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23: Epicuro

Según Epicuro, máximo representante del hedonismo, la felicidad significaba experimentar placer, tanto a nivel físico como intelectual, huyendo del sufrimiento.

En estos momentos coincidía con el sabio Epicuro.

Me hallaba en mi cama, con las sábanas enredadas en mis piernas, abrazada a un fornido cuerpo, que me proporcionaba el calor que necesitaba para mantenerme caliente en estas mañanas de invierno.

Llevaba despierta un buen rato, pero el bienestar y felicidad que sentía en aquel momento me impedía abrir mis ojos.

Recuerdo la noche con Kim y no pude evitar sonreír.

No podía decir que hacía tiempo que no me sentía así, pues lo cierto es que nunca lo había sentido, nunca me había sentido tan deseada como lo hacía ante los ojos de Kim y eso me encantaba terriblemente a la par que me atemorizaba, pues tampoco había olvidado las palabras que intercambiamos el día de ayer, y esto, muy a mi pesar, no es un cuento de hadas.

Caí en la cuenta de que él sabía por qué estaba aquí y me golpeó la realidad al saber que no estaba haciendo lo correcto, estar con Kim de aquella manera y sentir lo que sentía cuando compartía tiempo con él no era lo correcto, lo peor es que no hacía nada por impedirlo o enmendar mis errores, más bien incitaba a Kim a seguir con algo que nos traería por el camino de la amargura a ambos.

Sentí a Kim moverse ligeramente debajo mía, haciéndome al fin abrir los ojos.

Alcé mi cabeza encarándolo, observando su rostro, parecía aún más guapo por la mañana.

No cabía en mi pequeño filosófico cerebro como alguien tan hermoso podía poseer aquella mente tan enrevesada y enigmática.

Se hallaba con los ojos abiertos mirándome, acompañado de una leve sonrisa que me pareció de lo más tierna.

–¿Cuándo has despertado? –pregunté curiosa.

–Para despertar primero hay que dormir señorita Kang –habló sorprendiéndome.

–Si no has dormido nada en toda la noche ¿qué se supone que has estado haciendo?

–Fumar, hurgar en su cajón de la ropa interior y observarla dormir –enumeró sin apuro.

Me hizo gracia recordar que este era el mismo Kim que al que le temblaban las manos la noche anterior siendo incapaz siquiera de colocarse el condón.

–¿Has fumado en la habitación? –formulé alzando una ceja.

–En la terraza –corrigió.

–¿Has encontrado algo interesante en el cajón de ropa interior?

–No mucho, me interesa más la persona portadora de esas bragas –comentó haciéndome sonreír de nuevo, estúpido y sensual Kim–, por cierto respira demasiado fuerte cuando duerme, por un momento pensé que llegaría a roncar.

Sus declaraciones me hicieron sentir algo de vergüenza.

–Cállate Kim –hablé tapando mi cara entre las sábanas haciéndolo reír– tu también hacías ruidos anoche, eres un escandaloso –contra ataqué.

–Perdóneme pero difiero en esa acusación, mis ruidos no pueden ser comparados con sus gemidos, usted sí que es una escandalosa.

–No hay nada que rebatir sobre mis gemidos, siendo sincera, pero tú te tomas muchas confianzas durante el acto ¿desde cuando me llamas HyeSook?

–Eso fue un pequeño desliz y en mi defensa diré que usted tiene parte de la culpa por tocarme de esa forma. Cabe mencionar que usted me llamó Tae, así que estamos a mano.

–No recuerdo haber dicho eso –mentí.

–Claro que lo recuerda, deje de mentir –rio haciéndome reír también.

Pocas veces había tenido la oportunidad de escuchar aquella risa. Reía como un niño con voz de hombre.

–¿Nunca ha pensado en salir corriendo de aquí, de todos? –preguntó una vez su risa cesó.

–Muchas veces me lo planteé cuando vivía en Daegu, en parte hui de todo aquello cuando vine aquí.

–Yo también, pero parece que el mundo se las arregla para traer a Seúl lo que deje en Daegu –habló clavando su mirada en mi–. Primero mi padre y ahora usted –dijo haciéndome estremecer.

–A veces la vida te pone delante aquello que temes o te quita el sueño con la única finalidad de que lo superes.

–Puede que tenga razón ¿le ha pasado alguna vez?

–Si, contigo.

–¿Conmigo? –preguntó sin entender.

–Sí, me he tirado toda mi vida obedeciendo a los demás, intentando hacer siempre lo correcto, tú sabes por qué vine aquí, el día que me ofreciste las lecciones me hizo darme cuenta de que al fin tenía la oportunidad de hacer algo fuera de lo correcto.

–Sentí lo mismo la noche que perdí mi virginidad, hacer algo fuera de lo correcto siempre trae sus consecuencias.

–¿Cuáles fueron las consecuencias? –quería que me relatara lo sucedido.

–Ya lo sabe, usted estuvo allí aquella noche, la noche de los caídos.

–Cuéntame que pasó aquella noche Kim –insistí.

–Todos estabais allí, sin embargo ninguno habláis de ello, todos lo ignoráis y lo olvidáis, como si nada hubiera pasado, todos selláis vuestros labios al igual que aquella noche, pero yo no puedo, no puedo olvidarlo, como tampoco puedo olvidarla a usted –declaró dolido haciendo que mi garganta se secara y que lágrimas amenazaran con salir a la luz.

–Kim yo...quiero ayudarte –confesé sincera.

–Ya le he dicho lo que debe hacer –respondió cabezudo.

–Déjame ver tu espalda.

–Ya la vio una vez, no habrá una segunda, si quiere ver mis cicatrices entonces recuerde mis heridas.

Su voz sonaba realmente dolida, le dolía hablar de aquello, casi tanto como me dolía a mí escuchar sus palabras.

Todo aquello que antes no lograba entender ahora comenzaba a cobrar sentido para mi.

–Debería irme, mi madre debe estar algo preocupada –habló levantándose de la cama.

–Te acompaño a la puerta –ofrecí a la vez que me colocaba unas bragas y una camiseta ancha.

Ambos fuimos caminando hasta la entrada, deteniendo nuestros cuerpos frente a la puerta.

–Ha sido un placer compartir esta noche con usted –comunicó antes de inclinarse para dejar un casto beso en mi mejilla.

Asentí en respuesta aún conmovida por nuestra reciente conversación.

Abrí la puerta para que Kim pudiera marcharse, encontrándome con algo que realmente no esperaba aquella mañana.

–¿Tae? –preguntó Jimin al verlo algo desconcertado.

Posó sus ojos en mí, recorriéndome de arriba a abajo percatándose de mi vestimenta.

–Jimin –saludó Kim con naturalidad a mi hermano, sin siquiera detenerse.

–Ya hablaremos tu y yo de esto –espetó Jimin antes de ir tras Taehyung, el cual ya había salido por la puerta.

La había cagado pero bien.

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No se preocupen si no entienden nada, al final todo cobra sentido, de todas maneras también haré un capítulo explicándolo todo.

Gracias por leer💜💜💜

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