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携帯電話

Solías llamarme a mi celular a altas horas de la noche, cuando necesitabas mi amor.

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En el fondo del aquel frecuentado bar tanto por él como por ella, en la última mesa de la oscura esquina derecha, se encontraba Min Yoongi. Mirando a la chica que le robaba los suspiros – y no sólo eso – sentada en la barra, con otro. Bueno, la verdad era que Yoongi era el otro.

No le daba morbo o se arrepentía de decir, reconocer y ser el amante. Porque eso es lo que hacen los amantes, aman, y el amar no era malo... ¿O sí?

Dos vasos de whisky habían sido bebidos ya, iba por el tercero. No sabía por qué lo tomaba, el sabor era amargo y quemaba su garganta, era justo lo que sentía al ver a su amante coqueteando con aquel chico, un sabor amargo. Cólera y furia combinadas, tristeza inmensa y un corazón partiéndose en mil pedazos cada que la chica sonreía y jugaba con su cabello.

Ella lo había dejado claro desde antes de comenzar, amantes, sólo eso. Una relación secreta y aventura de la cuál sólo ellos dos sabrían. Pero era imposible para Yoongi pasar en alto todo lo que hacía. Lo sabía, él tenía asegurado que nadie hacía sentirla como lo hacía él, nadie la acariciaba como él, besaba y abrazaba; ni siquiera su novio. Esa tarde, temprano, había ido a aquel motel a las afueras de Seúl en la carretera hacía Incheon. Cuarto 422. Un lugar con muchos secretos encerrados en aquellas cuatro paredes de pasión y amor.

No pudo aguantarse, sabía que lugares frecuentaba y ahora se encontraba ahí, en la mesa del fondo viéndola de lejos. No podía esperarse hasta la noche. Así era esto, ella salía con su novio o sus amigos, y al final de la noche, cuando no se sentía completa y necesitaba el verdadero y apasionado amor, le llamaba. Yoongi recibía aquella llamada que lo hacía sentir con la adrenalina y deseo a mil. El celular de Yoongi esperaba ansioso por la noche, y él, por contestar. Gustoso concedía los deseos de la chica, porque ella lo llamaba debido a la necesidad de amor que tenía.

— Hora de irme.— Susurró. Miró el fondo de su vaso ahora vacío, le dejó sobre la mesa acompañado de unos billetes que cubrían su cuenta y con cautela salió del lugar.

Miraba la pantalla del celular sentado en aquella cama fría que muchas veces estuvo cálida y otras caliente. La estaba esperando, esperaba con muchas ansias la llamada de ella. Aunque era doloroso aceptarlo, ella se estaba alejando, las llamadas eran cada vez menos constantes y cuando estaban juntos, ella era distante y fría. Suspiró dándose por vencido. Seguro se había ido con Jimin a una fiesta con sus amigos o algo.

Odiaba a Jimin. Odiaba a sus amigos. Odiaba que no fuera sólo de él.

Se puso de pie y tomó el último trago de su vodka. Había ingerido mucho alcohol ya. Agarró la chaqueta y las llaves del auto. Ella no me llamará. Entonces, su tono de llamada inundó la solitaria y vacía habitación. Llevó la bocina a su ojera y tragó duro al escucharla.

— Voy para allá.

Su pecho brotó una extraña y satisfactoria sensación en ese momento. El tiempo pasó tan lento pero a la vez tan rápido y después de un rato de molesta espera, tuvo ese déja vú que solía tener siempre: Shin Hae Yeon entraba por la puerta.

Sintió como el aire se le fue por un segundo al verla usando ese vestido negro que encajaba bien con su esbelta y sensual figura. No tan exagerada, pero tampoco sin nada. Era perfecta, perfecta para él. No hubo palabras, sólo miradas. Hayeon le dio la espalda mientras de veía en el espejo del pobre tocador que había ahí. Corrió su cabello a un lado para quitarse los pendientes que usaba. Pendientes que él le había obsequiado. La cadena fue retirada también y con un elegante movimiento, se agachó para bajar el cierre de sus botines con tacón, se los quitó quedando descalza y en su altura original. Yoongi fue rápido, la tenía acorralada, con las manos en las esquinas del tocador y con ella pegada a su cuerpo. El cuello desnudo estaba expuesto a él y no tardó mucho para empezar a saborearlo.

— Te extrañaba.— Susurró.

Haeyeon sonrió al escucharlo. Se giró, enfrentándolo y fue esta vez que ella tomó el poder y lo besó en los labios apasionadamente. Yoongi cerró los ojos disfrutando aquella ardiente, emocionante y prohibida sensación. Eso no le impidió tomarla de los muslos y elevarla hasta dejarla sentada en el buró. Conocía perfectamente y cada rincón de ese lugar, igual que a ella.

— Te extrañaba también. No tienes idea de cuánto, Suga.— Dijo sobre sus labios.

Amaba que lo llamara así, era la única que lo hacía y la única que dejaría. Era un nombre especial, dado por ella misma.

Sujetó sus piernas con más fuerza, apretándolas. Haeyeon soltó un casi audible gemido por eso. Enroscó sus piernas alrededor de la cintura de Yoongi y él aprovechó para elevarla y dar pasos atrás hasta llegar a la cama. Chocó con el limite del colchón y sin dejar de besarla, se sentó. Yoongi tiró de su cabeza para atrás debido a la diferencia de altura que había ahora. Haeyeon lo besaba mientras acariciaba del cabello. Traviesa, dejó abandonada y bajó al cuello de Yoongi, dando pequeños besitos en sus partes débiles. Yoongi gimió. Un gemido roncó que carraspeó en su garganta. Esto era lo que necesitaba. Y era lo que iba a necesitar toda su vida.

Sus manos viajaron el cierre del vestido de Haeyeon y con habilidad lo bajó, se separaron un poco para que la prenda dejara de estorbar y cayó hasta la cintura de ella. Yoongi miró expectante su pecho y clavículas, se veía hermosa ante sus ojos con aquel sostén negro de encaje, el cabello ahora alborotado y labios hinchados. Primero besó su cuello justo como ella lo hizo. El placer de ella era el placer de él. Sus manos tomaron delicadamente sus mejillas y acercó sus labios a los de ella, besándola, besando su labio inferior y después el mansjs, probando ese dulce sabor al cual era adicto. Haeyeon empezaba a acariciarlo bajo su camiseta. Se sentía jodidamente bien.

La alejó. Necesitaba verla de nuevo, necesitaba ver a aquel ángel. Haeyeon cruzó miradas con él. Sonrió, una sonrisa traviesa y juguetona, caliente en todos los sentidos. Yoongi se quedó sin aliento... Por primera vez, el ángel que él solía presenciar siempre, se había convertido en el mismo diablo.

Y eso, no pudo saber si le emocionaba y excitaba o lo asustaba y ponía en estado de alerta.

— ¿Qué pasa?— Preguntó ella al verlo tan perdido.

— N-nada...— Apretó los ojos y volvió a mirarla, pero no hubo tiempo. Haeyeon lo empujó, la espalda de él cayó sobre el colchón. La chica se inclinó sobre él y lo besó mientras tiraba de su camiseta.

Yoongi tenía que saber si su ángel en verdad era un diablo.

La mano de Hayeon acariciaba sus mejilla y sus labios ahora pasaban por su cuello otra vez. Hubo un momento en el que cruzaron miradas, Yoongi tenía una mirada tan profunda que Haeyeon no fue capaz de apartar sus ojos. Es ahora o nunca. Tragó en seco, más decidido que nunca.

— Hayeon... Te amo.

Como lo temía, el ambiente se volvió incomodo al instante. Hayeon lo miró un par de segundos y después desvió la mirada. Se reincorporó y con torpes movimientos bajó del cuerpo de Yoongi. El chico sentía como su todo se estaba alejando y tal vez nunca volvería.

Después de todo, Satanás fue un ángel también.

— No sentimientos de por medio, ¿lo recuerdas?— Haeyeon se escuchaba molesta. Yoongi lo había arruinado.— Lo mejor será que esta sea nuestra última vez viéndonos. Hemos llegado demasiado lejos.

Yoongi no se dio cuenta cuando la chica se acomodó su ahora arrugado vestido y se puso el calzado. Hayeon estaba a un metro de la puerta. Estaba a un metro de acabar con todo. No, él no podía permitirlo. Haeyeon se giró y tomó la el pomo de la puerta, pero sin poder hacer algo más, Yoongi corrió y la detuvo, girándola bruscamente y pegándola a la fría madera, dejando los brazos a los costados, reteniéndola. Haeyeon lo miró a los ojos con una mirada perforadora y dura.

