Capítulo 13
Visitar a su abuela no era algo que hacía constantemente, por lo que recibía las quejas de la anciana y su típico sermón de algún día me voy a morir y no sabrás dónde poner el culo cuando suceda. Sin embargo, Ino le volvía a explicar el por qué de su ausencia.
—Abuela, deja de regañarme. Ya te dije que estaba ocupada estos días.
—Me importa una mierda.
—¡Abuela esa boca por favor! ¿Dónde quedaron tus modales?
—Junto a mi juventud —se señaló burlonamente— ¿Ves? No hay no existe.
—Basta por favor, ya te he dicho la verdad.
—¿La verdad? La única verdad aquí es que a veces creo que ni siquiera te acuerdas de la existencia mía.
—Sí me acuerdo —titubeó. Dejó caer su espalda sobre el respaldo de la silla, contemplando la taza de té frente a ella. Su abuela era terca.
—¿Quién te ha mantenido ocupada? Porque tu trabajo no es.
Ino sonrió inconscientemente, dio un sorbo a la humeante taza y carraspeo nerviosa. Un azabache, sí, eso la ha mantenido ocupada tanto como para incluso no poder conciliar rápidamente el sueño.
—Su nombre es Sai, lo conocí en una cafetería cerca de aquí.
La anciana sonrió al percatarse del tono de voz que había hecho uso la rubia.
—Vaya ¿y es lindo?
—En efecto, es bastante atractivo. No te imaginas las nalgotas que se carga —rió contagiando a su abuela de la risa. Si bien no solía fijarse en cosas como esa ella hacía una excepción con él.— Está enamorado de mí, o eso supongo. Es algo tímido pero estoy segura que ha de ser uno de esos pervertidos de closet.
—Ay Ino, no cambias. Y ¿cuándo conoceré a tu novio?
—Cuando tenga uno.
Debajo de aquellos párpados arrugados un brillo de confusión destelló en esos ojos. Analizó a su nieta, sus jóvenes codos reposaban sobre la mesa, sus azules ojos denotaban cierta inconformidad y sus labios dibujaban un corta línea que quizá lo hacía para ocultar alguna molestia.
—Pensé que ese Sai era tu novio.
—Pues has pensado mal, como siempre. —respondió de mala gana— Es verdad que le gusto. Pero, no estoy interesada en eso.
—¿A qué te refieres con eso?
—A que se aburran de mí de nuevo.
Ino mordió su labio inferior mientras este temblaba, no, ella no quería darle la oportunidad de invadir su corazón y que luego lo quiera desechar.
—Ino, no todos son iguales. Si Deidara te lastimó no quiere decir que tu hagas lo mismo con ese joven, así como tú has sido la víctima, para él estás siendo el detonador.
Sus palabras se colaban por su mente llevándole entre sus recuerdos ha ese momento donde lo vio desesperado, preguntándole qué había hecho mal mientras ella le sugería alejarse.
—He sido muy mala con él ¿verdad? —susurró con voz a punto de colapsar. La anciana asintió, pero de todas maneras Ino aún no se sentía completamente segura de intentar entregar su corazón nuevamente. Una vez más la imagen de Sai inundado por la desesperación llegó, se percató de que era cierto, ella estaba lastimándolo.
—¿Ino? —dijo la mayor al ver que la rubia solo veía un punto fijo en la mesa mientras las lágrimas salían.
—Temía que se lastimara con ese "falso" amor que según él siente por mí y por eso intenté alejarlo por temor a que pasara lo mismo que yo. Pero he sido yo misma y mis inseguridades lo que más daño le ha hecho.
—¿Cómo te sientes?
—Sinceramente avergonzada.
—✨—
Mientras regresaba a casa se encontró con Sai, el pálido le invitó un croasaint que vendían en un camión de comida ambulante. Mientras esperaba lejos del camión, sintió una mano posarse sobre su hombro al darse la vuelta fruncio el ceño al ver quien era.
—¿Qué demonios haces aquí Deidara? —indagó entredientes, sus puños ejercían una fuerza que causaba que sus nudillos cambiaran de color.
—¡Hola también! Yo estoy bien Ino ¿y tú?
—Lárgate.
—¿Sigues molesta? Cariño si tanto quieres volver sólo dilo.
—¿Ya te cansaste de Kurotsuchi? —preguntó sarcásticamente, Deidara sólo sonrió y suspiró, Ino no cambiaba para nada. Se acercó más para analizarla de cerca más la rubia ni se inmutó.
—Extraño el aroma de tu perfume —susurró haciendo que Ino levantara incrédulamente una ceja.
—Te lo vendo entonces.
—Escuché que aún estas dolida por nuestra ruptura.
—Sí, estaba.
—¿No lo niegas?
—¿Por qué habría de hacerlo? Te extrañé.
—Ya veo. Bueno ¿qué opinas de regresar? —preguntó mientras intentaba besarla. La chica puso una mano entre su boca y la de él, impidiendo el beso.
—No, gracias. Eras una costumbre, no una necesidad.
—¿Qué? Pe-pero.
—Adiós —dijo la Yamanaka mientras se dirigía dónde Sai, quien ya tenía la comida lista. Deidara bufo molesto, ahora comprendía que su recuerdo estaba siendo reemplazado.
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