
[1.3] "Solo por eso"
Maya
Algo no paraba de moverse en mi regazo y estaba comenzando a molestarme. Cuando agarré lo que supuse era mi teléfono, la tentación de tirarlo lo más lejos posible fue inmensa, pero entré en razón gracias a algún tipo de clarividencia y no estampé mi móvil contra la televisión.
Enana
8:57
Me aburro
8:57
¿Puedes venir?
8:57
En serio estoy planteándome quitarme la vida con un portaminas
8:58
Estoy delirando
8:58
Maya no me abandones 😭
9:02
Como no te calles voy a coger el maldito portaminas y te voy a agujerear entero
9:03
Sí. Si me despiertas un fin de semana, no esperes un dulce buenos días porque la realidad es bien distinta. Y la verdad era que podría haberlo dejado por los suelos, pero el sueño me podía y la vagancia también. Así que eché la cabeza hacia atrás pensando en cómo matar a Kookie por levantarme a las nueve de la mañana un domingo. Por dios, ¿es que este chico no tiene sentimientos?
¡Maya está viva! 👏👏
9:04
Correré el riesgo de perder la vida
9:04
Por fiii
9:04
Déjame dormiiiiir
9:05
Es una emergencia
9:06
Estoy sangrando
9:06
Y algo se accionó como por arte de magia en mi cabeza. Casi me caigo encima de la oruga en la que se había transformado Tae, pero me apoyé en el sofá algo mareada por el susto de verlo allí tirado y logré recuperar la estabilidad.
Con el móvil en la mano y la poca orientación que tenía a esas horas, llegué bastante deprisa a mi habitación. Todo mi cuarto estaba iluminado, lo cual contribuyó muy bien a que la ceguera me invadiera y tuviera que caminar hasta la cristalera con los ojos cerrados.
¿Sangrando? ¿Qué había hecho para estar sangrando? La cosa es que estaba todavía en el séptimo sueño y no me paré a pensar en las palabras de Jungkook en su conjunto. Por eso, cuando atravesé el jardín de nuestras casas con unos simples calcetines en los pies y me detuve frente a su cuarto, me sorprendió verlo de pie y con su ventanal abierto de par en par. El muy desagradecido solo quería atraerme de la forma más rastrera y sucia que podía existir; poniendo en juego su salud.
- Sabía que funcionaría -dijo orgulloso de su invención.
- No me lo puedo creer ... -farfullé agotada y frustrada conmigo misma por haber salido hacia su casa como un cohete de última generación.
Su risa terminó por despertarme, y yo entrecerré los ojos recordando que iba en pijama a 22 de enero y que en la calle hacía mucho frío. El mismo que estaba comenzando a calarse en mis huesos y que yo me negaba a soportar por culpa de las gracietas de Jungkook.
Me di media vuelta echando humo por las orejas, notando que el enfado empezaba a extenderse por todo mi ser y las ganas de decirle unas cuantas cosas a Kookie se apoderaban de mí.
Ya con una mano en mi cristalera, deseando tumbarme en la cama y apagar el móvil el resto del día, me fijé en que mi habitación estaba hecha un desastre. No era muy tarde, pero mi madre no tardaría en hacer gala de sus modales y hacer la ronda de siempre para despertarnos a los tres. Llegaría a mi cuarto y pondría el grito en el cielo al ver cómo tenía mis cosas esturreadas por todas partes.
Hice una mueca, reticente a enfrentarme a mi madre habiendo dormido apenas cinco horas. Podría liarse una muy grande porque mi humor no era el mejor y las cabezas podían volar si no me alejaba de allí.
Por eso, y sólo por eso, regresé a casa de Jungkook tras cerrar del tirón mi ventanal con la intención de hacerle pagar su broma. Bueno, en realidad, lo único que quería era llegar hasta su cama y adueñarme de ella cuanto antes. Necesitaba dormir más.
