Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

VÜDU

La primera chica fue Megan Line, tenía doce años cuando tuve mi primera novia, no podría decir siquiera que fuimos novios pues aún era muy pequeño para entender el amor.

Un mes después de ser "novios" murió por un trágico accidente, había caído de las escaleras.

Evelyn Rose fue mi novia a los trece años de edad, murió por una bala perdida.

Tess, Cara y Dianne no tuvieron la misma suerte, muertes inexplicables, accidentes poco probables.

Incluso TJ en una etapa algo confusa de mi vida no corrió con la misma suerte.

Para los diecisiete estaba seguro de que tenía una clase de maldición y que probablemente moriría virgen.

Al menos hasta que Linda Bates llegó, o más bien hasta que por fin la note.

Estar con Bates era fácil, así como su nombre lo decía ella era simplemente linda, nunca había peleas, no había celos y nunca ponía presión sobre mi.

Después de un año y extraños sucesos a mi alrededor empecé a pensar que la maldición había vuelto.

El número de mujeres en nuestro pequeño pueblo se había reducido desde el momento que empecé a estar con ella.

Las cosas se habían puesto algo difíciles después de los primeros meses.

Solo quería que nos quedáramos en casa, nunca veíamos películas donde salieran mujeres provocativas, incluso me había prohibido ver algunas caricaturas.

Ya ni siquiera podía estar mucho tiempo con mi madre.

Esa tarde estaba dispuesto a terminar con ella, pero de alguna manera algo no salió bien.

—Escúchame eres perfecta —le dije tomando su mano— y en estos momentos no me siento perfecto a tu lado.

—Tyler... —me llamó con los ojos llorosos.

—Solo quiero decir que nos vendría bien darnos un tiempo —expliqué calmado.

—¿Estas tratando de terminar conmigo? —preguntó dolida.

Suspiré cansado, me lo estaba haciendo difícil.

—Será por un tiempo de acuerdo —sonreí, bese su frente para dar la vuelta y tratar de salir.

Estaba por cruzar la puerta cuando su voz me llamó.

—Tyler Jones si me dejas juro que me mato —exclamó cansada.

Me di vuelta para mirarle, ella estaba ahí con la vista en mis ojos con cara de desesperación.

—No hagas esto más difícil de acuerdo —exclamé.

Volví a mi camino porque estaba seguro de que si me quedaba todo terminaría mal.

Una vez cruzado el portal de su puerta sentí una extraña sensación de libertad.

La cual duró poco cuando el estruendo de una bala se hizo presente.

El ruido ensordecedor de la bala retumbó en mi cabeza, me giré para entrar a la casa.

Había cumplido su promesa... ¿O no?

Al girarme la encontré parada frente a la puerta, con un arma apuntando hacía mi.

Ella no se había disparado, me había disparado a mí.

—Linda... —dije observando cómo la sangre brotaba de mi abdomen.

—Tranquilo Ty —contestó acercándose en mi dirección— ya nada nos separará.

Todo se volvió negro para mí, caí en sus brazos desmayado.

Desperté amarrado a una silla, me encontraba en su sótano, un lugar que conocía bien.

—Lin... —la llamé adolorido.

—Shh —me calmó— estarás bien.

Baje la mirada a mi abdomen, este no dejaba de sangrar.

—Linda necesito un médico —pedí sintiéndome más cansado.

—No mi amor, lo que necesitas es a mi —sonrió—así que dime quien es esa zorra que quiere alejarte para que pueda matarla.

Sus palabras me helaron la piel.

—¿Qué? —pregunté confundido.

Ella solo sonrió, con una sonrisa que nunca había visto.

Se acercó a uno de las cajas que tenía cerradas, de ella empezó a sacar pequeñas muñecas de trapo poniéndolas en línea.

—Megan, un fuerte dolor en la pierna y cayó de las escaleras —sonrió mostrando una muñeca igual a ella con una aguja en la pierna.

—Lin... —la llamé asustado.

—Evelyn... bueno a ella solo le dispare —sonrió mostrando el arma— Por supuesto está Tess, Cara, Dianne y claro esta mi favorito TJ —se burló.

Cada uno de los muñecos marcaba la manera de su muerte.

De esa caja sacó dos muñecos atados con un hilo rojo.

Sacó al pequeño muñeco que era bastante parecido a mi.

Lo sostuvo con cuidado, tomó una de las agujas y apuntó a mi abdomen.

—Creo que es tu turno —sonrió, clavando la aguja en mi abdomen.

Un terrible dolor se apoderó de mí, al igual que un tremendo sentido de vacío.

Desperté medio aturdido, el sabor en mi boca era asqueroso, algo parecido a tierra.

Seguía atado a la silla, estaba confundido hasta que una ola de recuerdos llegó a mi.

—Linda —grité— ¡Auxilio!

Mis gritos eran desesperados pero nadie venía a salvarme... no hasta que ella apareció, con un rostro preocupado y un pequeño botiquín de mano.

—No grites Ty, mi hermano está dormido —susurro ella.

—Déjame ir —rogué —prometo que no dire nada.

Ella me dió una sonrisa dulce y se acercó a mí.

Inigualable seria la sorpresa que me daría cuando levanto mi playera, aquel hoyo que adornaba mi estomago por la bala ya no se encontraba, solo quedaba la sangre que era el recuerdo de aquel balazo.

—Lin...

—Tranquilo cariño... yo nunca dejaría que te pasara nada —susurró.

Limpio la sangré con cuidad hasta que ya no había mancha.

—¿Me dejarás ir? —pregunté nervioso.

—Claro que si tontito, de que me sirve un novio encerrado —exclamó— pero como comprenderás te confesé mis crímenes así que no puedo dejarte ir así de fácil.

Ella se sentó en el suelo y tomó mi muñeco que se encontraba recostado.

Tomó aquel muñeco y lo miró con una sonrisa aterradora.

Trataba a esa cosa con suma delicadeza... como si en sus manos tuviera lo más preciado de su vida.

Esta vez tomó una aguja dorada junto con un hilo transparente, estaba nervioso de lo que fuera a pasar.

—¿Qué... es... eso? —pregunté nervioso.

—Oh no es nada, solo algo que me asegurara que nunca dirás nada —comentó— me asegura que nunca te alejarás de mí.

—Linda por favor... —antes de que pudiera decir algo más clavo la aguja en la parte de la boca del muñeco.

Un dolor se hizo en mi garganta cortando mis palabras con fuerza, trataba de hablar pero no podía... las palabras se quedaban atoradas en mi garganta.

—Coseré tu boca para que nadie escuche lo que tengas que decir —sonrió.

Me moví con fuerza en mi lugar, tenía que hacerla parar.

Tomó otra aguja que clavó en la espalda del muñeco, en ese momento todos los músculos de mi cuerpo se relajaron haciéndome imposible volver a moverlos.

—Inmovilice tu cuerpo para que nunca puedas huir —sonrió.

Lo único que me quedaba era mirarla con desesperación.

La última aguja que tomó la puso en mis ojos y enseguida la vista se me nubló, todo se volvió negro.

—Cerré tus ojos para que nunca mires a otra —exclamó risueña— y dejare que escuches para poderte repetirte que esto será eterno.

Y ella no mentía, a la mañana siguiente mi madre me encontró en el suelo de mi habitación tirado, lo único que escuché fueron sus lamentos.

Nadie supo las causas de como quedé así pero las pruebas siempre terminaban siendo iguales, daño cerebral.

Un año después mi vida había cambiado, no podía ver, no podía hablar y no podía moverme.

Vivía con un tanque de oxígeno a mi lado pues al no poderme mover mi respiración se veía afectada, aquel lugar donde había estado la bala ahora era un hoyo que conectaba a mi estómago por el cual me alimentaban.

Lo peor era escuchar como las personas alagaban a Linda, "Eres tan fuerte" "Que bueno que te tiene a ti" "Gracias por cuidar de él"

Si tan solo supieran que ella me había hecho esto.

Poco después del año donde mi salud había decaído había comprendido que tenía que hacer algo... tenía que combatir fuego contra fuego.

Yo no podía hacer nada como ella, no podía leer o moverme como para realizar un ritual similar al suyo.

Lo único que podía hacer era vender mi alma.

Lo había pensado bien y si habría de venderla tenía que hacerlo por algo bueno.

Podía pedir que todo esto se deshiciera, que pudiera volver hablar, caminar o ver... pero de que serviría si al final podía volver hacerme algo similar.

Decir la verdad no me serviría de nada pues nadie me creería.

Lo único que podía hacer era matar a la perra.

Y así lo había decidido, había vendido mi alma por su muerte... no una muerte simple no, yo quería que la perra sufriera.

Y así había sido tras firmar mi contrato en un sueño a la mañana siguiente Linda Bates había aparecido muerta.

Al parecer un asesino se había metido a su casa y la había despellejado viva, habían inmovilizado su cuerpo por lo que ella había podido sentir todo pero no podía gritar, no podía moverse.

Lo mejor de su muerte había sido que pocos meses después había vuelto hablar, y al cabo de unos años mi vida había vuelto a la "normalidad".

Por años creí que lo que había hecho Linda era algo enfermo y si bien lo era pero comprendí que lo había hecho por amor... un enfermo amor.

Pero después de todo yo no era mejor que ella porque al final terminaríamos los dos en el mismo lugar... en un mismo infierno.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro