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Epílogo

Tomó alrededor de tres años para que las barreras, que dividían el país de la pequeña nación de híbridos en H.O.P.E., fueran derribadas. La República de Corea del Sur ahora incluía a los híbridos en su constitución y en los proyectos de acción que preparaba el gobierno para sus habitantes. Ahora, ellos también eran reconocidos como parte de la sociedad coreana, aunque no faltaban algunos opresores que aún estaban en contra de los cambios.

La lideresa, Im YooNa, había logrado formar alianzas estratégicas con los nuevos gobernantes, y gracias a ella también se había permitido que hubieran representantes híbridos dentro del gobierno. Nadie sabía mucho de su historia, pero todos le tenían mucho respeto y aprecio por ser una mujer muy dedicada y amable con su pueblo. Se rumoreaba que durante sus descansos se quedaba viendo el inmenso panorama de la isla a través de las paredes de vidrio de su oficina, en silencio, tan solo observando, quizá anhelando. Era difícil saberlo, la mujer era impenetrable como el acero, aunque con una apariencia tan delicada como la de una flor.

Por otro lado, las cosas en la vida de KyungSoo y JongIn habían marchado bien, no podían quejarse de mucho realmente; tenían un departamento amplio con los ambientes suficientes para vivir, la comida no faltaba y sus amigos estaban siempre para ellos. JooHyun y JunMyeon los visitaban seguido, algunas veces también traían a sus pequeños para saludar.

Debido a que la tecnología en H.O.P.E. era muy avanzada, Mark había logrado recibir una operación, la cual consistía en reconstruir su columna vertebral; un procedimiento bastante arriesgado, porque además era el primer paciente que se sometía a ella. Sin embargo, esta fue todo un éxito. Posteriormente, el joven humano comenzó las sesiones de rehabilitación para recuperar la movilidad de sus piernas, durante dos años y medio. Al principio fue tan difícil que cualquiera habría tirado la toalla, pero Mark tenía tanta voluntad que no se vio desanimado en ningún momento, ni siquiera después de tantos años. Los resultados se comenzaban a mostrar poco a poco.

Sus vidas estaban llenas de tranquilidad, estabilidad y ahora podían sonreír con más frecuencia que antes, aunque no todo era de color rosa. La parte gris llegó un tiempo después de haberse instalado, tanto como para KyungSoo como para JongIn.

El híbrido lobo había estado sintiendo algunos malestares en su cuerpo, como calambres en las piernas, sus brazos se entumecían por las noches y muchas veces el aire parecía no llenar del todo sus pulmones. KyungSoo lo convenció de visitar a JunMyeon para realizarse unos chequeos, pero este les sugirió ver a otros especialistas más para obtener resultados más completos. Finalmente, se llegó a la conclusión de que los malestares que sentía se debían al sobreesfuerzo que su cuerpo hacía cada vez que se convertía en un lobo completo. Era de conocimiento público que los híbridos no eran animales completos y que sus cuerpos no estaban hechos para soportar los cambios; no obstante, JongIn se había visto obligado a hacerlo durante casi toda su vida para sobrevivir. Eso le estaba pasando factura ahora.

El doctor le recetó medicamentos para el dolor y terapia para fortalecer sus músculos y pulmones. Su esperanza de vida dependería de la calidad de vida que tuviera de ahora en adelante. Al salir del consultorio, KyungSoo miró a JongIn y le aseguró que se encargaría de hacerlo vivir muchos años a su lado. JongIn por supuesto que confiaría en esa palabra.

Los dos pasaban su vida junto al otro, sin perturbaciones y con una tranquilidad que a veces los hacía desear algo más. Durante tres años habían intentado volver a concebir, pero la tan ansiada llegada jamás ocurría y tal vez nunca lo haría de nuevo, ya que su útero aún no se encontraba en las mejores condiciones, se seguía recuperando de la abrupta pérdida. Ese resultado había arruinado por completo el deseo de ser padres otra vez. Sin embargo, esta vez fue JongIn quien le aseguró que algún día lo lograrían, que no debían perder la esperanza. KyungSoo, por supuesto, decidió confiar en sus palabras.

Y de esta manera era como vivían su vida, dejando que todo transcurriera como debía ser y viviendo su amor sin limitaciones. JongIn consiguió un trabajo como agricultor, en donde podía cosechar todo el zapallo que quería, y del cual era fan; mientras que KyungSoo trabajaba como auxiliar en una escuela de niños híbridos, ayudando a JooHyun.

