12: Lección 3
Después de aquella lectura tan atrapante acerca de los arcángeles, cosa que me intrigaba pues no sabía que Kim era aficionado a ese tipo de lectura, que por cierto, me encantaba; insistió en llevarme a mi casa, como todo caballero que se esforzaba por ser.
Era un comportamiento inusual en los chicos de su edad, como sacado de otra época, ningún alumno me trataba de usted debido a mi corta edad, todos excepto Kim, que siempre mantenía los honoríficos conmigo, y por ende yo también.
Me encontraba en mi habitación mirándome fijamente en el espejo, estaba algo nerviosa, Kim hoy no había asistido al Instituto por lo que no sabía muy bien si la lección seguía en pie o no, sólo sabía que sería en su casa.
Retiré la mirada de mi persona y observé el papel entre mis manos con el número de Kim, el cual había conseguido de su expediente.
No sabía si llamar o no, ¿parecería tan acosadora si lo hago?
Definitivamente sí, pero eso a estas alturas de mi vida ya me daba un poco igual.
Marqué su número sin pensarlo más.
Un tono.
Dos tonos.
—¿Si?
Se escuchaba la grave voz de Taehyung al otro lado de la línea.
—Kim, soy la señorita Kang, verás te llamaba para preguntar si nuestra lección sigue en pie —comenté algo nerviosa.
—Si, sigue en pie —contestó seco—. ¿De dónde ha sacado mi número?
—Eso es confidencial, estaré en tu casa en diez minutos, adiós —dije atropelladamente antes de verme obligada a dar explicaciones acerca de mis fuentes de información.
Volví a mirarme en el espejo, comprobando que mi vestimenta estuviera correcta, pantalones vaqueros largos y apretados junto con un jersey verde ancho, perfecto.
Cogí mi llaves y me salí de mi apartamento, esperé pacientemente al autobús como cada mañana, una vez este me recogió me dirigí hacia la casa de Kim, cuya dirección sabía gracias, de nuevo, a su expediente, del cual agradecía enormemente su existencia.
Llegué a la casa de Kim a la hora acordada.
Me quedé en la puerta unos segundos, observándola, decidiéndome al fin por tocar el timbre.
Segundos después la puerta fue abierta dejándome ver a Kim, con aquel pelo gris algo largo y esos ojos castaños que me observaban de la misma forma que lo hacía yo ahora.
Nos quedamos callados unos segundos, observándonos como tontos el uno al otro, hasta que me atreví a romper aquel silencio.
—¿Me dejas pasar? —pregunté divertida con intención de camuflar el nerviosismo que sentía.
—Pase —se echó a un lado permitiéndome el paso.
Pasé muy cerca de él, casi rozando su pecho con mi hombro.
Observé su casa por dentro, era sencilla, paredes color beige, muebles marrones a juego y un televisor que adornaba el salón a la vista desde la entrada.
—¿Quiere que vayamos a mi habitación? —preguntó detrás mía.
Me giré para observarlo, chocando con su penetrante mirada.
Asentí sin dudarlo.
—Es por arriba —señaló las escaleras frente a nosotros.
Me dirigí hacia las escaleras, subiéndolas con lentitud sintiendo la mirada de Kim detrás mía.
—Izquierda —indicó cuando pisé el último escalón de la escalera.
Obedecí cual ovejita a su pastor.
—Derecha —volvió a indicar haciendo que me topara con una puerta, la que suponía que sería su habitación.
Se adelantó a mis acciones abriendo la puerta, chocando su pecho con mi espalda.
—Entre —ordenó de nuevo, al parecer hoy Kim se sentía dominante pues no paraba de mandar.
Obedecí de nuevo adentrándome en territorio Kim, las paredes eran blancas, a juego con el techo, era una habitación que transmitía paz y pureza, algo que sabía que no caracterizaba en absoluto a Kim.
Hubo algo que llamó mi atención enormemente, además de la gran cama, tenía un gran espejo colocado en dirección a la ventana de su habitación.
—¿Y ese espejo tan grande? —pregunté señalando dicho objeto.
—Ese espejo —lo señaló al igual que yo—. Es crucial para nuestra lección de hoy.
