Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo tres

"Después de la tormenta viene la calma."

Sí, KyungSoo estaba siendo testigo de eso, mas no se fiaba, pues todo, absolutamente todo, se encontraba demasiado tranquilo como para ser real.

Luego de la sesión intensa de calor que tuvo hace una semana, en donde JongIn le había ayudado a atravesar su celo de una forma delicada, ninguno de los dos tocó el tema. KyungSoo se moría de vergüenza de tan solo recordarlo, y creyó que el otro híbrido haría algún comentario al respecto a la mañana siguiente, pero no lo hizo, incluso para cuando despertó, él ya no estaba a su lado. Se sentía aliviado por ello, pero también confundido porque, ¿eso quería decir que siempre lo hacía?, ¿era muy normal ayudar a otros en su periodo de calor?

Ni siquiera sabía por qué le molestaba que fuera así.

—Te preparé algo de crema de zapallo —anunció JongIn, entrando al comedor con un tazón para entregárselo—. Estuve practicando para cocinarte algo, pero creo que no me ha salido tan bien...

Otra cosa que había cambiado desde ese día era que JongIn estaba más animado que antes por aprender a cocinar. A veces le freía algunos huevos, otras veces le preparaba arroz y hacía un poco de sopa para mezclarlo. No tenía mucho conocimiento sobre los platillos, sin embargo, se las apañaba para darle algo comestible.

—Gracias —respondió KyungSoo—. No tienes por qué hacer esto, soy yo quien se encarga de la cocina.

JongIn se encogió de hombros y se sentó frente a él para verlo comer. Habían pasado casi tres meses desde la llegada del híbrido lobo y aún se le hacía difícil adaptarse a esa fuerza en su mirar, mucho más después de aquel incidente. KyungSoo estaba agradecido de que JongIn no hubiera sucumbido a sus instintos, pues si lo tomaba en ese estado habría sido un gran problema para los dos.

KyungSoo no lo había comentado, pero era un híbrido dador, lo que quería decir que su cuerpo podía albergar vida en su vientre por algunos meses hasta darlo a luz. Nadie más sabía de esto, ni siquiera Mark; al único que se lo había confesado era a MinSeok, pero ya no estaba aquí.

Tenía miedo de volver a pasar por lo mismo y que esta vez JongIn no se detuviera. ¿Qué debía hacer?

—¿Has buscado otro lugar en dónde quedarte? —KyungSoo lanzó la pregunta sin querer hacerlo realmente. Se dio cuenta de su error cuando al levantar su mirada se encontró con un par de ojos tristes—. Quiero decir... En caso de que hayas pensado en marcharte.

—KyungSoo —lo llamó con serieda. El felino supo que eso no era un simple llamado sino uno desde lo más profundo de su ser, pues lo sintió calar sus huesos—, me quiero quedar.

—Oh...

—Quiero cuidarlos a los dos —confesó—, aquí corren peligro.

KyungSoo sonrió con tristeza.

—¿Qué te hace pensar que tú no corres el mismo peligro?

—Soy consciente de ello, pero aun así, si vienen a hacerles daño, no dejaré que los toquen de nuevo.

El híbrido lobo se veía muy decidido a hacer lo que estaba prometiendo.

—¿Por qué harías eso?

—Porque al fin tengo un lugar al cual llamar hogar.

Hogar.

KyungSoo solía llamarlo así cuando MinSeok estaba vivo. Ahora... Ahora solo se sentía como un lugar más en dónde dormir. Sin embargo, JongIn lo estaba llamando de esa manera y algo dentro de él se encontró deseando eso de nuevo.

—Esto no es un hogar, JongIn —dijo—. Mark y yo somos amigos desde hace muchos años. Tú eres un invitado y ayudante, no confundas-

—¿Por qué levantas muros entre tú y yo cada vez que intento acercarme? —le reclamó. KyungSoo solo pudo atinar a mirarlo sorprendido por el arrebato—. Mark y yo también somos amigos, nos llevamos muy bien e incluso me pide consejos a veces. ¿Por qué eres el único que piensa en mí como un extraño?

»No lo sé«, quiso decirle.

—Te ayudo con la cocina, limpio el restaurante por la noche e incluso hice... eso... Por ti.

Finalmente había tocado el tema.

—No te pedí que lo hicieras.