Por lo general, desayunaban muy temprano, almorzaban junto con Mark y pasaban el resto de la tarde y noche en compañía del otro.

—He estado pensando que podríamos abrir un restaurante —dijo JongIn, mientras estaban recostados sobre la cama.

—¿A qué se debe esta repentina propuesta? —preguntó KyungSoo, tomando una mejor postura para quedar cara a cara con su pareja.

—Que tu comida es demasiado deliciosa como para ocultarla del mundo. Estoy muy honrado de ser uno de los pocos que la prueba a diario, pero creo que ya es tiempo de que otros también lo hagan. ¿Qué opinas?

No era una mala idea, ya que de esta forma podrían pasar más tiempo juntos y JongIn ya no tendría que hacer demasiado esfuerzo físico. Además, Mark también podría volver a sentirse más activo si administraba el negocio.

—Tal vez podría considerarlo —respondió KyungSoo.

JongIn lo atrajo hacia su pecho, le dio besos en la coronilla y aspiró su aroma. KyungSoo siempre olía a loción de jazmines, pues era muy fan de usarlas cada vez que salía de la ducha, y al híbrido lobo le encantaba aspirar la combinación de la fragancia con el aroma natural de su compañero. Lo hacía más irresistible para él, tan exquisito que casi todas las noches le era difícil no poner sus manos sobre el felino y repartir besos por todo su cuerpo.

—Oye, ¿no íbamos a dormir? —preguntó KyungSoo cuando los labios de JongIn hicieron su camino desde su cabeza hasta su cuello y se estancaron ahí para lamer y besar.

—Podemos dormir después —balbuceó todavía con la boca pegada en su cuello—. Ahora quiero amarte.

Y cuando JongIn comenzaba, era muy díficil que KyungSoo se resistiera a sus caricias, ya se había vuelto adicto a ellas y al calor que el cuerpo de su amado le proporcionaba. Con débiles gemidos, KyungSoo despertó el deseo más intenso dentro del lobo, quien subió de nivel sus besos. En la boca del otro siempre podían encontrar el manjar más exquisito que hayan podido probar en toda su vida. Y mientras sus lenguas danzaban al ritmo de la vibrante pasión, sus ojos brillaban en un ardiente rojo y amarillo que iluminaba toda la habitación.

Algunas noches eran más largas que otras, algunas veces también eran tiernas, pero otras eran tan apasionadas que el cuarto entero ardía con ellos. En cada encuentro conocían algo diferente de ellos mismos y de su pareja, por lo que nunca podían tener suficiente. El mito sobre las almas gemelas parecía un hecho real para ellos, porque encajaban a la perfección y no podían contemplar un escenario diferente en donde su vida se pueda ver tan llena como lo estaba ahora, justo al lado del otro.

—Te amo —jadeó el lobo en la boca de su pareja. Recibió un gemido a cambio cuando su miembro tocó su punto más placentero la de su pareja.

—Ah... JongIn...

KyungSoo trató de componerse para devolverle la confesión, pero JongIn intensificó sus movimientos, haciendo que sus sentidos se nublaran por completo debido al placer que estaba sintiendo. Pero no necesitaba decir nada a través de palabras, pues al mirarse a los ojos podían conocer cada verdad que su alma decía.

Y eso era más que suficiente.








~∆•∆~

Cada día era diferente en H.O.P.E. porque siempre había algo que hacer y eso, muchas veces, terminaba en una nueva anécdota para contar. Como la vez en la que JooHyun llegó a su puerta para contarles que iba a traer otro bebé híbrido al mundo, o como cuando JunMyeon recibió una medalla de honor por sus descubrimientos para la medicina.

O como aquel día en el que tocaron la puerta y KyungSoo fue a atender, encontrando a JooHyun y a Mark.

—Buenos tardes, queridos amigos y vecinos —saludó muy contenta empujando la silla del joven humano hacia adentro.

—¿Qué hacen juntos? —cuestionó KyungSoo, cerrando la puerta tras ellos.

—Hola, JooHyun —dijo JongIn mientras salía del cuarto para recibirla. Apenas acababa de llegar del campo—. Hey, Mark, ¿saliste temprano de la terapia?

—Dije que iría por ti —interrumpió KyungSoo—. JooHyun, no te hubieras molestado. Si JunMyeon te ve empujando esta silla en tu estado, de seguro se enoja mucho.

—Ay no, nada de eso. Este conejito es fuerte como un roble y yo soy una madre muy cuidadosa.

—Hyung, no te enojes, JooHyun noona no empujó la silla, yo usé mis brazos —explicó Mark.