Se apartó de mi trayectoria sin entender qué pretendía al entrar en su cuarto y vio cómo me dejaba caer en su cama revuelta junto a un gruñido. Dejé mi móvil en el suelo y apenas tardé unos segundos en esconder la cabeza bajo su almohada.
- Madre mía -masculló lo suficientemente alto como para que sus palabras llegasen a mis oídos-. Sí que tienes sueño.
- Como intentes algo contra mi integridad física o impidas que descanse otra vez, te juro que ...
- Vale, vale, enana -sentí que la cama se hundía en algún punto a la altura de mi cintura-. Puedes quedarte.
Yo escuché cómo bajaba las persianas después de unos minutos en completo silencio. No me hacía falta sacar la cara de mi improvisado escondite para saber que Jungkook intentaba hacer el menor ruido posible. Puede que se sintiera algo mal por haberme despertado tan temprano. Quise pensar que se tomaba tantas molestias por eso.
De veras quería volver a dormir, y el olor que desprendían sus sábanas me empujaba a ello, pero seguía escuchando sus torpes pasos a mi alrededor y me era imposible conciliar el sueño sabiendo que pululaba de un lado a otro, como si algo lo inquietase.
Hasta que no se tumbó a mi derecha, no conseguí calmarme. Con una dulzura de lo más extraña en mí, fui deslizándome hacia él. Acabé girándome lo suficiente como para ver que se había tumbado a unos treinta centímetros de mi cuerpo y observaba fijamente el techo. Vale, ya me estaba empezando a preocupar.
- ¿No te duele nada? -susurré en un tono tan suave que la primera sorprendida fui yo.
Kook se encogió de hombros mirando todavía a la nada, intentando colocar sus ideas en orden hasta que mi mirada lo incómodo demasiado y optó por hacer frente a la curiosidad que denotaban mis pupilas.
- Es molesto, sólo eso -dijo junto a una mueca.
Tragué algo de saliva y me aventuré a rozar su camiseta blanca con los dedos de mi mano izquierda. Estaba pidiéndole permiso, pero Jungkook no daba señales de comprender mi propósito. Así que, tras tomar aire lo más disimuladamente que pude, cogí el dobladillo de su prenda y lo subí despacio, diciéndome a mí misma que lo hacía sin más intención que ver la evolución de su malherido costado.
A cualquier chica del instituto le habría encantado estar en mi lugar para ver los primerizos abdominales que marcaban el torso de Kookie, pero yo me limité a esconder el sonrojo que atacaba mis pómulos y a tocar sólo la superficie de las vendas que había hecho yo misma la tarde anterior bajo la supervisión de Jimin. El vendaje no parecía estar suelto, así que deduje que mi cura había aguantado la noche en vela de Jungkook.
- No has dormido nada, ¿verdad? -lo normal en su situación era que las vendas blancas se hubieran aflojado al echarse a la cama. No podía estar pendiente de la tirantez de estas si dormía a pierna suelta, así que sólo quedaba la opción de que apenas hubiera hecho algún esfuerzo en las últimas horas.
Puede que hubiera seguido mi advertencia al pie de la letra, pero cuando alcé la vista y me choqué con sus orbes oscuros, sin vida y acompañados de unas profundas ojeras con un tenue color violáceo, todo el peso cayó sobre mis hombros de repente. Igual que un balde de agua fría en pleno invierno.
- ¿Tanto se nota? -hizo una leve mueca y trató de sonar irónico, pero apenas lo logró.
Yo volví a mirar su costado y pasé los dedos por las vendas, imaginando cómo debía responderle. Me moría de ganas por saber qué era aquello que le había quitado el sueño, pero me contuve mordiéndome el labio inferior y seguí jugando con el doble nudo. No quería romper el ambiente que se había creado en su cuarto, estando prácticamente a oscuras, por egoísta que sonase.
Había algo que nos pedía hablar, comunicarnos como personas civilizadas, pero al rozar yo su abdomen con la yema de mis torpes dedos, esa tensión se desvaneció, dando paso a algo mucho más reconfortante.
Por instinto, supongo, dejé allí la mano, bajo su camiseta, y busqué su calor. Estábamos a finales de enero, por dios, no pensaba morirme de frío, y Jungkook era una estufa andante.
Apenas necesité arrastrarme unos centímetros hacia él para sentir la calidez de su cuerpo. No me paré a pensar en qué demonios estaba haciendo cuando me aproximé a Kook y roce su hombro con la punta de mi helada nariz. Ahora que lo pienso, fue un gesto demasiado infantil. Sin embargo, no me arrepentí de ello. Y eso me preocupó más que cualquier otra cosa.
- ¿Por qué? -mascullé de repente- Te encanta dormir, Kookie.
- Lo haría toda mi vida, sí -dijo en respuesta, intentando evadir la verdadera pregunta que le había hecho.
- No quieres contármelo -bajé un poco la cabeza y apoyé la frente en su hombro, dolida aunque no fuera a reconocerlo.
- Maya ... -pero su voz se apagó y sólo escuché un profundo suspiro por su parte, hastiado de mi interrogatorio o impotente. No supe muy bien su significado.
Cerré los ojos decaída por la escasa confianza que existía entre nosotros en ese momento. En realidad, no podía culparlo a él por ello. Pero ... Había pensado que podría sincerarse conmigo, después de todo.
Dándole vueltas a sus posibles motivos, a los míos, incluso, noté que deslizaba su mano derecha por su estómago para acabar chocando con la mía. Yo hice un esfuerzo y separé los dedos, dándole permiso para enredarlos con los suyos. Tan sólo tardó un par de segundos en hacerlo.
- En un par de meses podré contártelo -acabó soltando entre susurros. Se me hizo curioso que hablásemos así cuando nadie más nos estaba escuchando-. Querría decírtelo ahora mismo, Maya, pero no puedo.
Esta vez fui yo la que dejó escapar un largo suspiro. Aquella situación se me hacía de lo más frustrante porque algo me decía que, realmente, Kookie no quería decirme lo que le rondaba la cabeza y esa era otra excusa más. Otra que se añadía a una lista cada vez más extensa. Comenzaba a pensar que se volvería interminable.
- Eh -uno de sus dedos en mi barbilla me sobresaltó, pero tuve que alzar la cabeza y mirarlo a los ojos. Esbozó una sonrisa, dejándome ver sus diminutos hoyuelos-. Prométeme que esperarás. Sé que no he hecho nada para que confíes en mí, y no me enfadaría si no lo hicieras, pero quiero compartirlo contigo, de verdad. Sólo tienes que ... Esperar.
- He esperado muchas cosas de ti, Jungkook -mis palabras salieron afiladas, listas para rasgar esperanzas.
- Sí -liberó mi mandíbula, rindiéndose-. No te puedo pedir más. Lo siento.
Mordí el interior de mi mejilla al ver que miraba hacia otro lado, avergonzado por la petición que me había hecho.
- Supongo que puedo esperar una más -dejé caer los párpados para no tener que someterme a su mirada de nuevo y busqué algo de cobijo a su lado, como un cachorro que busca el calor de su ser más querido.
Me acurruqué todo lo que pude, obviando sus penetrantes ojos, y fingí estar lo suficiente cansada como para no seguir con la conversación.
- Gracias.
Enterré la cara en su brazo, notando el calor que irradiaban mis mejillas y tratando de que él no lo viera.
Esperaría como una tonta. A lo mejor seguíamos lejos el uno del otro, pero algo me decía que tenía que dar un paso para acercarme a su vida, sin importar que esta ocasión, arriesgaba mi corazón al hacerlo.
- Déjame dormir -sus dedos envolvieron los míos con cuidado sacándome una sonrisa que me obligué a ocultarle-. Mañana es lunes.
- Y tú odias los lunes -por su voz supe que estaba sonriendo, y me alegré. Había sido yo la que había provocado esa sonrisa-. Todavía me acuerdo.
