
Éxitos y celos
La mañana lo encontró con grandes ojeras, su cuerpo se quejó al intentar moverse y recordó el porqué de su cansancio extremo.
El cuerpo de su novia lo envolvía como manta, manteniéndolo seguro en un posesivo abrazo, sus piernas enredadas con las propias y su rostro sereno dejaba ver una gran sonrisa.
Se habían amado toda la noche, tras la lujuria del sexo fuerte del principio, llegó la calma que dio paso al amor pausado, al disfrute pleno no sólo con sus cuerpos sino también con los sentidos.
Y allí estaba él, con el tiempo justo para darse una ducha e ir a trabajar y con un cuerpo que no le respondía.
Suspiró resignado y tomó el celular de encima de su mesa de noche. Marcó el número que conocía de memoria.
-Buenos días, Cam...
-Shura, necesito un favor...
-Yo también dormí bien, gracias...
-Esto es grave, llegaré tarde y debemos presentar el proyecto, debes comenzarlo solo... por favor...
-No hay problema, amigo, descansa y luego dúchate antes de venir... no me atrae el olor a sexo...
Camus sonrió más relajado. Su amigo era insoportable cuando quería pero, ¿eso habían sido celos?
No quiso hacerse de ideas equivocadas y sin más, intentó conciliar el esquivo sueño.
Ese era el poder de Shura sobre él y su cuerpo... le robaba el sueño tanto como su aliento.
Se acomodó en su asiento frente a la computadora pero su mente se quedó en blanco de golpe.
¿Le había hecho una escena de celos a su mejor amigo? ¿Por qué no se mordió la lengua antes de largar sin pensar lo que su mente deseaba gritar?
No estaba bien amar a su amigo semi casado, comprometido con una mujer increíble que sabía, lo adoraba.
¿Quién era él, para meterse en la felicidad de Camus, su amigo, su casi hermano... su adoración?
Si bien era cierto que el francés le hacía indirectas todo el tiempo sobre las relaciones entre hombres y que debería de probar, no daría un paso para complacerlo y luego ver su vida amorosa hecha pedazos.
Amaba demasiado a ese endemoniado francesito, moría por sus sonrisas amplias y sinceras, aún si eran a costa suya...
Jamás se perdonaría si, por un momento de placer robado, luego le veía destrozado y llorando.
Suspiró desganado y tomó su laptop para dirigirse a la junta que lo esperaba.
Hoy trabajaría por ambos.
Camus despertó cuando una mano tibia rozó sensualmente su entrepierna.
-Ya que no fuiste a trabajar, debo aprovecharte al máximo.
Rodó los ojos divertido, su novia era terrible y en la cama, insaciable.
Salió de sus pensamientos cuando sintió su aliento sobre su erección mañanera y no pasó mucho antes que ya estuviera respirando con dificultad con las atenciones de esa lengua y sus dientes.
Lo tomó entero y comenzó una felación entusiasta, sacando gemidos de placer y poniéndolo duro como piedra.
Sin dejar de estimularlo, ahora con sus manos, se posicionó sobre él y se penetró, comenzando un vaivén suave primero y luego imponiendo un ritmo brutal que él acompañaba con sus caderas, yendo más y más profundo.
Amaba esa faceta salvaje de Moni, jamás podría cansarse de ella y su sexualidad tan liberal como activa.
Tomó su cintura y rodó con ella, dejándola debajo y hundiéndose nuevamente en ese cuerpo que lo recibía gustoso, mientras la besaba con pasión.
Tras una ronda de sexo en la cama y habiendo seguido en la ducha, Camus finalmente salió de la habitación, ya vestido para ir a trabajar.
-Hasta luego mi amor, dale mis saludos a Shura... y mi agradecimiento también.
Le guiñó con picardía y Camus rió. Se lo agradecería, más no como él deseaba.
La presentación fue todo un éxito, Shura puso toda su galanura y sensualidad en la entrega, la cual tenía como mayores interesados a inversores extranjeros, representados casi todos por mujeres.
Desplegó todo su sex appeal y su simpatía nata para cautivar a sus oyentes y venderles el ambicioso proyecto.
Esas mujeres le hubieran comprado freezers para el polo norte sin problema, embelesadas en la mirada profunda y cautivadora del español.
Camus sintió su sangre hervir de celos cuando ingresó al salón de juntas y vio a Shura en el atril, rodeado de mujeres, una de las cuales le apoyaba la mano en su espalda baja en un gesto por demás sugestivo.
Otra le hablaba al oído como si se interesara en el proyecto y una más le hablaba entre sonrisas coquetas y le arreglaba el nudo de la corbata.
El español les sonreía a todas, contestaba sus preguntas con maestría y evitaba, sin ser muy obvio, las claras insinuaciones de las damas.
-Disculpen señoritas, necesito hablar con mi compañero de trabajo.
Habló Camus haciendo su entrada en escena y poniéndose celosamente cerca de su amigo/interés amoroso.
-Hasta que apareces Camie! Estoy demasiado ocupado.
Shura le guiñó el ojo seductor y Camus sintió su sangre correr directo a su libido.
Lo tomó del brazo y con apenas un "Permiso" a las mujeres, se lo llevó de allí.
El español apenas tuvo tiempo de tomar su laptop y decirles que le contactaran si les interesaba firmar el trato.
El murmullo de las mujeres no se hizo esperar. Que quién sería el apuesto peliagua que les había robado al sexy español, que si sería su pareja por cómo lo quitó celosamente de las garras de algunas de ellas... el cuchicheo era general y los tenía a ambos como protagonistas.
Llegaron a la oficina y Shura se detuvo en seco una vez que la puerta se cerró.