—Sí, sí lo hiciste —refutó JongIn con bravura—. Entiendo que fuera tu celo quien te hacía actuar así, pero me llamaste a mí, KyungSoo, pediste por mí, ¿crees que puedo olvidar eso?

No sabía cómo reaccionar porque las palabras de JongIn se sentían tan íntimas, que su corazón no pudo evitar acelerar sus latidos.

—Deberías hacerlo... —sentenció con un hilo de voz.

Viendo el silencio del otro, procedió a levantarse de la mesa para terminar con el incómodo encuentro, pero JongIn lo detuvo con sus palabras.

—No quiero hacerlo.

—Es tu decisión —habló el felino—, pero eso ya está fuera de mi mente, así que no insistas.

—Mientes.

KyungSoo le dio una mirada severa.

—Piensa lo que quieras, no tengo que darte explicaciones, no me importa.

JongIn se levantó de su asiento para quedar frente a frente a KyungSoo, quien mantuvo el ceño fruncido.

—Pero yo quiero que te importe —agregó el lobo—. Quiero que me preguntes la razón, quiero que tengas curiosidad por lo que digo o hago. ¿Puedes mirarme un poco?, ¿puedes notarme?

Lo notaba, claro que lo hacía. Sus cuidados, sus atenciones aunque no se lo pedía, los pequeños roces intencionales y las miradas a escondidas mientras él cocinaba. KyungSoo no era ciego ni mucho menos tonto, solo no quería aceptarlo y esperaba que fuera algo pasajero para el otro. En realidad, esperaba que fuera más que nada agradecimiento y no enamoramiento.

—¿Y luego qué? —preguntó KyungSoo, desafiándolo—. Si lo noto, ¿qué sucede después?

JongIn tomó su mano y la acarició con su pulgar. Su mirada derrochaba adoración completa y era también un poco suplicante.

—Entonces, podrías solo mirarme a mí —respondió. El tiempo se detuvo por un instante, incluso el cantar de las aves cesaron y la olla de agua hirviendo dejó de sonar—. Soy un híbrido abandonado, como bien dijiste, un lobo que se la ha pasado huyendo por un buen tiempo. No tengo nada material para ofrecerte, tampoco puedo prometerte que cuando despertemos mañana todo será mejor, pero hay algo que puedo darte. —El lobo liberó la mano contraria solo para ahuecar con sus manos el rostro del felino—. Puedo darte mi lealtad, brindarte protección y entregarte mi corazón para siempre.

KyungSoo soñó una vez con una casa en las fueras de la ciudad, repleta de las cosas que compró en su viaje a la ciudad. Vio a un par de niños revoloteando sus días, y leyó uno que otro cuento de hadas por las noches. Soñó con el calor de un cuerpo a su lado y el despertar de un mañana para nada solitario. Se visualizó en un lugar en el cual jamás podría estar. Las paredes de su escenario de ensueño se descascararon conforme el tiempo pasó, y se convirtieron en muros grises y viejos, sin alguna pizca de calor.

A los suyos no les esperaba nada más que la soledad o la resignación de pertenecer a un humano y disfrutar de la libertad bajo sus condiciones. Pero aquí estaba este híbrido lobo, sosteniendo su rostro y mirándolo como si pudiera darle el mundo entero si tan solo lo aceptaba en su vida. Y se escuchaba ridículo porque no habían pasado más de noventa días juntos en una posada de mala muerte junto a la carretera. Sabía bien que los híbridos se dejaban guiar más por sus instintos que por su raciocinio, después de todo, tenían el lado animal muy arraigado dentro de ellos. Sin embargo, a pesar de ser un híbrido también, KyungSoo estaba lleno de preguntas y excusas que siempre lo hacían actuar de una forma más cautelosa. Quizá el ser un felino ayudaba a mantener la compostura, pero no podía competir contra la insistencia de un lobo, quienes se quedaban en un lugar si habían decidido protegerlo y jurarle lealtad.

—Lo siento —contestó KyungSoo—, no puedo permitirte que hagas eso porque no puedo permitirme aceptarlo. —La mirada de JongIn estaba llena de decepción y eso sería lo único que conseguiría si se quedaba a su lado, puras decepciones—. Estoy seguro que serás un gran compañero algún día, pero no el mío, JongIn. No planeo unirme a nadie, por eso no debes esperar por mí jamás. Mereces a alguien que pueda corresponderte de la misma forma en la que tú te entregas.

