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17: Sueños

Me coloqué de nuevo mi pijama y me dirigí a la cama junto a Kim, que a pesar de haber aceptado, aún se veía dudoso.

Me arropé con las sábanas esperando que Kim también lo hiciera, pero se quedó mirándome.

—¿No entras? —pregunté señalando la cama.

—Si —susurró introduciéndose en ella.

En aquellos momentos pensaba si Kim poseía algún tipo de bipolaridad, pues a veces actuaba intimidante y otras parecía un tierno cachorrito, también actuaba como todo un hombre activo y otras se comportaba como un niño tímido, no entendía aquellos cambios.

—Kim —lo llamé viendo como se tapaba con las sábanas de la misma forma que lo había hecho yo minutos atrás—. ¿Puedo preguntarte algo íntimo?

Ante mi pregunta se quedó callado unos segundos.

—Depende de lo íntima que sea la pregunta.

—¿Eres virgen? —pregunté, necesitaba saberlo, para encontrarle una explicación lógica a su insistencia por no desvestirse y por quedarse con una erección que me llegaba a doler incluso a mi.

—¿Es en serio? —formuló incrédulo—. No señorita Kang, no soy virgen.

—¿Entonces? ¿Por qué no quieres desnudarte o que te baje eso? —señalé su zona.

Kim suspiró cansado.

—No es asunto suyo, y deje de preguntar cosas que ya sabe —contestó irritado dándose la vuelta quedando de espaldas a mi.

Para colmo va y se enfada, este hombre era peor que una menopáusica.

—Kim —lo llamé por segunda vez aquella noche—, te dejo que me hagas un par de preguntas si dejas de estar enfadado.

No quería que se enfadara conmigo para una vez que dormíamos juntos.

Tal y como supuse se dio la vuelta, haciéndome sonreír, al parecer su curiosidad podía más que su enfado.

—¿Con quién perdió su virginidad? Quiero el dónde, cuándo y porqué.

Su pregunta me dejó algo descolocada, no pensaba contar aquello a nadie, pero lo prometido es deuda.

—La perdí con mi exnovio, cuando volví a Daegu, en mi época de Universidad. Lo hicimos en el sótano de su casa, encima de una manta, no fue para nada romántico —frunci mi ceño al recordar aquello.

—¿Le gustó?

—No, ambos éramos vírgenes y él, al igual que yo, no teníamos ni idea de qué hacer.

—¿Se corrió? —preguntó sin pudor.

A este tipo de cosas me refería antes, no quería sacarse su camiseta delante mía pero me hacía esa clase de pregunta.

—No, si te soy sincera, creo que hoy ha sido mi primer orgasmo de verdad —confesé, pues cuando estaba con mi exnovio raras veces alcanzaba el clímax.

Él pareció sorprenderse un poco.

—¿Y tú? Quiero saber quién, cuándo, dónde y porqué —hablé intrigada.

Kim suspiró.

—Yo también la perdí en Daegu, fue una chica que conocí en la primera fiesta a la que fui. No recuerdo muy bien lo que pasó, ni cómo llegué a mi casa, el caso es que lo hice con ella en mi cama. Cuando terminamos ella se marchó y no la he vuelto a ver más desde entonces.

—¿Bebiste mucho?

—No, pero era la primera vez que bebía y se me subió todo a la cabeza de golpe —comentó mirándome.

—¿Te gustó?

—No lo recuerdo.

—¿Te corriste? —pregunté las mismas preguntas que él.

—Si —confesó serio.

—¿Por qué no quieres correrte ahora?

—Buenas noches señorita Kang —dijo plantando un beso en mi mejilla antes de darse la vuelta, dejando claro que las preguntas habían finalizado aquella noche.

(...)

Me encontraba en una sala oscura, con la triste presencia de un par de sombrías velas que iluminaban tristemente aquel lugar.

Como si una ráfaga de viento hubiera pasado, las velas se apagaron, haciendo que la habitación quedará completamente opaca y que de ella salieran gritos ensordecedores.

Me desperté por los gritos que se formaban a mi alrededor.

Miré al propietario de aquellos chillidos.

Era Kim, estrangulaba las sábanas entre sus manos y se retorcía sobre mi cama.

Su madre tenía razón, Kim gritaba el nombre de su padre de una manera que te hacía estremecer, parecía que lo estuvieran desgarrando por dentro.

