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Capítulo uno

El clima no estaba a su favor; el viento no dejaba de soplar con fuerza, levantando todo a su paso, incluso quería arrastrarlo a él pero el híbrido se mantuvo fuerte y continuó corriendo por el bosque. No llevaba zapatos, por lo que sus pies estaban completamente destrozados por los obstáculos que encontró en el camino. No le dio tiempo de coger algo y llevárselo con él, ellos venían detrás y cualquier descanso que podría haberse tomado habría significado su muerte.

Los hombres con abrigos de piel hacían ruido al correr, por ello, el híbrido sabía bien a qué distancia se encontraban. Tomó una piedra grande que encontró en el camino y con todas sus fuerzas la lanzó hacia el barranco, haciendo que ésta caiga hacia el río y cause un gran ruido.

—¡Por allá! —escuchó que uno de los hombres exclamaba—. Parece que ha ido por el río.

—Atrapémoslo —incitaba otro, dando pie a que todos se dirijan cuesta abajo.

El híbrido, que se había escondido detrás de un robusto árbol, pudo respirar un poco al escuchar que los hombres se alejaban. Al fin pudo oxigenar bien sus pulmones e hizo reposar su cuerpo antes de emprender otra carrera, lejos del bosque.

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Había corrido durante más de una hora, su cuerpo no soportaba dar otro paso; necesitaba agua, comida y un lugar en donde poder reposar su cuerpo sin el miedo de encontrarse con aquellos hombres. Afortunadamente, encontró una pequeña posada al salir del bosque y cruzar la carretera. Sabía que sus pintas no eran las mejores y que muy probablemente levantaría sospechas entre los visitantes, pero necesitaba ayuda, debía conseguirla o moriría por su mal estado.

Entonces entró, cubriendo sus orejas puntiagudas con la desgastada capucha de su polera, aunque la cola era muy difícil de disimular. Divisó a un tipo delgado que atendía en el mostrador, el chico usaba una gorra rosa y un mandil negro, se veía bastante joven. El híbrido llegó hasta él con un muy demacrado rostro.

—¿Pu-Puedo ayudarle? —preguntó el joven, sorprendido de ver su mal estado.

El híbrido asintió levemente y soltó un jadeo.

—Por favor...

—Es un híbrido —escuchó los murmullos detrás de él.

"¿Esa es su cola?", "¿por qué luce así?", "¿será un vagabundo?", "pobre espécimen, deben haberlo maltratado mucho."

El joven del mostrador miró de reojo a todos los clientes, quienes le estaban prestando demasiada atención al híbrido. Rápidamente armó una historia en su cabeza.

—¡Hey! Te dije que no anduvieras por el bosque hasta tan tarde, ¡mira lo que te han hecho esos ladrones! —mintió.

El híbrido frunció el ceño, extrañado, no entendía lo que le estaba diciendo, pero no tenía fuerzas para preguntar.

—Ven, vamos arriba, yo te llevo —dijo y salió del mostrador para ayudarlo a caminar—. Oye, TaeIl, estás a cargo por unos minutos.

El humilde mesero asintió, aceptando la tarea que el chiquillo le había dado. De esta manera, ambos subieron al segundo piso, y cuando llegaron entraron a un pequeño cuarto, así que el más joven le hizo sentarse sobre una angosta cama.

—Esta es mi habitación —indicó—. No te muevas, ahora vuelvo.

El híbrido no emitió ninguna respuesta, pero el chico ya había salido de ahí. Unos minutos después pudo escuchar una discusión afuera del cuarto.

—¿Cómo se te ocurre traer a un desconocido? —le reclamaba alguien entre susurros.

—Hyung, se ve que la ha pasado mal, tenemos que ayudarle —respondía el dueño del cuarto.

—¿Y si es uno de los soplones que trabaja para los cazadores?

"Cuán equivocado estás", pensó.

—No estaría de esa forma, entonces —alegaba el chiquillo.

—Sabes que no confío en nadie, Mark, ellos pueden usar todas sus herramientas para atraparnos.

—Entremos para que lo veas.

El híbrido permanecía sentado en el mismo lugar y en la misma pose en la que fue dejado. Cuando el joven que lo ayudó entró en la habitación fue seguido por un hombre de piel blanca y pequeñas orejas negras, lo cual le hacía reconocer su especie.