—Solo estoy escuchando excusas —refutó el más alto—, son solo excusas porque tienes miedo.

—¿No debo tenerlo? Creo que tengo derecho a tener miedo.

—¿Y por eso te privas de enamorarte?, ¿por eso no puedes abrir tu corazón? —Las preguntas salieron como dagas afiladas que dieron en los puntos exactos del corazón del felino—. ¿Es porque temes que me pase algo como a MinSeok?

KyungSoo le lanzó una mirada.

—¡¿Cómo sabes sobre MinSeok?!

JongIn retrocedió un poco, era muy tarde para retirar sus palabras.

—KyungSoo...

—¿Fue Mark? —insistió el más bajo—. Por supuesto que fue él, ese mocoso...

—Si fue él o no, no es lo importante ahora —dijo JongIn—. El punto es que yo no soy MinSeok, no me iré de tu lado, no voy a dejarte solo.

—No puedes asegurar eso —afirmó KyungSoo—. Cualquiera de los dos puede no despertar mañana y entonces, ¿qué hará el que se quede?, solo puede volverse loco y desear morir cada día de lo que le reste vivir. No quiero vivir de ese modo.

JongIn lo entendía, podía ver el miedo en su mirada y realmente entendía. KyungSoo también había pasado un buen tiempo de su vida solo hasta que conoció a MinSeok. La pérdida de su mejor amigo fue una herida en el corazón que no quería cicatrizar, sin embargo, JongIn deseaba poder reemplazar ese dolor con amor. Los híbridos lobos tenían mucho de su lado animal, pues una vez que encontraban a un potencial compañero, no se iban fácilmente de su lado. Tal vez sonaba un poco acosador, pero era su manera de demostrar que a pesar de todo, siempre contaría con un hombro en dónde recargarse para aliviar su pesado equipaje.

—Está bien —asintió el híbrido lobo—. Esperaré, KyungSoo. Voy a esperar hasta que tu corazón se sienta listo para recibirme.











°∆~•~∆°

Una mujer de cabello negro azabache y labios rosas llegó a la posada antes de que el sol se ocultara. Mark, que se encontraba en el módulo de atención, la reconoció al instante.

—¡JiSoo noona! —saludó con emoción—. ¿Qué haces aquí?

La mujer se quitó su abrigo y lo dejó colgando en su brazo.

—Es la primera nevada del año, pero ha venido con fuerza. Vine a buscar un poco de calor con un buen trago y a hablar con mi amigo.

Mark sonrió.

—KyungSoo hyung estaba ordenando el almacén, pero pasa, vamos a buscarlo juntos.

El menor guió el camino, atravesando la cocina y el comedor hasta que llegó al angosto cuarto, en donde KyungSoo y JongIn se encontraban arreglando algunas cajas.

—¡Hyung! Mira quién ha venido a verte —anunció Mark.

KyungSoo se giró para ver de quien se trataba, encontrando a su amiga, la humana farmacéutica en quien confiaba plenamente.

—JiSoo, ¿qué haces aquí? —preguntó extrañado.

—Ya que no has venido a verme desde hace un tiempo, he tenido que venir yo —respondió—. Siempre envías a Mark, ¿por qué ya no me visitas?

KyungSoo se puso un poco nervioso y rascó su nuca con una mano. JongIn observaba atento desde su lugar, algo celoso por el tipo de relación que ellos dos compartían. La mujer también notó su presencia.

—Veo que has hecho un nuevo amigo —señaló.

El felino tardó en darse cuenta de que hablaba de JongIn.

—Ah... Él... Es nuestro nuevo ayudante —respondió.

La mirada del lobo cayó hasta el suelo, JiSoo pudo notarlo, debido a que era muy observadora.

—Un ayudante... entiendo. KyungSoo, ¿quieres acompañarme a tomar una copa? Necesito hablar contigo... —Al decir eso, llamó la atención del híbrido lobo, quien la veía con recelo ahora—... a solas.

KyungSoo tenía curiosidad, pero también estaba confundido por la repentina llegada de su amiga, aunque no lo cuestionó más.

—Claro —contestó—. Mark, por favor llévanos unas cuantas botellas de soju al cuarto, estaremos ahí —le indicó al menor y luego volvió a ver a JiSoo—. ¿Vamos?

