
UNO
"HOT SPOT", se leía en letras grandes y fosforescentes, brillando en un llamativo neón rojo que sobresalía entre la oscuridad de la noche.
—Chicos, ¿estáis seguros de esto? No es necesario... —protestó Kakashi al ver que efectivamente le había llevado a un prostíbulo a las afueras de la ciudad.
Sus viejos amigos, Gai y Asuma, lo hacían con toda la buena intención del mundo y ya no podía seguir rechazando sus planes, pero al menos lo intentaría una última vez.
—Ya me noto cansado, no estoy para estos trotes.
—¡Venga, para dentro! —le empujó Asuma— Vamos a tomarnos solo unas copas, no te preocupes.
Pero vaya que si tenía que preocuparse, con dos amigos así no podía fiarse. Ambos estaban entusiasmados con sacarlo de fiesta pues había pasado mucho tiempo desde la última vez que salieron los tres juntos a "comerse la noche" como ellos decían. Tal vez demasiado tiempo. Los últimos dos años Kakashi los había pasado alejado de ellos, y aunque ninguno de los dos dejó nunca de visitarlo era obvio que se había creado una brecha entre Kakashi y el mundo. Pero gracias al esfuerzo propio y apoyo recibido había logrado superar su depresión, que se encontraba ya en sus últimas fases y ya era prácticamente inexistente. Por eso, y por muchos motivos más, sus amigos le habían llevado a cenar y a tomar la última. Era por eso que le costaba tanto creer que no tenían nada más preparado para él.
Kakashi, cirujano graduado con honores, había dedicado toda su juventud a estudiar y trabajar duro y, aunque se había divertido bastante, jamás había estado en un lugar así. Nada más entrar lo primero que le sorprendió fue que aquel era un lugar bastante decente. Había una recepción muy elegante, como si aquello fuera un hotel. Unas amplias escaleras subían a un segundo piso y tal vez tercero -por lo alto que parecía el edificio por fuera- y el zaguán llegaba hasta el final de unas cortinas que parecían que escondían detrás la verdadera diversión. Le dieron las buenas noches al encargado de las llaves que estaba tras la recepción y pasaron directamente al fondo.
Nada más cruzarlo sí; ahora ya parecía un burdel tal y como prometían las películas y series de televisión. Era bastante parecido a un club normal, una sala oscura con luces y focos coloridos, música, una barra con un barman sirviendo copas, con la única diferencia de que habían bailarines más exhibicionistas que de normal y alguna que otra chica sin sujetador. También habían camareros masculinos enseñando el torso y eran estos los que atraían la mirada de Kakashi. Asuma iba delante, como si él supiera muy bien de aquel sitio y tenía claro dónde los llevaba. Llegaron a un reservado detrás también de unas cortinas.
«¿Qué problema tiene aquí con las puertas?», pensó Kakashi, pero no se le ocurrió hacer el chiste, aun estaba un poco impresionado por el concepto de "diversión" de sus amigos. Pasaron al reservado que no llegaba a ser una sala, más bien una mesa con un sillón, separado del resto de miradas. Los tres tomaron asiento y enseguida llegó una cámara a atenderlos.
Esta, una jovencita rubia que apenas llevaba un tanga, les tomó nota y Asuma le dijo algo al oído a lo que ella sonrió.
—Enseguida señor.
La muchacha se fue y por fin quedaron relativamente a solas.
—¿Qué ha sido eso?
—Nada, estas muy preocupado, anda relájate.
—¿Cómo queréis que me relaje si...
Antes de que pudiera terminar apareció un camarero con las bebidas. Lo normal hubiera sido que se las trajera la misma chica que les tomó nota pero a Kakashi eso ni le importó. El camarero -o supuesto camarero- era un chico moreno y precioso, pero con una cicatriz que le cruzaba de lado a lado la cara.
—Buenas noches, señores —dijo cerrando la cortina a su espalda, pero un segundo antes de pasar miró a los lados como extrañado.
