27: Consecuencias ll
–No me gusta que me marquen y menos usted, ya se lo dije en la segunda lección, debería prestar más atención a mis palabras señorita Kang.
Su reprimenda me hizo estremecer bajo su cuerpo, no de miedo, sino de deseo, Kim se veía extremadamente atractivo con el ceño fruncido.
–Lo siento –me disculpé con sinceridad.
Debía dejar aquella fantasía de ver a Kim marcado por mi en sólo eso, una fantasía.
Miré sus ojos de manera inocente, mientras él aún observaba mi rostro, como si buscara algún deje de mentira en mi expresión.
Acaricié su mejilla y le regalé una sonrisa, Taehyung podía resultar bastante intimidante, de hecho lograba intimidarme los primeros días de Instituto, pero conforme iba pasando el tiempo, iba conociendo su historia, su personalidad, me di cuenta que bajo aquella piel de lobo feroz se encontraba el corderito más tierno del prado, con una mente tan extraña y complicada que me hacía dudar tanto como el famoso descartes, y con un pasado tan oscuro y tan incierto que realmente pensaba si de verdad era yo la que podría salvarlo.
Dejé su mejilla, bajando mis manos hacía su pecho, deseaba verlo de nuevo sin aquella estúpida camiseta.
Sin apartar mi mirada de él, seguí bajando mis manos, tocando su abdomen, logrando llegar al dobladillo de su camiseta.
Kim miraba mis ojos expectante, esperando por mis acciones.
Deslicé su camiseta hacía arriba, logrando quitarla por completo. Observé el torso desnudo de Kim, relamiendo mis labios.
Dejé que mis labios rozaran la piel de su pecho desnudo, besándolo repetidas veces.
Kim seguía inmóvil, tan sólo se limitaba a disfrutar de mis besos.
–Señorita Kang –llamó mi atención, logrando que mis besos cesaran–. ¿Recuerda nuestra última lección? –preguntó algo inquieto.
–A la perfección.
–No toque mi espalda –pidió esta vez con seriedad.
Asentí ante su pedido, no tocaría su espalda, sabía que era algo complicado para él.
–¿Recuerda que le he dicho que quería hacer algunas cosas con usted?
–Ajam –asentí–. ¿Acaso tienes planeado algo para hoy Kim? –pregunté alzando una ceja.
–Yo siempre tengo preparado algo para usted señorita Kang –pronunció dejando que aquella sonrisa maliciosa se posara en su rostro.
Aquello me hizo sonreír gratamente, tenía la ligera sospecha de que hoy estas sábanas presenciarían las escenas más tórridas de los últimos 3 años.
Sin previo aviso Kim no dudó en agarrar mis caderas con sus grandes manos, consiguiendo darle la vuelta a mi cuerpo, dejándome de espaldas a él.
A horcajadas encima mía, con una pierna a cada lado de mi cuerpo, me hallaba a la merced de Kim.
Taehyung inclinó su cuerpo hacía delante, rozando su duro pecho desnudo con mi espalda, la cual también se hallaba desnuda.
Despejó mi oído, echando mi cabello hacía un lado, de una forma que podía incluso definir como cariñosa.
Llevó sus labios a mi oído, antes de susurrar con aquella profunda voz que lo caracterizaba.
–Confía en mí ¿verdad señorita Kang?
Su voz, su cercanía y la falta de control que poseía en aquella posición consiguieron erizar mi ahora sensible piel.
¿Confiaba en Kim Taehyung?
Nunca me lo había planteado a decir verdad.
–Digamos que la confianza hay que ganársela y tú no vas muy desencaminado.
Mi respuesta hizo sonreír levemente a Kim.
–Me lo tomaré como un sí –concluyó antes de hundirse en mi cuello, donde dejó delicados besos que harían enloquecer incluso al más cuerdo–, quiero que me obedezca hoy señorita Kang, que me deje explorar su cuerpo a mi antojo.