Ella asintió y comenzó a caminar, KyungSoo fue detrás. Por otro lado, Mark se encargó de ir a la nevera a sacar el soju. JongIn fue tras él para preguntarle algunas cosas.

—¿Quién es ella?

Mark se sobresaltó debido a que no lo oyó entrar.

—¡Dios! Oye... Debes hacer un poco de bulla cuando entres —se quejó, abrazando las botellas—. ¿Quieres saber quién es JiSoo noona? —JongIn asintió un par de veces—. Es una buena amiga nuestra, sobre todo de KyungSoo hyung. También era cercana a MinSeok hyung, de hecho él los presentó. Es humana como yo, pero puedes confiar en ella también.

JongIn gruñó por lo bajo.

—¿Por qué tienen que encerrarse en el cuarto? —farfulló bajito.

—¿Por qué pareces tan molesto?

El lobo rodó los ojos.

—No lo estoy —respondió, claramente molesto.

Mark se rio por lo tierno que se veía.

—No tienes que preocuparte tanto —le aseguró—, a KyungSoo hyung no le interesa JiSoo noona de esa forma, te lo prometo.

Pero eso no lo aliviaba, se sentía inquieto e inseguro. Aquella mujer era hermosa, con una voz melodiosa y una finura en su caminar. No podía evitar sentir envidia de lo bien que se veían ellos juntos.

—Ya cambia esa cara —dijo Mark—, nadie te va a quitar a tu gatito.

—¿Qué? ¿Cu-Cuál gatito?

Y aunque su piel era de un color más oscuro que el resto, un ligero rubor se notó en sus mejillas.

.

.

.

KyungSoo arrastró un par de sillas hacia el cuarto y las colocó cerca a la ventana. JiSoo fue la primera en tomar asiento.

—Esta habitación es más espaciosa de lo que imaginé —habló la mujer, inspeccionando con la mirada el cuarto.

—Sí, le hice varios arreglos hasta que quedó como yo quise —confesó el felino, sentándose a su lado—. Este es prácticamente el único espacio que puedo llamar mío, así que debía ser grande o me volvería loco. JiSoo rio un poco.

—Ya veo.

—Entonces, ¿qué te trae por acá? —preguntó para terminar con el misterio—. No voy a negar que me sorprendió mucho verte en la posada después de tanto tiempo.

—Lo sé, ¿no es raro? Mi farmacia no está tan lejos de aquí, pero aun así no me animé a venir hasta ahora. Lo siento por eso.

KyungSoo meneó la cabeza.

—No tienes que disculparte. Gracias a Mark supe que estabas haciendo viajes constantes a la ciudad. Supuse que te encontrabas muy ocupada.

—Así es, tuve que hacer algunos viajes para realizar diferentes gestiones —afirmó—. Esos viajes me permitieron ver y escuchar muchas cosas, KyungSoo.

La mirada de la chica lo alertó.

—¿Qué sucede?

—Las cosas están cambiando, no... No sé cómo explicarlo, pero algo grande está por pasar.

—¿A qué te refieres?

KyungSoo tenía miedo de su pregunta, pues JiSoo se veía demasiado perturbada.

—El sistema está colapsando —comentó—, parece ser que hay infiltrados dentro del gobierno.

—¿Infiltrados?, ¿qué quieres decir?

—KyungSoo... Sabes que yo no soy de los que hace menos a los híbridos —dijo—, ¡por Dios! Tú eres mi amigo, jamás podría hacer algo malo contra los tuyos, pero la mayoría de ustedes nos odian, y lo entiendo, en serio lo hago porque también aborrezco todo lo que la sociedad les ha hecho. Sin embargo... No creo que ellos vayan a ser muy gentiles con nosotros cuando todo estalle.

—JiSoo, habla claro por favor, no estoy entendiendo nada.

La muchacha tomó una respiración profunda e inhaló con fuerza antes de soltar su respuesta.

—Se viene una guerra, KyungSoo. El mundo como lo hemos visto hasta ahora cambiará pronto.

La puerta se abrió de pronto, llamando la atención de ambos.

—¡Hey! ¿Alguien pidió soju?










°∆~•~∆°

KyungSoo le pidió a JiSoo mantenerlo informado por medio de mensajes de texto, también le solicitó a Mark ir por todos los periódicos del día que pudiera conseguir. Las noticias que pasaban por la televisión y radio no hablaban de nada distinto, ¿lo estarían manteniendo en secreto? Las preguntas no dejaban de llenar su cabeza: ¿Cómo empezó el movimiento?, ¿quién lo lidera?, ¿por qué todos se ven tan tranquilos, indiferentes?, ¿a dónde debería ir si todo se vuelve un desastre?

—KyungSoo —le llamó una voz grave—. ¿En qué estás pensando?

JongIn había llegado al comedor sin que él lo notara. KyungSoo cambió su expresión y dejó el periódico sobre la mesa.

—En nada —respondió sonando desinteresado.

El lobo arrugó el entrecejo.

—Tus ojos se tornaron amarillos —dijo—, eso quiere decir que experimentabas una emoción fuerte. ¿Estás nervioso?, ¿tienes miedo?

—¿Por qué lo dices?

—Nuestros ojos cambian cuando estamos enojados, con miedo o... excitados, aunque claro, en distintas tonalidades según la emoción que sentimos —explicó.

KyungSoo recordó aquellos ojos rojos, que fueron diferentes en todas las ocasiones. La mirada que había quedado grabada en su memoria fue la del momento en el que lo besó durante su celo. Lucían como dos piedras preciosas rojas, deslumbrantes y feroces.

—Sé eso —bufó—. ¡Dios! ¿Por qué estás siendo tan entrometido?

—Solo quería saber si estabas bien.

—¡Lo estoy! Deja de preocuparte por mí, por favor.

Claramente estaba irritado y tener al lobo cerca preguntando por su estado lo ponía incómodo y muy nervioso también. Había estado tratando de evitarlo, pero JongIn se las arreglaba para aparecer a su alrededor. ¡Ya no sabía en dónde meterse!

—Miren lo que acabo de encontrar —anunció Mark, llegando con un tablero de colores en la mano, el cual colocó sobre la mesa—. ¡Tadá!

—¿Qué es eso? —preguntó JongIn.

—Es un juego llamado Verdad o Reto —explicó el menor—. Giras la ruleta cuando sea tu turno y tienes que elegir entre decir una verdad o cumplir un reto. ¿Ves estas tarjetas? —señaló dos barajas a lado—, sirven para realizar las preguntas o desafíos. ¿Qué les parece?

—Mark, ahora no —pidió KyungSoo.

—Yo quiero jugar —dijo JongIn—, deberíamos jugar los tres.

—¡Vamos hyung! —animó Mark—. Solo una ronda y te dejamos en paz.

—¿Y qué pasa con el restaurante?, ¿vas a dejarlo vacío?

—TaeIl se encargará de atender a quienes venga —respondió—. Además, las calles están tan vacías que no creo que alguien nos visite en un buen rato. Así que, diviértete un poco con nosotros, hyung.

KyungSoo resopló fuerte y rodó los ojos, rindiéndose ante el pedido del chiquillo. Mark colocó el tablero en medio de los tres y barajó las tarjetas para que así les tocara algo justo a cada uno, luego giró la ruleta, quedando la flecha más pequeña en su dirección y la grande cerca de KyungSoo, lo que quería decir que el felino debía darle un reto o hacerle una pregunta.

—¡Miren esto! Yo comienzo. Bueno, elijo reto. Sé amable conmigo, hyung.

KyungSoo sonrió con malicia.

—Todo depende de lo que diga la tarjeta —indicó y eligió la primera carta de la baraja y la leyó—. Cómete una cucharada de canela.

—¡¿Qué?! ¡Hyung!

—¡Es lo que dice! —le mostró la tarjeta—. Tú quisiste jugar a esto, no te quejes ahora.

Mark se levantó de su sitio a regañadientes y fue por la canela. KyungSoo estaba disfrutando de esto, pues el mocoso se lo había buscado al ser tan insistente. Le vio colocar un poco del polvo en la cuchara y, luego de una larga respiración, el muchacho se la llevó a la boca. Segundos después, el pobre era un desastre, tosía y se ahogaba con la canela. KyungSoo fue por un vaso con agua para dárselo.

—¿Fue divertido? —se burló, por lo que Mark lo miró con resentimiento.

