Capítulo 3
Abrí los ojos de golpe al sentir que todo a mi alrededor se movía con brusquedad, miré a todos lados pero un nuevo choque ocurre contra el submarino. Decidí levantarme de la cama y salir de la habitación, llegué hasta la cubierta, en donde estaban corriendo de un lado al otro los demás miembros de la tripulación, pero el capitán estaba de pie en el centro, mirando al barco que nos atacaba. Un barco de la marina...
Ellos lanzaron más balas de cañón hacia nosotros, un domo azulado nos rodea al mismo tiempo que escuché al capitán decir "Room". Desenfunda su katana y provoca cortes que hicieron partir a la mitad a todas esas balas... Es el poder de la fruta Ope Ope, es genial. Pero más balas vinieron sin descanso, fruncí los labios antes de suspirar decidida.
—Bepo, haz que... —una explosión interrumpe al capitán.
Todos miran como las balas en el aire explotan una tras otra, voltean en busca del causante y finalmente dan conmigo, sosteniendo un lanzamisiles en el hombro. Cuando las balas se detuvieron, cambié de arma y apunté con una bazuca a la quilla del barco de la marina. Si bien sé que está hecho con roca de mar y que sería duro de romper... no todo el barco está hecho con el mismo material. Apunté y apreté el gatillo.
El barco se destroza con dos disparos consecutivos, los marinos caen al agua y el barco se hunde, el submarino aprovecha ese momento y nos aleja de ellos, pero yo dejé a un lado la bazuca y me acerqué al borde para ver a los marinos que flotaban sujetándose de cualquier cosa. Los conocía... es la peor parte.
—¡Ganamos! —escuché los festejos de la tripulación. Me di vuelta justo cuando Ikkaku me abraza por sorpresa.
—¡Fue increíble! ¿De dónde has sacado esa bazuca? —pregunta ella mientras todos miran el arma en el suelo.
—Pues... de mí —respondí e hice la demostración haciendo aparecer una pistola en mi mano.
—¡Genial! —dice ella y otros más de la tripulación.
—Son los poderes de una fruta del diablo, ¿cierto? —el capitán se me acerca, asentí de nuevo.
—La comí hace cinco años. Los Dragones Celestiales me hacían fabricarles armas personalizadas y de buen calibre, alguien que no sepa el circuito interno de un arma no puede manejar bien el poder de esta fruta —expliqué.
—Wau —mencionan los demás—. ¿Puedes crear cualquier tipo de arma?
—Cualquier cosa que se considere un arma. Sí —respondí consiguiendo que ellos se vieran más sorprendidos.
—Pues yo creo que nuestra nueva compañera merece una celebración por su llegada y su primera victoria contra la marina —menciona Ikkaku con una gran sonrisa que contagia a los demás.
—No es necesario... —murmuré apoyando una mano sobre mi nuca con algo de pena, pero Ikkaku niega con la cabeza y se me acerca para susurrar.
—Acepta, así el capitán nos da algo de tiempo libre y nos deja beber —me mira suplicante y fue por eso por lo que noté el resto de los rostros igualmente suplicantes de los demás.
—Supongo... que está bien.
Todos saltan alegres por la idea de hacer un festejo. El capitán no tuvo más remedio que aceptar, luego de la presión de los demás. Se pusieron manos a la obra con los preparativos mientras que yo me apoyé sobre el barandal para respirar profundo y pensar en lo que estaba pasando.
De verdad me han pasado muchas cosas... cosas que me han hecho cambiar mi punto de vista con respecto a este mundo, no todo lo que parece bueno lo es realmente y no todo lo malo es tan terrible como lo pintan. Hasta hace no mucho aún seguía pensando en que todos los piratas eran la peor escoria del planeta... pero ahora estoy aquí, formando parte de esa escoria y sin sentirme mal por eso. Acabo de hundir el barco de mi antiguo oficial de la marina, y me he sentido mejor que nunca. Quizás es cierto... quizás les guardo más rencor del que creía, a ellos por abandonarme, y a los Dragones Celestiales por todo lo demás que no es necesario mencionar. Quisiera olvidarlo en realidad, olvidar todo por lo que pasé en ese lugar, pero es tan difícil hacerlo al fin de cuentas. Ni modo...
—Tendré que aprender a vivir con eso —susurré para mí misma alejándome del barandal. Volví la mirada hacia atrás y me sorprendió ver que ya todo estaba casi listo, realmente querían festejar.
—¡________! ¡Ven aquí! —Ikkaku me llama mientras sostiene un tarro de cerveza, fui hasta ella quien me abraza por los hombros—. Creo que aún no te hemos presentado a los chicos. Ellos son Bepo, Shachi, Penguin...
—Me has noqueado cuando despertaste —menciona Penguin cruzándose de brazos.
—Lo siento por eso —respondí volviendo a apoyar una mano en mi nuca.
—¡No importa! ¡Puedes noquearme cuando quieras!
—¡A mí también!
Dice mientras abrazaba a Shachi manteniendo la misma sonrisa que él y los ojos como si tuvieran dos corazones en su lugar. Ikkaku resopla y niega con la cabeza mientras otros ríen. Ella vuelve a presentarme al resto de la tripulación hasta que todos volvieron a servirse más cerveza y brindar.
Pronto cayó la noche y todos estaban dormidos en cualquier lugar, Shachi y Penguin estaban abrazando a Bepo mientras suspiraban al dormir, se acomodaban como si fuera de lo más suave. Miré el tarro de cerveza en mi mano, apenas lo había tocado en verdad, lo dejé a un lado y me levanté de donde estaba para ir al segundo piso más bajo de la cubierta y sentarme allí, cerca del barandal.
—Creí que estarías durmiendo —me sobresalté al escuchar la voz del capitán, lo vi sentado contra el mástil.
—Lo siento, capitán. No sabía que estaba aquí —dije levantándome para irme pero escuché el chasquido de lengua por su parte.
—No te ordené que te fueras —me detuve al escucharlo, él resopla y solo voltea a ver el mar—. Puedes quedarte.
Me sentí algo sorprendida, pero no duró mucho, volví a mi lugar y me senté de nuevo. Nos mantuvimos en silencio por un largo tiempo, pero no era tan incómodo.
—Te veías incómoda —volví a mirarlo ante su suposición.
—No lo estaba... —fue mi respuesta mirando el barandal de nuevo—. Me divertí en verdad. Pero... me hizo recordar a las celebraciones que tenía con mis compañeros de la marina.
Sonreí con amargura ante los recuerdos que solo conseguían hacerme enfadar. Aspiré profundo para calmarme y negué con la cabeza.
—Debo ir a dormir. Buenas noches, capitán.
No respondió y tampoco me importó demasiado. Me alejé de allí y fui dentro del submarino hasta encontrar la habitación que compartía con Ikkaku. Me senté en la cama que me correspondía y me mantuve pensativa por un tiempo antes de levantarme y caminar hasta el frente del espejo, me quité la parte de arriba del traje hasta dejarlo colgar por mi cintura. Aparté mi cabello mientras me daba vuelta y miraba por encima del hombro aquella marca que me han puesto.
Aún puedo recordar la sensación del acero quemando mi piel, el olor a carne quemada y sangre. Mis gritos y los de muchas otras mujeres que pasaron por lo mismo antes y después. Nos marcaron como si fuéramos un ganado y lo peor es que esta marca ya no significa nada para ese Dragón Celestial que me hizo esto, me tiró como basura inservible en esa subasta. Pero para mí, esta marca será un recuerdo de lo que más desprecio.
Me gustaría creer que es verdad todo esto, que no van a abandonarme comolo ha hecho la marina, pero ellos también compartieron la mesa conmigo,brindaron por mí y me celebraron... Fingir es algo tan fácil que ya no sé si hayalgo verdadero en todo esto. Estoy tan confundida... Me gustaría saber si puedoconfiar en estas personas. Si acepté formar parte de su tripulación fue porqueya no tengo nada que perder y unirme a la marina no es una opción niremotamente posible. Y si quiero vengarme de ellos por lo que me han hecho...volverme una pirata solo es el comienzo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro