Say My Name
Di mi nombre.
Es lo que más deseo en mi larga vida, volver a escuchar tu voz y digas mi nombre, sólo así sabré que estás de vuelta, aquí otra vez, aunque sólo sea por un momento.
Volver a compartir los recuerdos que sólo juntos podemos hacer, que me cuentes los días antes de que yo naciera y cómo era de niño.
Recuerdo que siempre me protegías de nuestro padre Geb que tanto me odiaba por lastimar a su amada esposa.
Nut tampoco me quiso desde el primer instante en que sus ojos observaron el color rojo de mi cabello, le recordaba que al nacer lastimé su cuerpo, al punto de casi matarla, por eso su rechazo hacia mi, decía que era un ser maldito que se alimentó de su sangre divina y sólo traería caos a Egipto.
Sus hijos favoritos siempre fueron Isis, Nephthys y Osiris, tampoco me importaba aquello si estar a tu lado era más que suficiente.
Horus, hermano, desearía que volvieras a tocar mi mano y que los colores vuelvan a cobrar vida en mi corazón y en mi mente.
Quisiera cruzar las fronteras del tiempo dejando el hoy atrás para estar contigo otra vez, como cuando solíamos pasar todo el día juntos haciendo travesuras a los demás dioses.
Recuerdo como acariciabas mi largo cabello, siempre decías que el rojo era tu color favorito, que yo era tu hermano favorito.
Tus brazos mi refugio, eras el único que controlaba mi temperamento, tus pupilas verde azuladas siempre me miraban con cariño infinito.
Osiris trataba inútilmente de alejarte de mi, diciendo que yo era un mal ejemplo para ti, más nunca le hiciste caso a sus palabras llenas de veneno.
Fuimos el uno para el otro, éramos como almas gemelas, ojalá hubiésemos nacido el mismo día ya que nuestra conexión de hermanos era única.
Todo era perfecto hasta esa tarde.
¿Porqué tuvo que pasar aquello?
¿Porqué fui tan débil?
No estás consciente, tus manos se mantienen quietas, simplemente no sabes que estoy aquí, pidiéndote perdón por haberte arrebatado la vida con una daga de oro.
Duele demasiado recordar ese fatídico día, donde me dejé manipular por Osiris, jugó astutamente con mi mente.
Si jamás hubieras ido a esa cueva y nos descubrieras.
Yo sólo actúe por estúpido impulso, nunca quise hacerlo, pero la palabra mátalo era susurrada en mi oído, tenía miedo que pensaras lo peor de mi, me rechazaras de ahora en adelante, eso no justifica lo que hice, pero no soportaría una cruel indiferencia tuya, me dolería en el alma tu odio.
Aún recuerdo las últimas palabras que me dedicaste antes de dar tu último aliento de vida.
"Me duele ya no poder protegerte de Osiris. Hermano mío, nunca olvides la promesa que me hiciste."
Una promesa que olvidé al convertirme en un dios completo, fue un sacrificio que hice con tal de no olvidarte a ti, mi amado hermano.
Isis llegó poco tiempo despues, sus gritos de terror inundaron la cueva, sentí la piel de mi mejilla arder por la bofetada que me dio, mi mano aún sostenía la daga de oro impregnada con la sangre divina de Horus.
No me inmuté por el golpe, yo seguía observando el cuerpo sin vida mientras mi mente divagaba en los momentos que compartimos juntos, volví a la realidad por algo que llamó mi atención.
No sé qué extraña magia hizo Isis, pero vi con mis propios ojos como una pequeña luz dorada con destellos azules salía del cuerpo inerte de Horus, la atrapó en sus manos y posterior guardó en su vientre.
Despues del shock que pasé, me obligaron a olvidarte, ese sería el peor de los sacrificios que no estaba dispuesto a hacer.
Osiris e Isis lo hicieron despues de mí, olvidaron que tuvieron un hermano de nombre Horus, tal vez para sus mentes débiles era lo mejor, pero, para mí no, yo no quería olvidarlo si él fue el único que me amó tal y como era.
Mentí al decirles que lo hice, pero sólo olvidé el motivo que me llevó a convertirme en un dios, sacrificar para no olvidar, hice lo que creí correcto y no me arrepiento de aquello porque sólo así me torturaría, pesaría en mi mente y corazón la muerte de mi hermano.
Milenios habían pasado, mi ser alimentó el odio hacia Osiris, Sekhmet susurró a mi oído todas las traiciones que me había hecho.
