Capítulo seis
La oscuridad los devoró por completo. Era de noche, así que ese factor solo hacía las cosas más difíciles. Los ojos de KyungSoo se encendieron en señal de alarma, preparándose para dejar a la fiera salir y atacar si fuese necesario.
—Tenemos que ir por nuestras cosas, ¡ahora! —ordenó el felino—. JongIn, ve por la mochila de Mark.
—Hyung, yo puedo-
—Tú te quedas detrás de mí —sentenció con seriedad. El tono grave de su voz hacía más tenebrosas las palabras que salían de su boca. Mark tembló de nervios—. Vamos, hay que movernos ya.
JongIn subió corriendo las escaleras, mientras tanto, KyungSoo y Mark se dirigieron hacia el cuarto de la primera planta para recoger el equipaje del felino. La oscuridad entorpecía los pasos del joven humano cada vez que se movía hacia adelante, lo que le obligaba a ir más lento y, por ende, a KyungSoo también. El mayor logró dar con su equipaje y lo puso sobre su hombro, de paso también tomó el arma que escondía en uno de los cajones con llave.
—Hyung, eso...
Mark quedó sorprendido porque no tenía idea de que KyungSoo fuese de los que usaran armas de fuego.
—Tenemos que protegernos de alguna forma —susurró el híbrido—. Estarás bien, no te asustes. Ahora camina detrás de mí.
Salieron de la habitación en silencio, cuidando cada paso que daban. Vieron a JongIn descender por las escaleras al mismo tiempo que se acercaban al pasillo. El lobo asintió, dándole a entender que tenía todo lo que le pidió. La tensión no disminuyó, pues segundos después alguien tocó la puerta con apuro. Mark soltó un ligero jadeo, lo cual puso más alerta al felino, quien tomó una postura defensiva.
KyungSoo dio unos pasos hacia el frente, pasando junto a las escaleras para ir a la puerta, pero JongIn lo tomó del brazo para detenerlo.
—¿A dónde vas? —preguntó en voz baja, reclamándole su actuar tan osado—. Podría ser peligroso.
—Tengo un arma.
—Eso no asegura nada, KyungSoo, podrías ponerte en peligro.
—Sé usarla, déjame ir —tiró de su brazo para soltarse del agarre, pero el otro híbrido solo empleó más fuerza para retenerlo.
—Podrían ser varios, no lo sabes.
KyungSoo resopló.
—Entonces, ¿qué sugieres?
La puerta volvió a ser tocada con más fuerza, llamando la atención de los tres.
—¡KyungSoo! ¿Estás ahí? —preguntó alguien desde afuera.
El híbrido gato reconoció la voz de su amiga y se soltó rápidamente para atender el llamado. KyungSoo abrió la puerta, sosteniendo el arma en su otra mano como precaución. Al abrir encontró a su amiga con la respiración agitada y el rostro pálido.
—Oh, Dios santo, estás bien —dijo la muchacha y lo abrazó con fuerza. KyungSoo pudo sentir el frío a través de su ropa, ya que JiSoo estaba congelada y empapada por la lluvia que en algún punto se había desatado en el cielo—. Tenía tanto miedo de no encontrarte, quería saber si estabas bien.
—Sí, estamos bien, pero ¿qué ha pasado?
—No hay tiempo para explicaciones ahora —afirmó—. Tenemos que irnos, les diré todo en el camino.
KyungSoo miró a JongIn por unos segundos como buscando una respuesta u opinión de parte de su pareja, pero este solo asintió y se aferró a la maleta de Mark, indicando que estaba listo para partir. Esa era la única respuesta que importaba, pudo verla en sus ojos:
"Yo te sigo a donde vayas."
Entonces, KyungSoo volvió su mirada hacia JiSoo.
—Vamos.
°∆~•~∆°
Nadie dijo que esto sería fácil, que huir de lo que sea que estuviera tras ellos sería pan comido. KyungSoo aún se encontraba debatiéndose muchas cosas como: ¿A dónde iban?, ¿quiénes eran los buenos y quiénes eran los malos?, ¿cuánto sabía JiSoo?
—¿Qué está pasando? —se animó a preguntar.
