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₁₅

No le sorprendió que al decidir salir de la casa de sus padres nadie se inmutara, brevemente despidiéndose de su hermano y su pareja con pequeñas y falsas sonrisas adornando su hinchado rostro. Podía sentir la culpa desprenderse de Chanyeol, el amargo aroma inundándose a su alrededor. Pero, honestamente, era lo que menos quería en ese momento. No había nada en esa casa que pudiese hacerle sentir mejor, ni un poco.

Prontamente un auto de tonalidades plateadas arribó cerca de la acera, dos cuadras lejos de la casa donde Taehyung lo esperaba. El alfa observó tras la ventana del copiloto al castaño enfundado en una camisa de vestir blanca y un saco blanco también, igual que sus pantalones y zapatillas. Parecía un muñeco de pastel de boda, lo cual lo hizo sonreír, enternecido de cierta forma.

Abrió la puerta, recibiendo al omega que temblaba con ligereza, pero era lo suficientemente perceptible para él. Atrajo las manos ajenas una vez la puerta estuvo cerrada, cesando el movimiento en estas que con rapidez se trasladó a las piernas del castaño que comenzaron a mecerse. —Tranquilo, estoy aquí

Las feromonas llenas de alfa, aquella mezcla a hierbabuena y césped que tras unos segundos fueron tranquilizando al alterado omega eran un deleite aunque no fuese a admitirlo. Jungkook podía observar el enrojecimiento en su aspecto, la fragilidad en su perfil, el surco de lágrimas en sus pómulos que caían hasta su barbilla temblorosa. Aquellos orbes oscuros se encontraban delineados por un tono rojizo, hinchados y fijos en sus manos. Tal semblante formaba un fino mohín en su labio inferior.

—No quería molestarte, no tienes idea de cuánto lo siento —un sollozo se ahogó en la garganta del omega, buscando nerviosamente encontrar su mirada levemente iluminados por la lamparilla en el techo del auto.

—Shh, no me molestaste, nada de ti me molesta. Significa mucho para mí que me hayas llamado. Siempre que me necesites estaré para ti... —sostuvo la mano ajena, observando la delicadeza en sus regordetes y pálidos dedos enfundados en tiernos anillos de oro blanco. Besó sus nudillos, un aroma a hierbabuena y el cítrico y vainilla de Taehyung haciéndose uno solo en el artificial del aire acondicionado—.Además, solo estaba viendo realities de televisión horribles. Estar contigo es mucho mejor.

Taehyung soltó una pequeña risa, sus labios rosáceos algo hinchados debido al llanto que debió perecer antes dándole un aspecto llamativo y mucho más amplio de lo que de por sí poseían. —Me hacía... mucha falta contar con alguien —se soltó de su agarre, apretando ambas manos en su regazo con una expresión indescifrable. A Jungkook le frustraba no saber del todo qué pasaba por aquella cabecilla—. No quiero hablar de eso, pero fue un día horrible.

El alfa asintió con serenidad, sus labios apretados en una fina línea. No quería entrometerse, ni tampoco lo haría. —Cuando quieras hablarlo estaré acá. Voy a llevarte a tu casa, deberías dormir mientras —dio una palmada en la rodilla de Jimin, centrándose luego en arrancar el auto—. Te hace mucha falta.

—Primero lo de la foto en lencería, luego mi borrachera, ahora esto. Yo que tú ya estaría harto de mí —bromeó el omega, encogido en su asiento hasta parecer algo muy chiquito y tierno. Jungkook rodó sus ojos, una sonrisa formándose en sus labios.

—Tienes suerte de ser tan lindo, Kim Taehyung

Se estremeció por el frío, sintiendo una tela suave cubriéndole de igual forma. Era como... una chaqueta, una acolchada y cálida que trataba de mantenerle en calor. Entreabrió sus ojos con dificultad, su vista borrosa centrándose en el alfa a su lado que había dejado de conducir y lo estaba observando.

—Por fin logré que despertaras —se rió, apagando el auto y haciendo que el frío del aire acondicionado desapareciera—. Me daba cosa hacerlo, te veías muy cómodo.

