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Capítulo 18


El camino nunca lo había sentido tan largo como ese día. Con la mano tocando su corazón ella regresaba a casa para desahogarse, esos encuentros con su ex no le hacían bien, no ahora que por fin tenía más razones para olvidarlo, pero aunque no quisiese admitirlo Deidara marcó su vida de manera radical y el daño que le causó aquella tarde de abril todavía tenía secuelas en su interior.

"Estúpido ¿cómo se atreve a decirme esas cosas?" sus pensamientos no le permitieron estar al tanto cuando chocó con Sai, éste la veía preocupado, Ino miró a su alrededor dándose cuenta de que ya había llegado a su casa, por suerte.

—Ino ¿qué te ocurre? ¿por qué estás..?

—Sai, cállate por favor. Estoy... ¡estoy bien maldita sea! Estoy como nunca...

Sí, ella estaba como nunca, como nunca quiso estar. Sai veía como la rubia sostenía una mirada de por favor ya no sigas preguntando, pero muy en el interior sabía que ella necesitaba desahogarse, pero era terca cual mula.

—¿Ah sí? ¿por qué lloras entonces?

—¿Y a ti desde cuándo te importa? —replicó molesta mientras se dirigía a la puerta de su apartamento, se detuvo para buscar las llaves en su bolsa, pero no las encontraba— Además... ¿qué haces aquí?

—Bueno... Soy tu novio ¿no se supone que me deba de importar? Vine a visitarte y... Te encontré, bueno, chocaste conmigo y ahora estamos aquí, contigo llorando y yo queriendo saber el porqué.

—¿Quieres saber por qué? Bien, tiene nombre y es Deidara.

—¿Qué te hizo ese idiota? —indagó molesto.

—Nada que pueda interesarte ahora... ¡maldición! ¿Dónde están mis llaves? —Ino sacudió su bolsa haciendo que todas sus cosas cayeran al piso, incluso su maquillaje más caro había caído quebrándose con el impacto, le dolió, pero en esos momentos lo de su maquillaje era un rasguño comparado con la ira que tenía desde hace rato, no importaba, nada de lo que en ese momento pasaba importaba, quería entrar y encerrarse para quizá no volver a ver la civilización por una semana.

—Aquí —levanto su pálido dedo mostrando unas relucientes llaves.

—¿Cómo..?

—Se te cayeron cuando chocaste conmigo. Ahora cuentame que te hizo ese hijo de perra y te daré las llaves.

"Bien jugado amor" pensó Ino con una cínica sonrisa, o eso quería mostrar ya que sus labios temblaban como si estuviera en alaska sin nada que la cubriese, quería llorar, romper algo (quizá la cara de Deidara) gritarle al cielo porqué, de todos los tormentos debía soportar la injusticia de lidiar con alguien quien se supone que ha olvidado.

—Está bien. Entremos, haré té porque necesito mi jodida dosis de té blanco y te contaré todo.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo.

.

.

.

Las tazas humeantes se encontraban una a la par de otra en aquella mesita de caoba, frente a ellos, Ino y Sai se encontraban en el sofá, listos para la historia.

—Muy bien —suspiró tratando de reacomodar las palabras, Sai puso su mano sobre la de Ino, un tacto tan agradable para la chica quien no había tenido una mano que la sujetara así desde hace mucho— Todo comenzó con mi rebeldía...


Estaba cansada de muchas cosas, mi papá era una, desde que mi madre murió había adoptado el vicio de la bebida y cada que llegaba a casa era un desastre el que dejaba, jamás llegó a tocarme por suerte, pero no podía soportar vivir en una casa donde la armonía y el amor se habían ido con mi madre en aquél ataúd.

Las discusiones pasaron de tres veces a la semana, a tres veces al día. Según él, yo era la rebelde que se escapaba a fiestas y no quería estudiar, pero la culpa era de él desde mi opinión. Entonces una noche lluviosa, mientras mi padre se encontraba tirado en el piso de la cocina, tomé mis maletas y con lo que había estado ahorrando de la paga que me daban en un pequeño trabajo como aseadora en una bodega, fui al aeropuerto y tomé el primer avión que me llevara lejos de Japón.

En este caso, me llevó a Estados Unidos, más específico a Malibú. Conseguí dónde quedarme y aunque no era bilingüe me las ingenié para poco a poco ir aprendiendo más sobre el inglés. Tenía que trabajar para vivir, así que comencé dando clases de surf, no ganaba lo que esperaba pero me alcanzaba.

Una tarde, decidí ir a la playa no como surfista, sino como alguien que tan sólo quería tener sus pies cerca de la orilla, donde el mar conocía la playa.

¿Vienes a menudo por aquí?

Me giré a ver al dueño de esa voz, era apuesto y rubio, sus manos se encontraban en su cadera mientras me veía con la esperanza de que no lo dejara con la pregunta en el aire.

Sí.

—Esta playa tiene hermosas visitantes, entonces.

Reí por su comentario, me di la vuelta para quedar frente a él.

—Te falta mucho para hacerme un cumplido —respondí mientras sonreía y mis brazos se cruzaban retándolo.

—Me agradas rubia ¿cuál es tu nombre?

—Ino.

—Ino —pronunció mi nombre como disfrutando cada letra que lo componía. Sonrió y en ese momento sentí algo en mi interior quemarse.

Yo soy Deidara.

Ese día conocí el nombre de la persona que me enseñaría lo que el amor era capaz de hacer.














N/A: Hola 💕💖
La historia de Deidara e Ino es un poco extensa por lo que en el siguiente capítulo seguirá la continuación. ¿Cómo les resulta la historia? Sus opiniones son bienvenidas ~✨

—Zein.

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