Et filii diaboli II
Este capítulo está dedicado a una hermosa escritora starssunflower que tus bellas historias sigan haciendo muchos soñar y latir nuestros corazones para llenarnos de calidez.
— ¡Ahí está!
— Estás loco si crees que entraré a ese lugar.
— ¿Y por qué le temes tanto a la mansión Blackwood?
El joven chico, con la pregunta de su hermano mayor, que se encogió de hombros avergonzado.
— Bueno... Es que en la escuela se habla mucho de este lugar y lo que le ocurrió.
No era de extrañarse, pues en su pequeño pueblo la mansión grande, antigua y casi en un gran deterioro, la mansión Blackwood como "El hogar del hijo del Diablo".
— ¿Y qué te han contado?
El niño paso saliva en seco al ver tal expresión junto con una sonrisa tan diabólica.
— Pu-Pues... Que aquí vivieron el señor Victor Blackwood y su esposa, que eran nobles, de sangre inglesa y parte escocesa. Que su esposa no podía tener hijos y que ella hizo un pacto con... El demonio, y que al fin pudo tener a su hijo en 1806.
— ¿Eso es todo?
— Todos creían... Se dice que ella tuvo un hijo...
— Del mismísimo Satanás, del Diablo, Lucifer, Seth, Mefistófeles, Señor del Inframundo y...
— ¡Ya para con eso! — pidió su hermano, que comenzaba sentir miedo —. Quiero ir a casa.
El muchacho suspira, remonta con su bicicleta subiendo a su hermano de tan solo 9 años en el pequeño asiento trasera de su bicicleta, andando en un buen ritmo de vuelta a su casa.
— Hermano.
— ¿Qué sucede?
— ¿Tu crees que sea verdad esa historia?
— ¿Sobre la leyenda de "El hogar del hijo del Diablo? — contesta el joven con una pregunta, a lo que su hermanito responde un inaudible "Si" —. Pues si creo en ella, pero no como lo cuenta la gente. Tal vez hubo algo más...
"Creo sentir, a veces que mi sangre en torrentes huye de mi, en sollozos, como una fuente. Oigo perfectamente su lamento penoso, pero en vano me palpo para encontrar la herida". (Charles Baudelaire)"
Un hombre de tes blanca, cabellos oscuros, ojos azules, galante que portaba una camisa blanca algo arrugada, un chaleco de seda desabotonado de color gris oscuro, y sus pantalones formales negros con una gran mancha derramada por la tinta que estaba usando hace minutos antes, al querer escribir su carta que antes era de suma importancia. Aunque eso no importaba ahora, si eso podría esperar, lo que ahora importa es rezar.
¿Por qué? Nunca en su vida Victor se había visto en la necesidad de rezarle a Dios, tiene muy malos recuerdos de su religión para no salir del buen camino... ¡Ha! Ahora ya no importa lo hipócrita que se veía, de rodillas con las palmas juntas, con la vista hacia a la imagen al óleo de la sagrada familia.
— Perdóname por olvidarte, por abandonar el buen camino y ser un blasfemo todos estos años — dijo tratando de contener sus sollozos —, pero por favor señor, escucha a este pobre pecador que se apartado de tu palabra. Mi esposa tiene la gran ilusión de ser madre, así mismo señor por su hijo... No te lleves este niño, no te lo lleves señor y prometo por lo más sagrado que hay en el mundo que eres tú qué haré una gran donación a la iglesia...
— Señor, su esposa encuentra bien...
— ¿¡Y QUE PASÓ CON MI HIJO!?
La mujer sonrió, sin embargo no pudo soltarse en llanto.
— Señor Blackwood felicidades, por la bendición de Dios nuestro señor, pudo por fin a su hijo y lo mejor de todo es que es un varón.
Victor no creía las palabras de aquella mujer, por fin el milagro ocurrió, ya tenía a su primogénito, de su sangre corriendo por sus venas. La sangre de un Blackwood noble.
(•••)
— Señor Blackwood debe estar feliz que su hijo este por regresar a casa...
Victor no hablaba, se mantenía callado meditando, contemplaba el inmenso jardín que arreglaban sus trabajadores.
— Es un gran muchacho, honesto, responsable, un verdadero genio — aquel hombre no lo podía notar, pero el señor Blackwood fruncía más y más el ceño —, además de ser un verdadero caballero, un joven digno para llevar a estás tierras a un rumbo alto, además...