KyungSoo iba en el asiento del copiloto, JiSoo al volante y los otros dos estaban atrás. De rato en rato, los híbridos cruzaban miradas por el retrovisor, así se cercioraban de saber el estado del otro.
—El gobierno está detrás de cada híbrido que hay en el país, quiere atraparlos a todos. Incluso ha contratado a cazadores en cada parte del país —confesó la mujer sin despegar los ojos de la carretera.
—Va en contra del acuerdo, no pueden-
—KyungSoo, el acuerdo nunca fue seguro —le interrumpió, dándole una miró de soslayo—. Eres inteligente, sabes eso, solo era cuestión de tiempo.
Los representantes del país solo eran unas malditas ratas gordas traicioneras. Por supuesto que sería cuestión de tiempo para que se hicieran del control absoluto de sus vidas.
—¿Qué es lo que quieren? ¿Por qué hacer esto?
—Ustedes representan una amenaza para los humanos —soltó de pronto. El felino frunció el ceño al oír algo tan desagradable y JiSoo se dio cuenta de lo frías que habían sido sus palabras—. No... No fue mi intención, lo que quiero decir es que ellos piensan eso. Hay muchos híbridos que han estado escalando muy alto dentro del sistema y han dado más libertad a los tuyos, eso es lo que les ha molestado.
—Si se hubieran sentado a conversar con nosotros, no habríamos tenido que terminar así.
—No creo que ellos piensen de esa manera, Kyung. Los gobernadores aún creen que ustedes son solo un error que debió haber terminado en el laboratorio de donde salieron.
KyungSoo golpeó la puerta del auto, descargando su ira sobre aquella pieza de acero.
—Hyung... ¿Estás bien? —preguntó Mark con miedo. El pobre chiquillo estaba abrumado por la información que salía de la boca de JiSoo.
—Es suficiente —dijo JongIn, haciéndose presente en la conversación—, no queremos saber más.
JiSoo lo miró a través del retrovisor y el lobo atrapó su mirada inexpresiva.
—No, yo quiero saber —afirmó KyungSoo, intentando controlarse—. La información podría ser de ayuda para nosotros.
—No necesitas seguir escuchando eso, KyungSoo —insistió el lobo. Odiaba ver a su pareja tan alterado y sabía que si seguía escarbando terminaría mucho más aturdido e inquieto.
—¡Lo necesitamos, JongIn! ¡Tú no sabes todo lo que yo vi, no sabes nada!
—¿Tú has visto algo? —intervino JiSoo—. ¿Qué has visto?, ¿quién te lo enseñó?
Las preguntas sonaban atropelladas, urgentes y demandantes que KyungSoo se sintió atropellado por ellas.
—Jay... Fue él quien me lo enseñó. Tú me enviaste con él —respondió.
—¿Jay te mostró todo lo que está pasando?, ¿por qué haría eso? —susurró esta última pregunta.
—¿No se supone que me lo enseñara? ¿Qué está mal?
—Solo le pedí que te mantuviera a salvo, no que te traumara con toda esa información, que por cierto es confidencial.
JiSoo se oía molesta, incluso su expresión no era buena. La fiereza en su mirada, mientras manejaba, iba en aumento. KyungSoo estaba confundido, ¿por qué parecía que había cometido un error al escuchar a Jay?
—¿A dónde estamos yendo? —interrogó JongIn.
—A un lugar seguro —contestó JiSoo.
—¿Y dónde es ese lugar seguro? —insistió.
JiSoo elevó su vista hacia el retrovisor y le dio una mirada poco amigable a JongIn.
—¿Por qué siento que no confías en mí? —cuestionó la muchacha.
—No te conozco.
—Soy amiga de KyungSoo.
—Pero no la mía, así que, ¿a dónde vamos?
El lobo la vio apretar los dientes y luego resoplar. Mientras tanto, KyungSoo se frotaba la frente una y otra vez.
—Iremos al refugio de Jay —respondió finalmente—, ¿contento?
Pero JongIn no le respondió; en su lugar, se dirigió al felino.
—KyungSoo, ¿quién es Jay?
El más bajo suspiró.
—Es un hombre que está de parte de nosotros. Parece que es un ex agente de la inteligencia coreana.
—¿Podemos confiar en él?