—No, pasa, pasa es aquí.
—Pero... ¿tres? Esto no es lo que me dijo.
Asuma se rió.
—Si, tranquilo el cumpleañero es él.
Kakashi se quedó impactado, era tan obvio pero aun así había querido confiar en sus amigos hasta el último momento y creía que no lo veían tan mal como para pagarle... compañía.
—Chicos, no estoy de acuerdo con esto... y casi podría ser tu padre, chico, así que me voy —Kakashi le levantó pero Gai lo detuvo.
—Oye, ya ha venido. Le vas a ofender ¿que no te gusta? Si es guapísimo —le dijo sonriéndole al chico y este le devolvió la sonrisa.
En eso tenía razón el chico era realmente bonito. Sus amigos habían tenido muy buen gusto al escogerlo, además de que le conocían muy bien y sabían lo que le gustaba, pero aun así no podía seguir con eso. Era demasiado surrealista hasta el punto al que había llegado ese cumpleaños. Necesitaba una excusa y rápido.
—Soy doctor, ¿qué pasa si cualquiera me ve en estos sitios? No puedo, ni debo entrar...
—Ya está con la excusa del doctor... Siempre usa la misma —se quejó Gai.
—Si lo desea, señor podemos ir a la planta de arriba, en mi habitación estaremos a solas —propuso el chico con mucha educación y algo de coqueteo.
—Andando Hatake, no me hagas subir a rastras —terminó de Añadir Asuma.
El chico cogió la copa de Kakashi con una mano y con la otra su mano. Ya se vio encerrado y no pudo más que mirar de manera asesinan a sus amigos mientras caminaba tras el chico hacia su habitación. Sin embargo, esa mirada no hacía efecto en ellos quienes le mandan ánimos con gestos y risas.
Al quedar solos Gai se tomó su copa de un trago y se puso de pie.
—Espero que le vaya bien, bueno yo me marcho ya. Tampoco quiero que nadie me vea por aquí. ¿Vienes?
—No, yo si me quedaré un poco...
—Está bien, pero si luego me llama tu mujer yo no le voy a decir que te has quedado en mi casa, que paso meterme en líos otra vez.
—Vale, vale.
Mientras tanto Kakashi si que tenía un lío pero grande. Ahora caminaba escaleras arriba detrás de ese chico. No quería pero no podía evitar mirarle el culo mientras caminaba. El chico llevaba unos pantalones negros de arreglar, camisa blanca y pajarita. Como todo un buen camarero, con la diferencia de que lo llevaba muy ajustado marcando al detalle su cuerpo.
Pasó un largo pasillo y un montón de puertas, hasta que llegó a la suya, la abrió y se hizo a un lado para invitar a Kakashi a pasar primero.
La habitación era muy modesta e impersonal. Con una cama enorme en el medio y sábanas rojas. Dentro había también una puerta que imaginaba que debía ser un baño. Ambos pasaron y el chico dejó la copa sobre la mesa.
—No nos han presentado abajo, mi nombre es Iruka, señor.
—Bien... —comentó distraído, pensando en una forma de salir de esa— No debías haberla traído, no me apetece tomarla —dijo señalando la copa que Iruka había llevado con él.
—Si desea otra se la traeré, señor.
—No, no gracias. De hecho creo que no debería estar aquí. Nunca he hecho algo como esto y...
—Tranquilo— dijo acercándose del todo a él y frotando su cuerpo. «Todos dicen lo mismo...», pensó y sonrió con picardía.
—Es cierto.
—Pues siempre hay una primera vez para todo, señor. —le dijo coqueto— Por favor pase al baño.
—¿Qué? no tengo ganas, gracias.
El chico se rió.
—Va a ser cierto que nunca ha hecho esto. Pase para lavarse... Ahí —le dijo señalando su entrepierna.
—Oh, no pero yo no.
—Son normas, pase dentro.
Con un poco de duda pasó, tampoco quería disgustar al chico que parecía serio con ese tema.
Antes de entrar el muchacho le puso las manos sobre el traje, acariciándole la espalda.
—¿Desea que prepare algo especial mientras está ahí?
—No. No. —dijo no muy seguro y se metió dentro.
Tenía claro que no iba a hacer nada, pero aun así se lavó todo lo mejor que pudo y volvió a salir. Al volver el chico le esperaba tumbado en la cama pero enseguida se levantó y fue a por él. El único cambio había sido que ahora las luces se encontraban más bajas, dando a la estancia una sensación perfecta de intimidad. El chico se acercó hasta él y puso las manos sobre sus hombros, él era un poco más alto así que tuvo que sujetarlo de las solapas para besarlo. Kakashi se quedó impresionado; hacía tanto tanto que no le besaban, además de que lo hacía muy bien.
—Vamos a ir quitando esto —dijo sacándole la americana y se alejó hacia una silla para colocarla— No queremos que se arrugue y su mujer sospeche —bromeó— ¿Quiere sentarse en la cama señor?
Kakashi estaba idiotizado y vaya que sí se sentó. Enseguida regresó el chico y se sentó a horcajadas sobre su regazo.
—¿Así que es su cumpleaños? —comentó mientras dibujaba círculos con sus caderas y comenzaba a acariciar el pelo de Kakashi. Enseguida empezó a besarle lo más cerca posible del cuello mientras deshacía el nudo de la corbata.
Kakashi tenía las manos a los lados y aunque quería tocarlo y acariciarlo sabía que de nada servirá. Hacía muchísimo que no sentía excitación ni deseo sexual, era un vacío que creía que ya no se llenaría y efectivamente; aunque agradecía el contacto poco le provocaba a él.
Iruka se deshizo pronto de la corbata y empezó a desabotonarle la camisa, pero Kakashi le detuvo.
—No... esto no es necesario.
En otra época en otras circunstancias no hubiera tenido problemas con mostrarse pero tras esos años malos había bajado mucho de peso y ahora no le gustaba en absoluto su cuerpo que era, a su gusto, demasiado delgado.
—Comprendo...
Entonces Iruka se separó y se puso de pie frente él muy cerca y comenzó a desabotonar su propia camisa. Kakashi no se perdía detalle e Iruka lo notaba, pero le veía tímido así que cogió sus mano y se las puso una en cada muslo.
—Puede tocar cuanto quiera, señor, esta noche todo mi cuerpo es suyo.
Siguió hasta desnudarse de cintura para arriba e iba a pasar a la bragueta cuando. Kakashi subió la mano y le cogió la mano a Iruka. De nuevo le detuvo.
—Chico, ya está bien.
Iruka si se extrañó, no quería que le tocara ni quería mirar. ¿Qué quería? Iruka tenía experiencia ya en su trabajo y creía identificar a los clientes, y a su criterio este solo estaba inseguro. De modo que se arrodilló entre sus piernas y, sin apartarle la vista, empezó a besar y acariciar sus piernas.
—No, no tampoco quiero eso...
Iruka apoyó la cabeza en su muslo y con una mano le acariciaba el otro.
—Relájese, señor. Dígame qué desea, entonces.
Kakashi tenía las piernas separadas y al chico entre ellas, ¿que qué deseaba? Pero no podía contestar. Ocultaba algo que no le había dicho aún a nadie.
—Señor, si yo no le atraigo podemos apagar del todo las luces —propuso mientras le ronroneaba muy cerca de su miembro.
—No, nada de eso. Tú eres... Dioses, nunca que estado con un chico como tú, ni cuando tuve tu edad. Es solo que... Esto no va a funcionar.
Y como un rayo llevó y quitó la vista de su entrepierna.
Iruka enseguida comprendió.
—¡Ah! Oh... entiendo pero... Su amigo ya me ha pagado toda la noche, y yo...
—Tranquilo no tienes que devolver nada, si eso es lo que te preocupa.