La maldita obsesión que tenía el gobernante de Egipto hacia mí, no tenía límites, arruinó mi vida desde que era un semi dios, maté a mi amado hermano por su culpa, toda felicidad que tenía me lo arrebataba, Anubis no es mi hijo, mi esposa jamás me amó.
Lo encaré y no dudó en profesarme su amor, sus palabras sólo me causaban repugnancia, su toque dolía y laceraba mi cuerpo, mi masculinidad quedó reducida a cenizas, Isis nos maldijo a todos y entonces enloquecí de dolor.
Por esa razón deseo escuchar de nuevo tu voz, que me digas que todo estará bien ahora que soy el nuevo soberano del Alto Egipto tras matar a Osiris y tirar las partes de su cuerpo en el Nilo.
Horus, amado hermano, vuelve a mí, toma mi mano para que los colores vuelvan a cobrar vida en mi corazón y en mi mente.
Si pudiera cruzar las fronteras del tiempo dejando el hoy atrás para estar otra vez contigo, me imagino un tiempo distinto, tú gobernando Egipto, siendo el nuevo sol, tu nombre digno de alabar porque uniría al cielo y la tierra.
Siempre te visualicé imponente con el tocado de halcón que ocultaría perfectamente tu varonil rostro, piel morena y músculos fuertes con tu altura intimidante que contrastaría con esos cálidos irises verde azulado, el rey más benevolente de la eneada.
Pero, los sueños de algo que nunca se realizará se alejan demasiado lejos de donde estoy, su mano ya no me sostiene, todo se vuelve oscuridad y la verdadera realidad regresa a mí, donde estoy siendo juzgado por todos mis pecados.
Aquel joven que es hijo de Isis y Osiris me protege frente a toda la corte, lleva por nombre el mismo que todos olvidaron milenios atrás, excepto yo, los colores vuelven a cobrar vida en mi mente y corazón porque me recuerda mucho a Horus, mi hermano.
Lo cálido y reconfortante que son sus brazos cuando me sostienen de caer, bajo el tocado de halcón sus pupilas azules me miran con infinito cariño, todo en él es una copia exacta, mi mente juega un poco conmigo y quiero decirle:
"Por favor di mi nombre, recuerda quien soy, me encontrarás en el mundo del ayer."
Su mano acaricia mi mejilla donde una lágrima se ha escapado de mis ojos, me susurra que todo estará bien y yo le creo.
Es como si mi hermano estuviera de regreso, cruzó las fronteras del tiempo para protegerme otra vez como cuando éramos niños, mi corazón late desenfrenado porque habrá otra oportunidad de amarnos.
- Di mi nombre.
Más que una orden suena a una súplica, deseo escuchar su voz para saber que los colores volverán a cobrar sentido en mi milenaria vida.
- Seth. Mi amado tío. Yo lo protegeré de ahora en adelante, porque hace siglos atrás le hice una promesa que cumpliré.
Una débil sonrisa emerge de mis labios, no me cansaría nunca de escuchar su masculina voz porque eso me trae un poco de paz, con su presencia cerca mío me incita a querer liberar todo el dolor que se ha acumulado en todo éste tiempo.
Las voces se detienen, la oscuridad se aleja y las enredaderas con flores rojas se marchitan, el panorama cambia a otro totalmente diferente.
Es como si viera mi propio reflejo en un espejo, me observo detenidamente, analizo todos mis pecados, me alejo nuevamente, demasiado lejos de donde estoy y realmente me pregunto:
¿Quién soy?
En el pasado no fui así de despiadado y cruel, pero la muerte de mi hermano a causa de mi propia mano cambió de forma radical todo, odié a los dioses, me odié a mí mismo por ser débil, mi tiranía arrebató vida de mujeres y niños, las mentiras y traiciones destruyeron el poco amor que aún albergaba mi corazón con el latente dolor que me cegó por completo.
Una cálida voz me llama, dice mi nombre repetidamente, los colores cobran vida en mi corazón y en mi mente, cruzo las fronteras del tiempo dejando el pasado atrás para estar de nuevo en mi presente, contigo otra vez.
Su sonrisa calma el sufrimiento impreso en mi fragmentada alma, todo se desvanece cuando él está a mi lado.
Con los brazos abiertos me hace una invitación silenciosa, la cuál acepto, los músculos fuertes rodean mi espalda y cintura, siento como sus alas de halcón me envuelven protectoramente.
Alzo la mirada y lo veo directamente a sus pupilas azules, hay una chispa de reconocimiento y emoción.
Me conoce perfectamente y sabe lo que le pediré.
Tres palabras que para mí son un Sutra cada día, por favor, sólo...
Di Mi Nombre.
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