—Gato —dijo de pronto el herido, soltando un bufido.

El hombre imitó el sonido de un gruñido.

—Lobo.

No era la mejor de las presentaciones, pero al menos no se habían lanzado uno contra el otro para pelear. Bien se sabía que los canes y los felinos eran enemigos mortales, por lo cual, no podían convivir en un mismo territorio.

—¿Cómo se te ocurre? —le reclamó al menor, dándole un golpe en la cabeza.

—¡Auch! ¡Hyung! —se quejó el chico, sobándose la zona golpeada.

Un gruñido se escuchó desde la cama mientras los otros dos discutían. Ambos volvieron su mirada hacia el extraño.

—¿Me estás gruñendo? —preguntó indignado el felino, a lo que el lobo volvió a gruñirle—. ¡Lo que me faltaba!

—No lo lastimes —advirtió el lobo, coloreando sus ojos de un rojo vivo.

—¡Hey, hey! —Mark llamó su atención—. KyungSoo hyung no va a hacerme daño, él tiene un poco de mal genio, eso es todo.

El felino arrugó el entrecejo.

—¿Mal genio?

—Hyung, aquí está el botiquín, por favor ayúdale a curarse, no puedo abandonar el restaurante por tanto tiempo. Yo le traeré comida en un rato, ¿sí? ¡Gracias!

—¡¿Qué?! ¡Oye! —gritó en reclamo, pero el menor ya había hecho su camino hacia afuera, dejándolos completamente solos.

KyungSoo volvió a mirar al lobo, quien no dejaba de verlo sin expresión alguna. Escrutó bien su rostro y su cuerpo, todo su ser estaba lleno de heridas, y al parecer sus pies habían sufrido la peor parte. El híbrido lobo respiraba con dificultad, se notaba cansado y muy desnutrido. KyungSoo no solía preocuparse por nadie, estaba en su naturaleza felina, pero ver al otro híbrido de esa forma sintió lástima.

—Será mejor que comiences a hablar porque para cuando haya terminado de curarte debo tener conocimiento sobre quién eres y cómo llegaste aquí.

KyungSoo abrió el botiquín, cortó un poco de algodón y lo remojó en alcohol, pero antes de aplicarlo en el rostro del herido este tomó su muñeca, evitando que lo tocase.

—¿Qué? —preguntó el felino, enarcando una ceja—. ¿No soy digno de tocar su rostro, señor lobo? Pues déjame decirte que es todo lo que hay, perrito, me dejas curarte o te mueres por una infección, tú decides.

El lobo gruñó.

—Eres tan molesto —dijo y soltó su muñeca con desagrado.

—Tú no te quedas atrás —contraatacó, procediendo a desinfectar las heridas de su rostro, causando que el lobo suelte un gemido de dolor—. Quédate quieto.

—Te gusta mandar —señaló el moreno.

—Y tú eres muy quejoso —alegó el de orejas negras—. Ahora dime tu nombre y por qué traes estas pintas.

El lobo permaneció en silencio, ahogando algunos quejidos cuando KyungSoo daba pequeños toques en su rostro con el algodón húmedo. Los ojos negros del felino exigían una respuesta, pues prácticamente estaba penetrando la cara del otro con su intensa mirada.

—¿Vas a hablar o te echo de aquí ahora mismo? —amenazó.

El lobo bufó. Lo que menos quería era dar información personal a alguien que no conocía. Así como el híbrido gato, el lobo tampoco confiaba en los demás, no lo hacía desde que su propia manada lo traicionó y lo dejó a su suerte, sin importarles que los cazadores llegaran hasta él al ser una presa fácil.

KyungSoo detuvo la curación y lo miró por unos segundos.

—Supongo que no me lo dirás —concluyó, echando el algodón a la basura. El felino había tomado su silencio como una negativa para sus preguntas, por lo que había decidido cumplir su amenaza, pero el lobo nuevamente lo detuvo, tomándolo de la muñeca—. ¿Qué?

—JongIn... —balbuceó—, ese es mi nombre.

Era una pena que el sujeto fuera un híbrido lobo porque era bastante simpático y tenía una voz varonil muy sensual. KyungSoo habría aceptado liarse con un tipo así, ya que era un buen prototipo de compañero, pero no era un felino.