Y fue allí cuando Yoongi se dio cuenta que ella nunca sintió nada. Él era sólo su juguete.

— No puedes hacerme esto.— Murmuró dolido.— No puedes dejarme de esta manera. No puedes ser tan cruel.

— Yoongi, basta.

— Yo te amo Haeyeon, siempre lo he hecho. ¿No te le demostrado acaso? ¿No me amas?

Haeyeon soltó aire cansada ya de la situación. No estaba para escenas cursis y dolidas.

— A un lado, me voy de aquí.

— ¡Qué te amo, joder!

— ¡Yoongi detente!— Lo empujó lejos.— Nunca me importaste de esa manera y nunca lo harás. Eras sólo me pasatiempo.— Recalcó lo último.

Perra.

— Pero...

— Tengo una vida, amigos geniales y un novio perfecto.— Las palabras de ella salían sin pudor alguno.— Me hacía falta una loca aventurilla, sólo eso. ¿Creíste que me enamoraría de un pobre diablo como tú? Estás muy equivocado.

Cada sílaba era veneno para Yoongi. Ella lo estaba despedazando. Lo estaba matando.

La miró a través de su flequillo. Ella definitivamente nunca lo quiso. Se acercó peligrosamente y la besó, devoró sus labios creando un rudo y brusco beso. Haeyeon lo golpeaba para alejarlo y cuando lo hizo, limpió su boca con rudeza y lo miró con desprecio.

— Me largo.

Abrió la puerta, lista para salir. Yoongi la retuvo tomándola de la muñeca. Hayeon sintió un escalofrío al sentir aquella mirada de odio que ahora le daba él.

— Veremos si realmente no te importo.

Haeyeon tiró de su brazo para que la soltara.— Haz lo que te plazca.

Lo último que puedo escuchar Yoongi fue aquel portazo de despedida. Se quedó mirando la puerta perdido, se giró sobre sus talones con extrema lentitud y observó detenidamente y con rencor, tristeza, dolor y furia cada rincón del cuarto. Imágenes de él y ella atascaron su mente y no podía ser más doloroso. Tenía que ponerle fin. Él mismo.

Tomó las llaves del auto y salió apresurado de la habitación.

Conducía a toda velocidad sin importarle la maldita policía. El Jack Daniels hacía arder su garganta, pero seguía empinándose la botella. Hotline Bling, una canción popular del momento empezó a sonar en la radio. Se sintió miserable.  Las lágrimas caían de sus ojos, con brusquedad las limpiaba pero era inútil, seguía derramando más y más. Aparcó el auto de un frenón, tomó lo que había comprado y corrió escaleras arriba del pequeño motel hasta llegar a la habitación 422.

Empujó la puerta de una patada y de la misma manera la cerró.

I know when the hotline bling, that can only mean one thing.

Do use to called on my cellphone, late night when you need my love

Tiró la tapa del galón lejos y empezó a tirar aquel oloroso líquido por todas partes, bañando cada rincón y extremo del pequeño cuarto. Se paró sobre la cama y la mojó toda mientras recordaba lo mucho que vivió allí. Bajó vacilante de ella, echó un último vistazo y de su bolsillo trasero del jean sacó un encendedor. Miró la llama que salía de éste, dos ves, a la tercera la llama se volvió gigante. El fuego estaba por todas partes.

Acabaría con todo, todo se volvería cenizas y con el paso del tiempo estás se volarían, esfumándose. Desapareciendo la historia vivida allí. Llevándose a él consigo.

¡Uno más! Ésta vez el one shot ha sido inspirado en la canción de Drake HOTLINE BLING, aunque, como la vez pasada, no del todo – tomé frases de la letra que me ayudaron a inspirarme y desarrollar la historia –, además en la cuestión del amante, me basé en una de las muchas teorías del mv I NEED U. ¡Espero les haya gustado! Es la primera vez que escribo algo así, creo. Bueno, los dejo a su criterio.

¡Esto sólo empieza! Esperen por más ≮bts one shot songs series≯.
No leemos pronto y como siempre ¡gracias!
-Jae's.✨

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