—Claro que pueden, yo-
—KyungSoo... —El lobo cortó en seco las palabras de la muchacha, sin una pizca de amabilidad—. ¿Podemos confiar en él?
—Sí... —respondió KyungSoo—. Él trabaja con otros híbridos también y ellos confían en él.
JongIn no se quedó satisfecho con esa respuesta, pero si KyungSoo confiaba, entonces le daría el beneficio de la duda.
—Noona, ¿cuánto falta para llegar? —preguntó Mark.
JiSoo revisó el mapa en su celular.
—Estamos cerca —le aseguró—. Le escribí a Jay hace un momento y dijo que están esperan-
Antes de poder terminar de responder, la explosión de una llanta trasera hizo que JiSoo perdiera el control del auto por un momento antes de pisar el freno.
—¡Por Dios! ¿Qué fue eso? —exclamó asustada.
—Debió haber sido un clavo o algo parecido —intuyó KyungSoo.
El carro se quedó detenido en la carretera, al lado del gran y oscuro bosque. Dentro de ese lugar, la oscuridad era aterradora, y la luz de la luna apenas entraba.
—¿Qué haremos ahora? —cuestionó Mark.
—Voy a llamar a Jay, le pediré que nos recoja —respondió JiSoo, tomando su teléfono.
Pero una vez más su acción se vio interrumpida por unos disparos que impactaron contra el auto.
—¡Mierda! Nos han seguido —exclamó la fémina, soltando maldiciones por lo bajo—. Tenemos que salir de aquí.
—Si salimos nos van a disparar —dijo KyungSoo.
—¿Y crees que si nos quedamos no lo harán? —contraatacó ella—. Van a hacer de este carro una coladera y así vamos a terminar también. Así que coge tu maleta y sal ahora mismo. ¡Rápido!
Como en automático, KyungSoo le hizo caso, tomó su maleta y abrió la puerta.
—JongIn, Mark, cubran sus cabezas —advirtió el felino antes de salir.
Los cuatro salieron del carro, agachados, protegiendo sus cabezas, y corrieron hacia el bosque. Otra ola de disparos los siguió, pero afortunadamente ninguna bala los alcanzó. Se adentraron con temor para salvar sus vidas, aunque no tenían la certeza de estar a salvo ahí.
JiSoo tomó su celular e hizo una llamada.
—¡Jay! Están detrás de nosotros, tienen armas —le contó—. No podemos seguir porque se nos malogró el auto. Tienes que venir por nosotros, por favor.
Los otros tres observaban en silencio, con la respiración agitada y el corazón en la mano.
—De acuerdo, esperaremos —concluyó y cortó la llamada.
—¿Qué te dijo? —preguntó KyungSoo.
—Viene en camino, pero no será inmediato, así que debemos escondernos.
—¿Crees que haya alguna forma de escondernos aquí?
Miraron a su alrededor en busca de refugio, pero todo lo que encontraron fue un montón de árboles, ninguno de ellos podría cubrirlos por completo.
—Deberíamos ir hacia delante —dijo JiSoo—, el refugio queda hacia el norte.
—¿Qué hay de los cazadores? —cuestionó KyungSoo.
—Tendremos que esquivarlos como podamos. No tenemos tiempo para quedarnos a debatir un mejor plan, debemos correr cuanto antes. Será mejor que nos dispersemos.
KyungSoo miró a Mark, quien estaba más asustado que antes; no podía dejarlo solo y correr por su vida.
—Mark, quédate conmigo —le ordenó.
—¿Estás loco? —inquirió JiSoo—. Van a matarlos a ambos.
—Yo iré detrás de ellos —añadió JongIn.
JiSoo puso los ojos en blanco y resopló.
—Bien, como sea, solo corran hacia adelante. Por aquí.
Todos avanzaron por el oscuro bosque, intentando no caer ni ser atrapados por alguna trampa para animales, pues de esas abundaban por esos lares. JiSoo se había alejado un poco de ellos, pero no los perdía de vista; de vez en cuando miraba hacia atrás para ver si los perseguían. KyungSoo marcaba el camino del otro lado, seguido por Mark que iba justo detrás de él, y por JongIn que vigilaba sus espaldas.