KyungSoo tomó otro pedazo de algodón y lo humedeció con alcohol.

—De acuerdo, JongIn —dijo acercando el algodón a la herida que tenía en la parte superior de su ceja—. ¿Cómo llegaste aquí?

—Corrí mucho —respondió y recordó todo lo que tuvo que pasar—. El bosque...

—¿Vienes del bosque? ¿Quiere decir que los cazadores están merodeando por aquí? —le interrumpió—. ¡Mierda! Y yo que pensaba que por aquí no llegarían esos malditos.

—No... —aclaró el moreno—. No cruzan la carretera, no es su territorio.

—Ya, ya, eso lo sé —dijo el felino—, por eso me sorprendió mucho pensar en que podrían venir por aquí.

La carretera era el espacio que dividía el bosque de la "zona blanca", un territorio de paz en el cual los híbridos y los humanos no podían hacerse daño, ambas especies debían respetar los derechos del otro. Y aunque, en la misma ciudad, algunos híbridos vivían junto a los humanos, lo cierto era que el gobierno no podía ampararlos totalmente. Los que gozaban de "mejores condiciones" eran los híbridos que habían sido adoptados como mascotas, los que eran comprados para servir como empleados de hogar y los que se unían a humanos, lo cual era muy raro y había una cierta parte de la población humana que aún repudiaba eso, y pedían que la pareja fuese castigada.

—Los nuestros nunca están totalmente a salvo —añadió el felino—, en ningún lugar, a ninguna hora.

—Lo sé.

KyungSoo todavía tenía curiosidad sobre el lobo pero a este parecía molestarle tener que responder a cualquier pregunta. Entonces, KyungSoo hizo algunas conjeturas antes de hablar.

—Asumo que estabas huyendo de ellos. —La respuesta no llegó, así que continuó—. No tienes una manada o un lugar en donde quedarte, estás por tu cuenta. Eres un híbrido abandonado.

La mirada de JongIn se hizo más severa, tiñéndose otra vez de un rojo ardiente. Cualquier otro híbrido hubiera retrocedido, pero KyungSoo permanecía inmutable a su lado.

—No soy un híbrido abandonado —aclaró airado.

—Lo que digas —respondió el felino—, pero tengo entendido que los lobos nunca andan solos y por tu físico calculo que ya estás en tus últimos veintes, ¿ustedes no se emparejan a una edad temprana?

El lobo apartó la mano de KyungSoo lejos de su rostro. No podía soportarlo más, ¿quién se creía que era? Si estaba solo o si no se había emparejado aún, ¿qué de importante tenía eso?

—Cálmate muchachote, solo estaba adivinando —aclaró el felino, con una expresión aburrida en su rostro.

—No me gustan tus adivinanzas.

—Y a mí no me gusta tener un híbrido lobo en mi posada, pero aquí estás.

JongIn se levantó con violencia y cojeó hasta llegar a la puerta. Su condición física no era la mejor, pero no iba a soportar por más tiempo a ese gato arrogante, por muy bien parecido que fuere o por más dulce que fuese su olor.

—¿A dónde vas? —cuestionó KyungSoo.

—No es de tu incumbencia.

KyungSoo asintió.

—Tienes razón, pero ¿crees que llegarás muy lejos con una pierna en ese estado?

JongIn no quiso escucharlo, abrió la puerta del cuarto de golpe para poder salir y se encontró con el chiquillo que lo había ayudado a subir, sosteniendo una bandeja con comida.

—Uhm... Traje un poco de comida para ti —dijo Mark.

KyungSoo cerró el botiquín y avanzó hacia ellos.

—Nuestro no invitado prefiere morir allá afuera que quedarse a responder mis preguntas —comentó con sorna—. Mucha suerte en hacerle tragar eso. Tal vez piense que lo vamos a envenenar.

Dicho eso salió de la habitación. Poco le importaba si el lobo aceptaba la buena voluntad de su amigo, no era su problema.










°∆•~*~•∆°

Una bandeja completamente vacía fue dejada sobre el lavadero, cuando KyungSoo se encontraba enjuagando algunos platos. Fue inevitable soltar una pequeña risa llena de burla al ver en qué había terminado la discusión de arriba.

—Y aun así actuaba tan orgulloso —señaló, tomando los platos de la bandeja para lavarlos.

—Estaba demasiado hambriento —comentó Mark—, pero al principio se encontraba reacio a probar un solo bocado. Por eso tomé una cucharada de la crema, para demostrarle que no tenía nada a qué temer.

—No era necesario que hicieras eso.

—Claro que sí, hyung, el pobre no confía en nadie porque lo han lastimado —argumentó el menor.

KyungSoo enarcó una ceja y lo miró.

—¿Acaso somos un centro de ayuda?

—Sé que no, hyung, pero me hizo recordar tanto a...

El felino le dio una mirada de advertencia.

—Es diferente, así que no lo menciones.

KyungSoo sabía bien que se refería a su mejor amigo, MinSeok, un híbrido ardilla con quien había fundado esta posada. Él solía ayudar a otros híbridos que encontraba en el camino, los cuales estaban muy heridos o no tenían dónde pasar la noche. Muchos de ellos se recuperaron y pudieron seguir sus vidas gracias a sus cuidados. Sin embargo, todas esas buenas acciones se detuvieron el día en el que llegó en muy mal estado, por culpa de unos cazadores que lo emboscaron, pero logró burlarlos y escapar. Los hombres venían detrás de él, lo perseguían para matarlo. Lamentablemente, como resultado de esa persecución, MinSeok quedó gravemente herido por un disparo en el estómago que llegó a perforar su hígado. KyungSoo intentó ayudarlo con los pocos recursos que tenía, porque el hospital para híbridos que le quedaba más cerca había sido destruido hace poco por unos protestantes que odiaban a los de su especie. No tenía salvación y lo sabían. Ese día, su mejor amigo murió en sus brazos. KyungSoo no entendía por qué había sucedido eso hasta que logró averiguar quién había tenido la culpa.

Resultó ser que uno de los híbridos a quien MinSeok ayudó lo traicionó, vendiendo su información a los cazadores. Claro que KyungSoo obtuvo su venganza un tiempo después, pero su corazón no volvió a ser el mismo, y la confianza en los demás quedó completamente rota. Ahora solo eran Mark, un huérfano humano que había quedado al cuidado de su mejor amigo, y él.

—Le encantó tu crema de zapallo —agregó Mark, sacándolo de sus pensamientos—, aunque no lo quiso admitir. Es buena gente, solo tenemos que-

—No va a quedarse, Mark —sentenció el felino—. Solo dale un poco de ropa y algunas conservas para que se vaya.

—Pero hyung... Está muy herido, tiene que descansar...

—Ya te dije, no pienso volver a repetirlo.

Mark agachó la cabeza con pesar.

—Sí, hyung.

.

.

.

Las horas volaron y la noche cayó sin que se dieran cuenta. KyungSoo había preparado la cena para sus comensales, dicha comida sería servida por Mark y TaeIl, quienes eran los únicos que interactuaban con los clientes. KyungSoo no quería que alguien más supiera que el lugar le pertenecía a un híbrido, aunque los rumores nunca faltaban. No obstante, debido a que ese lugar era una zona blanca, los humanos no podrían hacerle daño sin enfrentar un castigo. Aunque, por supuesto, nunca faltaban los delincuentes a quienes no les importaba absolutamente nada.

—¿Ya lo despachaste? —le preguntó a Mark.

El chiquillo se puso nervioso.

—Hyung... Ah... Intenté hacerlo pero...

—Pero, ¿qué?

—Bueno, él... Se ha quedado dormido.

—¡Despiértalo! —exclamó de muy mal humor. Sabía que estaba siendo irracional, pero le enervaba tener a un extraño en su casa. Mark lo miraba un poco asustado, sin saber qué hacer o qué decir—. Olvídalo, iré yo mismo.

Se quitó el mandil y los guantes, y subió hacia el segundo piso. Cuando entró a la habitación se encontraba completamente oscura y se oía una respiración pesada que provenía del cuerpo tendido en la cama. KyungSoo se acercó más y encendió la lámpara que estaba sobre la mesita noche, pudiendo al fin ver el rostro del híbrido, quien dormía plácidamente, pero su frente estaba llena de sudor. KyungSoo posó su mano sobre ella para tomar su temperatura, descubriendo que el lobo ardía en fiebre.

—Esto es un desastre —se quejó.