Transcurrieron los minutos y yo continué haciéndome la dormida. Aunque la piel de Kookie era tan suave, tan cálida, que tampoco tenía intención de moverme ni un milímetro. A decir verdad, habría querido acercarme más a él, buscando la protección que tanto me había faltado, pero permanecí inmóvil, reprimiendo esos deseos que me negaba a admitir.
Cansada, pero sin una pizca de sueño, decidí abrir un ojo para asegurarme de que Jungkook no estuviera haciéndome alguna foto.
Algo se aferró a mi vientre, una sensación de vértigo y alegría que nunca había experimentado. Cuando vi su plácido gesto, sus mullidos labios a un par de centímetros de mi cara, retuve el aliento que tenía y lo observé, esperando que fuera otro de sus trucos de galán. Pero, nada ocurrió.
Yo seguí grabando en mi mente cada parte de su rostro, como una maldita acosadora que tiene a su ídolo en la misma cama que ella. Apenas tuve oportunidad de darme cuenta de que mi corazón latía a un ritmo más rápido de lo normal, pero atribuí esa anomalía a lo cerca que estaba Kookie de mí. Sintiendo su respiración en mi nariz, me fijé en que nunca había estado tan cerca de alguien.
Perdí la cuenta de los minutos que pasé allí, atrapada en sus delicados y atrayentes rasgos. La pequeña marca del tropiezo que tuvo en el parque de atracciones hacía ya unos diez años continuaba adornando su tersa piel, recordándome que el tiempo no podía borrarlo todo, y menos algo tan significativo.
Me costaba hacer memoria y ponerle lugar y fecha a aquel rasguño, pero acabé por hacerlo y recodar lo alterado y angustiado que parecía Kookie cuando me encontró en el puesto de helados de la feria.
Yo me había perdido en aquel parque tan grande para una niña de no más de ocho años y había llorado en silencio entre toda la gente que pasaba a mi alrededor. Temí no volver a ver nunca más a mis padres, a mi hermano mayor. A mi mejor amigo. Pese al temor que me invadía, logré llegar a una zona algo más apartada, donde la marea de personas no podía arrastrarme más.
Cuando mi llanto se hubo calmado, divisé en la siguiente atracción una caseta de color rosa con un helado gigante en la fachada. Sin ser verdaderamente consciente de mis actos, caminé hasta ella y me distraje otra vez con los divertidos colores que mostraban en una gran pancarta.
Kookie apareció de la nada entre jadeos, como si llevara corriendo todo el día. Cuando me tomó de la mano y comenzó a decirme lo despistada que había sido y lo asustados que estaban papá y mamá, yo me sentí como un problema con patas. No pretendía preocupar a mi familia y tampoco que Kookie se cayera mientras me buscaba y acabara con una marca en su mejilla de por vida.
Mamá le limpió la sangre de la cara sin dejar de echarme la reprimenda por haberme perdido con tanta facilidad, pero yo me limitaba a agarrar la mano de Jungkook, al borde de las lágrimas debido al desinfectante. Sería difícil explicar lo inútil que me sentí en ese momento. Sólo servía para tranquilizar a Kookie, distraerlo para que no le doliera demasiado la herida que se había hecho. Sin embargo, recordando aquel nefasto viaje al parque de atracciones, no llegué a agradecerle a Kook que me encontrara.
Fue por eso, y sólo por eso, que me agaché para hundir el rostro en su cuello, pegándome tanto a él como me fue posible sin que despertara. Nunca habría hecho eso, pero, hay cosas que el tiempo no borra, ¿verdad? Una de ellas era mi cariño hacia ese chico impulsivo y amable. Ese que no descansó hasta dar conmigo aquel día. El mismo que no había parado hasta tenerme entre sus sábanas. Quise reírme por esa tonta ocurrencia, pero retuve la risa a duras penas. No podía despertarlo tras haber pasado la noche sin pegar ojo. Merecía descansar, después de todo.
- Gracias -no estuve muy segura de si llegue a decirlo o sólo se quedó en mi cabeza como algo pendiente que decirle a Kookie en algún momento, pero sentí un extraño alivio.