Todo estaba demasiado callado y eso alteraba más los nervios de KyungSoo. La adrenalina en su cuerpo había llegado a su pico más alto, impulsándolo hacia adelante y activando su lado salvaje; sus ojos amarillos delataban su estado. Si era necesario, saltaría encima del enemigo sin dudarlo.
En medio de la huida, se escuchó el fuerte crujir de una rama del otro lado, lo cual hizo que se detuviera y mirara en dirección a su amiga. JiSoo, que había estado corriendo al igual que ellos, soltó un gemido de dolor en cuanto se sintió aprisionada por unos fuertes brazos que no pretendían dejarla.
—Deténganse o le volaré los sesos a su amiguita —demandó el hombre de casi dos metros de altura, apuntando un arma a la cabeza de JiSoo.
Ella miró a KyungSoo a los ojos con pánico; estaba aterrada, se notaba a leguas.
—Kyu-Kyung... —intentó hablar pero el hombre afianzó el agarre en su cuello.
—Deja de hablar, perra —dijo el cazador con un tono exasperado—. ¿Traicionas a los tuyos? Ya verás lo que haré contigo luego de que acabe con tus mascotas.
Si KyungSoo ya estaba enfurecido, ahora la ira no cabía en su pequeño y menudo cuerpo. Su mano fue lentamente hacia su bolsillo trasero para intentar tomar el arma; confiaba en su buena puntería, tan solo tendría que sacarla y ¡bam!, clavaría una bala en el horrible entrecejo del hombre, pero necesitaba una buena distracción. Como si Mark le hubiese leído la mente, dio un paso hacia adelante con los brazos hacia arriba.
—Podemos darle dinero, ¿cuánto le han prometido por cazar a los híbridos?
El muchacho tenía dotes de negociador, no por nada KyungSoo le había encargado administrar la posada, a pesar de ser bastante joven para hacerlo. Sin embargo, esta era una situación que lo superaba; KyungSoo quería tomarlo del cuello y arrastrarlo detrás de él.
El hombre bufó ante su oferta y soltó una asquerosa carcajada.
—¿Qué puede ofrecerme un mocoso como tú?
—Tenemos bastante dinero porque administramos un negocio —afirmó el menor, sin amedrentarse por las palabras del hombre—. Solo queremos continuar con nuestro viaje, por favor. Sé que a usted le vendría bien algo dinero, ¿no es así?
—¿Y qué te hace pensar que no podría hacerme de su dinero una vez que los mate a todos?
Mark tragó saliva.
—N-No lo tenemos aquí, tenemos que hacer una transferencia.
—¿Crees que me voy a tragar ese cuento? ¿Cuántos años crees que tengo, mocoso estúpido?
—Estoy diciendo la verdad, yo-
El hombre aflojó un poco el agarre para enfrentar a Mark, quien lo estaba sacando de sus casillas. JiSoo aprovechó la distracción y mordió el brazo del cazador para que la soltara, haciéndolo gritar del dolor. Ella cayó al suelo por la fuerza en la que fue lanzada.
—¡Maldita perra! —chilló.
El hombre apuntó hacia su cabeza, pero KyungSoo fue más rápido y sacó su pistola para disparar justo en su hombro.
—¡Mierda! —se quejó y soltó el arma involuntariamente, debido al impacto.
JongIn no desaprovechó la oportunidad para atacar, por lo que rápidamente se transformó en su forma animal y corrió hacia el hombre para derribarlo. JongIn, en forma de lobo, hacía daño con su gran hocico, mordiendo por todas partes con la intención de despedazar al enemigo. Por otro lado, KyungSoo había ido por JiSoo para ayudarla a levantarse y Mark había corrido hacia ella también en su auxilio. Al darse cuenta de lo que estaba haciendo su pareja con el cazador, su instinto básico fue el de dejarlo continuar, llevar a cabo su cometido, pues había osado poner en riesgo a su familia, pero en cuanto escuchó los ruegos de Mark, volvió en sí.
—¡Hyung! ¡Haz que se detenga! ¡Lo va a matar! —gritaba el chiquillo, abrazado de JiSoo, quien estaba tan asustada como para seguir viendo lo que pasaba.
KyungSoo parecía estar viendo todo en cámara lenta; por un lado tenía a Mark gritándole, a JiSoo llorando detrás del menor y, finalmente, al girar su cabeza, veía cómo JongIn tenía el hocico ensangrentado y seguía haciendo daño a su presa.