No podía dejarlo así e irse, el hombre moriría si la fiebre aumentaba. Se odió a sí mismo por no ser igual de frío como un témpano de hielo como para que nada le importara. No tuvo más remedio que tragarse su propio orgullo e ir a buscar una cubeta, hielo y una toallita para colocarla sobre su frente. Con todas las herramientas listas, se puso manos a la obra.

Las horas transcurrieron, el cielo oscureció mucho más y el silencio se hizo presente en las calles. Todos ya se habrían ido a dormir, pero KyungSoo seguía a lado del lobo, intentando controlar su fiebre. Ya le había cambiado un par de veces la ropa, pues no dejaba de sudar.

—Hyung, te traje más hielo y la medicina que me pediste que comprara —indicó Mark en voz baja, entrando al cuarto.

—Déjalo en la mesa, por favor.

El menor dejó las cosas en el lugar indicado y echó un vistazo hacia el híbrido enfermo.

—¿Se pondrá bien, hyung? —preguntó Mark, claramente preocupado por el lobo.

—La fiebre no ha subido más, pero tampoco está bajando —dijo KyungSoo, echando los nuevos hielos dentro de la cubeta—. Su cuerpo está resistiendo bastante bien a la infección.

—¿Los híbridos lobos son así de fuertes?

—Puede que su especie ayude, su tiempo de curación es más rápido y es aun más rápido cuando se transforman —explicaba KyungSoo, colocando el paño húmedo en la frente del herido.

Mark reflexionó sobre esa respuesta.

—¿No sería mejor si lo despertamos para que se transforme?

Pero KyungSoo no estaba de acuerdo con esa idea, por lo que meneó la cabeza.

—Si lo despertamos ahora no creo que lo soporte, su cabeza estará dando muchas vueltas y se volverá a desmayar. Dejémosle dormir, la medicina y estos paños fríos le ayudarán.

El menor asintió.

—De acuerdo, hyung. ¿Necesitas algo más?

—Trae un poco más de ropa, por favor. Cuando tome la medicina, el sudor se volverá más intenso.

—Está bien.

Mark salió de la habitación en busca de algunas prendas solicitadas. Mientras tanto, KyungSoo estaba viendo la forma de darle la medicina, pues el lobo estaba prácticamente inconsciente. Después de pensarlo mucho, se resignó a hacer lo único que funcionaría en este caso. Así que molió la pastilla y abrió un poco la boca de JongIn para verter el polvo, luego él mismo tomó un trago de agua y se encargó de dárselo en la boca, utilizando la lengua para asegurarse que la medicina pasase correctamente por su garganta hacia su organismo. Felizmente, el híbrido seguía dormido y no había sido testigo de nada o de lo contrario eso habría sido muy vergonzoso.

—Hyung...

Aunque no había sido del todo precavido.

—¿Qué estabas...? —Mark estaba sorprendido por lo que acababa de ver.

KyungSoo se ruborizó y solo atinó a carraspear para aclarar su voz.

—Él está inconsciente, ya sabes, no puede hacerlo solo —explicó.

—Ya...

El felino caminó rápido hasta el muchacho para quitarle la ropa y empujarlo hacia afuera.

—No pienses cosas extrañas —advirtió—. Ahora vete y olvídate de lo que viste. ¡Rápido!

—Okay, okay —respondió el chico, conteniendo las ganas de reír—. Me llamas si necesitas algo.

Eso no pudo ser más vergonzoso, pero KyungSoo estaba consciente de que todo fue con el fin de ayudar al malherido híbrido, aunque sabía que Mark no lo dejaría tranquilo por un tiempo después de esto.







°∆•~*~•∆°

Los primeros rayos del sol se colaron muy temprano por la mañana, a través de una rendija que las cortinas no habían podido cubrir. JongIn se removió levemente en la cama y cubrió sus ojos con uno de sus brazos, intentando ocultarse de la fastidiosa luz. Se sentía sediento, débil y la cabeza le daba vueltas, por lo que levantarse de la cama parecía imposible en ese momento. Su mano elevada tocó algo en su frente, así que lo retiró y se dio cuenta de que se trataba de un paño. Rápidamente sus ojos inspeccionaron su alrededor: cortinas oscuras, una cómoda al frente, una cama pequeña, pero agradable, y un hombre durmiendo sentado en un banco con la cabeza recostada sobre la cama. JongIn se sobresaltó al verlo, pero pronto se dio cuenta de quién se trataba.

El híbrido gato con mal carácter.

¿Por qué estaba durmiendo junto a él? ¿Por qué había una cubeta pequeña en la cómoda y cómo había llegado ese paño a su frente?

El híbrido lobo bufó por el loco pensamiento que acababa de pasar por su cabeza. ¿Era posible que ese hombre lo haya cuidado durante toda la noche? No sonaba coherente viniendo de alguien a quien no parecía caerle ni por casualidad. Sin embargo, la ropa amontonada al pie de la cama, las prendas que traía puestas ahora y la medicina junto a la lámpara le gritaba que sí, este hombre había pasado la noche en vela cuidándolo.

"Entonces, ¿por qué actuabas como si me odiaras tanto?", preguntó en su mente.

No iba a fingir que no se sentía extraño al recibir todas esas atenciones, pero sabía que no debía emocionarse porque alguien le tendiera la mano en un momento crítico; después de todo, aunque KyungSoo se mostrara arisco al principio, no quería decir que fuera una mala persona. Además, él tampoco había sido muy amable cuando llegó, al no querer responder a sus preguntas.

Involuntariamente se quedó mirando el rostro de su inesperado salvador, delineando un camino lleno de sensaciones con su meticulosa mirada. Sus ojos iban desde las tiernas orejas negras del felino, se deslizaban hacia su pequeña nariz de botón, sus labios rosas abultados y el contorno de su mandíbula. Ya lo había visto cuando llegó aquí y, a pesar de reconocer su especie, tenía que admitir que le había parecido lindo. Quizá si hubiese sido un híbrido lobo y él no hubiera llegado en esas condiciones, lo habría cortejado para marcarlo como su pareja en un futuro no muy lejano. Pero ahora tenía un poco de miedo por sus pensamientos, pues no se le hacía descabellado considerar hacerlo de todos modos.

Mientras sus pensamientos se hacían cada vez más serios, la puerta de la habitación se abrió.

—Vine a ver- Oh...

Se trataba de aquel muchacho, recordaba que su nombre era Mark, quien le había permitido quedarse en su cuarto para recuperarse. JongIn le hizo una señal para que guardara silencio y el humano lo captó rápidamente.

—¿Te sientes mejor? —preguntó entre susurros, a lo que JongIn respondió con un asentimiento de cabeza—. Genial. Voy a preparar el desayuno.

El menor se retiró del cuarto en silencio y el lobo volvió a posar su mirada en el felino, esperando a que en cualquier momento abriera los ojos. La espera no fue tan larga, pues en cuestión de minutos, KyungSoo comenzó a despertar. Movió su cabeza encima de la cama y ronroneó, para luego bostezar con ganas y agitar sus largar pestañas negras unas cuantas veces. Para JongIn fue inevitable reírse ante tan tierna escena, porque se sentía irónico que ese gato rabioso fuese así de tierno también. KyungSoo se congeló al escuchar la risa de alguien más y levantó la mirada hacia el lobo, casi de inmediato.

—¿Tuvo un buen sueño, señor gato? —preguntó JongIn con un claro tono de burla. Una sonrisa atractiva vino acompañada de esa pregunta.

KyungSoo se frotó rápidamente la cara y se puso de pie.

—Yo...

—Cuidaste de mí —dijo a modo de señalar aquel hecho.

El felino se sonrojó, fue algo claro para JongIn, pero no hizo comentario al respecto. KyungSoo carraspeó.

—Solo te puse un poco de hielo en la cabeza, eso es todo.

—Y me cambiaste la ropa —agregó el lobo, divertido con la graciosa situación que había formado.

KyungSoo volvió a carraspear.

—Solo me aseguraba de que no murieras. No quiero tener que lidiar con un muerto en mi posada.

JongIn volvió a sonreír y no hizo otro comentario.

—Gracias.

El ambiente era incómodo y el repentino silencio no ayudó en nada. El felino le sostuvo la mirada por algunos segundos antes de girarse hacia la puerta.

—Mark te traerá el desayuno —indicó y salió de la habitación.

Ninguno de los dos tenía idea de que esto recién estaba empezando, y no precisamente su historia, sino también un gran suceso que estaba a la vuelta de la esquina y que cambiaría para siempre las reglas del mundo.

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