—Lo estoy —respondió en voz ronca, tratando de levantarse. Pero su cuerpo pesaba y su cabeza dolía—. Este... Te agradezco que me trajeras, en serio.

¿Jungkook iba a bajarse, acaso estaba loco? Porque Yoongi no solía estar en el hogar a tales horas, menos en aquellos últimos días cuando el trabajo lo consumía hasta el punto en que dormía en su oficina, estrujando el corazón de Taehyung. Lo extrañaba, y también le causaba lástima que estuviese en esas condiciones.

Pero el alfa sonreía, una mueca que escondía cierta picardía encantadora, un aura infantil que lo dejó con los labios entreabiertos. —Lamento notificarle, Señorito Taehyung, que lo he secuestrado.

Enarcó una ceja, sentándose de mejor forma hasta poder observar a través de la ventana, grande siendo su sorpresa cuando el panorama de arenas en tonos marrones y la brisa marina golpeando los vidrios se alzó ante sus ojos almendrados.

Los labios se le abrieron en gran magnitud, un jadeo saliendo de ellos en voz baja. Dirigió su atención a Jungkook, quien con sus mejillas sonrosadas le observaba, expectante. —Es... la playa Eurwangni, a solo una hora de Seúl. Dijiste que hace mucho no veías la playa, y estabas triste, así que- supuse que te animaría. ¿Hice bien?

Los ojos del alfa eran de un tono chocolate intenso, grandes y saltones con brillos pálidos en estos. Eran pequeñas galaxias llenas de ilusión, unas que Taehyung admiró antes de abalanzarse a abrazarlo con un enorme nudo acaparando su garganta.

—Es... todo lo haces bien, Jungkook. Todo —sollozó, apretando con sus manitas la tela de la camisa azulada a cuadros. Elevó su rostro nuevamente, mirándole con una débil y temblorosa sonrisa—. Significa muchísimo para mí.

—Ya, no quiero que llores. Bajemos y miremos algo de comer, algo me dice que no has comido mucho hoy —acarició sus abultadas mejillas, quitando todo rastro de la sequedad de las lágrimas anteriores y también de las por venir—. Hay pizza, tienen letreros y- vamos.

Se bajaron del auto, Taehyung temblando un poco con el frío a pesar de que la chaqueta de Jungkook cubría su cuerpo. Terminó introduciendo sus brazos en las mangas, y es que al ser el otro un alfa podía mantener el calor corporal mucho mejor que él. —El clima está terrible.

—Lo siento, no tuve chance a decirle que se pusiera soleado porque el omega más increíble de Seúl vendría a dignarles la noche —Jungkook pasó su brazo por sus hombros y oh- aquello llenaba su pecho de un sentimiento demasiado cálido que no lograba identificar—. ¡Pero! Tenemos comida y una vista muy bonita, espero que sea suficiente.

—Oh, Jungkookie —las comisuras del alfa se alzaron aún más por la ternura que le causaba el diminutivo, sus mejillas aún adornadas en rubor—, esto es mucho más que suficiente.

Apretujó el agarre que mantenía en Taehyung, caminando hasta los bohíos que estaban considerablemente poblados a pesar de no hallarse en temporada.

Pidieron una pizza de pepperoni y anchoas, ambos coincidiendo en los gustos para los contornos. Estaba salada y fuerte en sabor, tal como querían, con una lata de cerveza para cada uno. La noche estaba llena de estrellas pequeñas, cierto rastro de nubes cubriéndolas pero adornaban el firmamento a la perfección.

Jungkook se halló observándolo con añoranza, pronto sus ojos bajaron hasta el castaño que luchaba con su trozo de pizza que se derretía antes de llegar a su boca.

Era hermoso, aquel omega. Sus ojos pequeñitos y sus mejillas abultadas, eran un compendio perfecto con sus gruesos labios rosáceos que se encontraban llenos de salsa napolitana. Bajo la chaqueta podía ver sus manos, tan pequeñas y acarameladas con uñas- vaya, sus uñas estaban pintadas en un suave tono crema. Era encantador.

—Lindas —sonrió, refiriéndose al esmalte sobre sus uñas. El omega se sobresaltó, tardando un par de segundos en descubrir a qué se refería.

—¡Oh! Gracias... Me gusta hacerlo —estaba sonrojado, y era demasiado adorable.

—¿Crees que podrías pintar las mías algún día?

—No luces del tipo que las llevaría así —Taehyung se rió, una pícara sonrisa crispándose en sus labios. Casi, casi lucía coqueto en su tono—. Pero un negro o gris se vería lindo, lo recordaré.

—¿Serás mi manicurista? Entonces debo pagarte.

—Cómprame otra cerveza —meneó la lata vacía, reprimiendo una risa— y me lo pensaré como método de pago.

Soltó una carcajada. Luego de otra ronda de cervezas y acabarse la pizza familiar entre ambos, con sus barrigas llenas y la fatiga acompañándolos, caminaron hacia la orilla donde la mayor parte de la gente convivía. Parejas, padres con sus cachorros, era un ambiente cálido a pesar del frío del clima.

La situación de hace unas horas había sido desoladora, creando un vacío en su pecho y la duda de... toda su existencia actual. La decepción que escalaba en su ser debido a la realidad de su relación con Yoongi le estaba destrozando.

En un inicio se había tragado las palabras de Yoongi y su madre, sobre cómo sus padres decidieron casarlos desde joven edad. No podía poner un número a los años que llevaba enamorado de su esposo, era apropiado decir que toda su vida lo estuvo. Al conocerse desde que usaban pañales siempre fue el ideal de alfa al que quería pertenecer, era su aroma abrumándolo cuando ambos se presentaron. Alfa y omega. El par perfecto.

Y sí, conocía que su matrimonio fue arreglado por intereses de sus progenitores, pero nunca supo hasta qué punto. Necesitaba tocar ese tema con Yoongi, conocer su posición al respecto, acabar con la decepción y el dolor que corroía su pecho.

Pero en ese instante, tal dolor era aliviado, y tal vacío era llenado, por nadie más que Jungkook; aquel alfa que en un inicio le pareció otro más de todos los que se llegaron a burlar de su presencia. Para su sorpresa, resultó ser la persona más cálida con la que había tratado. Y era especial, demasiado especial.

—Siempre he querido tener cachorros —suspiró, observando al padre que secaba a su hijo que tiritaba del frío no muy lejos de ellos. Detrás de este, un niño más pequeño clavaba una pala en la arena con torpeza—. Son tan lindos.

Jungkook se volteó indiscretamente, aún con su brazo rodeando sus hombros y la calidez de su pecho instando a que recostara su cabeza contra este. —Que tierno... Si quieres secuestro a ese por ti.

Taehyung se carcajeó, golpeándole suavemente en el pecho. —No seas payaso.

—¡En serio! —el alfa se giró, una infantil mueca en sus labios que fue decayendo a una mueca mucho más serena—. ¿No lo has intentado con Yoon-... con tu esposo?

Negó con la cabeza, pero aunque quisiese bajar la mirada le era imposible al hallarse atajado por los orbes ajenos. —No quiere —su respuesta fue escueta, su labio inferior siendo atajado entre sus dientes—, y quiero respetar su decisión pero... es mi sueño tener bebés, sabes.

Jungkook suspiró, ambas manos reposando en la cintura del omega. Incluso sobre la chaqueta podía sentir caricias suaves en esta. —Algo me dice que lo que te tenía mal tiene que ver con eso.

—Algo así... en realidad son tantas cosas, Jungkook —Taehyung rodó los ojos, la exasperación casi desbordando de sus facciones—. Estoy harto de mi familia, de Yoongi, de todos y... cada vez siento que me acerco a un límite y me aterra pensar en qué me espera allí.

La diestra de Jungkook se elevó con delicadeza hasta llegar a sus mechones castaños, retirando uno de estos con la misma suavidad y dulzura que se podía encontrar en su rostro. Le miraba de forma tan... linda, que Taehyung sentía que se derretiría si continuaba haciéndolo. —No pienses en eso, entonces. Vive este momento, este minuto. Estás aquí conmigo.

Ambos sonrieron, la conexión entre ambos semblantes manteniéndose.

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