—¡JongIn! ¡Basta! —le ordenó, pero el lobo no le hizo caso.
Decidió correr hacia él y posar sus dos manos sobre el lomo del lobo, ganándose un rugido. El cuerpo del felino tembló ante ese feroz rugido; no obstante, sabía que JongIn jamás le haría daño, confiaba en él.
Era un sentimiento extraño.
—Detente, JongIn, estamos bien, no nos hará daño.
El lobo fue deteniéndose poco a poco, recuperando el ritmo de su respiración habitual. Se alejó unos pasos y abandonó su forma animal para volver a ser el híbrido que ellos conocían. Una vez que su transformación estuvo completa, sacudió la cabeza como para recuperar sus sentidos y elevó su mirada hacia su pareja.
—KyungSoo...
—Todo está bien —le aseguró y lo envolvió en un abrazo reconfortante—, iremos al refugio pronto.
—Yo...
KyungSoo leyó el temor en sus ojos que volvían a su color café lentamente.
—Tranquilo, lo entiendo, estabas salvándonos, nadie te está culpando por eso.
El celular de JiSoo vibró en su bolsillo por la llamada entrante. Ella respondió, pero ni KyungSoo ni JongIn atendieron a la conversación, estaban más ocupados sosteniendo una charla aliviadora a través de sus miradas. Fue entonces cuando JiSoo se dirigió a ellos, interrumpiendo su momento.
—Era Jay —anunció ganando la atención de los híbridos—, está en el auto cerca de la carretera. Nos está esperando.
KyungSoo dio una última mirada a su pareja para confirmar su estado y este asintió levemente.
—Démonos prisa, entonces —respondió.
°∆~•~∆°
Llegar al refugio fue como si el mismo cielo se abriera y los ángeles les recibieran con los brazos extendidos. No era un lugar hermoso ni fascinante, pero dada las condiciones en las que venían, hasta una casa de perro se vería como un lugar reconfortante. Jay había sido muy amable al prestarle su abrigo a JongIn para cubrir su desnudez, ya que al transformarse, sus prendas se echaron a perder. También estaba agradecido de no haber tenido que responder preguntas durante el camino al refugio.
—KyungSoo, llegaste —saludó JooHyun, la híbrido conejo, al verlo entrar—. Es bueno verte de nuevo.
—Hola JooHyun.
Jay llegó con ellos después de haber guardado el coche.
—JooHyun, me alegra que aún no te hayas ido a dormir, ¿puedes enseñarles sus habitaciones?
—Sí, claro, pero... —hizo una pausa y miró a los otros invitados—. Solo preparamos dos habitaciones porque me dijiste que él vendría con una persona más.
"Solo somos dos."
KyungSoo recordó el mensaje que le había enviado a Jay hace un par de días, cuando tenía toda la intención de dejar a JongIn atrás. Ni siquiera habían podido disfrutar de su unión como era debido, porque lo siguiente que supieron fue de una explosión a unas cuadras de donde se encontraban y que estaban siendo perseguidos por cazadores.
Jay lo miró, estaba esperando una respuesta aunque no le hubiera preguntado nada.
—Ah, eso...
—JiSoo puede pasar la noche en mi cuarto, yo iré a mi despacho a descansar por hoy, pero luego podemos ambientar un cuarto para ti —dijo Jay—. Sin embargo, debo decir que estamos bastante apretados aquí, así que no puedo abrir dos habitaciones, no hay más lugar.
—Yo puedo dormir en-
—Él dormirá en mi habitación —JongIn fue interrumpido por KyungSoo. La respuesta sorprendió a los presentes—. Es... mi pareja.
Un silencio incómodo se posó sobre ellos durante unos segundos antes de que alguien dijera algo.
—Entiendo —dijo Jay, terminando con el suplicio de KyungSoo—. En ese caso, JooHyun, por favor guíalos hacia sus habitaciones. JiSoo, ven conmigo, te dejaré en mi cuarto.
—De acuerdo, Jay —respondió la híbrido—. Por aquí, síganme.
Los tres varones siguieron a JooHyun en silencio hacia el tercer piso. KyungSoo inspeccionaba la casa mientras subían las escaleras, dándose cuenta de que era inmensa, casi como una mansión, pero su aspecto era rústico y descuidado.
—Estas son sus habitaciones —indicó ella al llegar—. Encontrarán una cómoda en sus cuartos, ahí podrán dejar sus cosas. Lamento si se ve un poco descuidado, hicimos lo mejor que pudimos para crear un ambiente agradable para todos. ¡Oh! También debo decirles que solo el cuarto de KyungSoo tiene baño adentro, lo siento Mark.
—No te preocupes por eso —dijo Mark—, creo que tener un lugar en donde escondernos por ahora es casi como una bendición, aun si fuese una cueva.
KyungSoo asintió.
—Así es. Muchas gracias por dejar que nos quedemos.
—No tienen nada que agradecer. Mi esposo y yo estamos muy felices de poder ayudar a los de nuestra especie. Queremos acabar con las barreras y construir un mejor futuro para nuestros hijos, para todos. Jay está haciendo gran parte de eso y le estamos muy agradecidos también —habló con sinceridad. Los otros tres estaban tan agradecidos que las palabras no alcanzaban para expresarlo—. Bueno, es tarde y debo ir a acostar a mis niños. Tengan una buena noche.
—Buenas noches, JooHyun —se despidió el felino y la vio irse.
—Buenas noches, hyung, JongIn. Espero que descansen muy bien —dijo Mark con una sonrisa traviesa en los labios antes de meterse a su cuarto.
KyungSoo no le hizo caso y se adentró en su recámara junto con JongIn, que había permanecido más callado de lo normal. Cuando se detuvo a mirarlo, una vez que cerraron la puerta, descubrió que su mirada estaba constantemente fija en el suelo, y su semblante tampoco era bueno. Verlo de ese modo, tan retraído, le hizo recordar a cuando llegó a la posada, herido y con una actitud arisca.
—¿Qué sucede? —se animó a preguntarle. Para darle más confianza, tomó su mano y la acarició con su pulgar—. Te noto distinto desde que llegamos. ¿Es por lo que pasó...?
No tuvo que terminar de decirlo para saber que de eso se trataba. JongIn retrocedió e intentó soltarse del agarre, pero KyungSoo no lo dejó.
—Está bien, JongIn, no lo mataste, te detuviste a tiempo.
—¡Pero estuve a punto de hacerlo! —exclamó alterado.
—Fue porque te sentiste amenazado.
—No, no lo entiendes —sacudió su cabeza en negación varias veces—. Este sentimiento es familiar, yo... Recordé todos esos años en los que huía, aquellos tiempos en donde debía anteponer mi vida sobre la de esos hombres. Yo... Yo no quería que vieras eso...
KyungSoo tomó el rostro del lobo entre sus manos y se acercó más.
—Hay veces en las que es matar o morir, JongIn —habló suavemente, intentando calar en su corazón por medio de sus palabras—. He estado ahí también, lo entiendo. No eres un monstruo por eso, los malos son otros.
—No soy una bestia —afirmó.
—No lo eres.
—Jamás te lastimaría a ti o a Mark, yo nunca...
—Lo sé —KyungSoo juntó sus frentes y posó una mano sobre el pecho de su amante—. Confío en ti.
El felino atrajo a JongIn y juntó sus labios formando un beso que fue subiendo de nivel a medida que los segundos pasaban. Solo se separaron cuando la falta de aire se hizo presente, aunque ellos ni siquiera se habían dado cuenta. Sus labios estaban hinchadas por la intensidad del beso y los ojos de ambos brillaban con sus colores distintivos.
Fue entonces cuando KyungSoo retomó la propuesta que JongIn le había hecho horas atrás.
—Vamos a la ducha.
°∆~•~∆°
KyungSoo se levantó muy temprano al día siguiente y dejó la cama en silencio para no despertar a JongIn; tomó una ducha y se cambió en poco tiempo. Luego salió del cuarto para ir en busca de Jay.
La casa era inmensa, por lo que perderse ahí era algo fácil, necesitaría un croquis del lugar para memorizarlo. Afortunadamente logró divisar a JooHyun al fondo del pasillo, se encontraba con alguien más. No quiso interrumpir, pero realmente necesitaba hablar con Jay.