— Señor Schyler, — le interrumpió —. ¿Vino aquí para hablar sobre el nuevo negocio o alardear de mi hijo y como le hubiera gustado tener un hijo como él? — Victor toma asiento en su aterciopelado sillón justo en frente del señor Schyler —. Después de tener seis hijas no te culpo el hecho de estar más que decepcionado.
— Victor... Usted y yo hemos trabajado juntos por muchos años, desde antes de que conociera a Angel Elizabeth, no entiendo cómo es que me pide venir aquí con el afán de ofender a mi y a mis hijas.
Victor suelta un suspiro reconoce que su amigo tiene un punto, sin embargo no dice nada.
— No te entiendo, eras un hombre galante, con clase y no lo niego un poco irreverente, sin embargo todo un caballero que merecía respeto, y ahora... Ni siquiera puedes evocar ni una sonrisa, desde que...
La sirvienta los interrumpió llamando a la puerta, cuando se le permitió el pasó la ama de llaves le dijo que su hijo había vuelto. El señor Blackwood se tensó, pero tratando de mantener la compostura, le agradeció a la empleada y salieron de su oficina para ir a la sala del té para ver de nuevo después de tres años a su hijo.
Un joven de cabellos castaño, alto, de hombros ancho una cara simétrica y perfecta de un perfil griego casi tan irreal de lo perfecto que era y aún con esos ojos color verde tan bellos, que tenía en su rostro una sonrisa tan hermosa y agradable.
— ¡Padre! — se lanzó a abrazar a Victor, quién frío e indiferente no respondió —. ¡Estoy feliz de estar aquí! Después de tanto... — miró a su alrededor y una nostalgia lo invadió al joven Blackwood.
— Espero que no te hayas olvidado de mi joven.
— ¡Señor Schyler! — suelta a su padre para saludar al mencionado anciano.
— Que gusto de nuevo por aquí muchacho, de verdad que es muy bueno verte por aquí de nuevo.
— Gracias — aunque esas palabras los hubiera preferido de su padre, pero ni siquiera recibió ni una sonrisa.
— ¡Mi niño! — una dama entra a la sala, su hermoso y algo pomposo vestido de color zafiro resaltaban mucho la belleza de la condesa a pesar de ahora tener unas cuantas arrugas en su rostro —. ¡Has vuelto! — se lanzó a su hijo para envolverlo en sus brazos como la prime vez que estuvo en ellos, con la diferencia que ahora ese bebé ya era todo un caballero.
El muchacho no duda ni un solo momento y corre cual infante a los brazos de su madre.
— ¡Mamá! ¡Tanto tiempo, mi madre querida! ¡Sigues estando muy hermosa!
— ¡Y tú te has convertido en todo un hombre! Eres igual a tu padre.
— ¡Elizabeth! — la voz potente de su esposo interrumpen a la mujer —. Querida — suaviza su voz y esboza una sonrisa hipócrita —. Creo que es mejor que... El muchacho tomé algo de alimento y luego se vaya a descansar, después de todo tuvo un viaje largo.
Su esposa no entiende el carácter tan repentino y el extraño comportamiento de su esposo, sin embargo decide que es mejor no decir nada, asiente y guía a su querido hijo al comedor.
— ¿Qué es lo que te ocurre Victor?
— Nada, terminemos nuestros asuntos que tengo muchas cosas que hacer y no me gusta perder el tiempo de maneras tan innecesarias.
¿Por qué? ¿Por qué el conde Victor II Blackwood, rechaza a su hijo? Es incomprensible como le da un trato tan frío y duro a su hijo, como si fuera su peor enemigo. ¿Puedes llegar odiar tanto un hijo cuando lo deseaste con todo el alma y corazón para que viniera a vivir a este mundo? Debemos tener algo claro, Victor puede tener tal vez un motivo. Y pese el regreso de su hijo, no quiso hablar, ni ver a su hijo. Comía en su estudio, salía temprano por "negocios", en las tardes salía a motar a caballo y iba al club que pertenece junto a otros caballeros de la sociedad, nada ni siquiera aparecía cuando era la hora de la cena, si el padre del muchacho Blackwood no estaba presente y sus "actividades" le resultaban muy raros, para todo aquel que viviera en esa mansión.
La razón se descubriría muy pronto. Después de un mes para ser precisos, cuando la familia Blackwood habían invitado a todos los de la alta sociedad, familiares, duques, condes, nobles, comerciantes y grandes hombres de ciencia además de algunos genios filósofos se encontraban reunidos, para celebrar a la hermosa pareja Victor y Elizabeth Blackwood en su vigesimoquinto aniversario de estar casados. Lamentablemente todo termino en desastre cuando su hijo les tenía preparado un obsequio,una pintura magnífica hecha al óleo de la feliz pareja... Victor repudio y le horrorizo el regalo y más al descubrir que el artista era el joven castaño de 20 años. Estalló de furia, como si una bestia del averno lo posellera en ese momento, destruyendo aquella pintura de él y su esposa. Ante tal vergonzoso y horrible espectáculo la gente se retiró y su esposa decidió ponerse en frente de él, molesta y sorprendida por el comportamiento de Victor, decidió encararlo y descubrir lo que le ocurrió y el por qué de sus acciones y ataques hacía su hijo. Victor se calmo, sonrió y le dijo a su esposa que hablaría con ella, después de hablar con el señor Schyler primero.
Después de una hora el señor Schyler salió de su oficina horrorizado, pálido y con una pequeña tela de seda para curar su sudor. Elizabeth se acercó a él para saber lo que le ocurría, el hombre anciano respondió a su gesto con un empujón <<¡Alejé se de mi!>> pronunció aquel hombre a la mujer de cabellos rubios, antes la miraba como toda una dama respetable y ahora solo la veía con horror y miedo.
Cuando el señor Schyler salió corriendo de el pasillo, Victor invito a Elizabeth a pasar, antes de que ella fuera tras el anciano.
— ¿¡Qué fue lo que hiciste Victor!?
El mencionado no hablo, solo tomo asiento — Querida, ¿no gustas tomar asiento?
— Victor...
— ¡Eres aún mi mujer así que...— golpea con fuerza su escritorio haciendo que todos los papeles y la tinta cayeran por el piso —. ¡SIÉNTATE! — Elizabeth no le cuestionó nada, obedeció y se sentó justo en frente de él.
El hombre sonrió.
— Vaya mi querida Elizabeth a pesar de estar enfadada conmigo sigues siendo una buena esposa — la mujer desvía la mirada fría de su esposo y se mantiene callada, mientras recibía esas duras palabras de su esposo — Oh bueno casi.
Esto hacen abrir sus ojos con sorpresa — ¿A qué te refieres?
— Hay que ser honestos ahora, porque quiero terminar con esto cuanto antes. ¿Empiezas tu o prefieres qué lo haga yo? — (¿de qué habla?) se preguntaba Elizabeth en su cabeza —. Bien, pero primero... — se levantó, tiró su escritorio a un lado y tomó bruscamente a Elizabeth de los hombros —. ¡QUIERO DECIRTE QUE ERES UNA PERRA! ¡Y ESPERO QUE TÚ Y TU HIJO ARDAN EN EL INFIERNO!
Elizabeth se soltó de su agarré y le soltó una bofetada.
— ¿¡CÓMO TE ATREVES A DECIRME ESO!? — la mujer de ojos verdes, termina en llanto —. He sido una buena esposa, he estado para ti todos éstos años; nunca te he dicho lo que pienso, guardo siempre pacientemente tu regreso con tanto amor cuando viajas, eres él hombre con él que decidí pasar el resto de mi vida, ¿por qué me dices eso? ¿¡Por qué hablas así de tu hijo!?
— ¡Ha! ¿Mi hijo? Escúchame bien mujer, esa cosa no es mi hijo.
Elizabeth no lograba evocar ni una palabra, temblaba de miedo.
— Ni siquiera logras decirme nada, porque sabes que no me equivoco. Margareth me lo dijo todo.
— Victor yo...
— Fue en esa última vez que la vi, en la cabaña cerca de la costa. Había ido para despedirme de ella por última vez, aún recuerdo su hermosa silueta en ese vestido rojo y su dulce aroma...
Elizabeth solo se cubría los oídos mientras apretaba sus dientes.
— ¡Basta! Te lo pido.
Vincent río al ver a su esposa tan alterada — Si mi querida Elizabeth, yo siempre la creí hermosa y extrañamente una mujer fascinante, me contó que ese niño que conceviste no era mío.
>> Tu no lograbas tener un hijo por más que te esforzaras. Tu cuerpo estaba mal hecho, pesé a todos los rezos y consejos de tus otras amigas, tú nunca eras capaz de darme al hijo que yo siempre quise y luego de la noche a la mañana habías terminada embarazada, pero no de mi ¿verdad mi linda esposa?
Elizabeth se mantuvo en silencio aunque sus sollozos escapaban juntos con pequeños hipidos.
— Dime mi linda y bella Lizz, ¿por qué la sala de tu anterior recamara tenía que ser limpiada pronto a la mañana siguiente? ¿Dime a quién le pediste a tu hijo? ¿Dime quién es el padre de tu hijo? Y no quiero oírte decir que es mío. Quiero la verdad.
La mujer no puede más — ¡Fue tu culpa! Te amaba más que a nada en este mundo. Antes de casarnos, venías a cortejarme, a dedicarme poemas y llevarme a dar paseos en los jardines de Vauxhall; que cuando me pediste matrimonio, me sentía en la mujer más afortunada, eras el hombre más cotizado de todo Londres y aún así estabas conmigo todo ese tiempo, hasta me pediste matrimonio — no importaba cuanto se limpiará su rostro, los ojos verdes de la mujer se llenaban una y otra vez de lágrimas.
>> Estaba realmente feliz de ser tu esposa y más cuando dijiste que quieras formar una familia conmigo. Hasta no te importaba tené una niña, porque decías amarme, sin embargo... Descubrí la verdad de tus intenciones conmigo — se levantó a ver el rostro burlesco de su marido, parece que Victor disfruta ver a su mujer tan respetable humillarse así —. ¡Margareth era tu amante!
Esto hace a Victor va se suelte a reír — ¿Y cuando fue que te diste cuenta mi querida Lizz?
— La noche en la que el médico nos dijo que tal vez nunca iba poder tener un bebé. Margareth había venido a consolarme hasta que durmiera, cuando creyó que ya descansaba salió para ir contigo a tu oficina y ustedes dos... Estaban...
— No lo digas Elizabeth, tan solo dime, ¿de qué hablábamos Margareth y yo cuando estábamos en eso?
Elizabeth abrió los ojos con sorpresa — Ustedes querían huir. ¡Querías irte con ella porque a pesar de casarte conmigo te dio posición y más poder con tus negocios... — cubrió su rostro de nuevo las lágrimas se acumulan y escapan por sus finas manos —. Pero si yo no te daba un hijo... No servía de nada — camino hacia él en pasos lento y torpes —. ¡EN MI DESESPERACIÓN DE PERDERTE LLAMÉ AL DIABLO EN LA BIBLIOTECA! — por fin soltó —. Esa noche olvidé a mi Dios y lo llamé a él, gracias al libro que tú conservas en secreto, sobre artes y llamados oscuros. Y él... Después de eso, por fin pude quedar embarazada.
— ¿Ese hijo que salió de tí, — la tomó de su vientre mientras la miraba con sus ojos fríos y mantenía su maldita sonrisa en su rostro — es de él, no es así?
Ella se limitó a asentir.
Victor la soltó y le dió una bofetada, esto provocó que la mujer de cabellos rubios terminará en el piso.
— No sólo fuiste capaz de hacer "eso" querida, también ofreciste una alma y no fue la tuya.
— ¡Margareth se lo merecía, por eso le conté la verdad hace tres años de todos modos él terminaría por cobrar tarde o temprano...
El esposo le dio unas bofetadas más — Hoy termino con todo, el señor Schyler sabe la verdad y ahora tú y tú Demonio arderán en la hoguera.
Como una ráfaga, el hijo de Elizabeth entró y golpeó a su padre. Una corta pelea comenzó de puños, lanzando cosas y rompiendo todo a su pasó, se sabía la verdad; el que creía que era su hijo hasta después de 17 años estaba ahí - sabiendo la verdad -golpeándolo odiandolo como el lo hizo, el amor y el respeto se perdió entre padre y el hijo.
(•••)
— Madre debemos irnos ante que descubran el cadáver.
— ¿Escuchaste todo?
— Si... No te culpo, nunca lo haré después de todo, eres mi adorada madre. Algo debes tener en claro mamá, tú no eres culpable de nada, — (ni siquiera que mi muerte ahora este próxima en ocurrir) — tu si eras capaz de dar un hijo.
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