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Allam Blake: El Terror de los Eclipse

Allam cabalgaba sobre su Embestidor a través de Tierra de Nadie. Eran las diez y media de la mañana y el no se había detenido desde que habló con aquella expedición Carja.

Los excavadores Carja no habían visto a Aloy por ninguna parte, es más, estuvieron algo sorprendidos cuando él les comentó que ella estaba aquí. De lo único que hablaron fue de la batalla que ocurrió en Tierra de Nadie.

El soldado antiguo revisaba su mapa, para evitar perderse y no perder tiempo. Allam observaba que solo le faltaban unas tres horas más para llegar a la guarida Eclipse, nada mal.

Durante su travesía, el hombre se había fijado en como el lago Mead había crecido en volumen, llegando a áreas, que Allam estaba muy seguro, no deberían ser naturales.

Allam: Me sorprende lo mucho que creció el lago. Me preguntó si la Presa Hoover sigue en pie, se que dijeron que la perdimos, pero no creo que los robots la destruyeron. Si algún día paso cerca de ahí, me daré una vuelta para ver -se decía para si mismo el hombre.

Allam empezó escuchar aullidos de máquinas, cosa que le causó curiosidad.

Allam: Alguien deberá estar peleando con las máquinas. Será mejor ir a revisar -pensó el soldado antiguo y este empezó a cabalgar hacia el origen del ruido.

El soldado llegó a una especie de claro y vio que no eran máquinas peleando con humanos, eran humanos cabalgando máquinas.

Allam: Esos deben ser los rebeldes Tenakt. Keruf no mentía cuando dijo que ellos también cabalgan máquinas -dijo el soldado antiguo mientras observaba a sus enemigos.

El soldado antiguo se fijó que los rebeldes tenían atadas a varias personas. Dichas personas traían atuendos forjados en paja, y su confección y estilo se veía un poco más moderna que la Nora, pero no al nivel de los Carja ni los Oseram.

Allam: Bastardos. Tengo que ayudar -dijo el soldado, bajándose de su Embestidor.

Allam se bajo de su máquina y silenciosamente se empezó a acercar hacia los prisioneros y su captores. Mientras él se acercaba, Allam le había quitado el seguro a su carabina, alistándola para el combate.

Allam se posicionó detrás de una roca lo suficientemente grande y empezó a observar la situación.

Por lo que parecía ser, era una familia y a juzgar por la cantidad de cosas que traían, parecían estar mudándose a algún otro lado. La familia consistía en una madre, sus dos hijos y unos abuelos, Allam escaneaba el area para ver si encontraba al padre; y lo encontró, tirado en el suelo, apenas respirando.

Allam: El hombre debió de haber sido molido a golpes, quizás puso resistencia...o acabaron con el más fuerte de la familia -dijo el soldado antiguo en voz baja.

Allam se fijó que era una escuadra de rebeldes. Dos jinetes y cuatro soldados a pie, Allam dedujo que ellos alternaban entre quien caminaba y quien montaba las máquinas.

Allam se fijó en las máquinas que traían. Dichas máquinas tenían aspectos de jabalíes y encajaban la descripción que Petra y aquel operador Oseram le habían dado; Colmilludos.

Allam posó su mira en uno de los jinetes y de un momento a otro, un estruendoso disparo se escuchó y el cuerpo de aquel jinete, cayó desplomado al suelo.

Uno de los rebeldes se dio cuenta de la presencia del soldado antiguo, el hombre llamó la atención de sus compatriotas.

Rebelde: ¡Tenemos un forastero! -grito el hombre, haciendo que todos los rebeldes miraran en la dirección que el apuntaba.

Allam disparó nuevamente, esta vez contra el rebelde que lo identificó. Allam salió de su escondite y con su gancho, se enganchó a una máquina.

Allam retrajo el gancho y empezó a acercarse a uno de los Colmillidos, acribillándolo a él y a su jinete.

Allam se subió sobre la máquina y tomó la espada del cadaver de su jinete, para después incrustar la espada sobre la cabeza de la maquina, hasta que cayó muerta al suelo. Allam sacó la espada y se fijó que le quedaban cuatro rebeldes y una máquina.

Allam le disparó a quemarropa a los rebeldes, matando a dos de ellos. La máquina mantenía su distancia, buscando una oportunidad para atacar al soldado antiguo.

Allam puso su carabina en su espalda y con la espada, acorta la distancia entre el y los otros dos rebeldes restantes.

Uno de los soldados rebeldes intentó cortar a Allam con su hacha, pero el soldado usó la espada para bloquear el ataque, haciendo que el hombre se tambalee, al perder algo de balance.

Allam le rajo el torso con la espada, para después golpearlo en su casco con la espada, trayendo al hombre al suelo, cayendo de espaldas. Estando en el suelo, Allam le empaló la espada en el pecho, matando al hombre.

El otro soldado rebelde intentó atacar a Allam, pero este rodó hacia un lado y sacó su pistola. Allam disparó dos tiros en el pecho al rebelde, para después acercarse al hombre y agarrar una de las bombas incendiarias de su bolsa.

Allam encendió la bomba y lanzó al soldado rebelde sobre el cadaver. Para después lanzarle la bomba y escucharlo dar gritos de dolor, al estar quemándose vivo.

Allam veía como aquel hombre se quemaba vivo, el olor a carne quemada empezaba a entrar en su fosas nasales y lo estaba molestando un poco.

Allam escuchó un rugido metálico y vio cómo el Colmilludo, venía a embestirlo. Allam corrió en la dirección de la máquina y usando su hocico, la esquivó al saltar sobre ella.

Allam cambió a su carabina y cambió el cargador vacío, por uno nuevo. Allam acribilló a la máquina hasta que cayó destrozada al suelo.

Allam se aseguró de que no habrían más sorpresas y al asegurarse de haber matado a todos los rebeldes y a sus máquinas, él se empezó a acercar a la familia.

El soldado rompió las ataduras de los prisioneros. Los niños querían ir hacia donde estaba su padre, pero su madre los detuvo, viendo a Allam con miedo.

Allam: Tranquila, no les haré nada -le dijo el soldado a la mujer, tratando de calmarla.

Mujer: ¿C-Cómo sabemos qu-qu-? -la mujer tartamudeaba, pero Allam la interrumpió.

Allam: Ya estarían muertos si ese fuera el caso -le dijo el hombre y uno de los ancianos se acercó a mi.

Anciano: Gracias por salvarnos, extranjero -le agradeció el hombre mayor, a lo que Allam asintió.

El soldado dio la media vuelta y silbó a su Embestidor. La máquina hizo aparición y el se montó sobre ella, para seguir cabalgando hacia la base Eclipse.

Mientras que con la familia, el anciano miró a su esposa e hija con sorpresa.

Anciano: Otro cabalga máquinas...como aquella pelirroja que vimos -dijo el hombre con sorpresa.

Mujer: ¿Te refieres a la que curamos Zo y yo? -le pregunta la mujer, a lo que el asiente.

Anciano: Veo que ella y esa tal Regala no son las únicas capaces de montar máquinas -dijo el hombre en voz baja, pensando en la pelirroja y en la rebelde Tenakt.

Con Allam...

El soldado antiguo estaba observando el mapa en su foco. Estaba a unas tres horas de aquel campamento Eclipse.

Durante su travesía, Allam no podía parar de pensar en aquellos rebeldes Tenakt y en las máquinas que ellos cabalgaban. El hombre se preguntaba; por qué Sylens estaría ayudando a aquellos tipos.

Allam: Se que Sylens solamente ayuda a alguien cuando el quiere algo a cambio; ¿Qué querrá el con los Tenakt? -se ha hablaba para si mismo el hombre.

Allam tenía unas cuantas teorías de que podría estar buscando Sylens con los Tenakt. Cada una sonaba más descabellada que la anterior, ellos quizás alababan bombas nucleares como dioses y el planeaba usarla, o estaba sirviéndole a otra Función Subordinada. Las posibilidades eran infinitas.

Mientras Allam cabalgaba, se encontró con un puesto rebelde al frente. La estructura era tan cruda que, a decir verdad, una tormenta lo bastante fuerte podría tirar al suelo a aquel puesto.

Allam miró su mapa y se dio cuenta que en efecto, el debía de pasar por aquel puesto para poder llegar a la guarida Eclipse. Era la única ruta, a menos que el deseara rodear a través de los rebaños de máquinas.

Allam: Aquellos rebeldes que mate hace rato...quizás vinieron de aquí -dijo el soldado en voz baja, mientras observaba el area como un halcón.

Allam: Necesito encontrar información sobre estos rebeldes, ver que están tramando y quien los dirige. Además, quizás pueda encontrar algo de información relacionada con Sylens por aquí -comentó el soldado, mientras se bajaba de su maquina.

Allam se empezó a acercar con sigilo hacia aquel puesto de avanzada. Allam se fijó que podría subirse a una de las torres de vigilancia, usando su gancho.

El hombre subió la torre y al llegar a la cima, se encargó del guardia. Allam le tapó la boca al guardia y después le rajo el cuello, para después lanzarlo por el borde.

Allam Pov

Me recosté boca abajo en la plataforma y me acerqué al borde lentamente, presioné mi foco y me puse a escanear el área. No habían tantos guardias y no había ninguna máquina, parece ser que acabe con las únicas máquinas que ellos tenían.

Mientras escaneaba a los rebeldes, hubo uno que llamó mi atención. Era fornido y su armadura le cubría más el cuerpo, algo que llamó mi atención, era la gigantesca espada que el tenía recostada sobre su hombro.

Yo: A juzgar por su apariencia, diría que el es el jefe. Si alguien sabe algo sobre dirige esta rebelión y sobre Sylens, será el -dije en voz baja, mientras observaba cómo el hombre le estaba gritando a otros rebeles.

Puse mi carabina en el suelo y usé una pequeña caja como soporte. Puse mi mejilla en la culata del arma y cerré mi ojo izquierdo, enfocando mi visión con la de mi mira. Al estar enfocado, volví a abrir mi ojo y apunté al primer rebelde.

Inhale profundo y exhale, al momento en que el aire salió de mis pulmones, apreté el gatillo y la bala de calibre 5.56 salió disparada, golpeando a aquel pobre desgraciado en la garganta.

Apunte a otro rebelde y dispare dos balas más, matándolo con dos disparos en el pecho. Apunte a otro más y un disparo en la cabeza lo termino de traer al suelo.

Rebelde: Está en la torr- agh -grito una rebelde, pero le dispare en la cabeza, callándola.

Los demás rebeldes buscaban cobertura con rapidez, pero no les serviría de mucho. Seguí disparando, acabando con cada rebelde, uno por uno.

Me fijé que el líder estaba usando una especie de escudo de energía, parecido al escudo de un Cangrejo. Le dispare un par de veces y vi como las balas dañaban el escudo, pero no lo atravesaban.

Apunte a otro rebelde y le dispare en el estómago, para después disparale en el tope de su cabeza.

Yo: 27 balas...cambio en 3 -dije en voz baja, mientras contaba mis disparos.

Me di cuenta que solamente quedaba aquel líder, dispare dos veces más y el escudo por fin cayó. Use mi última bala y le di en la pierna, haciendo que el hombre caiga al suelo, gritando de dolor.

El olor a pólvora llenaba mis fosas nasales, era un olor intoxicante. Lo amaba.

Cambié de cargador y me colgué mi carabina en mi espalda. Cuando me asegure que no había nadie más vivo, me baje de la torre usando mi gancho y me encamine hacia el rebelde.

El hombre se percató de mi presencia e intentó levantarse, pero agarre mi pistola y le dispare en otra pierna.

El hombre quedó arrodillado, con ambas piernas adoloridas. Le di una patada en la cara al hombre, haciendo que caiga desplomado al suelo. Le quite su casco y me subí sobre su torso, poniendo mi peso sobre él.