—Ah, vale, vale. Pero... ¿Entonces desea algo?
—No.
Iruka se sintió incómodo, él también era hombre además uno muy joven que nunca había tenido problema con las erecciones, y no sabía que decirle a uno que se encontraba en esa situación. Se levantó del suelo y se sentó a su lado. Había un gran silencio y Kakashi empezaba a sentirse humillado. Entonces Iruka hizo lo que nunca debía haber con los clientes: ser impertinente y hacer preguntas. Pero es que cualquier cosa era mejor que ese silencio enrarecido.
—¿Y por qué sus amigos me contratan si usted no...?
—Porque ellos no lo sabe, naturalmente.
—Pero es no es usted tan mayor para tener problemas de ese tipo
—Ya... bueno puedo contártelo a ti, supongo... Es que es por una medicación, ellos creen que la he dejado hace meses pero no es así...
—Entiendo.
De nuevo el silencio.
—¿Puedo quedarme un poco aquí? Me preocupa que sigan abajo y me vean salir tan pronto, no me dejarían en paz..
—Por supuesto señor.
—Bueno, -dijo por decir algo: por no callar— para ti mejor ¿no? No tienes que hacer servicio y cobras igual.
Iruka sonrió pero Kakashi notó que era muy falsa.
—¿No es mejor para ti?
—Claro, señor.
—No estás siendo sincero
Iruka se rió. Le había pillado.
—Puedo ser complaciente ¿o debo ser sincero, señor?
—Pues sé sincero, total ya te han pagado, ¿no? Dí.
—Pues no, señor. No prefiero esto. Hay muchos clientes que solo quieren compañía y me cuentan sus... —Iba a decir "miserias" pero tampoco quería molestar a Kakashi— penas... No soy psicólogo, señor y me carga mucho emocionalmente. Prefiero hacer mi trabajo que es lo que se me da bien.
—Vaya respuesta. Pero creo que tienes razón. Lo siento, chico. Entonces será mejor que sí me vaya ya, si me los cruzo: mejor, creo que es momento de que les cuente la verdad.
Sonó lastimoso aunque esta no había sido su intención e Iruka, que pese a todo era un sensible, le detuvo.
«Luego siempre me arrepiento, pero no se puede ir así de hundido».
—Venga, quédese.
Kakashi le miró como preguntándole.
—Si quiere podemos tumbarnos juntos al menos una hora. ¿Le parece bien, señor?
Kakashi paró y pensó. Podía volver ya a su casa y pasar la noche dando vueltas en la cama, automachanadose por no ser hombre ni para complacer a un fulano o podía quedarse y al menos charlar con otro ser humano. Miró a Iruka un momento ¡maldita sea! Sí habían escogido a uno bonito de verdad, y para colmo este le sonreía. No lo pensó más y accedió.
Kakashi se colocó junto a él y este se tumbó boca abajo, apoyado en sus codos para mirarle mejor.
—¿Quiere que le sirva una copa?
—Tampoco puedo... La medicación.
—Oh, claro, que tonto. Discúlpeme, señor.
Llevó una mano al pecho de Kakashi colándose por los pocos botones que le había dejado despasar. Su mano estaba caliente y Kakashi agradeció mucho ese contacto.
—Debe sentirse muy mal no pudiendo contarle esto a sus amigos.
—Lo hago para que no se preocupen. Son mis amigos de toda la vida, ¿sabes? Son buenos hombres y ya les he dado suficientes preocupaciones. Ellos me cuidan mucho.
—Ya veo, le han pagado por todo lo que pidiera. Eso es ser buenos amigos, supongo.
—¿Todo?
—Cualquier cosa me digeron.
—¿Y como dieron contigo?
—Si que se guardan secretos entre ustedes... ¿No lo sabe? el de la barba viene mucho por aquí. Mis compañeras le conocen bien.
—Madre mía...
—¿He hecho mal en decirle?
