La puerta se abrió mostrando a Sai, Ino se levantó pero con la mismo volvió a dejarse caer sobre el asiento. Quería gritarle pero sabía que ese no era el lugar indicado, lo mejor sería que esperara con calma, de todas maneras Sai le prometió que le explicaría todo y ella no veía en Sai a alguien mentiroso, tranquilidad y paciencia, dos cosas que casi nunca juntaba pero sin embargo en esos momentos necesitaba.

—¿Cómo te fue? —preguntó su hermano mientras estaba de pie. Sai sonrió de una manera especial.

—Bien. Firmé el contrato, la siguiente semana comienzo.

—¡Felicidades Sai! —no esperó mucho el de cabellos grises y se abalanzó hacia su hermano.

Ambos hermanos se abrazaron. Ino tan solo veía la escena con una sonrisa de labios sellados, al separarse Sai se acercó a ella y la guió por el pasillo no sin antes haberse despedido de Shin.

—¿Cómo estás?

—Deseable ¿y tú?

—Igual o mejor que tú.

Ino alzó una ceja divertida mientras empujaba a Sai en son de broma. Llegaron a la salida y el azabache le indicó que lo siguiera.

—¿A dónde piensas llevarme? —indagó Ino.

—Ya que ahora no trabajo en Izanagi's te invitaré el té en mi casa. Bueno... Eso si es que quieres.

—Aceptaré pero con dos condiciones.

El pálido se detuvo girándose a ver a la rubia, no sabía cómo o porqué, pero cada instante le parecía más linda.

—¿Puedo saber las condiciones? —preguntó seriamente.

—1. No metas mano donde no debes, estoy deseable lo sé pero mantente tranquilo ¿vale? —dijo Ino causando una sonrisa divertida en Sai—  2. Deberás contarme lo acordado sin tratar de esquivar la conversación.

—Bien, no hay problema.

—[✨]—

Al entrar al apartamento los ojos de Ino se dilataron con horror, todo era un desastre, habían cajas de pizza, envoltorios de dulces, latas de refrescos y otros enlatados en el suelo. La alfombra de bienvenida estaba viscosa y seguramente no quería saber de qué. Ino respiró hondamente, no, ella no era fanatica del desorden y ese lugar, ese desordenado lugar había bajado las expectativas de la hora del té en casa de su... ¿qué? ¿novio? Bueno, aun no aclaraban del todo ese tema pero era un hecho de que la morada de Sai necesitaba limpieza urgente.

—Sai este lugar es un asco.

El azabache se giró a verla, llevó su mano a su mentón y luego examinó el lugar.

—No lo negaré, este lugar es un desastre... No tan diferente de mi vida.

Ino fruncio el ceño.

—Antes de hacer algo debemos limpiar aquí. No puedes invitar a tu novi–... Digo a alguien a este cuchitril —espetó Ino con cierto rubor. Sai se inclinó hasta acercar su rostro al de Ino.

—Como usted mande, belleza.

Y la besó.

—Tus labios son adictivos —añadió Sai. Ino tan sólo le empujó sonrojada provocando una sonrisa en él.

—¿Ti-tienes guantes?

—¿Para qué?

—No pretenderás que toque esta basura de... Quién sabe cuantos días con mis manos descubiertas. Guantes y bolsas para basura necesitaremos, hay que limpiar este lugar Sai.

—Entiendo, bueno, iré buscar las cosas, ya regreso.

—Ok, esperaré aquí. No quiero ahogarme en este mar de basura.

—De ser así iría a salvarte.

Ino negó divertida para luego suspirar al ver cómo Sai se perdía entrando a una de las habitaciones. Se tocó los labios y el recuerdo de ese beso la abofeteó por completo.

Novios... Sí, tal vez si lo eran.

Caminó hasta la cocina y se arrepintió al instante, era igual o peor de desastre que la entrada. Vaya que sí debía ayudarle a limpiar.