El rebelde intentó golpearme, pero tome su brazo y lo asegure debajo de mi axila, para después estirar su brazo y golpear la parte baja de el, rompiéndole el brazo. Antes de que el pudiera gritar, le di un puñetazo en la cara. Suspire y vi como la cara de aquel rebelde Tenakt había cambiado y se había convertido en la cara de Nash. Sentía como mi pulso se aceleraba y mi cara se calentaba. Solté un puñetazo, y después otro puñetazo más...y otro...y otro...y otro...y otro...hasta que aquel hombre quedó hecho papilla.

Cerré mis ojos e inhalé una gran bocanada de aire, cuando volví a abrir mis ojos, aquel rebelde había vuelto. Su nariz estaba doblada en un lado inhumano, sus pómulos estaban azulados y sangrantes, al igual que su ojo derecho. Su labio estaba hinchado y sangrante.

El hombre apenas estaba respirando. Cada puñetazo que le había dado había sido uno lleno de ira y rabia descontrolada.

Me fijé en lo que había hecho, él era mi única oportunidad de conseguir información...y estaba al borde de la muerte, gracias a mí. Mire mis nudillos y estaban rojos y ensangrentados.

Me quite de encima de él y me iba dirigir hacia su tienda de campaña. Volví a mirar al hombre, el cual gemía palabras incomprensibles.

Yo: Dios mío -me dije a mi mismo, haciendo ejercicios de respiración. Apunte mi pistola a la frente del hombre y le puse fin a su miseria, dándole un disparo en la cabeza.

Empecé a caminar hacia su tienda de campaña y ahí me encontré con un cofre de suministros y un pergamino con órdenes de una tal Regalla.

Yo: ¿Regalla, será ella una especie de oficial al mando, o es ella la líder de la rebelión? -me preguntaba para mi mismo, curioso de saber la identidad de dicha mujer.

Revise el campamento y al saquearlo de cualquier pieza de suministro que quiera, le silbe a mi montura y esta llego corriendo a los pocos minutos.

Me subí sobre el Embestidor y mire mis nudillos ensangrentados, con algo de vergüenza. Había perdido el control, como si fuera un animal salvaje.

Agarre unas cuantas vendas de uno de los bolsos que tenía y con algo de alcohol me limpié la herida.

Ardía como el coño, pero eso evitaría que se me infecte. Me cubrí mis manos en aquellas vendas y al asegurarme de que no se me quitarían, emprendí marcha hacia la guarida Eclipse.

Tres horas más tarde...
Pov General

La tarde estaba cayendo sobre el Oeste Prohibido, coloreando el sol de azul y naranja. En pocas horas anochecería y sería la hora de descansar, para muchos, pero no para el soldado antiguo.

Después de tres horas de cabalgar sin parar, Allam por fin había llegado hacia la zona donde estaba la supuesta guarida Eclipse. El terreno en el que dicha guarida se encontraba era bastante ventajoso. Poseían la altura necesaria para poder ver enemigos venir desde lejos, además del bosque que los escondía de dichos enemigos. Aquel bosque sería un lugar perfecto para tender emboscadas a cualquier viajero que no estuviera atento.

Allam empezó a escuchar el sonido de metal chocando con piedras, como si alguien estuviera minando. Allam se bajo de su Embestidor y preparó su carabina, caminando en silencio a través del bosque, siguiendo a aquel sonido.

Allam llegó a un pequeño risco y vio una especie de operación minera. No era la primera que Allam veía, pero había algo que notar de aquellos mineros.

Los mineros traían ropas sucias y raídas, además de que los guardias traían puestos colores muy conocidos para el soldado antiguo.

Allam: Eclipses. Esos hijos de puta están usando esclavos -dijo el soldado antiguo con veneno al ver a los prisioneros ser abusados por sus captores.

Allam escaneaba el área, divisando un plan de ataque. Había alrededor de unos veinte soldados Eclipse afuera y alrededor de una docena de prisioneros trabajando.

Allam se fijó como unos soldados bajaban hacia la tierra, a lo que parecía ser un túnel.

Allam: Quizás hayan más de los que pensaba -dijo el soldado antiguo, inseguro de cuantos soldados Eclipse habían en total.

Allam: No quiero que los prisioneros salgan lastimados, pero si entro ahí dando tiros, o me matan a mi o los matan a ellos, o peor aún, a ambos -dijo el soldado antiguo, analizando sus opciones.

El soldado había sido cegado por algo de la nada y vio la puesta de sol, dándole una idea. Esperar hasta la noche.

El soldado antiguo sonrió y se alejó del risco, para después recostarse de un árbol.

Allam: Es horario de verano, no será oscuro hasta las nieve. Será mejor que me eche una siesta hasta entonces -dijo el soldado antiguo, mientras se acomodaba en aquel tronco.

Allam puso una alarma para las nueve y media de la noche. Al configurarla, esté cerró sus ojos y empezó a calmar su respiración, dejando que sus músculos se relajen y que las aguas de su mente se tranquilicen. Al poco rato, el hombre cayó rendido.

Un par de horas después...

El suave sonido de la alarma despertó al soldado antiguo, el cual abrió sus ojos con rapidez y escaneaba el área.

Allam: Estas bien...estás bien -murmuro el soldado, para calmarse.

Allam se levantó del suelo y estiró sus músculos. El se acercó al risco y observó cómo los soldados traían a los prisioneros a sus celdas, las cuales estaban a la intemperie, expuestos a los elementos.

Allam: Hijos de perra -maldijo el soldado antiguo, al ver en cómo tiraban a los prisioneros dentro de aquella celda.

Allam clavó su gancho en el suelo y al asegurarse de que estaba bien asegurado, el empezó su descenso hacia el suelo, pero se había quedado algo corto, por lo que se agarró de un peñasco y retrajo su gancho. Luego de tenerlo devuelta, Allam repitió la acción anterior hasta llegar al suelo.

Allam se escondió en unos arbustos y saco su cuchillo, esperando a que pasara un desprevenido guardia Eclipse. Allam se fijó en cómo un par de guardias se acercaban a su posición.

El hombre lanzó una roca a otro extremo, llamando la atención de aquellos guardias. Uno de los guardias fue a acercarse hacia el sonido, dejando a su compañero solo.

Allam salió de las sombras y le tapó la boca al soldado Eclipse y le cortó el cuello, para después tirarlo con cuidado hacia el arbustos donde el se estaba escondiendo.

Allam se acercó hacia el otro guardia con sigilo y al estar cerca, le dio una patada por detrás de la rodilla y después le rompió el cuello.

Allam arrastró el cadaver devuelta al arbusto. El hombre se fijó en la celda donde estaban los prisioneros y vio cómo se preparaban para dormir.

Allam: Ellos quizás quieran devolverles el favor a estos bastardos. Además, si los libero, tendré algo de ayuda -murmuro el hombre.

El soldado antiguo empezó a abrirse paso hacia la celda de aquellos prisioneros, matando a cualquier soldado Eclipse que estuviera en su camino.

Allam llegó a la celda y se fijó que había un guardia frente de ella. Allam salió de la nada y le dio un puñetazo al guardia, para después estrellar su cabeza contra el suelo varías veces, hasta matarlo.

Los prisioneros veían con asombro al soldado antiguo, el cual se veía en total oscuridad debido al reflejo de la luna sobre el.

Allam: Los voy a sacar de aquí, a todos. ¿Que les parece un poco de venganza? -dijo el soldado antiguo y los prisioneros empezaron a murmurar entre sí.

Allam: Lo tomare como un sí -dijo el soldado antiguo, para después tomar las llaves del cadaver del guardia y abrir las puertas de las celda.

Allam: Usen los arbustos y la hierba alta para esconderse, mate a varios de estos bastardos y sus armas están tiradas por ahí. Cuando de la señal, ustedes empiezan a atacar -les dije y estos asintieron.

Los prisioneros salieron de la celda y empezaron a armarse con las armas y armaduras de los Eclipse muertos. Allam estaba escondido en uno de los arbustos, esperando a que ellos terminaran de armarse.

Uno de los prisioneros se acercó a Allam y le tocó el hombro.

Prisionero: Estamos listos. Debes de saber, ahí abajo hay están varias de nuestras mujeres jóvenes, necesitamos que las salves también -dijo el hombre, a lo que Allam asintió.

Allam: Las sacare de ahí. ¿Por si acaso, de que tribu son ustedes? -le preguntó el soldado al hombre.

Prisionero: Utaru. ¿Que hay de ti? -dijo el hombre, tomando por sorpresa al soldado antiguo.

Allam: No tengo una, soy un Antiguo -dijo el soldado, haciendo que el prisionero Utaru lo mirara con confusión.

Antes de que el hombre pudiera responder, Allam salió del arbusto y le clavó su cuchillo en la garganta a un soldado Eclipse que estaba pasando, para después darle un tiro en la cabeza.

Allam sacó su cuchillo y despegó el cadaver de él. El soldado antiguo paso de la pistola a su carabina.

El disparo alertó a los Eclipse, los cuales gritaban confundidos. Los Utaru empezaron a atacar con eficacia y brutalidad a los sectarios, ni siquiera dándoles tiempo a registrar que estaba pasando.

Allam: Agitamos el avispero -dijo el soldado antiguo, observando la batalla.

Las alarmas empezaron a sonar por todo el complejo y soldados Eclipse empezaron a llenar el patio. Eran más de lo que Allam pensaba que eran.

Allam: Es hora de hacer las putas chimichangas -dijo el soldado antiguo, poniendo su carabina en ráfaga.

Allam empezó a dispararle a los soldados Eclipse, todos caían como moscas.

Eclipse: ¡Es el Antiguo! -grito uno de los soldados, para después ser acribillado por el soldado antiguo.

Un soldado Eclipse trató de atacar a Allam con su espada, pero el hombre rodó y evitó el ataque, a pura suerte.

Allam empaló a un soldado con su bayoneta en el pecho, para después sacarla e insertarla debajo de su mandíbula. Allam presionó el gatillo y los sesos de aquel soldado salieron volando por los aires.

Eclipse: ¡Maten a ese maldito Antiguo! -grito otro de los soldados.

Allam siguió disparando contra los soldados Eclipse, abriéndose paso a través del campo de batalla. El soldado antiguo se acercó a un soldado y lo desarmó, para después agarrarlo y usarlo como escudo humano.

El soldado antiguo vacío su cargador en unos cuantos soldados más, para después soltar al otro soldado Eclipse y darle una patada, para rematarlo con la pistola.

Allam recargó su carabina y prosiguió hacia la entrada del túnel.

Un par de Utarus corrieron a su lado y se lanzaron a pelear contra unos soldados Eclipse que intentaron detener al soldado antiguo.

Allam siguió bajando por el túnel, encontrándose con más Eclipses y a un Krestel. Por lo que parecía ser, aquel lugar era un antiguo estacionamiento, al juzgar por los autos oxidados.

Allam mato al resto de soldados con su carabina, ni siquiera dejando que se defiendan. El Krestel uso su arco para disparale al soldado antiguo, pero Allam le había disparado a él primero, dándole en el abdomen, tumbando al hombre al suelo.

Más Utarus empezaron a bajar al estacionamiento y empezaron a liberar a aquellas mujeres que los Eclipse tenían encarceladas. El Krestel miraba al soldado antiguo con odio.

Allam se acercó al hombre y le dio una patada en la cara, trayéndolo al suelo. Allam se montó sobre el hombre y le quitó el casco, para después golpearlo con el.

Allam: ¿No se pudieron...quedar muertos, eh? -dijo el soldado antiguo, para atrapar el brazo del Krestel y romperlo.

Allam: ¿Ustedes no saben rendirse? -dijo el soldado, para darle un puñetazo al hombre, rompiéndole la nariz.

Allam: No importa cuanto de ustedes yo mate, siempre hay más -dijo el soldado, para después quebrar la clavícula del hombre y volver a golpearlo con el casco.

Allam: ¿Creyeron que no los iba a encontrar? Pues que equivocados que están. Voy a matarlos a todos y cada uno de ustedes...voy a perseguirlos hasta el fin del mundo...y no descansaré hasta que cada uno de ustedes esté muerto...ustedes y su estúpido culto -dijo el soldado, mientras golpeaba con cada vez más odio al hombre, hasta dejarlo al borde de la muerte.

Allam: Mírame...mírame cuando te hablo, bastardo infeliz -amenizó el soldado, haciendo que el Krestel lo viera.

El hombre tenía una mirada de terror en su rostro, la presencia del soldado antiguo era de pesadilla para el.

Allam: Te dire lo mismo que le dije a Helis. Mira al cielo y deja que tu fanatismo te mate -dijo el soldado antiguo, para después golpear por última vez al hombre.

Allam se levantó y apuntó con su pistola al hombre, aparentando el gatillo y matándolo.

Allam empezó a escuchar el pitido de un detonador y se fijó que los Eclipse dejaron cargas para derrumbar el lugar.

Allam: ¡Mierda! -grito el soldado, para empezar a correr hacia la salida.

El hombre salió por los pelos, la explosión destruyéndolo todo y enterando a quien estuviera ahí abajo.

Allam se fijó en la destrucción que el y los Utaru habían causado. He de decir, que los Utaru sabían pelear. Si lograron sacar a los Carja del Oeste Prohibido antes, no tendrían problemas en acabar con estos soldados Eclipse.

Allam empezó a caminar a la salida del asentamiento y se encontró con los prisioneros Utaru, celebrando su libertad.

Allam se acercó a los Utaru y estos estaban gritando de la felicidad.

Utaru: Gracias por ayudarnos desconocido. No creo que muchos de nosotros pudiéramos haber sobrevivido por más tiempo ahí - le agradeció aquel Utaru con el que habló antes de empezar el combate.

Allam: No hay de que, es un placer ayudar. Estaban persiguiendo a estos cabrones desde Luz Baldía. ¿Estarán bien? -le explicó el soldado antiguo al hombre.

Utaru: Lo estaremos. Oye, cuando estuvimos hablando, mencionaste que no tenías una tribu y que eras un Antiguo. Además, aquellos esclavistas te llamaron Antiguo también. ¿Eres un Antiguo de verdad? -le preguntó el hombre, a lo que el soldado antiguo asintió.

Antes de que aquel hombre tan siquiera pudiera hacer su primera pregunta, Allam lo interrumpió.

Allam: Es una larga historia. No estoy aquí porque quiero. En el Oeste Prohibido, a eso me refiero -explicó soldado antiguo.

Utaru: ¿De donde viniste? -le preguntó el hombre con curiosidad.

Allam: Del este, de las tierras de los Nora. No creo que los conozcas -le respondió el soldado antiguo sin muchos problemas.

Utaru: ¿Nora? Eso es bastante lejos. Se que no son mis asuntos, ¿pero que estás haciendo aquí? Estás demasiado lejos de casa -le preguntó el hombre.

El soldado antiguo soltó un suspiro cansado, cansado de tantas preguntas.

Allam: Estoy buscando a mi esposa. No creo que la hayas visto. Ella es algo más baja que yo, de cabello rojo como el fuego y es una diestra cazadora -le explicó el soldado antiguo.

Utaru: No la he visto, pero quizás, el Coro la vio -dijo el hombre, ganándose la atención del soldado antiguo.

Allam: ¿El Coro? -pregunto el hombre.

Utaru: Sí, son los líderes de mi tribu. Viven en la capital, Cantollano. Ella quizás haya pasado por ahí. Si quieres te puedo presentar ante ellos y tú les podrás preguntar por tu esposa -dijo el hombre, dándole un rato de esperanza al soldado antiguo.

Allam no sabía si debía de tomar el riesgo, pero el estaba sin pistas y necesitaba encontrar a su esposa. Si aquel Coro le podía ayudar, el soldado antiguo debía de tomar aquel riesgo.

Allam: Bien, será mejor que nos pongamos en marcha -dijo el soldado antiguo, a lo que aquel Utaru asintió con una sonrisa.

Allam y el grupo de prisioneros Utaru emprendieron marcha hacia la capital de los Utaru, Cantollano. Allam iba con la esperanza de encontrar alguna pista sobre su amada y su paradero.






























Lamento la tardanza, había tenido un bloqueo como escritor debido al estrés. Ha sido una semana algo dura para mi si les soy sincero.

¡Espero y hayan disfrutado el capituló, nos vemos en la próximamente!

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