No dejaba de llamar a su padre, acompañado de sollozos mudos y lágrimas en su rostro.

Estaba completamente empapado de sudor y lágrimas.

Decidí acabar con su pesadilla, era realmente duro verlo así, escucharlo de aquella manera.

Zarandee su brazo, haciendo que abriera sus ojos y sus gritos cesaran.

Cuando me miró dio un gran respingo asustado, cayéndose de la cama. No me dio tiempo siquiera a formular palabra cuando Kim salió corriendo desesperado de mi habitación.

No dudé ni un instante en seguirle.

Salió de mi apartamento y edificio, encaminándose calle abajo con una velocidad impresionante, huía como si lo estuviera persiguiendo el mismísimo demonio.

Aguanté el ritmo como pude y seguí tras él.

Después de aproximadamente media hora corriendo paró, podía ver a lo lejos como se sentó en un banco y hundía su rostro en sus grandes manos.

Tardé unos minutos en llegar hasta él y poder sentarme a su lado.

Mi respiración estaba agitada y me planteaba la posibilidad de que quizá se me había caído un pulmón por el camino.

Observé a Kim que seguía en la misma posición, tapando su rostro lleno de lágrimas.

Me acerqué más a él, pasando mi brazo por sus hombros, haciendo que se tensara, cosa que ignoré y lo estreché contra mi pecho, dándole el más sincero de los abrazos.

Al principio se quedó quieto, como si no entendiera mis intenciones, hasta que al fin accedió y correspondió mi abrazo, apretándome contra él.

Escondió su rostro en mi cuello, empapando mi camiseta de lágrimas, se veía como un cachorrito asustado que temblaba ligeramente.

—Kim —hice que me mirara.

Estaba más pálido que de costumbre, con los ojos completamente rojos y sus largas pestañas siendo atrapadas por las gotas que dichos ojos desprendían.

Me miró a los ojos, haciéndome ver lo asustado que estaba, podía ver el miedo en su mirada.

Acaricié su mejilla, limpiando una pequeña gota que se deslizaba por ella.

—Tranquilo —susurré llevando mi mano a su pecho, sintiendo como su corazón latía desbocado—. Tranquilo —volví a repetir, parecía que sufriría un paro de miocardio si seguía latiendo así.

Estaba tan destrozado y tan asustado que me hacía temer a mi ¿Qué le pasó a Kim que lo tiene de esta manera?

—¿Qué ha pasado ahí arriba?

—Le dije que no sería buena idea —habló con su voz entrecortada—, me estoy volviendo loco.

—¿Por qué gritabas el nombre de tu padre?

—Ya se lo dije, él nunca me escucha.

Kim seguía hablando de él en presente, me hacía recordar sus palabras de nuestra primera lección.

—Kim tu padre...

—Está muerto —terminó aquella frase por mi, descolocándome—, mi madre me ha llevado a cientos de psicólogos pensando que aún no supero que él esté muerto.

—¿Entonces por qué hablas de él en presente?

—Porque él sigue aquí —señaló su cabeza—, él nunca se ha ido —confesó derramando un par de lágrimas más—, él sigue hablándome y regañándome, ya no lo soporto más, quiero que se vaya de una puta vez —confesó.

No sabía qué decir ante su declaración, no esperaba aquello.

—¿Qué es lo que pasa en tu sueño con él para que estés así?

—Ya se lo he dicho, él no me escucha.

—¿Te ignora en el sueño?

—Si, sólo se dedica a mirarme, con sus labios sellados.

—¿Lo odias por eso? ¿por ignorarte?

—Si, todos ignoran en aquella habitación.

—¿Quiénes son todos? —pregunté sin entender, al parecer en su sueño había más protagonistas a parte de Kim y su padre.

—Ellos —susurró.

Comprendí que no me diría quienes eran.

—Kim, no puedes seguir así, necesitas ayuda.

—Lo sé, es usted la única que puede ayudarme —me miró con aquellos ojos de cachorrito abandonado que te hacían estremecer de ternura.

—¿Por qué yo? —formulé sorprendida.

—Porque usted tiene la culpa de todo.

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Sorry por la tardanza Sinners la Universidad me tiene un poco atrapada, como he dicho en otras novelas que he estado actualizando recientemente, intentaré actualizar durante los fines de semana que es cuando dispongo de más tiempo.

Voten y comenten si les ha gustado.

Gracias por leer💜💜

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