—Sí, tal y como dijo el jovencito. Vine a acompañarlo porque tiene algo que decirles y no quería perdérmelo —dijo la híbrido.

—Dios... Espero que no hayas embarazado a alguien —dijo KyungSoo.

—¡Hyung! ¡Claro que no!

KyungSoo suspiró aliviado, porque aunque ahora Mark fuera mayor de edad, aún era demasiado joven como para convertirse en padre.

—Entonces, ¿qué es lo que tienes para decirnos, Mark?

El chico le lanzó una mirada cómplice a JooHyun, a la cual ella respondió con una sonrisa traviesa y asintió. JongIn se detuvo al lado de KyungSoo, muy atento a la escena.

—En realidad, no es contar algo... —Mark colocó sus manos en los brazos de la silla de ruedas y se agarró bien de estas—... Es verlo.

Hizo algo de esfuerzo y despegó su trasero del asiento y también sus manos abandonaron el apoyo. Luego, avanzó unos pasos hacia KyungSoo, quien veía atónito la situación.

—Estás...

—¡Caminando! —exclamó feliz—. Estoy caminando, hyung, ¡puedo hacerlo!

Más que decirlo con palabras, KyungSoo demostró su felicidad abrazando muy fuerte a Mark y llorando sobre su hombro. La emoción lo desbordaba en sobremanera, no podía creer lo que estaba viendo. Cuando te acostumbras a algo, cualquier cosa diferente se vuelve en una rareza, como en un sueño. La nueva realidad de KyungSoo era ver a Mark vivir en una silla de ruedas, y por más que sabía que eso podría cambiar en algún momento, no dejaba de ser una escena impactante de presenciar.

—He vuelto a ser yo, hyung.

KyungSoo se alejó un poco para observar su rostro y acunarlo entre sus manos

—Nunca dejaste de serlo, mi pequeño hermano.

JooHyun sacó un disparador de confeti para celebrar y aplaudió con mucha energía, contagiando a JongIn, quien se unió a su ruidosa celebración.

—Necesitamos abrir una botella de champagne —dijo la híbrido.

—Pero tú no puedes tomar, JooHyun —advirtió KyungSoo con una media sonrisa en los labios, la cual desapareció un segundo después, cuando un extraño reflujo lo atacó de sorpresa.

KyungSoo se llevó la mano a la boca, sorprendido.

—Uuuh... Creo que no seré la única que no podrá tomar.

La híbrido dejó la sugerencia en el aire, haciendo que KyungSoo volteara a ver a JongIn con los ojos bien abiertos.

No podía ser posible, pero tal parecía que ese día traía dos hermosas sorpresas juntas.








~∆•∆~

El restaurante de KyungSoo y JongIn no podía ir mejor, se había convertido en el más popular de la isla y el más aclamado también, después de unos meses de su apertura. JongIn no bromeaba cuando decía que KyungSoo tenía un don para la cocina, sobre todo con su plato estrella, su tan increíble crema de zapallo. No había híbrido en H.O.P.E. que no hubiese visitado el restaurante, hasta la misma Im YoonAh los había deleitado con su presencia alguna vez. En el corto tiempo que tenían atendiendo, habían logrado ganarse el cariño de sus comensales.

Eran un equipo grandioso, Mark administrando el negocio, JongIn abasteciéndolo de los ingredientes, mientras que KyungSoo cocinaba. Debido al crecimiento del restaurante, tuvieron que contratar a más personas para apoyarlos tanto en la cocina como en la atención. El local, que llevaba el mismo nombre de su antiguo mejor amigo "MinSeok", le había dado trabajo a híbridos de toda edad, por lo que se estaban convirtiendo en un símbolo de luz para todos los que deseaban una oportunidad en el mundo.

—KyungSoo, el cliente de la mesa siete no quiere cebollas en su sopa —avisó el híbrido con el que había cruzado mirada en la ceremonia de bienvenida, tres años atrás. Ahora trabajaba como mesero en el restaurante, y aunque era bastante hermoso, su cicatriz en el rostro solía desviar toda la atención; sin embargo, muy diferente de aquella vez, parecía ya no importarle ese detalle.

—Está bien, lo anoto.

—¿Quieres que te ayude con eso? —preguntó un auxiliar de cocina al ver que KyungSoo se estaba sobando su abultado vientre con más frecuencia.

Estaba en el último mes de embarazo, lo cual suponía más esfuerzo para su cuerpo, así que debía tomar descansos prolongados, pero ahí seguía, de pie y a cargo de su negocio.