—Buenos días —saludó con timidez.
JooHyun, que estaba conversando con otro híbrido conejo de tez incluso más blanca que la suya, se volteó a verlo.
—¡KyungSoo! Buenos días —saludó amablemente—. Te has despertado temprano.
—Sí... —sonrió.
—Pues me alegro que estés aquí, quiero presentarte a mi marido —dijo y tomó del brazo al hombre a su lado—. Él es Kim JunMyeon, el médico de la casa y mi precioso esposo. Jun, él es Do KyungSoo, el híbrido gato del que te hablé hace poco.
—Un gusto —habló el hombre, haciendo una leve reverencia con la cabeza. Se veía igual de amable que JooHyun, lo cual los hacía ver como una pareja muy adorable.
—Un gusto, también —respondió KyungSoo—. Ah... JooHyun, no quiero seguir interrumpiendo su conversación, solo me gustaría saber en dónde está Jay, quisiera hablar con él.
—¿Jay? Debe estar en su despacho.
—¿Podrías decirme en dónde queda?
—¡Claro!
JooHyun le indicó la ubicación de aquella habitación y, para su suerte, no se encontraba tan lejos de donde estaba, solo tendría que bajar unas cuantas escaleras más y caminar hacia el final del pasillo del primer piso. Así que así lo hizo, caminó y caminó durante unos minutos hasta que lo encontró. No obstante, parecía que alguien más se le había adelantado, pues se le escuchaba a Jay conversando con alguien.
—¿Cómo vas a explicar esto?, ¿eh?
Con tan solo escuchar la voz de Jay pudo deducir que estaba bastante irritado. ¿Con quién estaría discutiendo?
—Trabajaste para ellos durante años en aquel laboratorio. Solo fingías tener un negocio en esa zona con el fin de atraerlos a ti y llevarlos a ellos para que hicieran sus pruebas. Si esta información no llegaba a mí el día de hoy seguirías mintiéndonos.
KyungSoo se acercó un poco más a la puerta para escuchar mejor la conversación. Sabía que estaba mal oír conversaciones ajenas, pero sentía que debía estar al tanto de lo que pasaba ahí adentro.
»¿Había un traidor en la casa?«
—Te prometo que no estoy con ellos, ya no, ¡debes creerme! —rogaba una voz femenina.
—¿"Ya no"? —escuchó a Jay responder con sarcasmo—. JiSoo, apenas renunciaste ayer. No, ni siquiera has renunciado, solo huiste sin dar explicaciones.
»¿JiSoo?«
—¡No podía hacerlo! Ellos me matarían si yo presentaba esa renuncia, ¡entiéndelo!
—¿Por qué debería entenderlo? —replicó Jay—. ¿Qué te hace mejor que ellos? Por tu culpa murieron cientos de híbridos, ¿eres consciente de eso?
KyungSoo estaba confundido, ¿por qué Jay acusaba de esa forma a JiSoo? ¿Por qué ella no lo negaba?
—Ellos dijeron que los híbridos eran peligrosos, yo solo quería hacer algo bueno por nuestro país. Creí... Creí que si acababan con ellos estaríamos seguros, pero me equivoqué.
—¿En serio? ¿Por eso te acercaste tanto a un par de híbridos y les ofreciste una amistad falsa?
—¡No! No fue falsa... —Esta vez, JiSoo se había echado a llorar.
—¿Ah sí? Entonces, ¿qué hay de ese híbrido...? ¿Cuál era su nombre? —Jay hizo un poco de memoria—. Ah... Kim MinSeok.
»¿MinSeok?«
—No...
—Lo traicionaste —acusaba Jay sin dejarse llevar por el llanto de la mujer.
—No, no...
—Aquella noche en el bosque... ¿No fue obra tuya? ¿No fuiste tú quien les dio la información a esos cazadores sobre su paradero para que lo mataran porque estaba impidiendo los secuestros de los híbridos? ¡Porque él curaba a aquellos híbridos que tú mandabas a cazar!
La puerta del despacho se abrió de par en par, dejando ver a un híbrido felino con el rostro pálido y desencajado, y con los ojos casi saliéndose de sus cuencas.
Como si su alma le hubiera sido arrebatada de un solo tiro.
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