-Oye, ¿qué te sucede? Hice todo lo posible por vender el proyecto, por metérselo por los ojos para que no tuvieran dudas que era el mejor que podrían tener, hice el trabajo de los dos y me sacas de allí cuando lo estaba logrando?
-Esas mujeres no deben haber escuchado una sola palabra acerca del proyecto, pero deben saber hasta el talle de tu bóxer por cómo te miraban.
-¿Y eso qué? ¿Acaso no ponemos lo mejor de nosotros en cada presentación? En cierto modo, nos vendemos un poquito también, si conocen al creador del proyecto, le pueden tener mayor confianza al producto...
-Pero no me gustó cómo te toqueteaban...
-Ay Camie, eres un hombre comprometido pero yo soy divorciado y, si a mí no me molesta, por qué te importa a tí? Ni que fueras la tóxica de mi ex!
-No me compares con esa bruja que te cagó la vida... sólo no me gusta que te expongas así...
En ese momento el celular de Shura comenzó a vibrar y al ver quién era, lo puso en altavoz al atender.
-Aló, ¿cómo está madame?
-Mi colaboradora ha quedado encantada con su presentación, joven Mondragon. Dijo que destilaba seguridad y convicción en cada palabra y que sería un excelente producto para agregar en nuestras empresas...
Shura le guiñó el ojo a su amigo y Camus rodó los suyos.
-Sin importar las cifras que le ofrezcan las otras empresas, yo pagaré el triple del mejor postor.
Ahora sí, los ojos del francés se abrieron como platos y se sostuvo del brazo del español.
-Madame, es una alegría saber que ha quedado conforme y pronto tendrá noticias nuestras. Será un placer negociar con usted...
-El gusto será todo mío, jovencito. Estamos en contacto.
Cuando la mujer cortó la conversación, Shura miró a Camus sin poder creer lo que acababa de suceder.
¡Habían vendido el proyecto que desarrollaron juntos para el cuidado del medio ambiente en cifras multimillonarias!
Camus se arrojó a sus brazos, fundiéndose en un abrazo más que sentido, un orgullo tanto por su amigo como propio, naciendo de repente.
-¡Lo logramos! ¡Lo lograste!
-Te lo dije, sólo hay que vender de la manera apropiada frente a las personas correctas...
Nuevamente el rostro de Shura mostraba esa sonrisa sincera, abierta, una que muy pocos conocían, pero Camus era de los que tenían el privilegio de verla muy seguido y todas dedicadas a su persona.
-Pero no te vuelvas a exponer así... no me gusta que los demás puedan llegar a verte sólo como un trozo de carne, cuando eres una excelente persona que vale mucho.
Shura cambió su sonrisa por una seria denotando confusión.
-No es para tanto, Camie... además, yo sé quién soy y conque tú y los que me interesan lo sepan, los demás no me preocupan en lo absoluto.
-Pero a mí sí, me molesta y mucho...
Shura decidió cambiar el rumbo de la conversación y lo invitó a un desayuno/almuerzo, a sabiendas que su amigo de seguro estaba sin probar bocado.
-¿Amor, vendrás a la inauguración de mi galería la semana próxima?
-Haré todo lo posible pero no te prometo nada, la empresa nos envía a cualquier parte sin aviso. Si es por mí, más que encantado de estar junto a ti en ese momento tan especial.
-Lo sé mi vida, he esperado por esta oportunidad por meses y al fin me han dado el espacio para hacerme conocer con mi EroticArt.
-Al público le encantará! Verán sus más oscuros pensamientos y deseos plasmados en tus obras.
-Eso espero...
Camus la abrazó con cariño, sabía que era sumamente importante para Moni exponer su obra, así como también estaba el miedo al rechazo público y la mala prensa.
Él estaría allí para acompañarla.
La noche se vestía con su manto de estrellas, el fresco nocturno se hacía sentir y Shura se abrazó a sí mismo, mientras encendía un cigarrillo y expulsaba el humo en un suspiro.
Toda la charla del día paseaba sin permiso por su cabeza, Camus solía ser muy bueno en arrebatarle sus pocas horas de sueño y dejarlo con la odiada danza del desvelo y la migraña.
¿Qué le sucedía a ese chico? ¿Por qué lo trataba como si fuera de su propiedad, un novio celoso y posesivo?
Se había quitado ese estigma hacía bastante tiempo, con un divorcio que le costó casi todo lo que tenía pero que más que gustoso había pagado.
Con sus bienes compró su libertad, la salud mental y una nueva vida.
Ahora se podía decir que era feliz, podía hacer lo que le viniera en ganas pero, siempre hay un pero, no tenía con quién disfrutar.
Su mejor amigo estaba más que casado, no con papeles pero eso era temporal. El compromiso no duraría mucho más y el mundo del francés giraría aún más, en torno a la mujer que le quitaba el sueño.
Ya estaba cansado de mendigar cariño en bares y hoteles de carretera, pagando por un servicio que le sabía a nada...
Nadie le daría lo que añoraba.
Las mujeres eran una excusa para satisfacer sus necesidades, por eso no buscaba una relación seria y prefería pagar el precio de una noche de desahogo, ningún sentimiento involucrado.
No quería hacer sufrir a nadie con su desamor.
Aspiró nuevamente su cigarrillo y miró el cielo, que estaba totalmente despejado y las estrellas brillaban en el firmamento infinito.
La constelación de Acuario se veía más cerca de Capricornio que de costumbre y por un breve instante, creyó que era una señal del destino.
Luego recordó que la prometida de su acuariano amado también era de su mismo signo y se burló de su propia ingenuidad.
Apagando el cigarro en el borde de una columna, regresó al interior de su casa y se dirigió directo a su dormitorio, donde sin gracia alguna, se desplomó sobre la cama y allí quedó hasta que el sueño hizo acto de presencia.
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