—Deberías descansar —sugirió el mesero—. Podríamos encargarnos nosotros.

—No, chicos, estoy bien —afirmó—. Es solo que el bebé está más inquieto hoy.

—¿Estás seguro?

—Sí, yo conozco a mi bebé.

—Ah... KyungSoo, ¿te estás orinando? —señaló el cocinero a su lado.

—¡Es su fuente! KyungSoo, has roto fuente, ¡el bebé ya viene! —advirtió el mesero.

—Oh Dios...

Sin esperar un segundo más, el mesero corrió a buscar a Mark para contarle lo ocurrido, y este llamó de inmediato a JongIn, le avisó que lo estaría llevando al hospital y que se encontrarían ahí. Mark dejó a cargo del restaurante a un amigo híbrido pudu llamado DongHyuk, quien era actualmente su asistente.

KyungSoo fue subido al taxi en medio dolores y agitaciones. Mark se aseguró de no soltar su mano durante todo el trayecto, a pesar de que su hyung casi se la estuviera destruyendo. Al llegar, el equipo de emergencias les brindó una silla y lo dirigieron a un cuarto para ponerlo en observación. JongIn llegó poco después y tan pronto como lo hizo, corrió hacia la habitación para estar al lado de su pareja.

—Ya estoy aquí, amor. Todo saldrá bien —le susurró muy cerca al oído y besó su mejilla.

—Duele demasiado, JongIn, es casi insoportable. Quiero que ya lo saquen.

—Solo un poco más, cariño.

El doctor llegó al cuarto junto con el equipo médico, realizarían la operación ahí mismo. El bebé nacería por cesárea, ya que KyungSoo era un híbrido masculino que contaba con un útero, mas no con una zona adecuada para expulsar al feto.

—Muy bien, señores, vamos a comenzar.

El procedimiento era bastante incómodo para KyungSoo, pero JongIn intentaba distraerlo un poco, aunque él también estuviera muy nervioso. Mientras los minutos pasaban, las plegarias de los padres primerizos y de sus más cercanos, que esperaban afuera, se intensificaban. KyungSoo no dejaba de mirar al médico, esperando por alguna noticia, pero este se mantenía tan imperturbable y muy enfocado en la cirugía, que no se atrevía a preguntar. Aguantó la respiración durante prolongados momentos hasta que su ansiedad se disipó cuando el llanto de un bebé inundó toda la habitación.

—Felicitaciones, es un niño —anunció el doctor—. ¿Le gustaría cortar el cordón umbilical?

JongIn se apresuró a ir con el doctor para cortar el cordón. Fue entonces cuando conoció a su bebé. Era hermoso ante sus ojos, perfecto y lo más preciado de su mundo, no podía dejar de verlo.

La enfermera tomó al bebé para limpiarlo y cubrirlo con una manta azul. Luego, se acercó a los padres para entregárselo.

—Con cuidado —dijo la señorita, mientras lo colocaba en los brazos de KyungSoo.

—Míralo, amor, es perfecto —dijo JongIn, admirando con ternura a su cachorro.

El bebé tenía algunos rasgos claros, la pequeña nariz y labios abultados de KyungSoo, y las orejas y cola de JongIn, lo cual evidenciaba que era un híbrido lobo como él.

KyungSoo se estaba deshaciendo en una clase de amor tan diferente al que había experimentado en su vida, del tipo que se graba en tu corazón y que nunca se olvida.

—Hola, pequeño, soy papá KyungSoo. Bienvenido al mundo.

El bebé movió sus manitos y su boca de una forma tan tierna que derritió sus corazones.

—Gracias por este regalo, KyungSoo —dijo JongIn depositando un beso en su cabeza—. Soy el híbrido más feliz del mundo en este momento. Cuidaste de mí cuando estuve vulnerable, confiaste en mi sinceridad, me diste un hogar y ahora una familia.

KyungSoo alzó su mirada para verlo.

—También estoy agradecido contigo por todo lo que me has dado, por no rendirte conmigo, por enseñarme a confiar, por darme seguridad y por traer a mi vida un poco de esperanza.

El bebé atrajo su atención con sus débiles y tiernos balbuceos. La pareja contempló con admiración al recién nacido, el cual definía un nuevo comienzo para ellos.

La vida de ambos acababa de iniciar de la mano de un hermoso milagro.















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¡Gracias por leer Hope!
Espero que este KyungSoo, JongIn, Mark y todos los demás personajes que alimentaron la historia, puedan quedarse en sus recuerdos por un largo tiempo 🤗

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