–¿Acaso eso no lo habíamos hecho ya antes? –formulé sin comprender del todo, no recordaba haber pronunciado la palabra no delante de Kim.
–Si –susurró entre los besos que ahora se dedicaba a esparcir por mi espalda–, pero no quiero tener que pedir permiso a cada rato que quiera hacer algo que no sé si será de su agrado –confesó.
–¿Acaso quieres una sumisa Kim?
–Algo así, quiero que se deje dominar por mí –explicó.
–¿Te excita dominar?
–No, sólo me excita dominarla a usted –pronunció descendiendo sus delicados besos por mi espalda.
–No ofrezco sumisión gratis Kim –advertí.
–¿Qué quiere a cambio? –habló despegando sus labios de mi ardiente cuerpo.
–A mi también me gustaría tener un sumiso –confesé pensando en lo excitante que sería tener a Kim bajo mi mandato y dominancia–. Juguemos a sumiso por un día –propuse.
–¿Sumiso? –preguntó dudoso.
–¿No confías en mí?
–¿Quiere que le sea sincero?
–No.
–Entonces confío en usted ciegamente señorita Kang –pronunció con seriedad haciéndome reír.
–¿Entonces hay trato? –formulé deseosa, no podía esperar para ver a Kim sumiso.
–Hay trato –habló sellando lo pactado, estaba segura de que las siguientes semanas serían de lo más entretenidas con la compañía de Kim.
Sus besos se encaminaban lentamente hacía mi espalda baja, rozando la tira morada de aquellas bragas recién compradas.
Delineó el contorno de encaje con sus esponjosos y húmedos labios, haciendo que los escalofríos se hicieran presentes en mi cuerpo.
Sin más demora comenzó a deslizar la fina tela de mis bragas, alejándolas de su lugar inicial para mandarlas bien lejos en algún recóndito lugar de esta habitación.
Durante minutos no noté ningún movimiento de su parte, tan sólo podía oírlo suspirar pesadamente, deduje que estaría mirando mi figura, concretamente mi trasero, con el cual tenía una fijación que a día de hoy aún no comprendía.
Después de aquellos minutos en los que los movimientos escaseaban, Kim volvió a entrar en contacto con mi piel, besando uno de mis cachetes con extremada ternura y delicadeza, haciéndome suspirar ante las leves caricias que impartía en mis caderas con sus habilidosos y largos dedos.
Aquellos besos húmedos subieron de intensidad, moldeándolo con sus labios, dejando a la ternura de lado, sacando a relucir el lado más salvaje y latente de Kim Taehyung.
Sus siguientes actos me dejaron anonadada, hundió sus incisivos en mi piel, marcándola, arrancándome un leve gemido de dolor.
¿Acaso acababa Kim Taehyung, el mismo que me pedía follar respetuosamente, había tenido la osadía de morder mi trasero?
Aquello sin duda no me lo esperaba.
Arrugué las sábanas entre mis dedos, buscando el control que me faltaba para girarme y exigirle una explicación.
¿Acaso se había pasado al canibalismo en las últimas horas y no había tenido la decencia de informarme?
Lamió la herida que había formado tras su mordedura, dejando que sus saliva la inundara haciendo que un leve sentimiento de escozor se hiciera presente en mi trasero.
–Joder Kim –susurré contra la almohada, aguantando mis jadeos.
No lograba entenderlo del todo, no dejaba de acariciar tiernamente mis caderas, mientras se dedicaba a morder salvajemente mi trasero, aquello sí que era el verdadero dualismo antropológico, sin duda la teoría de Platón se hubiera ido a la mierda si tuviera a un chico como Kim entre su alumnado.
–Ahora cuando se mire al espejo se acordará de mí señorita Kang –habló entre lamidas, despejando la herida de cualquier rastro de sangre–, al igual que yo.
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Gracias por leer💜💜💜
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