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Tomando medidas

Su noche había estado plagada de pesadillas, personas que estaban fuera de su vida aparecían allí.

Su ex esposa, riéndose de su mala fortuna, carcajeando muy fuerte ante su dolor, porque Shiryu lo tenía recostado sobre su escritorio, apretando su cuerpo semidesnudo contra el mueble de manera dolorosa y se forzaba dentro suyo, ante la mirada de todos.

El chino se jactaba de poder tenerlo, de lastimarlo y sobretodo, de haberlo sometido contra su voluntad. Él sólo podía llorar su amargura, el dolor insoportable de su cuerpo llevándolo al límite.

La arpía de su ex le insultaba y gritaba todo tipo de improperios, mientras Shiryu seguía abusando su cuerpo, llamándolo su perra...

Despertó sobresaltado, asustado, mirando a todos lados como buscando a quienes lo estaban lastimando, pero se encontraba solo en la seguridad de su habitación.

Segundos después, Aioria entraba corriendo asustado por los gritos de su hermano, quién no sabía siquiera que había estado gritando.

-Shuri... Shuri... ¿qué pasó? ¿ qué te está pasando?

-No es nada Aio, sólo fue una pesadilla...

-No me tomes por tonto... estás llorando, no me digas que no te qocurre algo malo...

Shura sólo tomó el brazo del menor y lo atrajo hacia él de un tirón, haciendo que cayera en la cama junto a su cuerpo. En un mismo movimiento se abrazó con desesperación al rubio y soltó el sollozo.

Aioria no entendía nada pero sabía que había algo que perturbaba demasiado a Shura, así que sólo se acomodó y lo envolvió en un abrazo, mientras le acariciaba el corto cabello y susurraba una suave canción, la misma con la que su hermano lo arrullaba cuando él tenía miedo de pequeño.

-Mañana me contarás todo... si algo o alguien te está haciendo daño, se la verá conmigo...

Aún hipando, Shura se hundió más en el cobijo de esos brazos que nunca lo soltarían y era el amor más puro y desinteresado que conocía.

Aioria sintió un nudo en su garganta cuando lo escuchó balbucear

-No me dejes solo... por favor, Aio...

Con la voz quebrada se lo prometió, le besó la frente mientras se metía en la cama con él y lo acomodaba sobre su pecho. Shura se abrazó fuerte a su cintura y soltó el llanto nuevamente.

Sería una larga noche para ambos, pero Aioria sería el muro de contención que su hermano necesitaba. Le devolvería todo el amor y desvelos que había pasado por su culpa en su niñez.

Aioria había sido un pequeño de sólo cinco años cuando sus padres se conocieron y, como todo niño, le tenía miedo a lo nuevo, siendo que estaba rodeado de gente que no conocía, lugares desconocidos...

Sin embargo Shura, que era único hijo, lo había aceptado y amado desde el mismo momento en que Cid lo puso frente suyo diciéndole que tendría dos hermanos.

Era a él a quién acudía en sus noches de miedo, cuando extrañaba a su difunto padre, cuando las sombras se cernían sobre él y todos los monstruos querían colarse en su habitación a través de la ventana o el placard. Shura lo recibía en su cama y lo cobijaba en sus brazos.

Era hora de retribuirle tanto amor.

Sus brazos lo rodearon, una de sus manos acariciaba su espalda mientras la otra se enredada en su cabello y le repartía besos llenos de su inmenso amor.

-Yo te protegeré de tus monstruos mientras duermes...

Despertaba tras una noche de llanto.

No deseaba ir a trabajar y tener que cruzarse con el dueño de sus pesadillas.

Suspiró cansado, abriendo sus ojos y sonriendo al ver que Aioria aún lo abrazaba protector por la cintura, su rostro tranquilo en sueños.

Se levantó despacio para no despertarlo y fue hacia el baño a darse una ducha.

Pero el celular del español comenzó a sonar despertando a Aioria, quién vio que era Camus y respondió velozmente.

-Buen día primor, ¿cómo has amanecido?

-Soy Aioria, Camus...

-Ay, disculpa Aio, es que siempre molesto a Shura de este modo...

-No hay problema, ya conozco la amistad que tienen...

Bajó su voz a casi un susurro

-Oye, Cam, ¿sabes si mi hermano tiene algún problema o alguien lo está molestando? ¿Te ha comentado algo?

-No... ¿por?

-Porque tuvo pesadillas, despertó llorando y me quedé con él el resto de la noche porque temía estar solo... no lo había visto así nunca antes...

Camus sintió que su aura se oscurecía al pensar en el chino y lo ocurrido en la oficina...

-No te preocupes que yo averiguaré lo que le sucede...

-Gracias Cam... estoy muy preocupado.

-¿Qué sucede amor?

Moni despertaba y observaba a Camus con los puños cerrados tras haber cortado su llamada telefónica.

-Hay alguien en la oficina que está acosando a Shura...

-¿Cómo es eso? ¿Él te lo dijo recién?

-No... No me atendió Shura sino Aioria, dijo que su hermano tuvo pesadillas y despertó llorando...

-¿Y por qué crees eso del acosador?
Puede pasarle cualquier otra cosa...

-No, ayer llegué a la oficina temprano y encontré al hijo de Dohko tratando de besar a Shura por la fuerza...

Su mandíbula se tensó ante el recuerdo y Moni no necesitó ahondar en explicaciones para entender la ira que crecía en su pareja.

-¿Shura no le ha puesto los puntos, no lo ha rechazado?

-¡Claro que lo hace todo el tiempo! Ya no sabe cómo sacárselo de encima, pero ayer el muy maldito hasta lo amenazó con hacerlo echar si no accedía a sus deseos...

Moni consideró las posibilidades, era grave el acoso en el trabajo, el abuso de poder y el trabajar en un ambiente tóxico...

Jamás creyó que su pareja estuviera trabajando en un ambiente así, pero ahora se daba cuenta que no todos eran tan agradables como el español y, peor aún, que esa forma de ser de Shura, fuera la que ahora lo tenía en una situación estresante.

-¿Qué piensas hacer?

-Algo se me ocurrirá pero lo primero es hablar con Cid y contarle lo sucedido, esperando que me crea. El hijo de su socio también tiene acciones en la empresa y, por lo tanto, pesa más que Shura, aunque él sea su propio hijo.

Llegó a la oficina y todo estaba vacío como de costumbre, o al menos eso creyó.

En cuanto cruzó la puerta, esta se cerró y pudo oír el 'click' del seguro antes de ser empujado con rudeza contra una de las paredes y sus dos brazos quedaran atrapados detrás de su espalda.

La fuerte mano en su pecho más la presión de todo el cuerpo ajeno contra el suyo, no le permitía moverse y zafarse del ataque.

-Ya déjame Shiryu, por favor...

-No hasta conseguir lo que anhelo... ayer te portaste mal conmigo, debes entender que cada acción tiene una consecuencia y tú... me debes una.

-Basta... no quiero... no me interesan los hombres...

-¿Ninguno? ¿O los que no son Camus? ¿Crees que soy idiota? ¿Que no veo cómo se miran?

-Somos mejores amigos, no tiene nada de malo...

-No te creo, él se muere por tí y no tiene problema en demostrarlo... no dejaré que me gane de mano y te tenga primero... eres mío...

De un cabezazo se liberó y luego lo empujó con sus brazos hasta alejarlo de su cuerpo.

-No te debo explicaciones, mi vida privada es sólo mía y no te permitiré-

-¿No me permitirás qué? ¿Esto?

Lo jaló del cabello y lo acercó a su rostro, mordiendo sus labios, besándolo con hambre, con lujuria... era un beso que dolía, no sólo su boca lastimada sino también su corazón, que ansiaba que fuera alguien más en ese instante.

Una lágrima rodó y no era debido al dolor, era impotencia, bronca...

Un rodillazo en la entrepierna contraria le dio el tiempo suficiente para salir de la oficina, su labio sangrando, justo cuando Cid entraba.

Casi no reconoció a su padre en su huida desesperada pero, cuando sintió su brazo fuerte rodeándolo protector, se sintió como un niño de vuelta y se cobijó en ese calor familiar y seguro.

-En la entrada está Sísifo, hijo, ve con él para que te vea el labio...

-Pero papá...

-Ve Shura, que te curen y luego te vas a tu casa...

Se sintió una criatura que debía ser defendida por su padre, se sintió cobarde, pero no podía pelear contra Shiryu y agradecía la oportuna aparición de su mayor.

Moni recorría su jardín lleno de árboles frutales, mientras esperaba ansiosa noticias de Camus respecto a lo que acontecía con el español.

No era el chisme, su angustia estaba bien fundada en el cariño que comenzaba a nacer por ese joven
amigo de su pareja.

Tratarlo le había hecho ver la gran persona que era, ya no lo veía con los ojos llenos de deseo, ahora lo miraba y creía que podía perderse en su mirada tranquila, en sus sonrisas...

Suponía que Camus sentía algo parecido al estar junto a Shura, siempre le había dicho que estar junto a él le daba seguridad, le infundía paz...

Le daba bronca que viviendo en estos tiempos modernos, aún existieran personas que se creían con derecho a usar y desechar a los demás.

Suspiró mientras encendía un cigarrillo, sentada en su cama paraguaya, siendo acariciada por el sol matutino.

El corte en su labio no era de consideración y pronto se vio libre de los abrazos y gestos protectores de Sísifo.

Su padre no pudo darle mejor papá, el castaño era la persona más bondadosa y expresiva que jamás había visto en un mayor. No tenía reparos en correr a recibirlo cuando llegaba de un viaje, en prepararle un café mientras le ofrecía un pastelito si lo veía 'flaquito' o 'mal alimentado'... era en extremo cariñoso y nunca hacía diferencia entre los tres menores.

En ese momento lo veía con gesto preocupado, queriendo saber lo sucedido y si el estar en ese trabajo era peligroso.

Claro que no lo era en situaciones normales, pero la llegada de Shiryu había cambiado todo.

No le diría a su papá que otro hombre lo asediaba, no lo preocuparía en modo alguno.

Pero tampoco podía pasar por alto algo que tenía muy seguro y era que Shiryu iba en serio y no desistiría fácilmente.

El mensaje de Shura le había parecido extraño, le decía que estaba en su casa, que necesitaba contarle algo...

Se suponía que debía estar en el trabajo o en camino a la oficina.

Dio la vuelta en el primer desvío que encontró y tomó dirección hacia la casa de su amigo.

Conocía todos los lugares donde dejaba su llave de repuesto, la tomó y entró sin llamar.

No había motivo de hacer salir a su amigo si estaba enfermo o indispuesto.

Abrió suavemente la puerta de la habitación y lo buscó en la penumbra porque las cortinas estaban cerradas, oscureciendo el lugar.

-Shura, amigo, aquí estoy...

-Cam...

La voz entrecortada no le daba lugar a dudas de que algo grave sucedía y en segundos estaba sentado a su lado en la cama.

-Me estaba esperando en mi oficina... se quiso propasar conmigo... no quiero volver allí...

-¿Shiryu hizo eso?

Sólo asintió con la cabeza y Camus se llenó de ira que debió reprimir para no asustar aún más al español.

Peor fue, cuando al acercarse para darle confort, vio el labio hinchado y con un pequeño moretón que se iba poniendo morado.

-No tiene derecho, es un maldito!

-Cálmate, necesito que vayas a la oficina y traigas mis carpetas y computadora, todo sobre nuestro proyecto está allí. No quiero volver, hablaré con mi padre luego y, si decide despedirme, buscaré otro empleo o trabajaré solo...

-No lo estarás diciendo en serio! Él debe pagar por lo que hizo, no quedarse allí como si nada hubiera ocurrido!

-Sólo quiero paz, volver a ser quién era, no este hombre asustado que llora de noche en medio de pesadillas.

Camus lo abrazó fuerte antes de ver que no necesitaba nada y salir rumbo a la oficina.

-Llegas tarde, Verseau...

La voz de Cid salió más dura de lo normal.

-Lo siento señor, no me fue posible...

-Ven a mi oficina ahora mismo.

Camus salió tras su jefe siendo observado por un risueño Shiryu, que había escuchado el reto que se había ganado el amigo de su obsesión y principal adversario.

En cuanto entró al lugar, Cid trabó la puerta y cerró las cortinas para quedar en completa intimidad.

-Siento haberte tratado así, Camus, era la única excusa que tenía para que vinieras a hablar conmigo. Shura... hoy llegué a la oficina y lo que vi no me gustó... Shiryu trataba de forzar a mi hijo, le lastimó y pude ver el deseo en sus ojos... Lo sacaré de la empresa, le daré un puesto en otro lado pero aquí no puede continuar...


-Él no desea trabajar más aquí, Shiryu lo ha amenazado con inventar cosas en su contra, a sabiendas que es el hijo de tu socio y tiene más poder que Shura...

-Camus... ¿tú viajarías con Shura, hasta que se instale y empiece una vida nueva? Yo te pagaría todo, no hay problema, sólo te pediría que lo cuides...


-Claro señor... soy su amigo y me preocupa.

-No me digas señor, soy como tu padre... cuento contigo entonces, si tu señora lo desea, puede ir también...

-Muchas gracias, le diré...

Camus salió de la oficina tranquilo, sabiéndose observado por Shiryu.

-¿Ya te pusieron de patitas en la calle? Aquí, ser amigo del hijo del dueño no te da beneficios extras.

-Lo sé y no los necesito. Soy buen empleado y si tengo que dar explicaciones, no será a tí, que puedes tener acciones pero no eres mi jefe.

Shiryu lo miró con odio, los demás empleados presenciaban el intercambio de palabras y, obviamente, no estaba yendo a su favor.

-Y ahora me retiro, tengo un recado importante para Cid.

Camus dio media vuelta y entró a la oficina de Shura, de dónde tomó todo lo que creyó importante del trabajo y cosas privadas de su amigo.

Guardó todo en su bolso y salió, cerrando con llave el lugar. Nadie, salvo Cid, entraría allí en mucho tiempo.

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