—Continuemos —dijo Mark muy decidido a no darse por vencido.

La ruleta comenzó a girar una vez más, deteniéndose lentamente la flecha más pequeña en la dirección de KyungSoo y la grande justo en el lugar de JongIn.

El lobo lo miró expectante.

—¿Verdad o reto?

—Verdad.

Los ojos del lobo no lo perdieron de vista mientras tomaba una tarjeta de la baraja correspondiente. KyungSoo esperó impaciente por la pregunta, intentando parecer tranquilo ante los demás. JongIn le dio vuelta a la carta para leer la pregunta.

—¿Cuándo diste tu primer beso?

KyungSoo frunció el ceño.

—¿Qué clase de pregunta infantil es esa?

—Es lo que te toca responder —señaló y le mostró la carta.

—No voy a responder a eso.

—Hyung, ¿entonces eliges reto? —preguntó Mark.

El felino rodó los ojos y chasqueó la lengua.

—Como sea.

JongIn tomó una tarjeta de la otra baraja y la leyó.

—Dame un beso.

—¡¿Qué?!

La situación se volvió inesperadamente ridícula de un momento a otro. Mark se sentía como un niño en medio de la discusión de sus padres.

—Aquí dice que debes darle un beso al que lee la carta —le mostró.

—Eso es ridículo.

—Hyung, solo es un beso... —agregó el chiquillo—. Podrías dárselo en la mejilla o en la frente.

—¿Por qué debo hacer eso?

—Es un juego, si no cumples, entonces voy a tener que castigarte —advirtió el lobo.

Eso debió encender el botón de la ira en la mente de KyungSoo porque ya se estaba volviendo del mismo color que el tomate.

—¿Castigarme?

Mark le acarició el brazo para intentar relajarlo.

—Solo es un juego, hyung... No hay nada de malo en dar un beso, ¿no? ¡Mira! —Se estiró un poco para depositar un beso en la mejilla del mayor—. ¿Lo ves? Es algo simple. No querrás perder por no cumplir algo tan fácil como eso.

KyungSoo estaba cansado, así que alejó su orgullo por un momento.

—Acabemos con esto.

El felino se puso de pie y rodeó la pequeña mesa para ir a lado del otro híbrido. JongIn lo miraba expectante, aguardando por lo siguiente que haría KyungSoo.

—Solo mira al frente y no te muevas —ordenó.

KyungSoo fue descendiendo hasta posar sus labios en la frente del lobo, quien tenía su mirada fija en el pecho del contrario. Tan pronto como el beso fue dado, KyungSoo se retiró de inmediato, lleno de incomodidad y con un sentimiento extraño creciendo en su pecho.

—¡Eso es, hyung! ¿Ves cómo sí fue fácil?

Pero las miradas de KyungSoo y JongIn decían todo lo contrario. Uno de ellos se moría de la vergüenza mientras que el otro intentaba no hacer notoria su satisfacción. Mark volvió a girar la ruleta sin dejarles opción a retirarse. Esta vez, la aguja pequeña cayó frente a JongIn y la más grande en dirección a KyungSoo.

—¿Verdad o reto? —preguntó KyungSoo, no muy contento de continuar con el juego.

—Reto.

El híbrido gato tomó una tarjeta de la baraja de retos y leyó el texto.

—Si tuvieras a la persona que quieres delante de ti ¿qué le dirías? —bufó—. ¡Por favor! ¿Qué clase de juego es este?

JongIn decidió ignorar las palabras sarcásticas de KyungSoo, y se inclinó más hacia adelante, fijando su mirada en él.

Sé que tienes miedo y sé también que tienes los motivos necesarios para tenerlo, pero ese no eres tú. Eres mucho más que el miedo que albergas dentro de ti, y sé que también anhelas algo, déjame ser ese 'algo' para ti. Voy a protegerte, lo prometo, a partir de ahora, no vamos a estar solos nunca más —dijo. Cuando terminó de hablar, echó una mirada hacia el humano, quien lo veía algo impactado—. Eso es lo que le diría...

—Oh, eso fue... Intenso —señaló el muchacho—. Seguro que tienes mucho por decir. Espero que esa persona pueda escucharte algún día.

Y JongIn también lo esperaba, aunque la persona que amaba se negara a escucharlo y huyera de su lado cada vez que podía.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro