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02. Platón

—¡Sookie-ah! —Llamó mi padre con impaciencia indicando con los gestos de su mano que me acercará.

Como niña obediente no dude en ir.

—Ya te he dicho pequeña Sookie que no puedes jugar con aquellos niños.

—Pero papá son mis amigos —dije con un pequeño puchero en mis labios.

—Sookie ellos no pueden ser tus amigos.

—¿Por qué?

—No está bien que andes con gente como ellos, no son aptos para ti —explicó acariciando cariñosamente mi cabeza—. Ve a jugar con tu hermano, con él si puedes estar.

Ding

Sonó la tostadora sacándome de mi pequeño trance, solía pasar cuando no dormía demasiado, y precisamente esa noche no pegué ojo.

Tuve la gran suerte de recibir un agradable mensajito de persona no grata/ mi ex, preguntándome que tal me iba y que me echaba de menos. La famosa frase "el que se va sin ser echado vuelve sin ser llamado'' se me hacía de lo más acertada.

Obviamente lo dejé en visto, no sé siquiera a qué venían esos mensajes cuando en Daegu me dejó más que claro que mi persona le causaba repulsión y que no quería saber nada más de mí, ahora era yo la que concordaba con aquellos sentimientos.

Desde que rompí nuestra relación alegando a la monotonía y a mi falta de sentimientos hacia él no he vuelto a verlo en persona, sólo se ha dedicado mandarme mensajes con dejes de despecho, pero como he dicho antes, en este sólo demostraba que me echaba de menos causándome mayor dolor de cabeza y con un pequeño sentimiento de culpa en mi interior, definitivamente prefería los mensajitos despechados.

A todo esto debía sumar que aún parecía sentir aquella mirada penetrante del chico de último año, Kim, parecía que aún estaba aquí, mirándome.

Lo cierto es que aquella mirada me era de lo más desconocida, pero aquella sensación de incomodidad al ser acechada de aquella manera no era la primera vez que la sentía, y me incomodaba, bastante. No tenía buenos recuerdos de aquella sensación.

Terminé mi tostada de buena gana, cepillé mis dientes y salí dispuesta a comenzar mi segundo día como profesora de filosofía, estaba segura de que hoy sería un gran día, al igual que largo.

Tardé relativamente poco en alcanzar el Instituto. A primera hora, como en todas las mañanas del maravilloso horario, me tocaba la clase de último año. Decidida me adentré en la institución alcanzando mi clase, en la que tomé asiento y esperé a que esta se llenara.

Observé con detenimiento a cada uno de los alumnos, puede que la generación sea diferente pero los distintos roles existentes en las clases no cambiaban, sólo se modificaban levemente.

Pocos segundos después de que el timbre indicará el inicio de las clases apareció el señor Kim por la puerta, inundando el ambiente de aquel aroma indescriptible para mi y volviendo a clavar su mirada en mi figura, me miraba de una forma demasiado extraña, tanto que no sabía definir muy bien como era, una mezcla de repulsión y odio con toques de deseo e intimidación.

Decidí ignorarlo y comencé con mi clase, aquella que llevaba tanto tiempo deseando dar.

—Buenos días, hoy comenzaremos la clase con uno de los filósofos más importantes, Platón, ¿Alguien tiene idea de lo que Platón proponía? —pregunté con una pequeña esperanza sin recibir respuesta—. Esta bien, comenzaré explicando el mito de la caverna y posteriormente me centraré en su visión del dualismo antropológico —con estas palabras podía ver como más de un chico de última fila resoplaba e iniciaba a hablar con su compañero, desinteresado completamente de la clase, Kim por otra parte seguía en su línea de intimidación, me hacía pensar que se le habían pegado los ojos a mi cara.

Cansada de ver como ninguno prestaba atención recurrí a lo más típico, cambios de sitio.

—Bien hagamos una cosa —comencé cortando mi explicación—. Los señores de la última fila rotaran a primera, de manera que los de primera fila quedarán en la última —más quejas se oían por su parte, pero a mi eso no podía importarme menos.

Como chicos inteligentes que eran obedecieron a mis mandatos, incluido Kim que ahora se encontraba frente a mi, si antes su mirada era intensa e intimidante ahora se podía decir que incluso quemaba.

Intenté proseguir con mi clase.

—El mito de la caverna trata de como uno de los esclavos, aprisionados en una cueva con cadenas y la única posibilidad de vista al frente, donde eran proyectadas sombras de animales y objetos; consigue escapar de la cueva y alcanzar el mundo real, dónde es cegado por la dureza del sol y maravillado por la belleza del paisaje. Una vez acostumbrado a la luz este señor pensó en bajar a la cueva y comunicarle esto al resto de prisioneros, pero cuando lo hizo estos no le creyeron y lo tomaron por loco. ¿Qué conclusión podéis sacar respecto a este mito? —pregunté realmente entusiasmada, el mito de la caverna es uno de mis favoritos.

Sorprendentemente el señor Kim fue el único que se atrevió a levantar la mano.

Inmediatamente le di la palabra, expectante por su intervención.

—Considero que Platón quería reflejar en este mito lo que hace la religión o sectas con las personas, las aíslan haciéndolas creer falsas verdades, verdades que a ellos les convienen, de forma que toman como falso aquello que no sigue o cumple con su doctrina. La religión encadena a sus seguidores en la cueva, proyectan en las sombra las ideas que ellos quieren, como por ejemplo llegar virgen al matrimonio, haciendo así que tomen por loco y castiguen al que osa salir de la cueva para ver la realidad y belleza que les rodea, cosa que los encadenados se pierden por estar prisioneros en esa sombría y engañosa cueva —explicó con voz firme y grave, además de un deje de indignación en sus palabras, como si repudiara las religiones o sectas, dejándome sin palabras por su nivel de madurez al llegar a conclusiones fuera de lo establecido, pues en Corea la mayoría de la población seguía una religión.

—Es una conclusión interesante —comenté impresionada—. ¿Prácticas alguna religión? —indagué curiosa.

—Soy agnóstico —respondió con suma seriedad.

—Sabía decisión ¿cuáles fueron tus notas de filosofía el año pasado? —pregunté con la certeza de que Kim sería un alumno estrella en filosofía.

— Un tres —respondió igual de serio, dejándome de nuevo sin palabras.

— Oh y ¿has conseguido recuperar la asignatura?

— No.

—Eso podemos arreglarlo —dije con la intención de poner de mi parte, seguramente Kim era un diamante en bruto que aún faltaba por pulir.

—Ya lo creo —contestó aún con su mirada en mí haciéndome tragar saliva, parecía que todas las palabras que decía este chico podría tener un doble o incluso triple sentido.

Proseguí con la clase los pocos minutos que quedaban intentando introducir el dualismo antropológico que explicaría mañana.

.

.

.


Después del recreo me tocaba guardia, que consistía en quedarme en mi despacho sin hacer nada o dar vueltas por los pasillos por si alguien necesitaba que lo sustituyera.

Andando por los pasillos me topé con el profesor de matemáticas, cuyo nombre no recuerdo, nada más verme dio un respingo y corrió hacia mi como si me hubiera estado buscando.

—La he estado buscando señorita Kang —dijo algo agitado—. Hemos encontrado a uno de sus alumnos de último año fumando en el centro en horario lectivo.

—De acuerdo tráigalo a mi despacho —comenté firme.

La verdad es que no tenía ni la más mínima idea de qué hacer en estos casos.

Fui directamente a mi despacho, donde pocos minutos más tarde aporrearon mi puerta con desgana.

Tras emitir un "adelante" de mi parte apareció detrás de la puerta el chico de ojos penetrantes e intenso aroma.

—Siéntese Kim —ordené con seriedad aunque estaba segura de que en esta habitación la intimidada era yo—. ¿Qué estabas haciendo en lugar de asistir a clase? —pregunté aún sabiendo la respuesta, estos actos eran típicos en mí, lo hacía para descubrir si alguien me mentía o no.

—Fumar —contestó tranquilo como si no fuera la gran cosa.

—¿Sabes lo perjudicial y dañino que es eso para tu salud?

—De algo habrá que morir —se encogió de hombros.

Parecía que nada le importaba, como si la conversación no fuera con él.

—¿Qué has fumado? — inquirí sospechando que no fuera tabaco.

—Es un secreto —dijo llevándose el dedo índice a sus labios—. Y creo que usted de eso sabe mucho —comentó esto último acompañado de una pequeña sonrisa.

Parecía no estar en sus cinco sentidos.

—Estás castigado —sentencié—. Vendrás el sábado por la mañana a ayudar en el campamento de los chicos de primero.

—Me lo pensaré —vaciló con la mano en su barbilla.

—No era una petición Kim, el sábado a las 7:00 de la mañana te quiero aquí, si no estás para esa hora me veré obligada a comunicárselo a tus padres.

—Está bien, si insiste —respondió por última vez para después marcharse de mi despacho sin previo aviso, no sin antes echarme una última mirada que se llevó mi aliento consigo.

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Lo mencionado acerca de la religión es sin ánimo de ofender a nadie, es simplemente la opinión de uno de los personajes principales de la novela.

Les recomiendo que si es su primera vez leyendo esta historia no se metan en los comentarios, la experiencia me ha enseñado que por mucho que pidas que no se hagan spoilers y que dejen al resto disfrutar de la lectura, ellos siguen haciéndolo, intentaré eliminar los que vea, pero alguno se me puede escapar.

Voten y comenten si les ha gustado.

Gracias por leer💜💜💜

Love u Sinners ❤️❤️❤️

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