—No, yo ya lo sospechaba pero... Él está casado.
—Ah, bueno aquí vienen muchos casados. Todo el mundo necesita un alivio a veces y su sus mujeres no pueden dárselo. También hay muchos hombres frustrados o... en mi caso hombres que tienen una perfecta vida heterosexual a la que no pueden renunciar. Hay de todo... —suspiró— Imagino, por su forma de hablar, que usted no está casado.
—No, en mi juventud me centré mucho en mi carrera y luego...—Kakashi se quedó callado, se lo ponía difícil a Iruka, pero precisamente por eso era bueno en su trabajo.
—Ha comentado que es doctor ¿cierto?
—Soy cirujano, aunque ahora llevo un tiempo sin ejercer.
—La medicación.
—Exacto — le sonrió— Ya lo vas pillando.
Iruka se quedó a media palabra como si fuera a preguntar algo y de pronto pensara que era mejor callar. Pero Kakashi supo que era lo que quería saber.
—Depresión —sentenció.
—Yo no quería...
—Tranquilo... Así sabes que no estás con un esquizofrénico ni nada de eso —intentó reír pero no le quedó. Se calló y tras unos segundos retomó— Estuve dos años con depresión y hace unos meses empecé da superarla, pero aun no estoy bien y necesito los antidepresivos...
Iruka se acercó y le beso en la mejilla mientras seguía acariciando su pecho.
—Te estoy cargando ¿no es así?
—Para nada, puede contarme lo que quiera.
—Gracias. Nunca habló de esto...
—Pues no lo cargue todo dentro.
Iruka no paraba de repartir besos por el cuello y acariciarle el pelo.
—¿Podemos hablar de otra cosa? —dijo de pronto.
—De lo que usted desee.
Esa actitud complaciente le hacía sentir cómodo, aunque supiera que era por dinero durante ese tiempo se estaba sintiendo respetado y comprendido, incluso un poco deseado. Todo eran sentimientos que creía olvidados.
—¿Te llamas Iruka de verdad?
Iruka se rió.
—Claro, ¿y esa pregunta?
—No sé, siempre imaginaba que las prostitutas se ponían nombres falsos, nombres sexys y eso.
—Algunas chicas lo hacen, pero yo no. Seria un lio y no tengo cabeza para tanto.
—Vaya no digas eso, pareces un chico muy inteligente.
—Usted no piensa eso... Usted sabe que si fuera inteligente no estaría aquí.
Kakashi lo miró eso era cierto. ALgo raro había si estaba ahí era bonito y joven, muy joven y de pronto sintió curiosidad.
—¿Cómo acabaste aquí? Debes tener veinte años como mucho.
—¿Quiere que le cuente mi vida?
—Perdón.
Iruka se subió despacio sobre el cuerpo de Kakashi y le besó restregando de nuevo su cuerpo contra el de él. Sabía que no funcionaría de nada, pero no le gustaba tanto parlotear. Escuchar tenía un pase, pero hablar; eso no.
Pasó a su cuello y volvió a intentar desabotonar la camisa, esta vez Kakashi no protestó. La llevaba metida por los pantalones así que tuvo que soltar el cinturón para sacarla y empezó a besarle el abdomen y el pecho mientras le acariciaba.
—Los antidepresivos no curan nada, puede tomarlos por años pero usted estará igual, ya debe saber eso —murmuraba Iruka entra beso y lamida.
Kakashi puso una mano en el hombro desnudo de Iruka y la otra mano se atrevió a acariciarle el pelo.
—Son solo una droga para calmarle el dolor. He visto muchos hombres con su problema, pero usted parece que tiene buenos amigos y una buena profesión. Si ya estaba apunto de conseguirlo no se rinda ahora.No aprece de los hombres que se rinden.
—Iruka...
Subió en un camino de besos hasta su cuello donde empezó a lamerle. Kakashi pasó los brazos por su espalda y le abrazó.
—Gracias, Iruka.
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