Comenzó a acercarse a mí, colocándose detrás mía, girando mi cuerpo para que me mirara en aquel espejo.
Recogió los mechones de mi pelo echándolos a un lado, despejando mi oreja y cuello.
—¿Recuerda la primera lección? —susurró en mi oído, con la cercanía suficiente como para poder notar su aliento en mi oreja y cuello.
—La confianza —recordé.
—Exacto, con esa confianza no sólo me refería en la que siente hacia su acompañante sino que también a la confianza que siente hacia sí misma —dijo todo aquello en la misma posición que antes—, tenía pensado esto para la primera lección, pero intuí que me mandaría a la mierda, ahora espero que esté algo más receptiva.
—Estoy receptiva —aclaré haciendo reír levemente a Kim.
—De acuerdo, si es así ¿me permitiría desnudarla? —preguntó causando que mis piernas temblaran, el sólo hecho de pensar en Kim deshaciéndose de mi ropa ya me encendía.
—Se lo permito —pronuncié con tono firme.
En este momento tenía sentimientos o más bien pensamientos encontrados, quería que Kim me desnudara y que él también lo hiciera, pero la inseguridad siempre estaba allí, aquella confianza en uno mismo, en este caso el cuerpo, de la que Kim hablaba, no estaba implantada del todo en mi cerebro.
Ante mi aceptación Kim dudo un poco, pero no como si no supiera cómo hacerlo, sino que más bien lo hacía como si no quisiera incomodarme.
Al fin se decidió por una prenda, aquel jersey verde, el cual cogió por el dobladillo deslizándolo hacía arriba, levanté mis manos con el propósito de ayudar a quitarme la prenda, consiguiéndolo.
Kim se deshizo de mi Jersey en un abrir y cerrar de ojos, tirándolo encima de la cama.
Me observó con detenimiento, parándose más de lo debido en mis pechos cubiertos por aquel sujetador morado.
Acto seguido rodeó mi cuerpo con sus manos, sin llegar a tocarme directamente con ellas, pues su objetivo era el botón de mi pantalón, el cual desabrochó para dar paso a la cremallera, deslizándola con la misma parsimonia anterior. Se suponía que el pantalón debía caer una vez desabrochado, pero no fue así, mis muslos no permitían que mis pantalones chocaran contra el suelo, obligando a Kim a agacharse levemente para deslizarlo por mis piernas, con el propósito de quitármelo, y consiguiéndolo al fin.
Me encontraba desnuda reflejada en aquel espejo, frente a mi misma y Kim, el cual no apartaba su mirada de mi.
He de reconocer que me sonroje un poco ante esta situación, no pude evitar sentirme acalorada porque Kim me estuviera viendo en paños menores, aun más cuando él seguía vestido de pies a cabeza.
—¿Ahora te tengo que quitar yo a ti la ropa? —pregunté esperanzada.
—No —sonrió—, la única que se desnudara hoy será usted —aclaró.
—¿Qué sentido tiene eso? ¿No se trata de confianza? Si confías en mí entonces desnúdate, yo lo estoy haciendo.
—No funciona así, la confianza que estamos viendo hoy es la suya no la mía, es usted la alumna, la que acata las normas y no cuestiona las lecciones ¿Acaso cuestiono yo cómo da sus clases de filosofía? —habló tajante, Taehyung tenía un carácter arrollador.
—No —bajé mi mirada, como si me estuviera dando un sermón.
El silencio sumió la habitación, alcé mi vista para observar a Kim en el reflejo del espejo, encontrándomelo observando, de una manera nada disimulada, mi trasero.
Levantó su mirada, chocando con la mía, cayendo en la cuenta de que le había pillado con las manos en la masa.
—Ejem —tosió un poco, como si eso fuera a borrar lo acontecido anteriormente—. Prosigamos —continuó, rascando su nuca—. Em...cuando dije desnuda me refería a completamente desnuda.
Sus palabras me hicieron tragar duro.
—¿Ropa interior incluida? —pregunté.
—Ropa interior incluida —afirmó—. Aunque si se siente incómoda podemos dejarlo para otro día.
—No, es sólo que así en frío me da algo de vergüenza, tal vez si hubiera un poco más de acción... —dejé caer en el aire lo deseosa que estaba por un par de besos procedentes de Kim.
—¿Quiere que la bese?
—Si, un par de besos estarían bien —asentí.
Kim no dudó, acercó sus labios a mi cuello dónde comenzó a dejar una hilera de besos húmedos que llegaban desde mi cuello hasta mi mejilla, no se andó con rodeos, probando mis labios de una manera que me hacían saber que deseaba ese roce tanto como yo.
Besó lentamente con ese toque característico de agresividad, con su lengua se abrió paso dentro de mi boca, dónde jugueteo a su antojo al igual que lo hacía con sus dientes, mordiendo ligeramente mis labios cada vez que nuestras bocas se separaban breves segundos para tomar aire.
Kim se atrevió a posar sus manos sobre mi cintura, no apretaba ni me acariciaba, simplemente las dejaba quietas.
Nuestros besos continuaron, deslicé mis manos por el cuello de Kim, acercándome aún más a él, rozando ligeramente nuestros pechos.
Se separó de golpe de mi, bruscamente, con los ojos cerrados y la respiración, al igual que yo, agitada, pegó su frente a la mía y sin previo aviso subió sus manos desde mi cintura hasta el cierre de mi sujetador. Lo desabrochó sin problema alguno, y aún con los ojos cerrados deslizó las tirantas por mis brazos haciendo que cayera al suelo y quedará desnuda de cintura para arriba.
Acto seguido Kim volvió a adueñarse de mis labios, sin haber abierto aún sus ojos, como si no quisiera mirarme, o al menos no aún.
Volvió sus manos de nuevo a mi cintura, y volvió a deslizar estas de nuevo por mi cuerpo hasta llegar a mi trasero, donde metió entre mis bragas, lentamente, un par de dedos tirando de ellas hacia abajo, de forma que éstas abandonaran mi cuerpo y al fin me encontrara completamente desnuda ante Kim.
Besó por última vez mis labios, dejando en ellos una mordida que me hizo gemir. Continuó por mi mejilla, pasando por mi mandíbula hasta llegar a mi cuello. A su vez giró mi cuerpo encarándome frente al espejo, por inercia descansé mi cabeza apoyándola en su hombro, soltando un par de suspiros ante los besos de Kim y las leves caricias que comenzaba a repartir por mi cintura casi llegando a mi ombligo, sin duda esas manos y esa boca te causaban un delirio continuo.
Kim no dejó de acariciarme en ningún momento, no fue hasta que decidí abrir mis ojos que me di cuenta de que él ya los había abierto, y se encontraba observándome, no sabía cómo había sido capaz de hacer incluso que me olvidara del hecho de que estaba desnuda.
Me sonroje levemente y me di la vuelta algo avergonzada, apoyando mi frente en su pecho, sin mirarlo, preferiría estar desnuda delante de Kim sin ese espejo de por medio.
—¿Es consciente de que ahora puedo observar su precioso culo también?
Asentí, no sabía de dónde había sacado aquella timidez, puede que aquel espejo se haya comido la poco valentía y descaro que poseía y que tanto me había costado conseguir.
—¿Por qué se da la vuelta? ¿Se siente incómoda?
—Ese espejo no me hace sentir muy cómoda —me sinceré hablando sobre su pecho.
—Es parte de la lección, si se gusta a sí misma todo será mucho más fácil.
No dije nada, simplemente rodeé mis manos alrededor de la cintura de Kim, esperando que él correspondiera aquel pequeño abrazo. Así lo hizo, apretó sus manos a mi cintura haciéndome sentir algo mejor.
—¿A ti te gusta lo que ves en el espejo Kim? —pregunté poco intrigada pues la respuesta seguramente sería un sí rotundo, un chico tan atractivo como él debe sentirse bastante a gusto consigo mismo.
Se quedó callado un rato, como si estuviera analizando la pregunta.
—Nunca.
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Comenzamos la semana con la lección 3, espero que les haya gustado.
Que tengan una linda semana y que todos vuestros sueños se cumplan.
Gracias por leerme 💜💜
Love u Sinners💜
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