Era más débil de lo que había imaginado. No era capaz de resistirme a él y supe que me traería más de una complicación de ahí en adelante.
•••
¿Cómo había pasado una semana tan rápido? Esa era la pregunta que me hacía mientas desayunaba bajo la poco disimulada mirada de mi madre. Aún se me hacía raro que no hubiera puesto cualquier excusa para marcharse de viaje a la más mínima oportunidad. Y, pese a que era demasiado orgullosa como para reconocerlo, en el fondo, me gustaba que decidiera quedarse en casa con nosotros.
- ¿Vas a salir esta noche? -preguntó de pronto.
Yo desvíe la vista hasta ella, alertada por la suavidad que había empleado para lanzar la pregunta en cuestión.
- Estamos a lunes -le recordé-. No salgo los días de semana.
- Perfecto -y sonrió como si de veras se alegrase de escuchar eso.
Ni siquiera pude fruncir el ceño porque se marchó escaleras arriba con un aire de lo más juvenil. Mi madre apenas cumplía los cuarenta, pero los años la habían ensombrecido y eso había calado bastante en su carácter desde que nuestro padre se fue. Verla 'casi' feliz, me hizo ... ¿Gracia?
El timbre me despertó sin venir a cuento, recordándome que debía marcharme a otra jornada al infierno. Di un pequeño salto para bajar del taburete y abrí la puerta sin siquiera mirar quién esperaba al otro lado.
Podría ser un asesino a sueldo, me dije poco convencida tomando asiento sin ninguna prisa.
- Buenos días a ti también -se burló Kookie cerrando la puerta.
Yo alcé la mano derecha para saludarlo, pero se quedó en un mero intento. Los lunes me mataban, él lo sabía. Cualquiera que me viera la cara de perro mojado lo sabría.
No podía esperar un recibimiento por todo lo alto siendo lunes. Era imposible.
- ¿Y Hobi? -dejó la mochila en el suelo de la cocina y se acomodó a mi izquierda para robarme una galleta-. Si tarda mucho ...
- Ya se ha ido -yo terminé de revisar Twitter y apagué el móvil con desgana. Ya no me quedaban galletas-. Tenía que entregar un trabajo de matemáticas, creo.
Antes de salir, estuve tentada a despedirme de mi madre, pero las palabras no viajaron desde mi boca y salí de casa junto a Kookie, pensando en que era una mala hija.
- ¿Qué te pasa? Estás muy callada -dijo antes de darle un puntapié a una piedra que se cruzaba en su camino.
- Es lunes -me limité a contestarle, obviando lo que sabía que me esperaba nada más entrar a clase.
Kook quiso volver a hacer la misma pregunta, pensando que yo le daría una respuesta distinta la segunda vez cuando ni por asomo admitiría ante él lo desgraciada que me llegaba a sentir al pisar la primera clase del día.
Sólo teníamos que girar un par de calles para llegar al recinto de mi muerte y no habíamos vuelto a cruzar pañabra. Las cosas habían cambiado entre nosotros. Casi todas las tardes, Kookie golpeaba mi cristalera y yo le abría el cierre, dispuesta a charlar con él de todo de lo que nos habíamos privado durante los últimos años hasta que caía el sol y nuestras madres nos llamaban a gritos.
- ¿Por qué te has dejado las gafas? Creí que no te gustaban -interrumpió mis más profundos pensamientos.
- Me gustan más de lo que pensaba -le respondí observando el suelo-. Es a la gente a la que no le gusta, pero me he cansado de agradar a los demás.
No me hizo falta levantar la mirada de la acera desgastada para saber que Kookie sonreía de oreja a oreja debido a mi confesión.
•••••
Dejo por aquí el siguiente aunque es más tranquilo de lo que esperaba :/
Pero me voy porque no paran de saltarme notificaciones *spoilers to ricos para que me entendáis* del primer capítulo de la séptima de Juego de tronos y ME NIEGO MUCHO 😎
Nos vemos, kookies :3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro