Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

[0.2] "Mi perdición"

Que comience el salseo xD y disfrutad del capítulo porque es largo 😊 Un besoo

P.D.: mañana habrá capítulo por ser el aniversario de BTS 😳😁

•••

Maya

Subí a mi cuarto antes de que Jungkook pudiera mofarse de lo roja que se había tornado mi cara y cerré la puerta con urgencia. No sé si fue por correr escaleras arriba a tanta velocidad o por la vergüenza que viajaba por cada fibra de mi ser, pero el corazón me latía con tal intensidad como para darme un infarto allí mismo.

No soportaba quedarme sin armas frente a él. Era una de esas cualidades que mi vecino exhibía orgulloso; dejar a las chicas sin habla. Y, muy a mi pesar, conmigo también lo lograba.

Bajé los párpados a la vez que en mi mente se iba formando una larga lista de insultos con los que poder alejarlo de mí la próxima vez. Necesitaba tener algo que siempre funcionara, pero, ¿qué podía detener a un chico como él? Sólo la victoria, y yo no pensaba dársela de ninguna de las maneras.

Puede que su ego y orgullo fueran inmensamente obvios a los ojos de todos, pero los míos eran aún mayores.

A veces me preguntaba cómo narices podía ser tan débil con él. Me había dejado de lado desde hacía años. Prácticamente se había olvidado de mi triste existencia por mantener la poca fama que había adquirido de la nada.

-Debería odiarlo -me dije a mí misma allí apoyada-. Debería mandarlo a la porra ahora mismo.

Pero era incapaz. Seguía siendo Kookie; el único que se acercó a mí en aquel momento.

Con esas cavilaciones rondando mi cabeza, me cambié la ropa a la del uniforme del instituto. Con esa camisa tan fea, estuve segura al cien por cien de que ni siquiera Jungkook podría sacar algo con lo que acosarme sexualmente. Era totalmente imposible que esa vestimenta me favoreciera.

Sonreí orgullosa por aquella tontería y agarré la cartera de mi escritorio.

- ¿Sigues cambiándote, enana? -dijeron desde el pasillo a la vez que la puerta se abría mostrándome a un Jungkook apurado y deseoso por verme con menos ropa.

Yo lo miré intentando aparentar un mínimo de enfado y asco, pero me hizo tanta gracia el gesto que se le quedó al verme ya vestida, que no pude contener una carcajada en ese mismo momento.

- No lo vas a conseguir, gracioso -él soltó un suspiro de abatimiento aunque en realidad las comisuras de sus labios reprimían una sincera sonrisa. Me hubiera gustado verla-. Conmigo lo tienes difícil.

- Bueno -dijo con un amago de resignación antes de dirigirse hacia mí-, dicen que lo mejor se hace de esperar, ¿no?

¿Recordáis aquella lista tan famosa de la que me había hecho mejor amiga? Bien, se había esfumado como si nunca hubiera estado ahí.

-Porque acabarás cayendo, preciosa -lanzó a apenas un palmo de mi alterado organismo.

-Tú acabarás cayendo también -dije sorprendiéndolo. Hasta yo misma lo hice porque apenas sabía qué decirle-. Pero de la patada que te vas a llevar si no te alejas de mí, Don Juan.

Jungkook me observó detenidamente tras apoyarse con su mano en mi mesa. Un escalofrío escaló por todo mi cuerpo al verlo sonreír de aquella manera. Sus rosados labios, acompañados de una leve inclinación de cabeza, me arrancaron de raíz el poco aire que guardaba en los pulmones. Llegué a sentir su cálido aliento en mi nariz, pero estaba petrificada y él era consciente de ello.

-No sabía que te fuera la agresividad en la cama, Maya -susurró con esa voz de terciopelo que me hacía perder la razón por segundos.

Apreté el puño con fuerza despertando de esa visión onírica que me ofrecía él, tan descarado como siempre. Fue entonces cuando no pude contenerme y avancé hacia su cuerpo aún más. Supe solo con mirarlo a los ojos que lo tomó como un desafío que yo le planteaba; ¿vas a ser capaz de besarme, cabeza de chorlito? Porque yo creo que no.

Pero, lo que quería dejarle claro no era eso, ni por asomo.

-No sabes muchas cosas sobre mí desde hace años, Jungkook.

Con tan solo escuchar mis palabras, su sonrisa de superioridad se esfumó, dejándome ver por primera vez en mucho tiempo la verdadera mirada de ese chico. Ese brillo que iluminaba sus ojos con cierta lujuria hasta entonces, desapareció tan rápido como llegó. Ese color se tornó en un negro azabache dando paso a una tenue sombra en su iris; la sombra de nuestro pasado.

Observando en silencio su apagada reacción, me di cuenta de lo que había hecho.

Aquello que temía desde hacía años.

Enfrentarme al recuerdo de mi mejor amigo sin que me temblase la voz fue tan reconfortante como amargo. Puedo asegurar con total certeza que respiré tranquilamente después de hablar. Dejé ir un peso que cargaba desde hacía demasiado tiempo, pero viendo el sentimiento que reflejaba su semblante, me arrepentí al instante de haberlo hecho.

Joder, Maya ... Callada todo hubiera ido mejor.

¿Quién habría dicho que encontraría las fuerzas necesarias para plantarle cara a él? Nadie, porque yo no era así, y deseé no haber tenido las agallas suficientes.

Gracias a la cercanía de nuestros rostros vi cómo mordía el interior de su mejilla. Al ser más baja que él, me costó verlo, pero lo hice, y sentí que mi corazón palpitaba molesto en lo más hondo de mi pecho.

Recordaba perfectamente lo que significaba aquel gesto, contribuyendo a que la culpa que sentía se hiciera omnipresente en mí. La imagen de Kookie con apenas diez años apareció en mi mente como un martillazo en mi alma. Ese día, su madre le prohibió jugar al fútbol con mi hermano porque decía que este era demasiado peligroso (cosa que no voy a negar), pero esa noche, la puerta de mi habitación se deslizó en completo silencio para mostrarme a un Jungkook diferente. Uno que lloraba por no poder pasar tiempo con sus amigos solo porque su madre era una antipática de mierda que prefería retenerlo en casa y formarlo en el violonchelo.

Escuché cómo su respiración se volvía algo pesada. Sin embargo, cuando sus dedos rozaron los míos sobre la mesa, di un paso hacia atrás. No. Me prohibía a mí misma eso.

No iba a dejar que mis sentimientos me llevaran a cometer ninguna locura. Ya le había hecho daño tanto a él como a mí, no era necesario seguir con esa guerra de miradas porque sabía que yo perdería. Y si perdía, perdía el escudo que había forjado entre nosotros.

No quería que ese escudo se resquebrara por nada en el mundo.

Todavía con esa acusadora descarga en mi dedo índice a causa de su reconfortante tacto, aclaré mi garganta y miré avergonzada la alfombra que se extendía a mis pies.

- Vamos a llegar tarde a clase -dije más para comprobar si seguía conservando la voz que para otra cosa.

- Pero ... -intentó añadir sin éxito.

-No. No tendría que haber sacado el tema. Vamos -agarré con una fuerza sobrehumana mi cartera y me centré en salir de allí cuanto antes- Soy una idiota -acabé refunfuñando.

No podía continuar sintiendo su pesar porque el mío era todavía mayor, y había sido lo suficiente inteligente (notese la ironía, por favor) como para sacarlos a relucir. Los dos habíamos sufrido por ello, sí, pero yo me había llevado la peor parte. Por eso me miraba de esa forma. El muy ingenuo pensaba que lograría mi perdón después de dejarme sola.

Así que, me largué de la habitación tan rápido como pude dejando a un lado lo que el corazón me decía, anteponiendo mi maldito orgullo a Jungkook. Al irme, intentaba huir de su presencia y de lo que me hacía su sola existencia.

Fue por ese miedo por lo que no escuché su respuesta.

- Aquí solo hay un idiota, Maya ... -murmuró demasiado tarde.

•••

Al bajar a trompicones las escaleras, Hoseok se alarmó tan pronto como me vio patinar hacia la puerta.

- ¿Maya? ¿Qué ha pasado ahí arriba? -inquirió apoyándose en la mesa de la cocina.

Yo me limité a tomar aire y a abrir la puerta urgiéndole a salir ya de casa. Podía escuchar sus pasos acercándose y mi corazón no resistiría ni un segundo más si tenía que posar mi mirada en sus anhelantes ojos. Esos que me acababan de decir lo mucho que echaba de menos estar conmigo sin utilizar las palabras.

- Por favor, Hobi -le dije rogando por mi endeble existencia-. Hazme un favor  y sal.

Él alzó una de sus cejas intentando preguntarme por qué debería hacerlo con aire divertido, pero no se hizo de esperar, y tomó sus cosas justo cuando la figura de Jungkook bajaba el último peldaño. Yo tragué saliva y desvíe la vista hacia la televisión apagada.

Los dos sabíamos que lo que había pasado en mi cuarto no debía tocarse, así que, Kookie siguió caminando con el simple resonar de la suela de sus botas y atravesó la puerta que yo mantenía abierta con el gesto congestionado.

- Vamos, Hobi -dijo con la energía de siempre de repente y una bonita sonrisa en los labios-. Llegaremos otra vez tarde a física.

- ¡Física no! ¡Por qué me castigas de esta forma tan cruel, señor! -se dejó la voz mi hermano sobractuando.

Y, cuando hacía eso, siempre era para levantarme el ánimo.

Se encaminó hacia la salida para seguir los pasos de Kookie, pero se detuvo a mi lado y revolvió un poco mi pelo recién desenredado. Sin embargo, no me importó nada que lo hiciera porque sabía lo que pretendía.

Me regaló media sonrisa y yo se la devolví con algo de tristeza. Hoseok no era una figura a imitar, ni mucho menos. Siempre era yo la que cuidaba de él, pero en esas ocasiones, siempre tenía un hombro en el que llorar. Puede que no fuera el hijo perfecto ni un hermano modelo, pero era quién había estado conmigo desde que di mis primeros pasos. Lo quería a rabiar y nadie podría cambiar eso.

- ¿Vamos? -me preguntó tierno mientras en sus mejillas se formaban ese par de adorables hoyuelos.

Yo mordí mi labio inferior reprimiendo las ganas de llorar y asentí pegándome a él buscando su protección. No quería que el pasado me golpease de nuevo, tenía que dejarlo estar. Era lo mejor.

Hobi rodeó mi cuello con su brazo derecho y hundió la nariz en mi cabellera en ese cariñoso gesto que siempre me animaba gracias a las cosquillas que este me provocaba. No podía pedir un hermano mejor que él, de eso estaba segura.

Con el peso de su brazo sobre mis hombros, observé a Jungkook algo reticente. Sus ojos seguían teniendo aquel velo de arrepentimiento, pero de su boca no salió nada. Ni una mísera palabra.

Supe que, en los cinco minutos que duraba el trayecto desde nuestra casa al instituto, Kook sólo me miró a mí, y una parte de mi subconsciente deseó con tanta vehemencia que eso hubiera ocurrido antes de abandonarme, que al llegar al recinto escolar, sentía el pecho dolorido debido a todo lo que reprimía en mi interior y que nunca le diría.

El día no había comenzado con buen pie, eso era evidente, pero después de despedirme de Hoseok y dejar a Jungkook en la entrada todavía absorto en cada uno de mis movimientos, sentí que aquello sólo había empezado.

Ese día fue el desencadenante de todo, ¿no es así, Kookie?

Jungkook

Quise estampar mi maldita cabeza contra una de las columnas que adornaban los pasillos mientras me dirigía a la siguiente clase. ¿Por qué no conservaba mi seguridad en momentos como ese? Solo me ocurría con ella, siempre que hablábamos del pasado.

Querría ser capaz de decirle lo mucho que lo sentía, cuántas noches había pasado en vela reprimiendo las ganas de entrar en su habitación y refugiarme en sus brazos, ... Pero yo siempre había sido un irresponsable y un cobarde camuflado por esa fachada de chico peligroso que había creado a lo largo del tiempo. No podía cambiar el hecho de que sólo sabía huir de mis fantasmas.

- Vaya, el intento de caballero está teniendo un mal día -dijeron frente a mí sacándome del enrevesado laberinto que se había creado en mi cabeza.

No me hizo falta alzar la mirada para saber que era el insufrible de turno. Ese imbécil de Min Ho siempre estaba ahí para poner la puntilla a cualquier cosa que estuviera relacionada conmigo.

Qué ironía que su nombre significase bondad. Era cierto que aparentaba estar hecho de ella, pero esta brillaba por su ausencia una vez se quitaba la máscara de niño dulce y galán.
Era insufrible.

- Vaya, el intento de gracioso se ha quedado sin chistes que escupir -le respondí en su mismo tono-. Una pena que nunca tuvieran gracia.

Él rodó los ojos fingiendo que mi comentario lo había exasperado solo un poco y volvió a clavar sus pupilas en las mías.

No sabría decir desde cuando había descubierto cómo era ese engendro realmente, pero desde que lo hice, se podría decir que somos enemigos.

Yo no lo soporto por el papel que interpreta delante de las chicas, haciéndose el chico bueno que no haría daño ni a una mosca, y él, ...

Envidia de mis encantos, supongo.

Solo yo podía ser su rival en algún aspecto, y ese era en el que a chicas se refería.

-Quiero proponerte algo, Jungkook -dijo con un tono de voz de lo más serio.

Yo fruncí el ceño desconcertado. ¿Proponerme algo? Ese tío era tan raro y falso que la paciencia se me agotaba cada vez que lo veía.

- ¿Es que acaso sabes hacer eso? No creo que tus neuronas logren permitírtelo -concluí dispuesto a marcharme.

- Solo tienes que hacer una cosa y admitiré lo que quieras -anunció deteniéndome en seco.

- ¿Una cosa? -la curiosidad era evidente en mis palabras. La idea era demasiado tentadora, la verdad.

- Sí -esbozó una siniestra mueca al haber captado mi atención por fin. Me giré para dejarle continuar hasta que señaló algo al fondo del pasillo. No me di cuenta de que apuntaba a Maya hasta que se alejó de su casillero con aire ausente-. Ella.

Y allí comenzó mi perdición.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro