me acerqué a él y reanudamos la marcha juntos.
- Hace años que no toco -miré al suelo-. No puedo.
- Todos pueden poner un dedo sobre una tecla. Es lo más fácil del universo.
- Yo no -le corté, incómoda.
Eso debió llamarle la atención porque sentí cómo me miró de refilón. No todos los días te encuentras con una chica que quiere tocar el piano pero no puede, ¿no?
- Si estás tratando de dar lástima, no lo vas a conseguir conmigo -soltó de repente.
- ¿Y por qué tendría que darte pena, genio? No estoy pidiendo tu compasión ...
- Porque puedes tocar.
- Te digo que no puedo, ¿estás sordo? -le espeté comenzando a irritarme por ese vacile.
Llegamos a la salida sin darme cuenta. Ese chico se llevó las manos a los bolsillos de su pantalón y miró a la carretera entrecerrando los ojos.
- ¿Por qué no puedes tocar? -me fijé en que todavía no me había mirado a los ojos. Me hizo gracia entender que era tímido, en realidad.
- No estoy segura. Creo que ... Es una especie de trauma.
Hizo una mueca con la boca dispuesto a decir algo, pero su teléfono comenzó a sonar a todo volumen. Él lo buscó en el bolsillo trasero de sus vaqueros y miró por unos segundos la pantalla iluminada. Optó por no contestar y dirigirse a mí. Fue la primera vez que me miró a los ojos, y en cuánto lo hizo, vi algo bueno en él.
No era lo que aparentaba.
- Vengo los martes y los sábados un par de horas a partir de las siete -se encogió de hombros como si aquello no tuviera importancia, cuando era todo lo contrario-. Puedo ayudarte con ... Lo que sea que tengas.
- No sé si ... -pero ni siquiera pude acabar la frase.
- Los martes y los viernes -zanjó el asunto.
Comenzó a bajar los escalones del edificio como si tuviera todo el tiempo del mundo. Yo sonreí, no pude evitarlo.
- ¡Eh! -le grité antes de que desapareciera de mi vista. Se giró una chispa con esa mirada de desgana y me observó desde la acera esperando a que dijera lo que tuviera que decir-. ¿Quién eres?
Me pareció dudar sobre si merecía la pena gastar más tiempo conmigo, pero lo acabó haciendo.
- Min -dijo alzando un poco la voz-. Min Yoongi -sonrió de lado-. Un genio.
•••
DOS CAPÍTULOS EN UN DÍA NO PODÉIS QUEJAROS ✌️
Ya apareció nuestro Yoongi ❤️
Y espero que tengáis paciencia porque no sé cuando podré actualizar 😅
Un beso de mi parte y de TaeTae 😎😏❤️❤️
P.D.: Se me olvidaba ... QUE VIVA EL TAEKOOK ❤️😍👏😭
👋👋👋👋💤💤💤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro